Capítulo 2

Meses después...

La temporada había iniciado, y con ello había llegado el cumpleaños de Liviana, quien no se sentía muy emocionada, y más desde la pasada noche buena, donde descubrió que jamás sería aceptada por un hombre, y menos por el que amaba: Marcus Livingston. Además de recordar que el mismo día que nació, su madre murió y que por tal hecho su padre la odiaba. Lo único que recordaba de ese día; desde que tiene memoria, son las deliciosas tartas de manzana que su nana le hacía, ella es la única que recuerda su cumpleaños, ya que su padre prohibió que esa fecha fuera recordada en la residencia.

—Feliz cumpleaños mi niña — felicitó su nana brindándole un pedazo de la tarta de manzana que le había hecho para ese día. 

—Gracias nana, siempre eres la única que se acuerda de mi cumpleaños — dijo Liviana con la voz apagada, ese era un día que no le emocionaba mucho. 

—Tu padre también lo hace mi niña.

—Mi padre solo recuerda mi cumpleaños como el día que perdió el amor de su vida. Sé que si él hubiera elegido entre mi madre y yo, creo que no estaría aquí cumpliendo diecisiete años. 

—No digas eso Liviana.

—Es la verdad nana, mi padre nunca ha demostrado que me quiere, ni una muestra de cariño, nunca he recibido un abrazo de su parte, una palabra cariñosa, o un consejo, solo recibo malas miradas y regaños —lágrimas corrían por la mejilla de Liviana, se sentía triste al pensar que su padre nunca la perdonaría por el simple hecho de haber nacido. 

—Tu madre no hubiera querido esto para ti, mi niña. —La consoló su nana mientras Liviana lloraba en su hombro.

—Recuérdaselo a él entonces.

Los minutos pasaron y Liviana se fue calmando, cuando estuvo completamente calmada decidió comerse la tarta que su nana le había hecho con mucho amor. Simplemente no pudo resistirse a esa deliciosa tarta.

Liviana paso el día en su habitación leyendo algún libro, su pasatiempo favorito, le encantaba adentrarse en las páginas de sus libros y soñar que era ella la protagonista, la dama que siempre terminaba con su final feliz, pero siempre volvía a la realidad y por más que soñara sabía que en su cuento no habría un final feliz. Ya se había resignado a amar en silencio a Marcus, sabía que él no correspondería a sus sentimientos, eso le quedó claro la última vez que lo vio en la cena de noche buena en la residencia Agnes, ver como Marcus miraba a lady Emma le hizo saber cuáles eran los sentimientos de su amado, y que no eran para ella.

—Mi niña, ¿no te apetece salir al jardín? La tarde esta hermosa y así puedes tomar un poco de aire— dijo su nana entrando a la habitación de Liviana e interrumpiendo sus pensamientos 

Liviana miró por su ventana y su nana tenía razón, la tarde se veía hermosa, así que decidió hacerle caso y salir un rato al jardín. La señora Parker la ayudó a cambiarse y ambas salieron de la habitación. Al llegar al primer piso tuvo tan mala suerte de encontrase con su padre, el cual la miró con odio.

—Mañana los marqueses de Williston darán inicio a la temporada, y como ya es hora de que asistas a tu primera temporada te esperare para ir, espero que seas inteligente y escojas un esposo en esta primera porque no habrá segunda— dijo su padre sin mirarla. 

— ¿Cómo? ¿Por qué no habrá segunda temporada, padre? — cuando ella menciono la palabra «padre», el conde la miró con severidad haciendo que ella bajara su cabeza —. Disculpe Mi Lord. 

—No habrá segunda temporada para ti porque si no encuentras esposo por tu cuenta lo haré yo, y créeme que te casare con el primero que encuentre. 

La Sra. Parker llevó una mano a su boca y abrió los ojos por las palabras del conde, no podía hacerle eso a Liviana, su madre no hubiera querido eso para su hija.

El conde subió a su despacho dejando atrás a su hija con los ojos vidriosos y la señora Parker aún en shock. Pero no le importaba solo quería librarse de esa mocosa, como la llamaba, no la quería más ahí, no soportaba ver en su hija la imagen de la mujer que amó, porque aunque lo negara, Liviana es el mismo retrato de su difunta madre. Al cerrar la puerta de su despacho no soporto más y dejó caer la primera lágrima del día, recordaba que ese mismo día hace diecisiete años perdió a su mujer por culpa de esa, a la que tenía como hija, si por él hubiera sido su mujer estaría viva, él la hubiera escogido a ella por encima de todo, pero la decisión fue de su esposa, ella eligió salvar la vida de su hija alegando que ya había vivido su momento y que había sido muy feliz, era tiempo de que su bebé naciera y viviera también.

Pero lo más doloroso para el conde es que no cumplió su promesa. Su mujer lo había hecho prometer en su lecho de muerte que cuidaría de su hija, que le daría el amor que ella no podría darle y él lo así lo prometió, pero no lo cumplió. No soportaba ni siquiera tenerla cerca, los primeros años de su hija se la pasaba viajando o atendiendo los negocios del condado, nunca estuvo presente cuando Liviana empezó a caminar, a decir sus primeras palabras o cuando se enfermaba o reía.

Liviana aún lloraba, no podía creer que su padre fuera capaz de cumplir lo que había dicho, sabía que no encontraría un esposo en su primera temporada, eso sería imposible y más ella que no tenía gracia y no entraba en el estereotipo de la belleza de la sociedad londinense.

—Nana no me quiero casar con alguien que yo no ame, mi vida sería completamente desdichada si eso llegara a pasar— sollozó tratando de buscar consuelo en la señora Parker, pero ella no podía decir nada porque no tenía como consolarla, esta vez estaba segura de que el conde cumpliría su palabra en caso de que Liviana no fuera capaz de conseguir casarse en esta temporada. 

—Tranquila mi niña, ya encontraremos la forma de salir de esta. Verás como sí lograrás casarte con un hombre bueno y que con el tiempo llegarás a amar, al igual que él a ti. 

—Pero yo solo amo a Marcus Livingston.  — Sollozó en un susurro apenas audible... 

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