Capítulo 10

Tras una cena que se prolongó por muy poco tiempo mediante un silencio absoluto, mi feminista millonaria se fue a encerrar a mi pieza para hablar por teléfono por alrededor de una hora, sumandole así un nuevo y doloroso roce a mi herida que a esas alturas estaba cada vez más dolorosamentente irreconciliable. 

Yo seguía triste y había decidido emborracharme jugando pac man con mi consola de juegos retro conectada a la tele. Había apagado las luces y mi vista estaba pegada fija a la pantalla y cuando mi feminista millonaria terminó con lo suyo partió directo hacia mi regazo, así como sintiéndose culpable de algo y con la imperiosa necesidad de lavar su culpa.

Mis manos estaban fijas en el joystick salvo para agarrar la botella de vodka a unos intervalos que cada vez cobraban más y más frecuencia.

— Yo también q

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