4. La chaqueta

Allison me alcanzó, suponía que estaría preocupada.

—Jess ¿qué haces aquí sentada? Puedes ensuciarte. —Me obligó a ponerme en pie. —¿Estás bien? ¿Quieres que regresemos a casa?

—No, no, estoy bien, no me pasa nada.

—¿Segura?

—Sí, segura.

—Y ¿qué haces con esa chaqueta? — preguntó mientras regresábamos al salón. 

—Estaba buscando al dueño, se ha ido.

—¿No será el hombre con quien te vi hablar en la barra?

—Ese mismo—me había visto. — ¿Sabes quién es?

—No, sabes que no ¿Te interesa?

—¿Que si me interesa? —Me puse a la defensiva —Dijiste que debíamos conocer a gente interesante, solo estaba haciendo eso.

—Está bien, no sabía que te lo tomarías en serio, nunca tomas mis palabras muy en serio.

—Pues deberías estar feliz por que ahora lo haga ¿No crees?

—Tienes razón, preguntemos a Matt, seguro que sabe quién es.

Nos acercamos a él, estaba de pie charlando con un hombre cuando nos vio se le alumbró la cara y se acercó a nosotras.

—Pensé que os habíais marchado, estaba preocupado.

—No, todavía. 

Allison le preguntó por mi hombre misterioso.

—Ah, creo que os referís a Harry Smith, es uno de los patrocinadores de la escuela, lleva tiempo ayudándonos ¿Por qué? 

—Es que se olvidó de... —iba a hablar de la chaqueta, pero la interrumpí. 

—Nada en especial, solo curiosidad. — Me miró Alli confusa, pero me siguió la corriente.

Estaba evitando que Matt se quedara con la chaqueta para luego entregárselo él. Si era la oportunidad de volver a verlo no iba a desperdiciarla. 

—Es una persona muy reservada, pero agradable, vale la pena conocerlo.

—Es bueno saberlo. —procuré sonreír haciéndome la menos interesada.

Pasamos otra hora más con él, nos presentó a gente con los que íbamos a relacionarnos en la escuela y nos habló un poco de su vida y de cómo consiguió todo lo que ahora había alcanzado.

—¿Y no estás casado? —Allison me dio un codazo al hacer esa pregunta y me di cuenta que me estaba pasando, a veces me pasaba. —Lo siento mucho — me disculpé pero él sonrió. —No tienes que contestar a eso, lo solté sin más. 

—No importa. Y contestando a tu pregunta, no, no estoy casado. Hace tiempo rompí con mi novia, pero no llegamos hasta ese punto.

—Lo sentimos de verdad. —Habló mi amiga que me hacía dudar de si de verdad lo sentia.

—No pasa nada, el pasado se queda atrás, probablemente tenga un mejor futuro esperándome. 

—Me encanta tu positivismo. —Volví a verlo sonreír, qué encantador.

Se estaba haciendo tarde, el salón estaba siendo desocupado poco a poco, debíamos marcharnos también. Nos despedimos. 

—¿Tenéis auto? —Nos preguntó Matt.

—No, Llamaremos un taxi.

—Puedo llevarlas si no os molesta. — Allison me miró, yo solo me encogí de hombros, la decisión era suya, yo solo la obedecería.

—¡Está bien!

Abandonamos los tres el salón y salimos fuera, era ya de noche y empezaba a hacer frío, aproveché y me puse la chaqueta, se sentía muy bien metido en ella.

Casi le obligué a mi amiga a que le hiciera compañía a Matt delante mientras yo me sentaba detrás. El coche era un mustang de color negro y caro.

Usé la cremallera para cerrar la chaqueta, olía a hombre, a él. Hundí mi nariz en ella y aspiré su aroma, olía bien. Allison y Matt estaban hablando pero yo no les seguía, mi mente estaba pensando en el hombre misterioso, de si echaría de menos su chaqueta o no. Harry, habían dicho que se llamaba así. 

—¡Jessica! —Me asusté cuando noté que Allison me estaba llamando, se había girado a verme sorprendida.

—¿Qué sucede?

—¿Es que nunca estás con nosotros? Matt estaba hablándote. 

—Ahh, lo siento. 

—No importa. —Él seguía con la mirada puesta en la carretera. 

—Sí que importa, es que me distraje un rato, dime por favor. 

—Decía que si necesitabas de guía para conocer la ciudad, no me importaría hacerlo.

—Ay ¡Qué amable! Muchas gracias. 

—No hay de qué.

Allison le indicó dónde tenía que aparcar el coche.

—¿Esta es vuestra casa? —preguntó él. 

—Así es—le contestó Alli. —Muchas gracias por traernos.

—No hay de qué, ha sido un gusto conocerlas. —giró la cabeza para verme y le sonreí agradecida.

—Bueno, —continuó mi amiga —ya nos vemos el lunes.

—Hasta entonces.

Nos bajamos del auto y él espero a que abrieramos la puerta y nos metiéramos en la casa antes de marcharse, todo un caballero.

Ya dentro de la casa me dejé caer en el sofá mientras Allison abría la nevera y se servía un vaso de agua en la encimera, parecía pensativa con la mirada fija en el vaso de agua.

—¿Todo bien? —me miró como si acabara de salir de un trance.

—No sé —se llevó el vaso a la boca mientras se apoyaba a la encimera.

—Es por Matt ¿verdad? Lo conociste cuando realizabas la matrícula. 

—Así es.

—¿Y? —le sonreí alzando las cejas, pero no me devolvió la sonrisa, seguía ausente.

—Creo que le gustas tú. 

—Pero qué dices, no seas tonta.

Dejó el vaso en la encimera y se acercó a sentarse junto a mí. Suspiró. 

—No importa, creo que estoy sacando conclusiones precipitadas, olvidémoslo. —me miró y esta vez sonrió. —Ahora dime ¿qué intenciones tienes con esa chaqueta? — preguntó señalandola.

—No lo sé, tal vez me la quede si al final no encuentro al dueño —llevé mis manos a los bolsillos de la chaqueta y entonces noté algo.

La retiré y dentro había una tarjeta ¡era suya! Y en ella contenía sus datos.

Allison se acercó igualmente sorprendida y curiosa por ver qué ponía. 

Su nombre sí que era Harry Smith, era arquitecto. La tarjeta incluía igualmente su número de teléfono y su correo electrónico. ¡Iba a volver a verlo! Sonreí. 

—¡Vaya! —dijo mi amiga —Ahora ya sabes de quién se trata. —Asentí. 

Cogí la computadora de Allison que estaba sobre la mesa.

—¿Qué piensas hacer?

—Buscarlo en g****e.

Entré en el navegador y escribí su nombre, apareció información sobre él, no había señal de que estuviera casado ni nada por el estilo. Busqué en imágenes y aparecían más edificios que había diseñado él, era muy bueno el tipo en su trabajo. No habían muchas fotos suyas pero conseguí unas cuantas y en la mayoría aparecía acompañado de otra gente y en otras habían imágenes de un perro enorme, parecía que le gustaban los perros. Era verdaderamente atractivo y apuesto, valía la pena quedarse mirándolo.

—El tipo no está nada mal —comentó mi amiga. —¿Qué planeas hacer con él? 

—¿Yo? Nada. Solo devolverle su chaqueta.

Ella me miró incrédula.

—De acuerdo, haz eso. —cogió mi teléfono y me lo entregó —Márcale y dile justo eso.


Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo