Capítulo 6. Noche de gala

Evelyn Peterson

—No te muevas o te picaré con esa aguja. —me amenazó Orson, intenté no hacerlo, pero tenía ansiedad, miré mi reloj y en dos horas tenía que estar en el salón del hotel Four Seasons, el vestido que había comprado de último momento, me quedó algo grande, para mi buena suerte, Orson sabía de costura. Miré a Chase mirarnos desde la entrada de mi habitación, tenía una copa de vino en la mano.

—Dame—le hice señas de que me diera un poco, mi garganta estaba totalmente seca. Chase sonrió acercándose a nosotros mientras Orson estaba sentado sobre sus talones revisando el vestido de la parte de abajo, tomé la copa de vino, di un largo sorbo para finalizarla, sentí esa sensación de… “Ahh, delicioso” Chase sonrió.

— ¿Está sedienta señorita? —asentí.

—No le des más, no es muy buena tomando con más de tres copas de vino.

—Oh, solo un poco más—le hice señas a Chase quien me guiñó el ojo, salió de la habitación, dejándonos a solas a Orson y a mí.

Orson se puso de pie, puso sus manos en mis hombros y me volvió un poco más hacia a él.

—Solo falta maquillarte y lista…

El vestido de noche era color rosa pálido, con pequeños diamantes incrustados en el escote en V, de la cintura para abajo, era tela tipo gasa, debajo otra tela de caída pesada, el escote de la espalda era unas líneas delgadas y cruzadas hasta la parte baja de mi espalda. Orson me ayudó a elegir un recogido rebelde, maquillaje sencillo. Chase entró cuando su esposo me pidió que diera una vuelta, reímos divertidos, Chase me entregó la copa y di un último sorbo, ahora, me sentí fresca.

— ¿Vas a irte tu sola? —preguntó Chase, noté su preocupación en el tono de voz.

—Sí, solo me quitaré las zapatillas de tacón, al bajar me las pondré de nuevo…—Orson me entregó mi abrigo y mi cartera diminuta a juego con el color del vestido.

—Espera…—me puso un poco de un perfume detrás y abajito de mis orejas. El olor era dulce…me agradó. —Sé qué no sueles usar este tipo de aromas, pero sé qué te agradaría…—Orson me conocía.

— ¿Quieres que te llevemos mejor? También podemos ir por ti—me sorprendió Chase.

—No quiero molestarlos, además, podría terminar tarde la fiesta, no pienso levantarlos a las tres de la madrugada y…—Orson me interrumpió.

—No es molestia, cariño, así podrías embriagarte sin estar limitándote a que tienes que manejar, es tu noche, es tu nuevo nombramiento como editora en jefe de la editorial Brooks…—dijo emocionado.

— ¿Podrían solo llevarme? Yo tomaré un taxi de regreso…

— ¿Segura? —preguntaron ambos al mismo tiempo.

—Sí, podría colarme con los demás por si siguen la fiesta en otro lugar…—Orson hizo una cara de desagrado.

—No lo creo, después de esas mujeres que te dicen “Dólar falso” a tu espalda, deberías de despedirlas nomás tengas el poder de hacerlo. —Chase abrazó a Orson y luego besó su mejilla.

—Mi esposo tan tierno…—Orson soltó una risita.

—Ya, ya, vamos a dejarla.

— ¿Es el Four Seasons? —dijo Orson mirando el hotel. —Siempre tan elegante y poderoso, William…—sonreí.

—Es el gran salón…—dije mirando por media ventanilla, había flashes de cámaras por todos lados, reporteros de ambos lados.

—William no se limitará, además, merece ser anunciado por todo lo alto el nombramiento de nuestra chica. —comenzaron a comparar otros hoteles.

—Yo me bajo después del auto deportivo—Chase estaba al volante.

—Sí, claro—sonó distraído, ambos miraban el espectáculo frente al hotel. Se movió el auto deportivo y entonces me doy cuenta de que es Jack Brooks.

—Mierda—ambos miraron hacia a mí, que estaba en la parte trasera de la camioneta. —Ese es Jack, el hijo de madre que me quiere sacar. —Orson gruñó algo entre dientes, miré que estaba dando una entrevista, un hombre le pidió a Chase moverse.

—Lo siento, pequeña, nos tenemos que ir. —dijo Chase mirándome.

—Gracias, muchas gracias…nos vemos.

— ¿Desayunamos? —preguntó Chase en mi dirección.

—Sí, los veo por la mañana…por cierto, es domingo, William viene.

—Es cierto, se me olvidó por un momento, —dijo Chase—Pondré otro plato a la mesa. —me guiñó el ojo.

—Anda, cariño. —me apuró Orson. Abrí la puerta y con cuidado bajé, alcé un poco la tela para no pisarla y tropezar, el auto se fue, vi a Orson levanta los pulgares en demostración de suerte o ánimo.

—Buenas noches, señorita Peterson. —escuché que me llamaron, moví mi rostro con desagrado hacia Jack. Lució un esmoquin, él sonrió. —Luce hermosa, como siempre.

— ¿Desde cuándo tu amabilidad? —entonces me di cuenta de su maquillaje y un poco del vendaje color carne que admito, no se notaba del todo. —Por cierto, —me acerqué más a él para ver si realmente era maquillaje. — ¿Estás maquillado?

—Aléjate—hizo un gesto de desagrado al igual que yo, él iba a decir algo más cuando apareció una mujer para entrevistarlo, disimuladamente me retiré para entrar al hotel, en la entrada, me encontré con William, que la verme se emocionó.

— ¡Evelyn! ¡Luces hermosa! —lo saludé con una sonrisa de emoción, pero se esfumó cuando apareció Ellie Brooks, la esposa de William, al contrario que su esposo, lució un gesto de película de terror, a punto de saltarme para sacar su sierra eléctrica y partirme en dos.

—Buenas noches, Peterson. —dijo en un tono cargado de frialdad.

—Buenas noches, señora Brooks.

Se acercó un pequeño grupo de hombres de traje elegantes, llamaron a William, estuve a punto de esquivar la situación más incómoda de mi vida, pero fui bloqueada por Ellie, lució un vestido verde esmeralda, con un escote bastante sencillo pero muy elegante para su edad, su cabello platinado lució, hermoso, se veía espectacular, pero su interior, era otra cosa…

—Te quisiera pedir algo de manera muy educada. —dijo poniendo una gran sonrisa mirando si alguien más nos estaba escuchando. Apreté con mis dedos mi bolso diminuto, la miré. Al ver que se había ido y nos habíamos quedado solas en el gran pasillo al salón, sacó su veneno, su lado oscuro. —Quiero que te mantengas alejada de mi familia, bien debes saber que mi hijo Jack, tomará el control de la editorial, y claro que tu tiempo en ella, terminará en un cerrar de ojos.

— ¿En serio? —pregunté usando el sarcasmo a toda su potencia, ella alzó una ceja—No lo sabía, —miré más allá de ella. —Entonces le diré a William que no es necesario que anuncie mi nuevo puesto si me van a correr…—ella abrió sus ojos y negó.

—No te atrevas. —me acerqué a ella de manera desafiante, ¿Qué les pasa a estos ricos? ¿Qué por tener dinero podrán hacer lo que se les pegue la gana? No con Evelyn Peterson. Le mostré mi sonrisa más fingida, luego la borré en un segundo.

—Solo míreme…

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