¡A casa!

Habían cerrado el trato con un simple apretón de manos, que para Jake había sido algo muy serio, a pesar de lo poco formar que era. Lo primero que había hecho al salir de aquella habitación era llamar a su abogado y explicarle la situación, entablar una dialogo con la embajada del país de Ana e intentar hacer las cosas por el orden de la ley, pero ya eso era trabajo del abogado.    Sus manos estaban sanas, no podía perder un día más sin trabajar. El hospital lo necesitaba, sus pacientes lo necesitaban.  Aquella mañana se levantó muy de temprano, después de avisarle a Ana que no estaría en casa, se marchó a su trabajo, tenía que prepararse antes de la operación de ese día, era necesario pasar una serie de pruebas que certificaran que sus manos estaban en óptimas condiciones.  

— Lo hemos extrañado aquí, doctor Matthew. ¿Ya se encuentra bien ?  

— Buenos días, doctora Rodríguez. Mis manos están bien, pero eso ya tendrá que decirlo el especialista. ¿Com
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