Capítulo 3.

Doy un paso sin quitarle la vista de encima. Desde aquella distancia la poca luz que invade la habitación desde la ventana me permite notar algunos de sus rasgos. 

No parece mucho más mayor que yo; su pelo negro le tapa casi por completo la frente mientras su rostro queda totalmente opacado por unos ojos profundamente oscuros. Mi mirada encuentra la suya haciendo que experimente una rara sensación, algo que hace que mi piel palpite de manera extraña. No sé si es por ese aire salvaje que parece rodearle o por el singular toque oscuro que adorna sus ojos.

En ese preciso instante da un paso hacia a mí, consiguiendo que una especie de electricidad atraviese mi piel.

– ¿Quién demonios eres?

Aunque esa pregunta se forma clara en mi cabeza no es mi boca precisamente de la que sale, mas bien, es él quien acaba de preguntar aquello. Me quedo callada durante unos momentos como si de repente mi lengua se hubiera trabado por completo. Aquella sensación ajena me invade de nuevo, sin embargo, decido ignorarla por el momento.

– Voy a llamar a la policía. – anuncia después de ver que no digo nada.

Mi cabeza empieza a dar vueltas sin entenderlo. ¿La policía? Lo miro de nuevo con confusión pensando que tiene que ser una broma. Quiero hablar, sin embargo, es como si de repente mi voz hubiese desaparecido.

– ¿Cómo has entrado? – cuestiona con voz grave sin quitarme la vista de encima.

Inspiro con fuerza notando que empiezo a ponerme realmente de mal humor. Para colmo un dolor en la parte frontal de mi cabeza ha vuelto a aparecer.

– Eso es lo que yo me pregunto, ¿quién eres? – por fin mi voz aflora, aunque con algo de temblor, y elevo el brazo señalándolo. – Si alguien tiene que llamar a la policía debería ser yo.

– ¿Llamaras a la policía después de haber entrado en una casa que no es tuya? – su voz denota completo asombro. Alza las cejas. – Que valor.

Lo observo sin entender de que diablos habla. ¿Quién demonios es ese chico?

– Vivo aquí. – declaro por fin.

La mirada que me echa es extraña. En ese mismo instante se acerca un paso, consiguiendo que retroceda para terminar chocando contra la encimera de la cocina. Tiemblo al ver que no se detiene, así que aprieto el cucharon en mi mano y lo elevo de nuevo haciendo que deje de avanzar finalmente. Mis ojos buscan su rostro para mirarlo con rabia, aunque él tiene una sonrisa extraña dibujada en su rostro.

– ¿Vives aquí? – pregunta denotando algo de diversión. Aprieto los labios, me pone realmente nerviosa la forma en que me mira. Hay algo en sus ojos, una sombra que se vislumbra con fuerza. – ¿Quién eres?

Intento no asustarme ante el cambio repentino de su voz. Respiro con dificultad, pero consigo sostenerle la mirada y sus ojos conectan directamente con los míos. Después de unos segundos un extraño miedo empieza a apoderarse de mi.

¿Estará loco? ¿Por eso ha entrado en la casa? ¿Y si es peligroso?

Me pego aún más a la encimera deseando poder fundirme con ella.

– ¿Cómo has entrado?

– Te lo he dicho. – mi voz suena mas segura al fin. – Vivo aquí.

Algo en su mirada cambia de repente. El gesto de su rostro se relaja levemente y esta vez su voz suena algo más suave cuando habla.

– ¿Tienes algún problema en tu cabeza? – inquiere llevando una mano hacia su frente haciendo un gesto seguido de sus palabras.

– ¿Perdona?

– ¿Te has confundido de casa? – su mirada desciende y su voz baja de tono casi como si hablara consigo mismo. – ¿Es eso posible? A lo mejor tiene problemas mentales...

– ¡No tengo ningún problema! – exclamo con rabia comenzando a hartarme de toda aquella escena tan ridícula. – ¿Cuál es el tuyo? Te lo he dicho, vivo aquí. Y si alguien tiene problemas mentales eres tú ya que no paras de soltar estupideces.

No dice nada durante unos momentos, simplemente se limita a observarme. Suelto el aire con rabia. Entonces veo como eleva la mano y se cubre la boca.

– Oh dios. – su voz es ahora apenas un susurro, pero consigo entender lo que dice. – Estás loca de verdad.

Gruño elevando la vista al techo sin poder creer aquella situación surrealista. ¿Es un clase de broma pesada? Desciendo mi rostro y resoplo consiguiendo que mi pelo se alborote. Levanto mi mano libre hasta mi pecho.

– Estoy en mi sano juicio, gracias. – puntualizo apretando los dientes.

Veo como suspira.

– Mira niña... – empieza a decir.

– ¿Niña?

El miedo que había estado sintiendo se había evaporado casi por completo desde hacia unos minutos. En vez de eso, el sentimiento de cólera se esta apoderando poco a poco de mi cuerpo. Tomo aire con fuerza.

– O me empiezas a dar respuestas o llamo a la policía. – informa a la vez que se cruza de brazos.

– Oh, adelante llama.

Alza las cejas y esta vez me mira como si realmente estuviera loca.

– Llama. ¿Necesitas mi móvil? Puedo dejártelo. – doy un paso hacia adelante. – Llama, estaré encantada de ver como te sacan a rastras. Y si es esposado mejor.

Frunce el ceño y noto su confusión, pero antes de que pueda decir nada una voz proveniente de la escaleras interrumpe aquella extraña escena.

– ¿Se puede saber que está sucediendo?

Me giro con rapidez y por primera vez un alivio inmenso se apodera de mi cuando veo a Tania de pie en las escaleras vestida con una extraña bata rosa. Tiene el pelo revuelto y por su rostro estoy segura de que acaba de despertar. Abro la boca dispuesta a hablar, sin embargo, el chico da un paso separándose de mí en dirección hacia ella.

– Menos mal. – su voz emite alivio, lo cual no entiendo. – Tania, no quería despertarte por esto, pero esta extraña chica ha entrado en la casa. No se quien es, parece tener algún problema en su cabeza. – mi puño se cierra notando las ganas de estamparlo en su cara. – Estaba a punto de llamar a la policía.

Tania esta a punto de hablar, sin embargo, la interrumpo.

– Oh por favor, ¡no te detengas! – vocifero. - ¡Llama! Solo con ver como te ponen la esposas y te sacan de aquí a rastras dormiré tranquila.

– ¿Realmente has perdido la cabeza? – pregunta atónico. – Si a alguien sacaran a rastras es a ti.

Me planto delante de él solo para mirarlo con rabia. Decidido, era un completo lunático. Abro la boca mas que lista para responder cuando siento la mano de Tania en mi hombro y mi cabeza voltea hacia ella casi automáticamente.

– Nadie va a llamar a la policía. – declara cerrando los ojos mientras suspira. – Sentaros. Los dos.

– Pero...

– Ahora.

Su voz autoritaria hace que los dos hagamos lo que dice sin decir ni una palabra y nos sentemos en el viejo sofá cerca de la cocina. Me siento en la esquina poniendo la máxima distancia entre él y yo. Ella se detiene delante de nosotros y nos mira con los brazos cruzados.

– Sois...- veo como cierra la boca con una mueca de impaciencia escrita en su rostro. - ¿Acaso os habéis vuelto locos? – la miro sin entender.

Por el rabillo del ojo me fijo en el chico, él también me mira pero solo durante unos segundos, enseguida su vista vuelve a Tania.

– Menos mal que me habéis despertado a mi y no a ellos... - noto el temblor en su voz.

Pero en cuanto esas palabras salen de su boca el sonido de unas pisadas hace que todos los presentes elevemos el rostro. Trago saliva, como si aquellos sonidos fueran el del mismísimo Satanás al despertar. Lo siguiente que se oye es un gran estruendo y acto seguido el berrido de un bebe.

– Ay dios...

Sale corriendo escaleras arriba, no si antes darnos un breve y nada satisfactoria explicación.

– Ya os lo había dicho, pero como se ve que no escucháis... – respira hondo antes de hablar y en su boca se forma una mueca divertida. – Adam ella es Melissa Bush. Mel él es Adam Wood. Felicidades, acabáis de conocer a vuestro compañero de casa.

🏵🏵🏵🏵🏵🏵🏵

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo