Capítulo 5 No te Morderé

—¿Qué haces estúpida perra? Vocifera el tío.

Intento quitarse a Lia de encima, pero ésta enrrollo sus piernas en la cintura del sujeto por la parte de atrás mientras se alimentaba de él. Para ella era difícil de controlar su sed de sangre, sobre todo cuando mordía directamente a un vampiro. 

En el trabajo tomaba sangre en vasos, no era lo mismo que succionarla directamente de un cuello. A parte que no comprendía porque no lograba saciarse, y cuando se lo mencionó a Noah este no le respondió. Solo la evadió. ¿Quien era ella?

La castaña soltó a su atacante quien cayó al suelo. Lia respiraba agitadamente, sus manos y parte de su cuello estaban salpicados en sangre. Observó al sujeto desmayado en el piso, se agachó tomando  el pulso. 

—¡Joder! Mascullo molesta. 

Estaba muerto… esa no había sido su intención. Pero realmente necesitaba alimentarse, ese era el maldito precio de la inmortalidad. Con una mano tomo la solapa de la chaqueta del idiota, terminó por arrumarlo en un rincón oscuro donde sabia que le daría la luz del día. El sol terminaría con el resto.

Lo miro unos segundos más chasqueando la lengua. 

—¡Ash! Idiota… patea la pierna del muerto luego se da la vuelta. 

Le dio la vuelta a la esquina para entrar en el bar cuando su extraño acosador se encontraba recostado de la pared y con los brazos cruzados.

—¿Tú? Se detiene.

—Vamos a dar una vuelta Lía. La pilla de reojo.

—¿Estás de broma? Tengo que trabajar.

Sigue el camino pero este se interpone en su camino.

—No fue una petición Lía. 

—¡¿Qué?! Abre los ojos como platos. 

Y así sin más un brazo se enrrollo alrededor de su cintura y tan rápido como pasó eso Lía se vio dentro de un pequeño coche lujoso.

—¿Pero que coño haces tío? Le reprocha enojada, bueno no tanto.

—Ya te lo dije, daremos un paseo.

Lia no estaba dispuesta a dejarse con ese hombre, aunque este no era como el tío del callejón. Tuvo suerte porque no era tan fuerte. Segurame era un vampiro prohibido por la debilidad que sintió en sus ataques, de esos habían como ratas por todo Bérgamo. 

Eran una plaga, se les decía prohibidos ya que no eran creados por vampiros ( nacidos) o a los que llamaban (exclusivos). A cambio estos humanos eran mordidos por un vampiro de rango inferior, que se les conocía como los que eran infectados por un sirviente de un exclusivo.  

Los vampiros exclusivos mordían a un humano convirtiéndolos en peones con bajo poder, y estos a su vez mordían a otro ser vivo pero por fortuna no poseían el poder suficiente para convertirlos, solo asesinaban.

Eran como humanos salvajes en busca de sangre. Por tal razón, debían ser exterminados ya que terminarían con la raza humana como siguieran propagandose. Pero ya eran tantos, que cada vez costaba más y más deshacerse de ellos.

Pero ese tío… ese no era un prohibido, ese era un vampiro exclusivo. Uno muy poderoso, con el que debía tener mucho cuidado.

—¿Qué es lo que quieres de mí?

Alessio no respondió, ni el mismo estaba seguro que era lo que quería de ella. Solo sabía que no le agradaba el hecho de estar distanciado de ella.

—Pareces un acosador, para ser un vampiro exclusivo. 

—¡No lo soy! Responde, pero en su cabeza aquella respuesta fue más inclinada al segundo comentario. 

—Seguro. ¡Conseguirás que me echen de mi trabajo! 

Después de algunos minutos de conducir, Biachi se detiene frente a su bar. Lía al mirar por la ventana en donde se encontraba no se lo podía creer. En ese antro intento trabajar como miles de veces, y siempre había sido rechazada. ¿Qué rayos hacían allí?

—¡Vamos Lía! 

—¿A dónde? Pregunta encogida dentro del coche.

—Dentro ¿Dónde más? Sonríe éste, en lo que sus colmillos son visiblemente notorios.

Cautivada por ese hombre asiente  bajándose del Ferrari. Fuera del antro una extendida cola se hacía interminable. Quizás y no todos lograran entrar. 

El italiano toma a Lía por la cintura llevándola hasta la puerta principal, ella seguía sin comprender que carajos le estaba pasando con ese tío. Parecía un imán para con él. 

—¡Buenas noches, señor Biachi! El portero hace un asentamiento de cabeza.

—¡Bernal!

¡Pero que coño! Exclamó para sí misma sin poderse creer lo que acababa de escuchar. ¿Biachi? El dueño de todos los antros y bares (Biachi's) de Italia? Ese hombre a su lado quien la tomaba de forma posesiva era el vampiro más acaudalado e importante de la ciudad.

—¿Tú eres…? Pero no pudo terminar de hablar gracias al furgor dentro del lugar. 

Aquello era una abominación… los vellos de su cuerpo se erizaron por la magnitud y magestuosidad del lugar. En lo alto habían chicas metidas en jaulas que bailarán sensualmente.

En medio de estas, había una tía que colgaba de unas telas color escarlata. La mujer hacia piruetas y volteretas. Las meseras brillaban mucho, el uniforme era un vestido de lentejuelas rojo con negro en forma de corazón en los senos. Llevando un moño en el cuello y panty medias negras con tacones de aguja.

Era demasiado hermoso… ella solo lleva a una mini falda negra con un top tipo corset morado, pantys negras y botas que le llegaban a la altura de las rodillas. Las luces le daban un aspecto embriagador al lugar, te invitaba a quedarte toda la noche en aquel antro.

Lía nunca había entrado, bueno, no al menos a ese… entonces sintió como su cuerpo era llevado lejos de la multitud. Pero ella no quería, sentía curiosidad por conocer la barra. Cómo era el lugar, no siempre se tenía la oportunidad de entrar a un Biachi's.

En cuanto el escándalo quedó atrás, el sujeto del que desconocía su nombre la llevo por un pasillo tenue de luz. Ya la cosa se estaba poniendo peligrosa, o hacia algo de inmediato o estaría en serio problemas.

—¡Oye! ¿A dónde me llevas?

— Dónde podamos hablar mejor.

—No… yo no quiero. Ella se suelta de su agarre y retrocede.

—¿Porqué?

Lía sintió miedo. Si, era un vampiro no debía ser tan miedosa, pero también llevaba en sus genes parte humana. Eso la volvía vulnerable. Así que la joven hizo amago de huir a velocidad vampiro pero unos brazos la arrinconaron contra la pared.

—¿Porque huyes de mi?

—No se quien eres, ni lo que quieres. Responde sin tener ventaja de poder escapar. 

—No pretendo morderte… éste la mira de arriba abajo. —¡No por ahora! Sonríe en cuanto sus colmillos se volvieron mas puntiagudos.

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