Capítulo 3.

Maxine.

Un día, estamos a tan solo un día de que Nick se vaya a la universidad y de que yo tenga que irme a vivir con el idiota de Trevor, tan solo veinticuatro horas me separan de mi nueva vida, que tendré que compartir con un chico que es la pesadilla de cualquier persona con sentido común.

Es viernes en la noche y mi madre y los padres de Nick y de Trevor han decidido invitarnos a un restaurante para conmemorar el comienzo de la nueva vida de Nick y yo, en realidad, lo que menos quiero en este momento es ir con nuestros padres a comer, yo preferiría estar a solas con Nick, nos quedan solo veinticuatro horas antes de alejarnos por quien sabe cuanto tiempo, pero mi madre se ha puesto  nostálgica porque su única hija va a irse a la universidad y a pesar de que estoy molesta con ella por haberme arrendado un apartamento para compartir con Trevor a mis espaldas, no puedo decirle que no.

Yo soy una blandengue, y Rachel siempre se sale con la suya, solo basta que me dirija una mirada de perro arrepentido y entonces estoy a sus pies. Como esta noche, en que me estoy vistiendo muy formalmente para ir al mejor y mas pomposo restaurante en Prescott.

Voy al espejo de cuerpo entero después de haberme puesto la ropa, y aliso el vestido color morado oscuro que estoy usando, es bastante sencillo, pero me gusta precisamente por eso, yo jamás he sido una chica extravagante, me gusta lo sencillo, las cosas fáciles y sin dramas, me gusta mi vecindario, en el que nunca sucede mucho, me gusta mi novio, que me hace sentir segura, en general me gusta mi vida.

Me acomodo las sandalias de color negro y le sonrió al espejo al ver mi imagen, estoy perfecta, el vestido queda perfecto con mi color de piel que esta mas bronceado que de costumbre por todo el sol que he tomado tumbada en la piscina de la casa de Nick, por último, suelto mi cabello tras mis hombros y dejo que el cabello liso caiga hasta mi cintura, me pongo algo de sutil maquillaje y termino guardando mis cosas en mi bolso.

-¡Mama ya estoy lista para irnos! – le grito, saliendo de mi habitación, pero ella no responde.

Voy hasta su habitación que tiene la puerta medianamente abierta y la veo sentada en la cama leyendo algo en su celular, no sé que sea, pero estoy segura de que no se tratan de buenas noticias por el gesto que tiene en su rostro.

-Mama, ¿Sucede algo? – le pregunto desde el marco de la puerta que he abierto por completo.

-No cariño – ella intenta sonreírme, pero es bastante obvio que ha estado llorando.

-¿Por qué estas llorando? – inquiero frunciendo el ceño.

-Nada importante, solo son esas noticias de perritos rescatados que me ponen sentimental – suelta, sorbiendo por la nariz y poniéndose en pie, yo sé que me esta mintiendo, pero no pregunto nada más al respecto, si no me ha dicho la verdad es porque no quiere hablar, y yo no quiero presionarla – ¿Todo listo? – pregunta.

-Si – asiento y la veo de pies a cabeza, mi madre esta usando un vestido ajustado negro hasta las rodillas y tiene una abertura desde la mitad del muslo de la pierna izquierda, le queda como un guante, solo Rachel Prior puede ponerse un vestido como ese y verse como una completa diosa.

Mi madre es muy guapa, y no pierde oportunidad para sacar provecho de eso.

-Vamos, cariño – ella me toma del brazo y sale conmigo, bajamos las escaleras de la casa y vamos hasta el auto aparcado en la entrada.

Nos subimos en el BMW color negro, ella enciende la radio y salimos del vecindario.

Mientras una canción de Charlie Puth suena por los altavoces del auto y mi madre tararea como si fuera una adolescente, yo miro por la ventana y pienso en mi vida, pienso en lo que pasara de ahora en adelante, y sobre todo, pienso en cómo voy a hacer para soportar a Trevor Scott, es que de solo pensarlo me cabrea, no me imagino viviendo con él, y jamás voy a hacerlo.

-Mamá, ¿Enserio no te preocupa de nada que tu hija de dieciocho años vaya a vivir con un chico de veinte años?

Ella levanta los hombros, y niega con la cabeza.

-¿De verdad confías tanto en mí?

Rachel suelta una risa que yo no sé cómo interpretar – cariño, tú eres casi como una monja – suelta ofendiéndome – siempre supe que tu no eras la clase de chica que iba a dar problemas, eres alguien tranquila, y sé que un chico no va a hacer que eso cambié.

-Aja – digo, algo molesta y ofendida.

¿Por qué todo el mundo cree que soy algo asi como una santa?

Mi madre le sube más al estéreo y no deja de bailar si no hasta que llegamos al restaurante y le da las llaves al valet parking.

-Tenemos reservación a nombre de Marcus Scott – dice mi madre a la señorita que esta en la entrada.

-Por supuesto, pasen por aquí por favor, ya las están esperando – responde la mujer con una gran sonrisa en el rostro.

Ella nos dirige hasta una mesa en donde aún hay dos asientos vacíos, la mesa es rectangular y está perfectamente adornada con manteles de telas costosas, copas de cristal llenas de licor y un pequeño arreglo de mesa en el centro, parece la mesa de una boda y no de un restaurante, pienso.

Mi madre saluda a todos en la mesa y yo hago lo mismo, les doy un beso a todos en la mejilla hasta que llego a donde esta Trevor.

-¿Y mi beso? – me susurra, señalando su mejilla.

Yo ruedo los ojos y me acerco más él, para que pueda escucharme sin que sus padres piensen que soy una grosera.

-Lo que te puedo dar es un golpe en la nariz – digo, muy cerca a su rostro.

Nick nos ve a los dos, niega con la cabeza y hace un gesto, enseguida yo voy hacia el asiento vacío al lado de Nick, que también esta enfrente al de Trevor.

-Ustedes dos son como perro y gato.

-Créeme, los perros y los gatos se llevan mejor que nosotros – suelto.

Nick se carcajea, me da un beso rápido en los labios y aprieta mi mano sobre la mesa, mientras Trevor hace un gesto de desagrado.  

-No es mi culpa que tu no tengas a nadie que te quiera acompañar a cenar – le digo, porque esta haciendo un gesto de asco para Nick y yo.

-¿Estas segura de eso? – me pregunta Trevor, con la voz ronca y levantando una ceja.

Voy a abrir la boca para decirle algo, pero antes de que pueda hacerlo, un mesero impecablemente vestido se acerca a la mesa y nos entrega los menús a todos.

Cada uno de nosotros se concentra en la carta, y en lo que quiere cenar, pero a mi que queda imposible, porque Trevor no deja de mirarme y sus ojos penetrantes son una gran distracción.

-¿Se te perdió algo? – le pregunto de mala gana.

Él no me responde, pero deja el menú sobre la mesa y saca su celular, yo vuelvo a ver la carta y pienso en pedir un plato de raviolis, hasta que mi celular vibra dentro mi bolso.

Yo lo saco y reviso el mensaje que me acaba de llegar.

-Ese vestido te queda bien, Prior – dice el mensaje de Trevor.

Yo lo miro con rabia desde mi lado de la mesa y le enseño el dedo medio de manera disimulada, mientras finjo que me rasco un ojo.

-Por cierto, te recomiendo el carpacho de res, delicioso y provocativo… - vuelve a escribir.

Yo bloqueo mi celular y vuelvo a guardarlo en el bolso, no quiero escucharlo, o leerlo, ni siquiera verlo, asi que intento ignorar por completo la presencia de Trevor.

-¿Quién te escribe? – pregunta Nick a mi lado, sin quitar sus ojos del menú.

-Nadie importante – digo, un poco más alto para que Trevor me alcance a escuchar.

Sé que la situación es infantil, demasiado para dos personas que ya somos prácticamente adultos, pero es él quien me provoca a mí, no yo. Trevor saca mi lado más infantil, estúpido e inmaduro, y lo odio por eso también.

Después de un rato el mesero vuelve a nuestra mesa y toma nuestro pedido, yo ordeno los raviolis en salsa como había querido al principio, Trevor me mira con atención mientras lo hago, y ordena un carpacho de res. A mí nunca me ha gustado ese plato, puede que sea fino, y todo lo que quieran decir, pero es básicamente carne cruda, y yo no deseo convertirme en una caníbal, eso se lo dejo los Trevor del mundo.

Todos en la mesa nos envolvemos en una conversación informal mientras los platos llegan y nos ponemos a comer, hablamos del trabajo de mi madre, que es diseñadora de interiores, y su mas reciente trabajo, la decoración de un salón para señoras la tiene emocionada. Marcus también habla un poco de sus ultimo logros en el empleo, e incluso Nick nos cuenta a todos que esta pensando en apuntarse al equipo de futbol americano de la universidad, todos hablamos y contamos algo sobre nuestra vida, excepto Trevor, que parece que estuviera con nosotros por obligación.

-¿Y tú Trevor? ¿Tienes algo interesante por contar? – le pregunta Marcus, su padre.

Trevor niega con la cabeza y se termina el plato que tiene enfrente.

Todos nos quedamos observándolo con atención, y mi madre decide romper el silencio incomodo que se ha formado en la mesa – ¿vieron ya el nuevo proyecto de centro comercial? – pregunta, dirigiendo la atención a otro tema.

Yo miro con rabia a Trevor, entiendo que este es el último lugar en el que quiere estar, entiendo que no desee estar con nosotros, incluso aunque está con su familia, pero no entiendo porque tiene que ser tan idiota, podría haber dicho cualquier estupidez, pero no, él prefiere hacer sentir incomodos a todo el mundo.

Después de comer, el mesero retira nuestros platos y nos trae el menú de postres.

Sin decir nada y sin excusarse, Trevor se levanta de la mesa, deja la servilleta de tela sobre ella y se aleja, en realidad a mi me alegra que se vaya, él hace que el ambiente se sienta tenso.

Todos seguimos hablando animadamente, hasta que llega el postre, incluido el de Trevor, que no ha vuelto a la mesa.

-Nick, ve a llamar a tu hermano – le dice Adriana a mi novio.

-¿Él sigue aquí? – le pregunto bajito a Nick, que ha hecho mala cara.

-Si, debe estar afuera fumando – me responde – mamá, ya conoces a Trevor, no vendrá si yo voy por él.

-Cariño, ve tu a buscar a Trevor – me pide mi madre, más como una orden que como un favor.

Yo ruedo los ojos frustrada, y me levanto de la mesa para ir a buscar al idiota de Trevor. Esto era lo ultimo que me faltaba, que ahora a parte de todo me tenga que convertir en su niñera personal.  

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