Capitulo 4|Cláusula

°° DOMINIK °°

Solo en la sala de juntas en Kirgyakos Inc., bebía un sorbo de mi café que solía traerme todas las mañanas mi secretaria.  

—La Sra. Evans llamo hace un momento y dejo dicho que estará aquí enseguida —informó la secretaria, mientras sostenía la puerta— Le avisaré que ya esta desocupado. 

Mi madre no acostumbraba visitarme seguido y mucho menos se presentaba en  las empresas Kirgyakos, detestaba el lugar y todo lo que tuviera que ver en relación a mi padre. 

Podía decirse que lo odiaba a él y a su amante, que ahora era su esposa. Mi madre vivió muchos años en un matrimonio infiel, donde solo recibía desplantes y la frialdad de mi padre.  

Anastasia, mi hermana menor y yo fuimos la razón por la que ella aguantó tantos años en una relación que nunca le dejó nada bueno, "solo sus hijos" solía decir. Cristina Evans nació y creció en un mundo lleno de fama, donde debía cuidar su imagen y su estatus. Por eso un divorcio no era una buena opción para ella, hasta que salió a relucir la amante del empresario Gregory Kirgyakos, mi padre. 

Y no solo eso, sino que también salió en primeras planas de todas las noticias en sociedad, revistas, periódicos y televisión la infidelidad que vivió mi madre por años y años, ya que la amante de mi padre recalcó que su relación no era reciente y que su amor era tan grande por el que decidieron tener "un heredero" 

Cuando la bomba estalló mis abuelos se preocuparon porque nuestro apellido anduvo en boca por mucho tiempo. Mi abuelo Dionisio Kirgyakos, se preocupo por ello y comenzó a cambiar las clausuras de su testamento. Algo que en su momento no me importó hasta el año pasado que murió.  

No soy alguien que se interesa por el dinero de los demás, la herencia de mi abuelo nunca me importó. Pero todo cambió cuando me enteré de que yo era el único heredero de casi todo y la empresa que yo mismo ayudé acrecer todo este tiempo. 

Debía luchar y no bajar la guardia, las compañías Kirgyakos Inc, habían sido mi meta, mi aprendizaje y mi futuro. Antes de haberme graduado ya era parte de ellas, ocho años de mi vida les he dado, todo mi tiempo y esfuerzo se han visto en ellas y por eso no iba a dejarle el camino fácil a nadie, ni a mi propio hermano.  

Ayron, era el hijo de mi padre y su amante. Jamás lo odié, él no tenía la culpa de la maldad de su madre y del cinismo de nuestro padre. Nunca tuve una buena relación con Gregory, y con los años empeoró más. Para mí, mi única familia era mi madre, Anastasia y mi abuela.  

Mientras encendía mi tablet para seguir con mi trabajo, la puerta de la sala de juntas se abría casi por completo, mostrando la figura fina y elegante de mi hermosa madre.  

Ella era preciosa, siempre me he preguntado porque razón mi padre le fue infiel si ella era una mujer muy preparada, inteligente, exitosa y guapa. Cristina Evans, es una diseñadora muy famosa y reconocida en casi todo el mundo. Con su seguridad y su encanto a sabido abrirse por el mundo entero, el apellido Kirgyakos en su tiempo de matrimonio nunca fue una herramienta para poder ser alguien exitosa, eso solo le trajo problemas y escándalos. Ahora que volvió hacer Evans, por lo muy alto su nombre se eleva y es debido a su talento y gran trabajo. Es una mujer para admirar, es mi ejemplo y mi admiración.  

—Dom, mi amor —dice, llega hasta mí en el momento que me pongo de pie y la estrecho en mis brazos.  

Suelo ser frío con las mujeres pero con ella soy todo lo contrarío.  

—¿Qué te traer por aquí? Madre —cuestiono. 

—Quería ver a mi niño —toma mi rostro entre sus manos para después besar mis mejillas, desde que era pequeño acostumbraba hacer eso —Y también vine hablarte de algo muy importante.  

Ya decía yo que no solo venía a verme. 

—Por favor, Madre, en este momento no estoy para nada, tengo muchas cosas en qué pensar y tú sabes que las cosas no van bien para mí después de lo que nos enteramos sobre las cláusulas que dejó el abuelo. Además hoy tuve un día pésimo. 

No quería ni recordar la mañana desagradable que tuve en el aeropuerto con esa mujer loca. Y después llegar tarde a la junta por su culpa, aún tenía mucho trabajo atrasado y debía ponerme al corriente.  

Si no hubiese sido por ese inconveniente nunca me hubiera encontrado con la prensa en la salida, esa mujer solo me dio mala suerte. Pero lo bueno de esto era que solo había sido alguien pasajero, alguien con quien nunca volvería a cruzarme en el camino. 

—Todavía ni comienzo y ya me estas atacando —bromea. 

—Es que no tengo tiempo para cosas que no sean del trabajo. Tengo muchas cosas que resolver y luego también están esas tontas cláusulas que el abuelo dejó en su testamento. —resople, y  volví a tomar asiento.  

—Esa es la razón de mi visita. 

—¿Te refieres al trabajo? —pregunte sin dudar, ya sabía a dónde iba. 

Ella niega con una sonrisa reluciente.  

—No, Cariño. Es sobre tu futura prometida —habla de ello como si estuviera conversando sobre el clima. 

—Ya les he dicho, a ti y a la abuela, que no es necesario que me ayuden a buscar una pareja. Yo mismo puedo hacerlo. 

—Lo dudo —expresa con seguridad —Eva y yo, ya tenemos a la indicada que será la mejor esposa para ti. 

No sé en qué momento fue que las dejé que elegirán por mí,. Una prometida por elección era lo que menos quería, pero era lo que más necesitaba en estos momentos. Si quería las empresas Kirgyakos, tenía que hacer esto. 

—¿Qué se supone que deba hacer? —digo sin una pizca de interés.  

—No te pongas así. Verás que en cuanto la conozcas te va a gustar. Es muy guapa. 

Eso era lo de menos, cosa que a ella tampoco le importaba. Pensaba solo en mi futuro y en que no saliera ganando la amante de mi padre y su hijo. A mí solo me importaban las empresas. 

—¿Tú ya la viste? 

Negó antes de hablar. 

—En persona no, pero por fotografía sí. No creo que las fotos engañen, de todas maneras no hay de otra, debes pedir su mano y tomarla como tu esposa. Eva te explicará más tarde. 

Con eso me quedaba muy claro que hoy visitaría a la abuela. Desde que el abuelo falleció y el testamento se leyó, ella no a echo otra cosa más que conseguirme citas con las hijas o sobrinas de socios. 

—No sé si pueda llegar hacer esto —masaje mis ojos, el estrés me estaba consumiendo lentamente.  

—Podrás hacerlo. Lo único que tienes que hacer es permitirte conocer a esa joven —toma de mis manos para darme un poco de consuelo —Yo tampoco quería esto para ti. Soñaba con el día que te casaras, pero que lo hicieras hasta que estuvieras listo y enamorado. Pero también recuerda que tu futuro está en juego, tu trabajo, todo lo que has construido.  

Ella tenía razón, aunque ninguno de los dos queríamos aceptar un acuerdo conveniente.  

—Todo por esas estúpidas cláusulas —suelto molesto. 

—Mas bien por esa arpía trepadora y su hijo interesado —dice, con despreció —Debemos pensar con la cabeza fría, ser más astutos y rápidos que ellos. Esa chica es tu único boleto hacia el futuro que tanto has querido. Si no logras casarte con ella, no obtendrás lo que tanto quieres y lo que tanto te ha costado. 

No tenía otra salida, era esto o nada. El abuelo dejó en las cláusulas muy recalcado solo un apellido, el único con el que debemos tener parentesco. Tenía que hacerse como había pedido, si no todo podía pasar a las manos de mi hermano, si él cumplía el primer acuerdo antes que yo.  

La abuela intentó por todos los medios conseguir o averiguar algo de la chica, pero nunca pudo localizarla. Ni siquiera su familia logró hacerlo, eso es lo que habían dicho. 

Al principio para mí esto significaba una buena noticia, nunca estuve de acuerdo con un compromiso por conveniencia, y mucho menos por un matrimonio. Y aunque mi propósito no era casarme, tenía que hacerlo si quería seguir siendo presidente de la asociación Kirgyakos. 

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo