Capitulo 29

LA MUJER SIN ROSTRO

Mi hermano Néstor, junto con unos amigos suyos, armaron una miniteca para amenizar las fiestas, a la cual le pusieron por nombre “Las Brujas”. Fue la época en que fuimos invadidos por la música rock y los estilos de bailes 

provenientes de los Estados Unidos de Norteamérica.

Los sábados, cuando no le salía contrato de alquiler a la miniteca, la ponían a sonar en la casa de cualquiera de ellos. Cobraban cinco bolívares para entrar y los que no teníamos la edad ni el dinero para pagar la entrada, debíamos valernos de ciertas astucias para entrar a bailar, o esperar hasta determinada 

hora en que la entrada era libre. Por lo general eso ocurría después de las once o doce de la noche. 

Eran los años ochenta, mi época de adolescencia y quería estar a  la moda. Por aquellos tiempos, me parecía que en todos los barrios de Caracas, los grupos de jóvenes solían ir de un sector a otro, de una fiesta a otra, sin m

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