Capítulo 3 Chica buena.

   Brenda llegó al vestíbulo del Gym, ya podía escucharse la música y el sonido de los hierros de las pesas retumbando en el piso, eso le sonaba como su hogar, un hogar sin duda muy lujoso, con su recepción en mármol pulido y esculturas abstractas, había una chica castaña en recepción al lado de un arreglo de flores frescas.

   —Hola soy Brenda García, vengo como entrenadora —dijo mostrando su recién impresa tarjeta de identificación.

   — ¡Oh qué bien! Mi nombre es Sofía, llamaré a Ernesto.

   Ernesto llegó a los 10 minutos, le hizo una seña con la cabeza para que lo siguiera, Brenda así lo hizo, cuando llegaron frente a la máquina de identificación de huellas, una morena esbelta se acercó, Ernesto le habló a la recién llegada.

   —Adriana, por favor registra a la señorita, es la nueva entrenadora, luego dale un locker y la acompañas para que se cambie —ahora se dirigió a Brenda—, ¿supongo está bien que comience hoy mismo?

   —Claro que sí.

   —Cuando estés lista ve a mi oficina.

   Ernesto se perdió dentro del gimnasio.

   —Hola, soy Adriana —dijo la amigable morena, estirando su mano para presentarse.

   —Brenda, un gusto conocerte.

   Brenda entró en la oficina de Ernesto, era muy amplia y  solo tenía un escritorio, una laptop, un archivero y muchas pesas en la esquina, Brenda no pudo evitar notar los guantes de boxeo guindados en un perchero, quizás le diera gusto evaluándola en el ring, ya estaba lista para el trabajo, el uniforme era en azul eléctrico muy brillante y blanco, un pantalón de licra con 2 franjas blancas bajando en diagonal, un top corto azul deportivo, un suéter de licra de manga larga en blanco con 2 franjas azules en los brazos, y zapatillas deportivas de marca americana, en verdad todo era de la mejor calidad. Todos los entrenadores iban vestidos igual, solo el gerente Ernesto era libre de no utilizar el uniforme.

   —Me repite su nombre por favor —dijo Ernesto sentado frente a su escritorio y tomando nota en la laptop.

   —Brenda García —Brenda se quedó de pie y Ernesto tampoco la invitó a sentarse.

   —Como comprenderás Brenda, no necesitaba personal, por los momentos te encargaras de lo que te asigne, estarás pendiente cuando seas solicitada, poco a poco podre ir evaluando tu desempeño, llegaste a mi reino, aquí no disfrutas de favoritismo y si yo fuera tú me abstuviera de decir a mis compañeros que estoy aquí por petición de los Larsson.

   —Si es todo, me retiro a cumplir con mi trabajo.

   Brenda sabía que la intención era dejarla todo el día sin hacer nada, pero lo que Ernesto no sabía es que en el reino fitnes ella era una reina por derecho propio, apenas salió de la oficina fue poco a poco hablando con los entrenadores que podía, ayudo a varias personas a corregir posturas con amabilidad y respeto para no dar a entender que quería sustituir a su entrenador de costumbre, después de bastante rato escuchó su nombre por los parlantes, fue rápidamente a la entrada y se consiguió una pareja de ancianos, si creía este Ernesto que con eso ella se rajaría es porque obviamente no la conocía, Brenda apoyó con entusiasmo a la pareja, les puso atención, los motivo para hacer los ejercicios indicados y los llevó a dar más cuando pensaban que ya no podían, Brenda iba de uno al otro, porque no les puso las mismas rutinas e igual cuando alguien le preguntaba algo lo atendía con cariño, cuando la pareja se retiró Brenda les dio besos a ambos, bromeó con ellos y quedaron muy entusiasmados en volver con ella, así transcurrió más de una semana, solo era solicitada para personas mayores y novatos, de todos los entrenadores era la menos solicitada, pero la que más trabajaba, era incansable, si la táctica era que la acusaran de no hacer nada por falta de personas a su cargo, así no iba a poder despedirla Ernesto, y  por el trato a sus entrenados mucho menos, quienes entrenaban con Brenda quedaban muy satisfechos.

   El buzón de sugerencias y los comentarios de los usuarios en la página web y redes sociales que revisaba Sebasthian personalmente tenían algo relevante, el nombre de Brenda García y lo excelente que era su trabajo, Sebasthian sonrió al verlo, había tenido mucho trabajo como siempre, en Venezuela y fuera del país, esta vez era solucionando inconvenientes y haciendo mejoras en el hotel de Milán, regresó a Caracas a petición de su tía Mercedes que tenía su residencia fija en Venezuela, ella viajaba seguido con su esposo, hermano de Bernhard, pero su hogar estaba en su tierra natal, razón por la cual Bernhard y Sebasthian eran tan dados a mantenerse en Venezuela, ahora que su primo Pablo estaba radicado en Francia, su tía lo solicitaba constantemente, era su mamá desde que era un bebé, incluso tomo de su pecho ya que su primo era solo 7 meses mayor que él y que su propia madre no podía atenderlo, la llamada del teléfono de la oficina lo hizo salir de sus pensamientos.

   —Señor aquí está el señor Ernesto.

   —Dile que pase Justin por favor.

   Ernesto entró a la oficina.

   — Sebasthian que tal, que hay de nuevo.

   Ambos hombres se dieron la mano y se sentaron uno frente al otro con el escritorio de por medio.

   —Vengo llegando de Milán, pensaste en aceptar mi oferta de ir a trabajar allá.

   —Claro que si acepto Sebasthian, muchas gracias.

   —De nada hombre, me beneficio contigo allá, ¿tienes alguien en mente para dejar aquí?

   —Voy a ubicar alguien, no te preocupes.

   — ¿Que tal los instructores de aquí?

   —Ninguno da la talla, Sebasthian, no te preocupes, tengo algunas personas en mente.

   — ¿Qué tal le va a la chica nueva?

   —Bien, no ha dado problemas.

    Sebasthian lo observó, esperaba que dijera que era buena, tal como lo decía la clientela.

   — ¿Está a la altura?

   —Sabes que tenía mi equipo completo, está trabajando en lo que es requerida.

   —Está bien, no te quito más tiempo Ernesto, tomaré en cuenta tus sugerencias de externos para el próximo gerente acá, prepárate para viajar pronto.

   Sebasthian se reunió con Elena en el restaurante para almorzar.

   —Como estas Elena, ven siéntate conmigo almorcemos juntos.

   —Me va muy bien Sebasthian gracias, ya estoy haciendo un cambio aquí y uno allá.

   — ¿Algún problema con el personal quizás?

   —Para nada, todos me aceptaron y el chef que recién conseguí es muy bueno.

   Su padre pretendía a Elena, eso no era raro, Bernhard era un pica flor, no podía resistirse a las mujeres hermosas y Elena sin duda era muy hermosa, con excelente figura, muy alta con cabello castaño y brillantes ojos marrones muy expresivos, contrario de Brenda, Elena regalaba sonrisas y esparcía dulzura, era una mujer adorable.

   — ¿Qué me dices de tu amiga?

   —Ella dice que está muy bien.

   —Pero, detecto un pero.

   —No sin pero, bueno, me dice que extraña subir al ring, pero yo en realidad me alegro, siempre me ha dado mucho miedo que la lastimen.

   —El Gym tiene lo que llamamos salón de combate, hay 2 ring de boxeo y uno de lucha libre, es excelente, ¿por qué no lo utiliza?

   —Sebasthian ella es una mujer muy orgullosa, a diferencia de mí que llegué aquí como gerente ella llegó teniendo que demostrar que es buena y no solo un favor del dueño, pero estoy segura lo está haciendo genial. Brenda le encanta ese mundo, en verdad la apasiona, al parecer solo le falta dar y recibir golpes para sentirse mejor.

   Sebasthian no podía sacarse de la cabeza el asunto, él en realidad despreciaba las injusticias y presentía que Brenda era víctima de los prejuicios de Ernesto, decidió ir al gimnasio, eran casi las 5pm comenzaban las horas de mayor afluencia de clientes, se cambió de ropa a un pantalón gris de deporte  una franelilla negra, gorra también negra y zapatos de deporte blancos, paso directo al área de pesas, desde allí tenia visión hacia gran parte del gimnasio, saludó a varios entrenadores y comenzó los estiramientos, estaba alerta a la llamada de los entrenadores, todos eran nombrados repetidas veces, pero Brenda aun no la nombraban, aunque ya la había visto y no estaba esperando por tener a quien entrenar, ella sencillamente estaba pendiente de todos, iba colaborando, corrigiendo posturas y dando ánimos a los agotados, finalmente escuchó que la llamaron, Sebasthian pudo notar que era un nuevo ingreso, porque se presentaban y registraban las huellas, era una muchacha bastante joven como unos 14 años con algo de sobrepeso, se veía intimidada por el gimnasio y las personas, Brenda habló con ella y Sebasthian pudo ver que le levantó el rostro y le sonrió, vaya pensaba que Brenda era bonita, pero cuando sonreía genuinamente, era un lucero; un entrenador de los más antiguos llamó su atención.

   —Sebasthian, cuando termines allí vienes para practicar con el saco, quizás luego entraremos al ring.

   —Claro que sí Salvador, ahora voy.

   Sebasthian notó que seguían llegando más y más personas, ya cada entrenador tenía a su atención al menos 3 clientes, algunos hasta 6 y Brenda solo la chiquilla que ahora se dirigía a una clase de power bike y Brenda la entregaba al instructor de la clase de bicicleta, ya iba en camino al salón de combate cuando escucha que solicitan a Brenda por una pareja de ancianos, lo sorprendente era la felicidad de los ancianos por entrenar y las puyas y jocosidad de Brenda con ambos, Sebasthian tomo un saco de boxeo que le permitiera ver hacia afuera del salón de combate, continuó observando a Brenda, seguía sin parar, ayudando a todo el que lo necesitara y estuviera cerca de ella, entró al salón de power bike y junto a la chiquilla que estaba perdida en el ritmo de la clase le hizo señas que escuchara la música y empezó a marcarle el ritmo a las pedaleadas mostrándole con las manos, pronto la muchacha agarró el ritmo riendo, Brenda se despidió y el instructor le lanzo un beso por el espejo, Brenda salió de la sala bailando y dejando babeando a todos los hombres de la sala, incluyéndolo a él que como un acosador no le quitaba los ojos de encima.

   —Vamos Larsson a ponerse los guantes —le dijo Salvador a Sebasthian, tenía años en el gym, ya tenía confianza con Sebasthian, tenía más de 50 años de edad, delgado y con sienes plateadas, no era un hombre muy alto, pero tenía muchos años de experiencia pugilística.

   —Voy, veamos si aún me acuerdo, tengo tiempo que no entreno.

   Sebasthian se cuadro en posición de boxeo con Salvador, bailaron un poco, el entrenador lanzo 3 golpes, Sebasthian los esquivo ágilmente, en el próximo derechazo del entrenador Sebasthian se cubrió y le propino un gancho a las costillas, el entrenador sonrió, siguieron después de esquivar un golpe de Sebasthian, el entrenador le dio un golpe en la cara, luego de intercambiar varios golpes más pararon, Sebasthian bajo del ring. Brenda lo observaba fuera del salón, cuando él la miró, ella le guiño un ojo y siguió con sus actividades, su intención era llamarla desde su oficina en el gimnasio, pero lo pensó mejor, a Brenda no le gustaría que sus compañeros pensaran que tenía un trato especial, decidió acercársele.

   —Hola —dijo Sebasthian cerca de ella.

   —Jefe, tiempo sin verlo, si no fuera por lo dorado que es usted no lo reconozco sin su almidonado traje.

   —Mis trajes están bien planchados, pero tengo con que llenarlos, no necesito almidón para que mantengan su forma.

   —Eso puedo verlo —dijo Brenda mordiendo su labio inferior y viéndolo de arriba abajo.

   Sebasthian sintió vibrar su entrepierna y sonrió.

   —Brenda quisiera hablar contigo en otra parte —Brenda lo miró sorprendida—, tengo el presentimiento que si te cito en la oficina que tengo aquí en el Gym, no te ayudaré mostrando algo que pueda verse como favoritismo.

   — ¿Me invita a salir jefe, o seguimos manteniéndonos profesionales?

   Sebasthian sonrió, pensó que esta mujer no tenía pelos en la lengua.

   — ¿Qué tal ambas? Salimos y hablamos temas profesionales.

   —Prefiero no ligar trabajo con placer.

   —Entonces venga a mi oficina principal al terminar aquí, la estaré esperando.

   Brenda hizo un puchero sexi.

   —Será. Nos vemos jefe.

    Brenda continuó su camino hacia la pareja de ancianos, Sebasthian la observó mientras se alejaba, se había quitado el suéter manga larga, era en verdad hermosa, con su cintura estrecha y trasero redondo y perfecto, tenía un tatuaje grande en el bíceps derecho, debía separar el brazo del cuerpo para verlo bien, y otro en la espalda cubierto por el top, la vio bailando primero con el anciano y luego con la esposa y los 3 muertos de risa, Sebasthian no pudo evitar desearla, ya lo hacía antes de sus coqueteos, ahora solo era más fuerte, cuando fue que una chica se burlaba de él siendo coqueta, realmente nunca, no era mujeriego como su padre, no tenía una mujer en cada estado, las chicas coquetas y lanzadas iban por una sola cosa y su comportamiento era entrenado, ninguna que hubiera conocido se asemejaba a esta chica, natural y enérgica, lo mejor era mantenerlo profesional, prefería mantener la nómina de sus hoteles intocable, el mundo tenía suficientes mujeres que no fueran sus empleadas para tener que complicarse.

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