Prologo

Grenor Constantine miró todo a su alrededor mientras leía concienzudamente cada una de las palabras escritas en la carta.

'' Tienes un hijo. Sabes muy bien lo que hiciste con Dara hace 5 años. Ve a buscarlo. Él te necesita''.

¿Quién pudo ser capaz de jugar tan cruelmente con su cerebro?

Demasiado tiempo atrás tuvo una aventura de un par de meses con su secretaria.

Bueno.

Mas bien la secretaria suplente de su padre. Una mujer norteamericana oriunda de chicago que su padre contrato de manera temporal cuando su secretaria, Herna, tomo licencia por una dermatitis alérgica.

¿Por qué ahora?

¿Por qué justo cuando iba a asumir el cargo como CEO de la empresa que durante años había luchado por una posición de renombre?

Ahora que la tenía, no iba a detenerse ante nadie, ni siquiera por un mocoso que del cual dijeran era su hijo.

Las cosas se podían resolver tan fácilmente como con una prueba de ADN.

¿Acaso las personas no se daban cuenta que estaban en pleno siglo 21?

Él se había cuidado muy bien con preservativos y Dara le había dicho que tomaba la píldora.

''Ve a buscarlo. Él te necesita''

Las palabras se formaban ante sus ojos.

Grenor no podía quedarse quieto. Soltó el papel y llamó a su asistente.

—Herna, comunícate con Markko de inmediato y dile que necesito que venga a mi oficina. Dile que es urgente.

—Señor Grenor, Don Markko está de licencia médica desde hace una semana. Se fracturó la tibia — le informó Herna detrás de la línea.

—¿Licencia médica? — preguntó sin comprender — ¿Qué diablos le sucedió? ¿Por qué nadie me informa las cosas?

—Señor, le dejé el mensaje en un post—it encima de su laptop hace una semana.

—No fue así — Recalcó él — No dejaste nada, Herna. Pero no importa. Voy a salir del país...

—¿Del país? ¿pasa algo? ¿está su madre bien? ¿Todo bien con Anker?

Anker. Así llamaba ella a su padre. tuteándolo. Una falta de consideración si a el le preguntaban. Peor nadie podía controlar a Herna. Esa mujer hacia lo que quería.

—Haces demasiadas preguntas, Herna. Sabes que odio los cotillas.  No te ganes la cancelación. — su asistente era una comunicadora de chismes por naturaleza.

Después de lo que sucedió con Dara, él había optado por contratar a una mujer como su secretaria que no fuera una tentación ni una provocación andante.

Esa Dara había sido su destrucción.

¡Y ahora resultaba que había quedo embarazada y nunca le había dicho!

¿Qué clase de mujer le niega a un padre la oportunidad de conocer a su hijo?

Pero no fue necesario un cambio colosal, su padre lo dejo a cargo, incluso le cedió su oficina y su asistente. Ahora Anker se dedicaba a supervisar a lo lejos. Ya Grenor tenia veintinueve años, edad suficiente para asumir el cargo por el que durante bastante tiempo había demostrado ser capaz de sobrellevar con prestancia.

—Lo siento, solo estoy preocupada por usted.

—Solo quieres saber lo suficiente para luego pasar el chisme a las demás. — No tenía por qué ser tan franco con ella, pero le molestaba en sobremanera que la gente se metiera en sus asuntos.

Cerró la comunicación con ella y le tiró por W******p a su piloto.

Prepara el jet, saldremos esta noche.

Eso era suficiente para que Bennedito equipara su avión privado y lo esperara desde las 7 de la noche hasta las 5 de la madrugada de ser necesario.

Pero él no podía alargar más la situación. Viajaría a Chicago y hablaría directamente con Dara. La confrontaría.

Sí, eso.

Molesto a mas no poder, abrió el computador y miró la pantalla.

Tenía tanto trabajo que avanzar, dos reportes de ingresos que presentar, buscar un nuevo contralor para la empresa...demasiado para hacerlo mientras pensaba que tenía un hijo perdido por ahí.

No perdido, se corrigió.

El niño no estaba perdido.

Pero seguía sin entender como demonios una mujer tan víbora se había quedado embarazada. Lo poco que conoció de Dara, porque así debía pensarlo, le dio a entender que ella no buscaba familia, incluso salió en una conversación mientras se duchaban.

—Odio los niños. No sé cómo mi hermana puede tener ese trabajo tan horrible en un hogar de acogida. Esa mujer debería tener una vida propia. Esta desperdiciando su vida ayudando a mocosos.

—Tu hermana es altruista y bondadosa.

—Genial. Ahora eres fan de ella — Dara le hizo un puchero y lo miró con los ojos cafés centelleantes. Se habían quedado toda la noche en su piso, haciendo el amor de todas las formas posibles.

—No la conozco. No puedo ser fan de alguien que no he visto jamás.

—Pues por eso mismo. — Dara hablaba perfecto griego, para el había sido fácil caer en sus redes.

La mujer era excepcionalmente adictiva.

—¿Por qué siento que tienes rencilla con tu hermana? ¿Es mayor que tu?? celos de hermana menor?

—Es una mosquita muerta. No envidio nada de ella. Es mi hermana menor. — le había respondido.

Salieron de la ducha y se comenzaron a vestir, ambos debían regresar a trabajar, no podía quedarse con ella en su cama por más que lo deseara.

—No tenemos problema entonces. Odias a tu hermana, no quieres hijos y desprecias que tu hermana trabaje en un hogar de acogida.? ¿Entendí bien?

—Cuando lo pones así me haces sonar como una perra. No soy mala persona, Grenor.

—Suena como quieres que suene. No me importa tampoco. Son tus temas familiares.

—Eres un maldito. — se rio ella mientras se ponía de forma sensual las bragas.

—Y tu una mujer muy sensual y promiscua. Deja de pensar en tu hermana, dame tiempo a mi en esa cabecita tuya.

—Vine a disfrutar, a gozar de lo que la vida puede darme. ¿Eso me hace una mala persona?

—Siempre que me permitas disfrutar de tu cuerpo, me vale una m****a lo que eso te haga.

Eso era lo único que recordaba haber conversado sobre el tema y por tal motivo, ese descubrimiento de que ella no había interrumpido el embarazo le pareció absurdo, incluso difícil de creer.

Su teléfono timbró a todo sonido con la canción de rock,  ubicando su mente donde estaba su cuerpo.

En la oficina aún.

Lidiando con su peor pesadilla.

Un hijo no deseado.

Un hijo no planeado.

Un desastre. Un niño de cinco años. Un niño producto de una aventura con Dara, una aventura que le hacia desear desaparecer de su cabeza.

—Grenor.

—Papá. — respondió de inmediato.

—¿En qué diablos estabas pensando cuando te acostaste con Anastasia?

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