Capítulo I

Amanda King

Me miraba en el espejo y no lo creía, todo lo que algún día soñé se estaba haciendo realidad ¡El día de mi boda había llegado!, gritaba internamente, y a la misma vez trataba de mantener la calma, mis damas estaban en la habitación de al lado y a pesar de que mi mejor amiga aún no llegaba, sabía que este día sería perfecto.

Respiré profundo y fui donde mi madre, ella cada vez que me veía se emocionaba, repite una y otra vez que parezco una princesa, mis emociones me mantenían al borde de la efusividad, la única persona que no había visto hasta el momento era mi padrastro, por eso decidí salir en su búsqueda.

Siempre pensé que la llegada de él a nuestras vidas nos separaría, pero al ver lo feliz que hacía a mi madre decidí ser parte de esa felicidad y no ir en su contra, resultó que todo fue maravilloso, incluso fue él quien me presentó al que en algunas horas se convertirá en mi esposo.

Subo las escaleras de la iglesia y escucho unas risas, sé que son Richard y mi querido Peter, ellos siempre hablan en conjunto, tiene algunos negocios juntos y ahora que nos volveremos una familia se la pasan queriendo expandir la empresa, porque si, no es algo oculto para mí que este matrimonio significa una oportunidad de hacer crecer la empresa familiar.

– Espero que todo salga bien – dice mi padrastro, sé que él me desea siempre lo mejor – solo es cosa de que firmen y ya estarán listos, él papeleó lo podemos hacer una vez pase la noche de bodas – ellos ríen a carcajadas.

– Si, eso espero, me costó mucho convencer a Amanda para no irnos de luna de miel – ¿de qué hablan? Me quedé de pie casi en la puerta – ella estaba de intensa, incluso puso un ultimátum, pero la convencí de que no era la mejor fecha.

– Así es ella, solo espero que nuestra sociedad no se disuelva una vez que recibas tu herencia, la idea era que los dos saliéramos beneficiados – su ronca risa se hizo presente nuevamente ¿Por qué me siento así, si esto yo lo sabía?

– No, la necesito para aparentar frente a mi padre, él me prometió que me daría mi herencia una vez me casara, pero imagínate si después le doy un nieto, aún necesito algunas cosas de Amanda – solo esas palabras me bastaron para que mi corazón se apretara – es que es tan inocente, no puedo creerlo, incluso la convencí de no estudiar ¡me sorprende!

– Ni que lo digas, yo la apoyé, pero Esma estaba en contra de esa decisión ¡qué estúpida! – sí que estúpida repetí en mi mente, ellos volvieron a reír y en mi interior sentía como mi corazón poco a poco iba haciéndose pedacitos.

Quise avanzar, pero alguien me detuvo y al darme la vuelta vi los ojos de mi suegro, él me hizo una señal de silencio, poniendo su dedo encima de sus labios.

Con los ojos llenos de lágrimas me dejé guiar por este gran hombre, él me calmaba incluso se excusó con las personas presentes y me llevó hasta uno de sus autos, allí pidió algo de agua para mí, pero yo exigí un vaso de tequila y un móvil, necesitaba hablar con alguien ¡Quería salir de allí!

El hombre a mi lado estaba con la mirada fija en la ventana, solos los dos escuchábamos mis sollozos, hasta que mi cabeza llegó a una solución ¡DEBÍA SALIR DE ALLÍ! Pedí permiso, pero mi suegro no me dejó, me pidió que me calmara y prometió que todo, todo esto pasaría, que habría un punto medio en donde todo se volvería a mi favor.

Todo esto ocurría mientras mis damas, mi madre y mi padrastro me buscaban, era hora de que la boda llegará y el primer campanazo ya había tocado, porque sí, yo había querido una boda al nivel del supuesto cuento de hadas que juraba que estaba viviendo.

Luego de dos chupitos de tequila escuché lo que mi suegro tenía para decirme.

– Te pido que te cases con él – dijo dejándome helada – en estos momentos mis abogados están viniendo para acá con el documento de la herencia, yo sé lo que le pedí a mi hijo, pero jamás pensé que acudiría a este tipo de cuentos para lograr obtener algo de dinero – suspira y se nota apenado – tú sabes más o menos nuestra historia familiar, mi hijo no fue recibido de la mejor manera, de hecho no acompañe a su madre en el embarazo, porque no sabía si realmente era mi hijo, pero eso es para conversar después.

– Sea concreto – lo interrumpí - ¿qué quiere de mí?

– Amanda, yo quiero que me ayude, y a la vez, yo quiero ayudarla a usted – habló tan claramente que me sorprendió – Peter siempre fue consentido y un arribista, jamás pensé que una mujer como usted se fijara en él, pero lo logró y ahora yo quiero ayudarla a usted a que no se amargue por esto, sé que usted soñaba con un cuento de Hadas – y como un presagio la segunda campanada sonó en ese mismo instante – y sé que en estos momentos piensa que su vida está por acabar, pero no es así, usted está comenzando, por eso le pido, siga con este matrimonio adelante y ayúdenme a darle una lección al hombre que alguna vez dijo amarla, ese que se hacía ver como el hijo perfecto y resultó ser una gran decepción … - suspiro como si estuviera recibiendo su karma.

Sus palabras retumbaban en mi mente, pero el silencio nos embargó, uno de los hombres de seguridad tocó la ventana, toda la gente dentro de la iglesia me buscaba y sin mucho pensar tomé una decisión, firme el documento que me pusieron en frente. Sentí que con eso mi cuento de hadas se destruía por completo.

Dolía, me dolía el alma, el corazón, me odiaba, llegar a doler mi cuerpo, pero la rabia, las ganas de gritar, de dejar todo y marcharme, dejarlo ahí, vestido y alborotado aún no se me había quitado, respiré profundo y sequé mis lágrimas.

Para luego de eso correr hasta donde mi padrastro excusándose con que los nervios me habían atacado y con la marcha nupcial entre a la iglesia.

Respire profundo y sonreí para mis invitados, agradecí a Richard por su compañía, mientras él estrechaba su mano con su socio, escuche al padre bendecir nuestra unión, como si fuera poco escuche sus votos donde prometía alentarme en cada sueño, en cada meta que me propusiera en la vida, mientras me observaba directo a los ojos y los suyos brillaban al verme feliz, llegando a emocionarme por lo bien que metía, pero cubriéndolo con lágrimas de emoción por nuestra esperada unión.

– Prometo – dije comenzando mis votos – esforzarme para estar cada día a tu altura – como hipócrita y mentiroso – apoyarte a llevar tus metas a cabo, desvivirme por complacer nuestros deseos y velar por encima de todo por estar para ti cuando me necesites – sobre todo a la hora de recibir tu herencia.

Finalmente, el padre dijo la célebre frase “puede besar a la novia” y con asco, pero mordiéndome todo lo que quería hacer y decir en ese momento, lo bese, sin mucha ternura, sin mucha pasión, solo un beso mecánicamente correcto.

Mi cuento de hadas se había cumplido, pero en vez de besar a la bestia y convertirlo en mi tan anhelado príncipe, besé al príncipe y se convirtió en la bestia que jamás quise, solté el suspiro y recibí las felicitaciones, caminamos por la iglesia y al final de esta vi a mi mejor amiga junto a mi suegro, ellos sonreían triunfantes, eso quería decir que todo estaba listo, nos acercamos a ellos y recibimos sus felicitaciones.

Peter estrecho la mano de su padre lleno de orgullo, con una sonrisa maliciosa en el rostro y como si estuviese celebrando su victoria, yo abrace a mi amiga buscando su consuelo, ella susurró un par de cosas a mi oído y escuchar su seguridad me hizo sentir dichosa.

Nos subimos al carro de los novios y después de algunas vueltas en silencio, en donde él había dicho lo mucho que me amaba mientras mis lágrimas salían desmesuradamente, en donde mi cabeza no sabía qué pensar, no sabía que estaba haciendo, pero algo era seguro, este no era el fin, este no sería el cuento de hadas que yo quería, pero sí sería como una película de suspenso, de esas que tanto le gustaban a mi amado esposo.

Él me consoló y luego me ayudó a prepararme para la celebración, mi maquillaje debía estar correcto para dar la mejor impresión posible, mi padrastro y novio se habían encargado de invitar a todos sus posibles socios, por ello la celebración había sido preparada hasta el más mínimo detalle.

Cuando bajamos del carro mi prima ya estaba esperándome, ella se había encargado de algunos detalles que yo había solicitado, mientras que mi suegro recibía a su hijo con los brazos abiertos, él le daría la noticia luego del vals, él heredaría todo, todo su dinero, pero con el detalle de que todo estaría a mi nombre, sin embargo a mí nada de eso me importaba, el dinero era lo que menos necesitaba, siendo sincera luego de cumplirla mayoría de edad se me fue entregado el fideicomiso que mi padre dejo a mi nombre antes de morir.

– Amanda – llamó mi madre – hija ¿pasa algo? ¿Te sientes bien? – asentí ante sus preguntas – estás muy serias, esto era lo que tú querías ¿Por qué estás tan serias? – un nudo se formó en mi estómago y la abracé como si me aferrara a una roca.

– Fui tan estúpida, por favor, madre, no me odies ¿OK? – ella asintió, sin saber de lo que hablaba asintió – te amo, nunca debes olvidarlo – paso su mano por mi cabello y sonrió.

– Eres una King, que no se te olvide – el orgullo en su tono de voz era palpable - ¡Eres Amanda King! – sus ojos brillaban – y eso nadie lo puede negar, que a ti no se olvide eso nunca y yo jamás podría odiarte, todo lo que haces o harás tiene un motivo y yo creo en tus motivos – beso mi frente y luego se colocó al lado de mi suegro, eso me hizo sentir bien.

Todo fue normal, la celebración, la comida, los brindis, los bailes, la fiesta en sí, perfecta.

¡TODO ERA PERFECTO!

Cuando todo ya se estaba calmando, decidimos volver a lo tradicional, bailaremos el vals y una vez esto pasara nos retiraremos para gozar de nuestra noche de bodas, o eso era lo que pensaba mi efusivo novio, que ese día estaba más feliz que nunca.

– Necesito unos chopitos para esto – dije estando al lado de mi prima, quien sonrió enseguida.

– ¡Mesero! Traiga una botella de tequila ¿bebe? – le pregunto a mi suegro quien asintió – y tres vasos – el chico salió disparado y volvió enseguida con el encargo – gracias.

– Señoritas – mi suegro se levanta y sirve los vasos - ¡Salud! – dijo para luego chocar y los bebemos al seco el trago.

No fue con tres chopitos más, eso me hizo sentir animada, mi suegro me cuido gran parte de la fiesta, mi madre se retiró poco antes de que todos se fueran, mi esposo se puso intenso cuando quedaban poco invitados, por ello accedí a que nos fuéramos a nuestra noche de bodas.

Un carro decorado para la ocasión fue el encargado de llevarnos, supuestamente a nuestro destino, allí gracias a una botella que mi prima, Alhelí, había arreglado Peter se durmió antes de que saliéramos de la propiedad, dándole al chofer el visto bueno, el rumbo cambió, ahora nos íbamos a la mansión Daniels, allí me esperaba Brian, quien tenía todo un teatro armado.

Todo pasó rápido, mi suegro tenía todo muy claro y con la ayuda de algunos hombres lo desvestí y lo dejé en la que sería nuestra habitación, jurando que nuestra noche de bodas había sido impresionante. Me fui hasta el despacho allí me senté en uno de los sillones de cuero y espere, espere hasta que amaneciera, la llamada de mi madre me alertaba de que Richard se iría de viaje, él le había dicho a mi madre que necesitaba salir con urgencia.

Era otra vil mentira para dejar a mi madre sin nada, pero no contaba con el respaldo de los Daniels, las propiedades estaban a mi nombre, eran la herencia de mi padre, y a su vez yo se las había cedido a mi suegro, él las protegería.

Una rara sensación de agradecimiento me provocaba ese hombre del que Peter montones de veces me había hablado mal de él.

– Todo está listo – dijo Brian a penas entro en el despacho – ahora, es cosa tuya, tú debes decidir qué hacer, yo solo necesitaba que te casaras con él – su actitud calculadora me hacía sentirme segura – si quieres marcharte, tienes a tu disposición mi avión, yo no te detendré, pero tampoco te dejaré sola, seguiré al lado de tu madre en todo momento y a la distancia estaré cuidando de ti – asentí y me quede viendo al infinito.

– Quiero todo – dije más para mí que para él – quiero estudiar, quiero aprender, quiero dejar todo esto atrás – mis lágrimas comenzaron a brotar, no pude evitarlo, un silencio nos embargó, saque mis tacones y me acurruque en el sillón, no supe en qué momento me dormí, pero cuando desperté ya estaba totalmente claro y mi suegro seguía a mi lado - ¿Qué horas es? – estaba desorientada.

– Casi medio día – siempre cordial - ¿hambre? – pregunto y yo asentí – un orden bastó para que nos llevaran comida – deberías cambiarte, Peter despertara en un rato, querrá explicaciones y aún no sé qué quieres hacer – asentí y me quede pensando.

– Yo hablaré con él – Brian sonrió enormemente – le diré todo lo que necesito decirle y luego me iré, este pueblo me quedará pequeño – asintió hacia mí.

– En mi habitación está toda tu ropa y maletas, ve date un baño, pediré que te suban algo para comer y uno de mis hombres estará en la puerta, baja cuando estés lista – me puse de pie y caminé hacia la puerta – yo estaré aquí, no te preocupes.

– Muchas gracias – le respondí.

Subí las escaleras y me metí directamente a la habitación, un aroma entre madera y tabaco se hizo presente, me di cuenta de que en la mesa de noche había un puro, me di la libertad de tomarlo prenderlo, hace mucho que no disfrutaba de algo como esto, cuando conocí a Peter, él se encargó de alejar a todas mis amistades, ya no salía sola, incluso llegue al punto de solo salir con él.

¡Qué gran estúpida fui!

Me metí al baño y prepare la tina, en agua estaba en su punto y poco a poco fui sacando mi vestido, el vestido que compre con tanta ilusión, que vestí con tanto orgullo y que terminó siendo un simple harapo, un paño de lágrimas costoso, lo tire a la b****a y me metí al agua.

Allí estuve hasta que mi móvil comenzó a sonar, Alhelí llamaba para saber cómo estaba, ella siempre se había preocupado por mí, pero cuando decidí llevar a cabo el matrimonio ella me dijo que no estaba de acuerdo y me enoje tanto, incluso no la iba a invitar, en qué momento me volví tan ciega.

Calme a mi amiga, ella viajaría de vuelta a Miami a solucionar algunos negocios y luego nos veríamos en NY, allí comenzaría desde 0, allí volvería a vivir mi vida y sanaría mi dolor, era lo que yo había decidido, porque después de tres años por fin estaba decidiendo algo por mi cuenta, por mí y para mí.

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