Capitulo 31.

Corrí hacia el baño y con una velocidad digna de una súper heroína limpie mi cara de los rastros de maquillaje corrido. De todas formas sabia que se iba a dar cuenta que había estado llorando, ya que mis ojos rojos e hinchados me delataban.

Le abrí la puerta de abajo y lo espere en la entrada de mi apartamento, con SEÑOR en mis brazos, realmente el nombre que le había elegido le quedaba bien a mi nuevo amiguito.

El ni bien vio a mi perro me lo saco de un tirón de mis brazos y comenzó a comportarse de una forma ridícula, le hablaba como si fuera un bebe; me pregunte si también se comportaría así con su propio hijo. Estos pensamientos me hacían mal, aún recuerdo la conversación que tuvimos al respecto, "NO QUIERO QUE ME CLAVEN UN HIJO" ¿Pensaría que lo hice apropósito?

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