꧁Capitulo 4 Olivia꧂

Una vez frente a mi casa, bajó conmigo, escaneó la zona buscando a los miles de asesinos que me esperan fuera de casa y me quitó la llave. Las vecinas, metiches miraban el auto de mí… ¿novio…? ¿Amante?, y salían como quien no quiere la cosa a regar matas que no tenían, algunas, llegaron más allá y empezaron a hacer flexiones y les juro, esas mujeres las únicas flexiones que hacían era para inclinarse sobre un plato de galletas.

—Buen día, señoras. —les dijo con su voz lobuna.

—Buenos días, ¿es de casualidad el jefe de Oli?

—No, soy un hombre enamorado que trata de convencerla de que lo acepte.

Los suspiros colectivos no se hicieron esperar. Condenado Bruno. Abrió mi puerta, digitó mi código—¿A qué hora se lo di? — y después de asegurarse que todo estaba en orden me besó, y vaya beso.

—Hadita, gracias por darnos esta oportunidad. No te defraudaré.

—Lo sé, confío en ti.

—Hoy en la noche te quiero en el club conmigo.

El día de los enamorados empieza a pasar rápido, llegué a la oficina a medio día alegando un dolor de garganta y no me han puesto trabas, pero es que necesitaba dormir algo.Veo en la oficina que todas reciben arreglos y sonrío, festejo con ellas y me duele. No es como si asumiera que Bruno iba a salir corriendo a comprarme algo, pero quizás esperé algo.

 Doy gracias al cielo de que el día está por acabar y que, tras horas de ver amor por todas partes, se han ido a casa y solo quedamos dos. La secretaria del jefe y yo. Y ella, la dulce Janice, me mira con picardía. La miro, viene jadeante y no entiendo.

—Te lo tenías bien guardado.

—Yo... espera… ¿qué?

—Vengo de recepción, cariño y hay un muñeco que pregunta por ti.

—Janice, ya te he dicho que no bebas en el trabajo.

—Déjate de pendejadas, ya le han dado el visto bueno y viene subiendo, ha de pensar que estoy mal porque pasé corriendo a su lado por las escaleras, en estos putos tacones de 15 centímetros. Pero tenía que ver tu cara al verlo.

Janice acababa de decir eso cuando lo vi. Wolf. Vestido con vaqueros, zapatillas y una camisa deportiva de algún equipo de soccer. Me mira con intensidad. Trae un ramo de flores, chocolates y se acerca a toda velocidad.

Pero no trae cualquier rosa, no y me quedó helada, este hombre romántico no conoce límites para probarme que me ama. El ramo de rosas es un tono rojo oscuro con ligeros matices negros unidos al rojo. Es rarísima, un hibrido que crece solo en Turquía.

Mientras miro maravillada semejante arreglo de rosas, Wolf mira a Janice con una risa plasmada en su rostro.

—¡Vaya forma de correr!

—Valía la pena, tenía que ser testigo de esto. Nuestra niña tiene un pretendiente de nombre…

—Wolf, Bruno Wolf.

La mirada de Janice se llena de asombro y emoción.

—No serás el mismo Bruno Wolf dueño del club Cuervos Negros.

—El mismo.

—Tu club es famoso, entrar es difícil.

—¿Has tratado de afiliarte?

—Pensé que era solo por invitación.

—La asistencia a eventos lo es, para nuevos ingresos solo debes presentarte, te daré mi tarjeta, sabrán que me conoces y te facilitarán las cosas.

—Demonios… Gracias de verdad.  Y, por cierto, a esta hora estamos solo nosotras, Jeff, nuestro jefe—añade mirando a Wolf—no se encuentra. De casualidad desviaré las llamadas a mi celular y me iré a casa.

Wolf le sonríe con aire lobuno, y nos aísla, cerrando las puertas. Me arrincona contra la pared y me besa, lo dejo, gimo porque me gusta y sus manos esas van a mi entrepierna.

—¿Húmeda?

—¿Wolf?

—¿Piensas que lo de hace unas horas fue un asunto momentáneo para meterme entre tus piernas?

—Te deseo de nuevo.

—Pronto, esta noche cuando acabemos en el club vendrás a casa conmigo.

—No me dejes así.

—No señorita, sobre la mesa, piernas abiertas.

Aquello era de locos, ¿no estaría soñando?

Me quito los pantalones luchando con el temblor en mis manos, le sigue la ropa interior, lo miro, sabe que estoy mojada y lame sus labios. Parece un hombre lobo, el condenado. Se coloca frente a mis piernas y chupa con ganas, mi cabeza se va hacia atrás y gimo, como animal herido. No es muy elegante, pero la necesidad por tener de nuevo a ese hombre es mucha. Sujeto su cabeza, necesito decirle que no se mueva, presionarlo contra mi piel con fuerza.

Y entonces exploto, mis jugos salen a toda velocidad y lo llenan.

—Eres mía, hadita.

Miro el traje y pongo los ojos en blanco.

—Caperucita… ¿de verdad?

—Soy el lobo feroz, cariño. No faltes porque soy capaz de ir a buscarte.

—No lo haré. ¿De verdad seguiremos juntos?

Mi voz suena insegura, es que cómo no estarlo cuando semejante hombre me dice esas cosas.

—Sí, acabarás hasta con un anillo en ese dedo, te quiero para siempre, he esperado un año y no más.

—Las rosas…

—¿Cómo supe que morías por tener un ramo de rosas de Halfeti? Llevo un año viéndote, aprendiendo sobre lo que te gusta.

—Las tienen solo en Turquía.

—Y mi jet privado aterrizó en suelo norteamericano hace media hora. Sé que pasaste viendo a otras recibir arreglos de flores y esperaba que las tuyas llegaran muy temprano esta mañana y no fue así. Lo lamento.

—Te quiero.

—Te quiero, hermosa hadita y sé que anhelas tener a Nicholas.

—Ustedes son pareja.

—Tengo dos compañeros—me dijo y supe que el silencio que siguió a esa declaración era un silencio lleno de temores, de pensar en lo que haría si lo rechazaba.—y los amo.

—¿Y no te importaría verme con él?

—Amaría verte con ambos incluso.

—Wow, eso es…

—Fuerte, lo sé.

◦•●◉✿♥    𝑀𝑒 𝑒𝓃𝒸𝒶𝓃𝓉𝒶𝓇í𝒶 𝒸𝑜𝓃𝑜𝒸𝑒𝓇𝓁𝑜𝓈, ¿𝒹𝑒 𝒹ó𝓃𝒹𝑒 𝓂𝑒 𝓁𝑒𝑒𝓃?   ♥ ✿◉●•◦

꧁☬Nos vemos en el capítulo que sigue.☬꧂

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