Capítulo 3

(3)

Y cuando llega la noche, se puede ver como todos en mi familia estaban felices. Hoy se les daría una cena especial a todas las chicas cazaderas, en donde podrán tener más tiempo para hablar con el príncipe. Se supone que toda la noche, será para poder ligar con él y quizás el príncipe, pueda tener una chica entre ojos, para darlo a conocer mañana, en la cena de las rosas.

-¿Segura que estarás bien sola?-Me pregunta mi madre, mientras luce un bello vestido café con pedrería hermosa, que acentúa su silueta voluminosa. Pero antes de que yo contestara algo, mi querida hermana, decide responder por mí.

-Madre, ella estará bien. -Se mofa un poco, mientras se está mirando frente a un enorme espejo, luciendo un bello vestido color azul entallado. -Lo más seguro es que Eli, se la pase leyendo libros, como un ratón de biblioteca. -Yo solo rodé los ojos, al escuchar tal comentario, de mi hermana la insegura.

-No te preocupes por mí, madre. -Le sonreí mientras sostenía una de sus manos. -Lo más seguro, es que me la pase leyendo libros, para tener un futuro y no depende de nadie, como de un príncipe. -Mofé mientras Mary Anne me mira con algo de enojo.

-¡Basta!-Nos dice nuestra madre, mientras intenta hacer que dejemos de pelear.-¡Parecen plebeyas!-Nos dice nuestra madre, la perfecta imagen de lo que hace un título, como el de la condesa.-Trata de apurarte.-Le dice a Mary Anne, mientras yo solo hago unas muecas.

Pero a pesar de que Mary Anne, siempre se burlaba de mis ideales, yo quería que los suyos, le salieran bien, así que cuando estaba saliendo por esa gran puerta de madera suiza, le deseo las mejores de las suertes.

-¡Mary Anne!-Ella de inmediato me mira, mientras mi madre sale al corredor, ya que mi padre ya esta listo para la cena.-Buenas suerte.-Y al escucharme, la joven no puede evitar que sus ojos se llenen de lágrimas, pero sabía que mi hermana era muy vanidosa, así que antes de que las lágrimas, arruinen su hermoso maquillaje, ella decide limpiarlas antes de que caigan por sus mejillas. En ese momento y segundo, sabía que ella estaba lista, para lo que venía, así que estaba muy tranquila.

Pero cuando todos me dejaron, supe de inmediato que este no era mi lugar. Así que me levante de la cama, para mirar hacía la ventana, mirando a uno de los cuatro jardines que había en el castillo. Yo solo sonreí al sentir el olor a pino, mientras que el aire me lleva otra parte, en cuanto me golpea. Pero a pesar de que quería salir de la habitación, no me animaba a hacerlo, ya que temía toparme con la tía Sofía, quién le dijo a mi madre repetitivas veces, que yo no podía asistir a las fiestas, más que a la fiesta de las flores.

Trate de mantenerme un poco ocupada con mi computadora, checando varios lugares, en donde poder viajar, pero a pesar de que quería conocer el mundo, lo único que quería hacer ahora, era explorar ese hermoso jardín que me estaba llamando, como si fuera mi lugar predestinado.

Así que deje mi computadora, para ponerme unos zapatos y tomar una chaqueta, de color azul marino que me llegaba hasta las rodillas. Y mientras caminaba por el castillo, pasé por el salón de la fiesta, en donde pude a visualizar a mucha gente. Parecía que estaba muy buena la fiesta, pero como no era bienvenida, decidí pasarme de largo.

El jardín al que quería ir, estaba en la cuarta zona, así que pude llegar a esta con rapidez. Concia muy bien el cuarto jardín, ya que de pequeña solía venir a jugar frecuentemente con Louise, ya que había un tipo de laberinto pequeño, en donde jugábamos con alegría. Así que a pesar de que era de noche, podía ver bien todo, por los alumbrados que apenas le habían puesto.

La noche era bastante obscura, mientras que hacía mucho frio, pero a pesar de que eso podría molestarles a muchos, para mí era vida. Así que cerré mis ojos, mientras estiraba mis brazos, sintiendo el aire pasando por mi cuerpo, mientras me le entregaba a este hermoso jardín. Pero a pesar de que, por un momento, sentí que estaba en otro mundo, algo me distrajo.

-¿Qué haces en mi jardín?-Yo de inmediato abro los ojos, para ver de quién era esa voz tan ronca. De inmediato puedo visualizar a aquel joven de ojos dorados, con cabellera castaña y rizada, mirándome desde las penumbras.

-¿Qué demonios?-Murmuré mientras mi corazón palpitaba con fuerza, no sabía si era por la presencia del joven guapo, o por la gran sorpresa que me causo, escuchar su voz otra vez. -¿Tu jardín? Pensé que este lugar le pertenecía a la familia real. -Le contesté mientras me acercaba al joven.

Y cuando estoy cerca de él, puedo ver que estaba usando un hermoso traje color azul marino, entallado mientras usaba unas botas que tenían toques de oro.-¡Vaya!-Le dije sorprendida de verlo tan arreglado, mientras su cabellera castaña, esta peinada hacía atrás, luciendo muy refinado.

-¿Acaso te sorprende que sea tan guapo?-Pregunta el joven mientras me ve, interesado en saber que opino sobre su traje.

-No, me sorprende que un vizconde como usted, se vista como un príncipe. -Me mofé mientras mi corazón aún seguía latiendo.

-Los vizcondes como yo, podemos hacer lo que queramos. -Me contesta mientras sigue mirándome, con mucha atención. -Y puedo preguntar, ¿por qué una mujer tan bella, pueda estar deambulando por este jardín tan obscuro como este? -Pregunta con una cierta arrogancia, lo cual no me molesta, ya que es atractivo ver la seguridad que de por si emanaba.

-Conozco este jardín como la palma de mi mano. -Le contesté mientras le echaba un vistazo al lugar, sin duda podía saber cómo salir del laberinto.

-¿Quién es usted?-Me pregunta mientras me da la media vuelta, haciendo que lo mirara directamente a los ojos, mientras él fruncia un poco el ceño. Yo no pude evitar sentirme un poco presionada, por su pregunta, así que solo le dije:

-Solo soy la hermana de una joven, que viene de otro país. -No quería decirle que era parte de la familia real, ya que la gente se suele interesar más por solo ese echo. Pero parecía que mi respuesta no le parecía real.

-¿Acaso me quiere ver la cara?-Me pregunta mientras alza una ceja.

-No, para nada. -Pero parecía que la presión de sus ojos, me hizo quizás decirle una respuesta que no sea mentira. -Está bien, solo tómeme como una joven, que esta acompañando a su hermana para que sea elegida. Es todo lo que diré. -El joven parece estar complacido por mi respuesta, así que dejo de mirarme con esos ojos de terror, para mirarme con dulzura.

-Esta bien señorita, dejare de hacerle preguntas. - Así que yo decidí hacerle más preguntas, ya que sentía que era mi turno.

-Puedo preguntar, ¿por qué está aquí, vestido como si fuera a ir a una fiesta? -Yo lo miró de arriba para abajo, llenando mi mirada de ese cuerpo tan tonificado, que incluso se podía ver arriba del traje.

-Tenía una cena, con unas personas importantes, pero ya termino. -Me contesta mientras empieza a mirar a todo el lugar, tratando de evadir algunas preguntas.

-Esta bien, dejare de hacerle preguntas. -Le contesté mientras repetía lo mismo que él. Los dos de inmediato nos empezamos a mofar, al parecer estábamos relacionándonos realmente bien.

-¿No cree que hace mucho frio?-Me pregunta mientras me ve temblar un poco.

-Sí, un poco. -Le contesté mientras aguantaba el aire que pasaba con frecuencia.

-La llevare a un lugar, en donde podrá calentarse. -Así que me toma del brazo con fuerza, llevándome hacía un pequeño viñedo. Así que al estar enfrente de la puerta del viñedo, no dude en llamar su atención, mientras veo como rompía el seguro de la puerta con una roca.

-¿No cree que estamos cometiendo un delito?-Él solo se mofó de mí, mientras ya había roto el seguro en dos. No me quedaba más, que entrar con él por la curiosidad.

El viñedo por dentro era muy bonito, ya que estaba hecho de una madera muy olorosa. Alejandro de inmediato encuentra los interruptores del lugar, haciendo que el lugar se volviera en un lugar muy hermoso y vivido. Había mucho vino en muchos estantes, mientras que también se podía ver, que se hacían quesos en el lugar.

-¡Woo!-Exprese con felicidad, mientras entraba al lugar, sintiendo un poco más de calor.

-Es hermoso, ¿no? -Me pregunta el joven castaño, mientras se baja todas las escaleras con rapidez, para ir a una zona en especial. Yo lo único que puedo hacer, es seguirle el paso, hasta llegar a un lugar en donde los vinos estaban guardados en una vitrina. -Estos son los vinos preferidos de la reina. -Yo de inmediato pongo una mano sobre su brazo.

-Espera, ¿qué piensas hacer? -Le pregunté realmente preocupada de que cometiera algún delito. Pero Alejandro estaba dispuesto a hacer de todo. Toma una de sus botas de cuero, para romper el cristal de la vitrina, para después tomar un vino entre sus manos largas.

-Este es mi preferido. -Yo de inmediato miró el vino, sin saber nada de él. -Es el preferido del príncipe Alexander. -Me comenta mientras le quita un poco de polvo, que se quedo dentro de la vitrina. -Este es un Romanée Conti.

-Realmente no se de vinos. -Le dije mientras me acercaba a la botella, parecía realmente cara. -Odio el alcohol. -Le comenté mientras caminaba hacía una mesa, hecha de madera que parecía un buen lugar para sentarse.

-¿Así que no tomas?-Me pregunta mientras viene hacía mí, con dos copas y el vino.

-No.-Conteste de inmediato.

-¿Me permite enviciarla un poco?-Pregunta mientras abre la botella, haciendo que el corcho saliera volando, para después servir el vino en las dos copas.-Quizás solo un poco.-Me dice mientras me ofrece la copa. Yo de inmediato la tome, ya que realmente quería tomarla.

-Está bien. -Le contesté mientras bebía un poco de la copa. El sabor era como esperaba, algo fuerte y con poco sabor a uva. -Esto sabe terrible. -Le comenté de inmediato, mientras los dos nos mofamos.

-Está bien, señorita Elizabeth. -Me quita el vino de las manos, mientras va a buscar otro con rapidez. Yo solo me mofó un poco, al ver que quería satisfacerme, realmente estaba interesado en mí. El joven hombre regresa a la mesa, con un vino más pequeño. -Este es un vino demasiado barato, creo que será de su tipo.

-Vaya, que caballero. -Le dije mientras le quitaba la botella, que realmente parecía ser más barata, aunque sabía que tampoco no me iba a gustar. Así que yo abrí la botella, mientras él se sorprende al ver que se abrir las botellas de vino con facilidad.

-¡Vaya, señorita Elizabeth! Quién diría que debajo de esa hermosa expresión de ángel, hubiera una hermosa destapa corchos. -Yo de inmediato me ruborizo, mientras sirvo el vino en las dos copas.

-¿Por qué no deja de darme cumplidos y solo bebe?-Tome una de las copa, para ofrecérsela. Él la toma mientras se le ve un poco apenado, después de oírme hablar.

-Bien, brindemos. -Me pide.

-¿Y por que brindamos?-Le pregunté mientras le miraba con mucha atención.

-Por usted y por mí. -Nuestras sonrisas demostraron que había ya algo de deseo, entre los dos.

-Bien. -Nuestras copas chocan, para después tomar de estas. El sabor era bastante dulce y sabía mucho a uvas. Me había encantado. Yo de inmediato le di a entender, que me gustaba, mientras sonreía con agrado.

-Sabía que le iba a gustaba el barato, señorita Elizabeth.

Los dos de inmediato empezamos a conversar, mientras el alcohol nos hacía actuar, cada vez más imprudentes. Tanto que brindamos por muchas cosas ridículas, solo para bebes cada vez más. Llego un momento, en el que me empecé a sentir con mucho calor, así que de inmediato me empecé a hacer aire con mis propias manos.

Alejandro de inmediato se da cuenta, que el alcohol se me ha subido.

-Parece que estamos perdiendo a alguien. -Bromea mientras baja de la mesa de madera, para hacerme cara. Y cuando lo hace, puedo oler su aliento a las uvas del vino. Él también se veía ebrio, pero estábamos en un estado, en donde aún nos encontrábamos realmente conscientes de lo que hacíamos. -¿Quieres quitarte el calor?-Me pregunta mientras su postura, me intimida un poco.

-Sí. -Le contesté de inmediato, sin saber que el hombre, me abriría mi chaqueta por completo, para después quitármela y lanzarla al suelo. Luego se dispone a tomar de mi pequeño pijama de tirantes, dejándome solo con mi brasier puestos. Mi corazón de inmediato empezó a latir, por este hombre de ojos dorados. Yo no pude evitar besarlo, en cuanto tuve la oportunidad, no lo podía dejar pasar.

El sabor de sus labios era una mezcla de uva y alcohol, un sabor delicioso que se introdujo en mi boca, mientras nuestras lenguas empiezan a tener una batalla, para saber quién era la más dominante. Las manos de Alejandro se pusieron en mis caderas, mientras frotaba lentamente su erección, haciéndome sentir deseada. No podía creer que un hombre como Alejandro, me este dando, algo que nunca pedí, pero que quizás necesitaba.

Alejandro no soporta que todo esto quede como un beso con pasión, y para ser sincera, yo tampoco quería que esto se acabara tan fácilmente. Así que él hombre me toma por las caderas, para subirme a la mesa de madera, en donde lentamente yo le voy quitando ese traje tan caro y refinado que lleva puesto.

En este momento no importaba los rangos sociales, esto solo era amor.

Los labios del joven se posan sobre mi cuello, haciéndome sentir como mi feminidad palpitaba más de una vez. Una parte de mi cuerpo, me estaba pidiendo a gritos, que algo se metiera entre mis piernas, para llenar ese preciado hueco.

Pero parecía que Alejandro quería jugar un poco más, así que hace que me recueste sobre la mesa, mientras deja caer algo de vino sobre mi cuerpo. Yo de inmediato siento el frio del vino, pero eso no me detiene, sigo jugando el juego. Los labios rojos del vizconde de España, se posan sobre todo mi vientre, recorriendo con su lengua, cada parte de mi cuerpo que toco el vino. ¡Bueno, lamio de otras también!

El hombre me hacía sentir que quería más y más, era como una explosión de adrenalina, que me estaba consumiendo. Mi cuerpo le pedía a gritos que me penetrara, pero eso no ocurrió, ya que aún seguíamos jugando este tipo de juegos de la seducción.

Con su lengua fue delineando mi vientre, hasta poder llegar a la altura de mi feminidad, que parecía una caldera hirviendo a todo motor. Sus dedos largos se empiezan a frotar, sobre mis calzoncillos, mientras de inmediato empiezo a sentir que me da un poco de espasmos, que era normal en una persona que está esperando, algo por la excitación del cuerpo.

Sus dedos nos fueron suficientes, para hacerme sentir satisfecha, así que el hombre lentamente va retirando mis pantaletas color miel, mientras besa mis piernas, cada vez que tiene la oportunidad. Y cuando su cara estaba enfrente de mi feminidad, empecé a dudar un poco, ya que era virgen. En ese punto quería decirle que se detuviera, ya que no tenía la misma experiencia que él, pero cuando su lengua toco mi feminidad, no pude más que empezar a gemir con satisfacción. Mi cuerpo de inmediato se empezó a llenar de espasmos, moviéndome como loca, mientras el placer se sentía a todo su esplendor.

Y cuando termino con mi feminidad, decide hacer un camino desde mi feminidad hacía mi boca, en donde me atrapa con esos labios hinchados, para poderme besar mientras podía sentir un sabor algo salado, que claramente venía de mi feminidad.

Las manos de este hombre eran increíbles, ya que no paraba de frotar mis pechos con fuerza, mientras que me sacaba el aire por completo. Pero si quería que esto sucediera, tenía que quitándole la ropa. Así que lo empuje un poco, sentándome en la mesa, mientras él se queda en el hueco que hay entre mis piernas. Mi objetivo era su estorboso pantalón negro, así que primero quite el cinturón, que por un momento me recordó a una hebilla con el logo de uno de los centros militares en Nerubia. Pero en ese momento, nada me importaba, más que quitarle ese pantalón.

Y cuando lo hice, me encontré con su miembro realmente caliente y con una erección bastante pulsante. Yo misma no podía creer que yo había causado, esa reacción en un hombre como Alejandro, pero al final lo logre.

El hombre por otra parte, quiere tomar el control, volviéndome a poner en la misma posición anterior, pero ahora él subiéndose en la mesa, encima de mío, mientras sus besos me hacen sentir extasiada. En ese momento, no podía creer lo que un beso puede causar, pero ya en ese momento, estaba lista para dejar de ser virgen. Y cuando sus ojos dorados, se juntan con lo míos, él puede notar algo en mi mirada.

-¿Qué paso? ¿Algo está mal? -Pregunta realmente preocupado, a lo cual yo solo negué con la cabeza, un poco avergonzada. -No me mientas, odio las mentiras. -Me contesta mientras se le ve decidido, en lo que dice.

-Está bien. -Suspire mientras nuestras caras estaba juntas. -Soy virgen. -Yo de inmediato sentí el peso de mis palabras, creí que el tipo se levantaría y se iría del lugar, solo por saber eso, pero fue todo lo contario. El joven atentamente toma mi mano, para preguntarme:

-¿Y realmente quieres que yo sea tu primera vez?-Esa pregunta de inmediato me hizo sonrojar, ya que sabía que le importaba.-Tienes que estar segura, si quieres…-El joven se quería levantar de encima de mí, pero con rapidez logre que su cara volviera a ver mis ojos verdes.

-Sí, quiero que seas tú. -El de inmediato sonríe mientras empieza a acariciar mi cara, mientras me observa con mucho detenimiento.

-Realmente eres hermosa. -Yo solo me mofé un poco avergonzada, mientras el calor se empezó a encerrar en el lugar, haciendo que cada parte de nuestros cuerpos, empezara a sudar. Alejandro retoma sus besos con pasión, mientras lentamente va abriendo mis piernas. Mi mente se siente algo preocupada, ya que este es un gran paso para una mujer. Así que cuando escuche un plástico caer hacía el suelo, puedo darme cuenta que se está cuidado, algo muy responsable.

Después volvió a mirarme fijamente, mientras empezó a acomodar mis pequeños cabellos rebeldes, que se postraban en mi cara con descaro.

-Esto dolerá un poco, pero después empezaras a sentir placer. -Me comenta mientras yo me estoy preparando, para lo que viene. -Recuerda no ponerte muy tensa, y solo deja que tu cuerpo reciba a mi hombría. -Me sentía tan segura al ver que me estaba dando consejo.

Así que lentamente empecé a sentir como lo iba introduciendo, por un momento el dolor fue muy fuerte, tanto que uno de mis ojos, empezó a soltar una pequeña lagrima, pero traté de hacer lo que Alejandro me aconsejo. Empecé a respirar mientras me relajaba, el dolor disminuyo, pero cuando el joven se empezó a mover un poco, es donde empecé a sentir satisfacción. Mis ojos de inmediato se alumbraron, como si hubiera encontrado en santo grial. Realmente me encantaba la sensación.

No puedo negar que Alejandro era un experto en esto, ya que cada movimiento lo hacía tan limpio, que impedía que yo sintiera dolor, solo placer. Mis manos de inmediato abrazaron su cuello, mientras el hombre aumentaba la velocidad de sus movimientos, haciendo que gritara de placer, mientras arañaba su espalda con mis uñas largas.

Pero esto a penas había empezado, el hombre se sale de mí, para sonreírme con todos sus dientes.

-Ahora eres solo mía. -Me abraza mientras me besa. Yo no quería ser propiedad de absolutamente nadie, pero en ese momento lo sentí muy especial. Realmente me estaba enamorando, de un hombre que apareció en mi habitación como arte de magia. Así que mientras yo estaba hundida en mis pensamientos, puedo ver como el joven, trae consigo una caja de chocolates envinados.

-¿Qué haces?-Le pregunté mientras no sabía lo que quería hacer.

-Esto nos puede ayudar un poco. -Me contesta mientras abre la caja de chocolates, para después tomar uno en sus manos, para abrir del envoltorio. Después lo mordió a la mitad, para volverse a montar en la mesa, poniendo con delicadeza el dulce con licor que el chocolate derrochaba, encima de mis pechos. Así que como si él fuera mi hijo, toma de mi pecho mientras que cada toque de su parte, me hace reaccionar con un movimiento. Mis pechos realmente estaban resentidos con sus mordidas y lamidas, mientras que mi feminidad también lo estaba.

Así que tome su cabeza entre mis manos, para ponerlo a la altura de mi boca.

-Hazme tuya. -Le pedí mientras que algo había nacido en mí. No sabía que era, pero quería más de este hombre de ojos dorados. Alejandro solo sonríe mientras que sus colmillos, son bastante notorios, haciéndolo ver como un hombre sensual.

Así que una vez más, me penetra para después embestirme más de una vez. Después puso un poco de ese licor en mis labios, compartiendo el chocolate como dos amantes, que se aman locamente. Toda la situación fue graciosa, pero al mismo tiempo, no podía elegir un mejor lugar en donde hacer el amor con alguien, realmente había algo en Alejandro que me encantaba.

Así que cuando mi feminidad siente que quiere explotar, escucho como el joven hombre suelta un grito ahogado. Eso significaba que los dos habíamos llegado, al orgasmo al mismo tiempo. Lo cual me pareció realmente erótico, ya que, como toda una conocedora de la sexualidad por libros, decía que los hombres siempre llegan al orgasmo antes de las mujeres, dejando a las mujeres insatisfechas.

Así que sabía que cuando volviera a mi casa en Alemania, tiraría ese libro por la borda, ya que había un hombre que había incluso superado, mis expectativas. Así que mientras los dos intentamos recobrar el aliento, él joven hombre empieza a peinar mi cabellera castaña.

-¿Te defraude?-Me pregunta realmente preocupado por mí. Yo de inmediato sonreí, para besar su pecho bien firme.

-Sí. -Le conteste de inmediato. -Realmente pensé que solo me harías sufrir, y qué harías lo que todos los hombres hacen, para satisfacerse solo a ellos. -El vizconde de inmediato se queda sin palabras, mientras me escucha hablar. -Nunca he tenido sexo, pero si esto es hacer el amor, no quiero parar.-Le confesé mientras el hombre empieza a sonreír, complacido con lo que le había dicho.

Los dos sabíamos que no podíamos quedarnos aquí, ya que cualquier persona, puede atraparnos y quizás llevarnos a la cárcel, ya que todo esto era propiedad privada y más si eran objetos de la familia real. Así que el joven me abriga bien, para salir a los jardines fríos, que daban hacía la entrada al castillo.  Cuando estuvimos dentro del castillo, Alejandro me llevo a una zona muy privada. Esa zona era exclusiva para la gente de la realeza, pero no dije nada al respecto, solo dejé que me llevara a algún lugar.

 La habitación en donde estábamos entrando, era la habitación del príncipe Alexander, lo sabía, porque muchas veces él nos traía aquí para ver algunas películas, o simplemente jugar. Lo único que era diferente, era que la decoración había cambiado por completo, para una persona de su edad.

-Nos meteremos en problemas. -Le dije con una sonrisa en mi boca, dándole a entender que, en ese momento, ya nada me importaba.

-No te preocupes, yo te cuidare. -Besa mi cabeza, para después acostarnos los dos sobre esa cama, que estaba algo fría. Así que de inmediato lo abrazo con fuerza, mientras me recuesto sobre su pecho.

-Lo lamento, es que hace mucho frio. -Él de inmediato se empieza a mofar.

-No te preocupes, el aroma de tu cabellera es deliciosa. -Yo sonrío con todos los dientes, ocultando mi cara de felicidad, sobre el pecho de este joven de piel caliente. Sabía que, por unos momentos, los dos estábamos pensando mucho en lo que había pasados esta noche, pero después de un rato, echamos a la borda todas nuestras inseguridades, para dormir en paz.

En ese momento de placer y felicidad, nunca pensé que había cosas más duras que superar, dentro de mi estancia en este lugar. Así que espero que duerma bien, ya que les queda mucho por pasar.

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