Nerviosismo y miedo eran las palabras perfectas que describían el estado en que se encontraba Liviana. La noche más importante de su vida había llegado, no sabía cómo actuar cuando Marcus entrara a la habitación para consumar el matrimonio.
¿Feliz?
Claro que lo estaba, amaba a Marcus y por ende estaba feliz de que su primera vez fuera con él. Su nana le había explicado más o menos como sería el acto.
Miró su ajuar y sonrió, la duquesa, su ahora suegra se había esmerado con todos los preparativos de su boda, incluido su vestido el cual era de un blanco con bordados y encajes. Y ni hablar del ajuar, era el color de la pasión, rojo como la sangre. Estaba ensimismada mirándose en el espejo, tenía que admitir que estaba preciosa, no podía quejarse tanto de su cuerpo después de todo, si, era voluminosa pero tenía curvas que podrían ser la perdición de cualquier hombre, esperaba que su esposo fuese uno de ellos.
Esperó sentada en la cama a que su esposo entrara a la habitación, no podía evitar pensar en cómo se comportaría Marcus esa noche, ni mucho menos pensar como seria, puesto que no conocía nada sobre el tema de las relaciones íntimas entre hombres y mujeres.
La chimenea estaba casi apagándose, lo que quería decir que la madrugada había entrado y ni rastro de Marcus, Liviana resignada decidió recostarse y esperarlo acostada, lloró al saber que él no vendría, lloró porque sabía que Marcus no le correspondería nunca, ni porque estuviesen casados. Más tarde el sueño la venció y calló dormida esperando a quien debería estar a su lado abrasándola.
Marcus entró a su residencia, pensando en que tendría que comprar otra donde conviviría con su indispuesta esposa, porque ni en sueños se quedarían en su residencia de soltero, esa la conservaría para sus amantes, sí, porque pensaba tenerlas, y muchas, y claro que se lo haría saber a su queridísima Liviana, como se lo prometió a sí mismo, la haría sufrir y la llevaría a un matrimonio miserable. Entró a su habitación encontrándose con la sorpresa de ver a su ahora esposa recostada en su cama, durmiendo. Respiró profundamente para no enojarse más de lo que estaba.
Su amigo le había dicho antes de salir del club, que lo mejor era conocer a su esposa y tratar de llevar un matrimonio en paz, pero ni loco haría eso. Se acercó a su esposa y la miró, sus ojos recorrieron su cuerpo desde los pies hasta la cabeza, sintió una corriente recorrerle el cuerpo hasta acumularse en la parte más íntima de su cuerpo, frunció el ceño al pensar lo hermosa que su esposa se veía en esa posición, era como un ángel pero a la vez la tentación en persona, y más con ese corto vestido de seda que dejaba descubierta sus piernas, sus manos picaban por tocarlas y sentir que tan suave era su piel, luego estaban sus cadera y cintura, que a pesar de tener más volumen en comparación a la mujeres con las que estaba acostumbrado a acostarse, eran una tentación insoportable, podía ver claramente la curva por encima del vestido, y sus pechos, ¡Por Dios! tuvo que hacer un gran esfuerzo para no tocarlos y acariciarlos, pero al reparar en su rostro y fijarse en sus mejillas sonrojada y nariz roja supo que se había dormido llorando, sin evitarlo toco su mejilla y lo comprobó, aún estaban húmedas, se dio cuenta de lo cerca que estaba de los labios de su esposa cuando sintió que respiraban el mismo aire, rápidamente se alejó cuando tuvo el deseo de besarla.
Claramente estaba excitado, era hombre y reaccionaba ante un cuerpo femenino, pero se negaba a desear a su esposa. Y para que no volviera a ocurrir lo mismo asignaría una habitación diferente para cada uno, como debe ser. Miró por última vez a Liviana y salió de la habitación para dirigirse a su despacho.
…
Al despertar se vio sola en la habitación, tal y como se durmió, la tristeza la invadió y no pudo evitar pensar en lo mucho que se había esmerado para recibir a su esposo, se había perfumado con los perfumas más deliciosos y se había arreglado más de la cuenta para él, pero nunca llego. Pero tenía que ser realista, ellos se habían casados por obligación o por lo menos para Marcus había sido así, ¿Qué esperaba? ¿Qué Marcus fuera y la tratara como si la amara? Sabía que eso no pasaría, pero no podía evitar llorar al imaginarse donde él pasó la noche.
Decidió salir de la habitación ya cambiada y lista, seguramente Marcus le diría que viajarían a la casa de campo de los duques a pasar su luna de miel. Al llegar al comedor lo encontró sentado en la mesa leyendo el periódico del día, su corazón empezó a latir más rápido de lo común; como no controlara sus sentimientos, su corazón sufriría de un ataque cardiaco.
—Buenos días. — saludó y se sentó en una las sillas cerca de Marcus—
—Buenos días. — respondió él — Espero que haya pasado bien la noche.
Liviana lo miro sorprendida, no pensó que tendría el descaro de recordarle que no llegó la noche pasada para consumar el matrimonio.
—Eso tendría que preguntárselo yo. — respondió Liviana sorprendida por dar aquella respuesta — ¿Se divirtió?
—Mucho. — respondió Marcus con una sonrisa de suficiencia sabiendo que eso la haría sufrir, pero a quien engañaba, eso era lo que estaba buscando –
—Deberías tener un poco más de respeto hacia mí, soy tu esposa Marcus. — dijo Liviana, a lo que él la miró sorprendido y con una ceja arqueada—
¿Cómo se atrevía ella a pedirle respeto cuando por su causa estaban condenados a ese matrimonio? por haberlo besado en contra de su voluntad. La miró con odio y trató de controlar su enojo, quería parecer tranquilo ante ella.
—Pero solo por papeles querida, recuerda que aún sigues siendo virgen, o es lo que pienso.
—Claro que sigo siendo virgen y eso es porque no llegaste para completar nuestra unión. — Liviana no se había dado cuenta de lo que había dicho hasta que vio cómo su esposo explotaba en risa –
—¿Nuestra unión? — seguía riendo — Déjame aclararte algo querida, este matrimonio es solo una apariencia ante la sociedad, por mi seguirás siendo virgen porque no te tocaré, ¿quién en su sano juicio querría acostarse contigo?, solo mírate, no provocas nada en nadie.
¿Cómo podía mentir tan descaradamente? Sabía que si un hombre viera a Liviana como el la vio anoche, no dudaría con llevarla al placer más exquisito, pero solo él lo sabría, ella no tenía por qué enterarse, además, no volvería a verla como lo hizo esa madrugada.
—¿Qué? Marcus no puedes hacer eso, ¿cómo vamos a concebir un heredero? – preguntó liviana sin creer lo que su esposo había dicho—
—Con algunas de mis amantes. — respondió llevando su tasa de café a su boca — y tú lo criaras como tuyo, sencillo. —Liviana estaba destrozada, no sabía cómo reaccionaría verdaderamente si Marcus hiciera realidad sus palabras — por cierto, para mañana nos estaremos mudando para nuestra nueva residencia.
—¿No pasaremos una temporada en el campo como dijo su madre?
—Por supuesto que no, estamos a principio de temporada, y no me pierdo ninguna querida. – sonrió victorioso al ver el rostro de Liviana, así es como quiere mantenerla, triste y desdichada — Ah y otra cosa, nunca más me reclame por no llegar o llegar tarde en las noches, si tengo o no tengo amantes no es de su incumbencia, podrás hacer lo que quieras mientras seas discreta y al igual que lo seré yo. ¿Queda claro?
Liviana asiente sin poder creer en sus palabras ¿acaso estaba insinuando que se buscara un amante?
Observó cómo Marcus se levantaba de su silla y la dejaba sola en el comedor. No podía evitar las lágrimas, y ahora en esa situación se daba cuenta del grave error que cometió al besar a Marcus esa noche, tal vez ella no estaba destinada a ser esposa de Marcus, debió de haber esperado a ver que le traería el futuro y conformarse con lo que le daría la vida, pero por ser egoísta ahora tendría que soportar una vida llena de sufrimiento y dolor, de lágrimas y miseria.
Liviana miraba su nuevo hogar, no estaba mal para ellos, era una casa enorme y con un jardín precioso, como le gusta a ella, solo faltaba su deseada fuente en medio de este. El personal que trabajaría allí la esperaba para presentarse, estaba nerviosa, no sabía cómo la recibirían, y lo más importante, no sabía cómo llevar una casa, sin duda alguna necesitaba a su nana ahí con ella.¿Dónde estaba Marcus?Se preguntó Liviana, el debería de estar ahí con ella para recibir a los empleados y entrar juntos a su nueva casa, donde vivirían juntos. Un carruaje entro a la propiedad y su corazón salto al imaginarse que ese sería Marcus. Grande fue su decepción cuando de este desciende un hombre, el cual había visto varias veces en los bailes y en su boda hablando con Marcus.—Buenos días Milady. —saluda el caballero apenas llega a Liviana tomando su mano para besarla, sí, todo un caballero, Liviana lo mira y puede notar sus ojos color miel, su cabello era castaño y al parecer
Dos meses habían pasado desde que Liviana y Marcus habían contraído matrimonio. Pero todo estaba como al principio, nada entre ellos había cambiado, por parte de Marcus, el seguía sin dirigirle la palabra a su esposa, se negaba rotundamente hasta compartir la mesa con ella, eso hacía que Liviana se consumiera por dentro, no era justo para ella todo lo que estaba pasando.—Milady. — llamó su doncella Lizzy, la cual en esos dos meses había sido su única compañía, se habían vuelto muy cercanas — Es hora, el carruaje la espera abajo.Esa noche era el baile de los vizcondes de Bolingbroke, y era por así decirlo, al primer baile que asistía desde que se había casado y no por falta de invitaciones, sino porque sabía que los aristócratas solo querían ver a la joven dama que usó el truco barato de pescar a un duque. Pero por tanta insistencia de Lady Lilian, la cual le había obsequiado un hermoso vestido azul cielo para esa noche, decidió as
Semanas después el rumor de que Lady Emma y el futuro duque de Agnes tenían encuentros clandestinos se esparció por todo Londres, pero Liviana se encontraba ajena a esos comentarios, ella vivía encerrada en su residencia, solo recibía la visita de Lady Lilian, a veces de algunos de los amigos de Marcus como Anthony y el mayor de los hermanos Williams, Lord Logan y por supuesto las de su nana, quien siempre iba a visitarla cada vez que podía, nunca dejaba de preguntar por su padre, ya que desde que se casó no lo ha vuelto a ver, y gracias a su nana supo que estaba de viaje por América, una parte de ella lo extrañaba, a pesar de todo era su padre.—¿Qué pasa Lizzy? Desde hace unos días te noto algo distraída. — preguntó Liviana mirando a su doncella preocupadamente——No es nada Milady. — respondió ella cepillando el cabello oscuro de Liviana, pero ella se giró tomado el cepillo ——No, sé que te pasa algo, tú siempre hablas cuando me estás cepillando el cabello o cuan
Tres años habían pasado desde que su esposa se había ido al campo, habían sido los mejores tres años de su vida, viviendo como quería y con quien quería. Miraba por la gran venta de su habitación, mientras que en su cama dormía una Emma desnuda después de haber pasado una noche muy movida. Durante todo este tiempo había vivido en su casa de soltero con Emma, y claro, a escondidas, aunque todos sabían de la relación que mantenían ellos dos, ya no era un secreto para nadie. Solo esperaba que su esposa atendiera a su llamado para poder anular su matrimonio.Esperó que el sol diera su primera vista y que la mañana se aclarara más para acudir a la residencia de sus padres, tenía preparada una reunión con su padre, justamente para atender los papeles que le cederían el título que le correspondía por derecho. Estaba más que feliz, sabía que obteniendo el título de Duque de Agnes, tendría derechos y libertades a unas ciertas cosas más, como por ejemplo la anulación de su matrimonio co
Liviana reía alegremente mientras hablaba con su amiga Jayne, la había conocido meses después de llegar a la residencia en el campo, Jayne William, hermana menor de los mellizos William, amigos de su esposo, se había enterado después de varios días al preguntarle por su familia, al igual que le había preguntado por qué vive en la residencia de campo de sus padres y no en la ciudad disfrutando de la temporada, y su respuesta fue: «Para no avergonzar a mis padres más de lo que ya he hecho» . Digamos que Lady Jayne había perdido su oportunidad de casarse, ya era considerada una solterona para los aristócratas.—No creo que volver a vestir con esos pesados y apretados vestidos me haga bien, ya estoy tan acostumbrada a usar estos vestidos más sencillos que la sola idea hace que el aire me falte. – dijo su amiga mirando su vestido color pastel, y sí que tenía razón, en todo el tiempo que ha estado en la residencia de campo sus vestidos han cambiados por otros más sencillos y h
Ahí estaba la respuesta que esperaba, Liviana había vuelto, y era de esperar, ella babeaba por él, y más ahora que el motivo de su regreso fue el de supuestamente darle un heredero.—Hijo, que bueno que llegaste, pensé que estarías aquí para recibir a tu esposa. — Lady Lilian actuó e hizo como si no supiese nada de la llegada de Liviana ——Es que no sabía que regresaba hoy. — respondió Marcus sin dejar mirar a su esposa, quien sonreía inocentemente –—Siento no haberte avisado antes, creí que seguramente estabas haciendo algo más importante que mi simple llegada a Londres. — respondió Liviana, Marcus levantó una de sus cejas al escuchar lo acusadoras que sonaban sus palabras ——Lo importante es que ya estás aquí. — dijo Marcus. — ¿Madre, quiere que la escolte hasta su carruaje, es que tengo algunos asuntos que hablar con mi… esposa?—¡Claro! — respondió Lady Lilian — Que
—¿Marcus que te pasa? Te he notado distraído, esta noche mientras hacíamos el amor te mostrabas frio y distante, como si estuvieras en otro lugar. — dijo Emma recorriéndole el pecho desnudo —Ni el mismo sabía qué le ocurría, nunca le había pasado estar con una mujer y pensar en otra, y mucho menos si esa mujer era su esposa. Desde que la vio en la bañera no había podido olvidar como frotaba la esponja contra su piel, luego estaban sus piernas, esas que se veían hermosas y sensuales, ¿Cómo se sentirían alrededor de su cadera mientras él se hundía en su interior y disfrutaba de sus gemidos?¡Joder! Otra vez se ponía duro de solo imaginar la escena, la situación no podía seguir así, una cosa era desear a su esposa pero otra muy distinta era estar fantaseando todo el tiempo en cómo sería hacerla suya, y esa palabra sonaba muy posesiva para su gusto.—No es nada… en realidad… — suspiró hondo antes de hablar — Liviana está aquí. – dijo tratand
—Estás hermosa Liviana. — dijo Jayne –—¿Tú crees? Es al primer baile al que asisto después de tres años. — dijo Liviana mirándose aun en el espejo —Era innegable, estaba realmente hermosa, ambas lo estaban, Liviana había decidido volver a presentarse en sociedad con un hermoso vestido rojo pasión con algunos detalles negros, era un diseño algo escotado dejando un poco libre sus hombros, aunque su oscuro cabello peinado con hermosos ondas caían como cascada sobre ellos, su cuello lo acompañaba una gargantilla a juego con el vestido dándole un toque encantador. Mientras que Jayne iba con un vestido parecido pero este era dorado con detalles blancos, su cabello tenía un recogido hermoso dejando suelto algunos mechones haciéndola ver más juvenil y encantadora.—No te mentiría Live, Marcus se quedará fascinado contigo.—A Marcus no le fascina nada de mí. Nos podemos llevar bien, pero eso no significa