2. Jack Moore

Narrador Omnisciente

Después de que Nercy aceptara almorzar con ella,  caminaron en silencio hasta una cafetería cercana. Muchas personas apuntaban a la chica que acompañaba a Arizona.

Esa era una de las verdaderas desgracias de vivir en un pueblo tan chico. Pero era casi imposible marcharse de allí, afuera de las fronteras de la ciudad acarreaban cientos de peligros, y una chica sola no llegaría a dar diez pasos sin ser atacada, devorada o asesinada en el mejor  de los casos. También existía el riesgo en ser convertida en hombre lobo, vampiro e incluso en zombi.

Eso se lo habían inculcado desde pequeña. No podría jamás salir de allí, y si lo hacía tendría que ser fuertemente protegida por todo un ejército. No había vida posible fuera de las fronteras mágicas. Ese era su destino, morir sin salir de allí.

Ella tomó una ensalada y una malteada, Nercy por su parte no parecía interesada para nada en la comida. Arizona  pidió lo mismo para su compañera dado que está solo apartó el menú a un lado.

—Tienes que alimentarte, ¿o acaso quieres morir? No es por ofenderte, pero no te ves bien — dijo terminando con su ensalada.

— Créeme, morir en este momentos es el menor de mis problemas— comentó Nercy con amargura.

El silencio volvió a hacerse dueño de las chicas hasta que Alexa lo rompió y se dejó llevar por su curiosidad.

—¿Cómo son?— preguntó tímidamente al tiempo que removía la pajita de su malteada pero sin mirar a Nercy.

—¿Qué?— indagó   Nercy prestándole atención por primera vez desde que llegaron a la cafetería— ¿ Quieres saber cómo son los arcángeles de alas negras?— el rostro de Nercy parecía sorprendido, Arizona se asustó pensando que había cometido una indiscreción al preguntarle esto, y que la juzgaría por su pregunta. Al fin Nercy volvió q hablar.

— ¿Qué versión quieres escuchar?— dijo irónicamente. — ¿La que le gusta a los ilustres ciudadanos de este pueblo?¿ O la otra? La real y la que tú estás viendo en sueños— Arizona tosió  un poco para disimular que le había mencionado sus sueños.¿Cómo diablos podría ella saber el contenido de sus sueños?

— Mis sueños no son reales, son solo eso...¡Sueños!— concluyó  concentrada una vez más en su malteada.

— Si piensas eso, entonces eres más estúpida de lo que creí— admitió  Nercy secamente y continuó hablando—. Ellos no son como nos han echo creer, pero si son muy poderosos. Son los únicos capaces de traspasar la frontera mágica y entrar a sus anchas a la ciudad. Sus  alas no siempre son visibles para los humanos, por eso es demasiado difícil reconocerlos. De ahí que tu padre y el comandante Jack Moore les teman tanto.

— Pero no hablas de ellos con repugnancia, ¿ No es Así? ¡Deberías!¿O no? — comentó Arizona  con convicción — Te ultrajaron, no puedes tener buenos sentimientos por ellos. No es posible

— Esa es la versión que quiere mi padre que cuente— dijo amargamente Nercy— Soy la hija del juez Anderson y es lo conveniente para no arruinar la reputación y la carrera como Juez. Pero no es así, solo estoy enamorada de uno de ellos, y pronto vendrá por mi—. Nercy cubrió su boca al darse cuenta de que había sido imprudente al decir algo así frente a la rubia tonta hija del alcalde, aunque está ni sospechaba que su vida iba a dar un terrible giro puesto que también había comenzado a soñarlos.

—No te preocupes, tu secreto estará a salvo conmigo, te dije que quería ser tu amiga— comentó sintiéndose un poco identificada con la chica.

Ella sabía perfectamente lo que era sentirse atraída por esos seres. Ella misma había sido poseída cientos de veces en sus sueños en el último mes. Ella también podría enamorarse perdidamente de aquel ángel o demonio que la llevaba a lo prohibido en sus sueños y le hacía vivir algo tan real y morboso.

Desde que los sueños comenzaron hacia casi dos meses ya el sexo con su novio era cada vez más aburrido, solo lograba desear al hombre con el cual soñaba. Ella  había comenzado a evitar cualquier acercamiento con su pareja y daba cualquier excusa estúpida. Cosa que al narcisista de Kevin no parecía importarle en lo absoluto .

{***}

Al llegar a casa su padre Richard L. Bronwbear estaba conversando con el comandante Jack Moore  en la sala de estar. Vaya coincidencia, un rato recién Nercy se lo había mencionado en la cafetería.

Ella entró despacio , pidió permiso y se acercó a su padre besándole la mejilla. Su padre le besó la frente.

— ¿No es una belleza mi hija?— preguntó retóricamente este a Jack con una sonrisa en los labios.

Jack por su parte solo observó a la chica y hizo un gesto afirmativo con la cabeza. Era evidente que el serio comandante era un hombre de pocas palabras.

—La vi hace más de un mes en el desfile de Miss Delment— comentó Jack que finalmente se decidió a abrir la boca—. Realmente se merecía la corona señor —. Terminó la frase  con su rostro sin ninguna expresión y sin volver a dirigirle la mirada a Arizona. Era como si ella no se encontrara allí.

Era cierto que Arizona era una chica de una belleza impresionante. Tenía facciones muy delicadas. Una nariz hermosa, una boca con labios gruesos y unos ojos grandes y azules. Pero lo más extraordinario era su cabello que pasaba por rubio pero en realidad era blanco y con hermosas ondas que caían hasta media espalda.

—El bueno para nada  de tu novio te espera en la piscina cariño— le informó  su padre tratando de deshacerse de ella — ve con él y déjanos trabajar— el rostro de su padre era serio, pero nada comparado con lo que vio en la cara de Jack, el  rostro de eso hombre era pura dureza. No había nada amable que resaltar en aquella expresión. Una verdadera lástima que un hombre tan atractivo estuviera tan amargado.

Su vida al parecer era complicada. Decían algunos de los integrantes del ejército que lo habían visto sin camisa que tenía más cicatrices que lunares, eso explicaba de alguna manera que no se le conociera ninguna amante o novia. A lo mejor solo era Gay y temía salir del closet... podía ser, ¿por qué no?

Arizona alejó ese tema de su mente, no era de su incumbencia la vida privada del comandante. Se acercó a su padre, le dio otro beso en la mejilla y salió con paso airado de la habitación.

El alcalde y su mano derecha continuaron con su platica sobre el “control de plagas” de la ciudad.

— Me dijo mi asistente que anoche capturaron a tres de ellos— dijo  casi en un susurro el señor alcalde a Jack.

— Si señor, en estos momentos están siendo trasladados a las mazmorras del fondo del palacio de Clihsstroug. Los barrotes de hierro y los grilletes serán suficientes para detenerlos hasta que podamos interrogarlos y acabemos con ellos— presumió  Jack sin  apenas parpadear. —Me estoy encargando personalmente.

—Si eres tú quien se encarga, pues  quedó más tranquilo. Cada vez más de esas abominaciones están entrando a la ciudad. Algo buscan. Los otros monstruos sobrenaturales nos respetan, pero esos malditos pajarracos no dejan de acecharnos— comentó el señor Richard con cara de desprecio y asco. Llevó el tabaco que tenía entre sus dedos a su boca y aspiro.

—Debemos saber que buscan señor— pero nos encargaremos así tengamos que arrancarle las plumas una por una— espetó Jack

—Así se habla muchacho, esa es la única manera de terminar con esos endemoniados bichos.

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