Capítulo 5. ¿Señor?

—Mucho gusto señor. —él arrugó su ceño en la forma que lo llamó.

— ¿Señor? Bueno tengo mis años pero...—Burak se dio cuenta que estaba dando explicación a una mujer completamente extraña, pero que de alguna manera, le nació de la nada hacerlo.

—Que tenga buen día—Jaqueline se mordió el labio antes de girarse para cortar la charla demasiado extraña con el hombre, Burak retrocedió y dejó que las puertas se cerraran, arqueó una ceja, intrigado. Muchas mujeres siempre querían hablar con él, y parece ser que en esta primera vez, ella no quería hablar.

"No es Estambul, Burak"

—Estás perdiendo el encanto, Burak. —murmuró para sí mismo mientras miró como los números le anunciaron casi la llegada al ático.

Jaqueline con la caja en el pecho, esperó que se desocupara el elevador, respiró al ver que venía hacia a ella, había descubierto que el hombre de traje elegante e intimidante era el dueño del ático. Recordó las palabras de su agente de bienes raíces, sí que provocaba algo su presencia, las puertas se abrieron y Jaqueline entró, subió al piso de arriba y se encontró con su ama de llaves esperando.

— ¿Por qué has tardado? Ya iba a buscarte...—dijo Mónica preocupada.

—Mucha gente en el elevador—Mónica se le hizo extraño la forma en que contestó, parecía irritada. — ¿Pasa algo? —Jaqueline preguntó al notar ansiedad en ella.

—Ha estado marcando tu tío, dice que cuando puedas que te comuniques—Jaqueline dejó la caja en el recibidor y buscó su móvil, que había dejado en la isla de granito.

Marcó el número de su tío, al tercer tono contestó Damián.

— ¿Dónde andas pequeña?—Jaqueline sonrió.

—Estaba subiendo la última caja de mudanza, ¿Estás bien? ¿Pasa algo?—escuchó un largo suspiro del otro lado de la línea.

—Es Jazleen, hemos discutido en el desayuno. Jodie la manipula, estoy cansado de toda esta situación. —Jaqueline se le oprimió el pecho al escuchar a su tío, se sentó en la silla y siguió escuchándolo.

— ¿Has pensado en separarte?—se escuchó un largo suspiro.

—Si lo hago, me quitará la mitad de todo lo que me ha costado levantar, tengo amor por mi legado, no quiero que lo destruyan en un cerrar de ojos.

—Pero es primero tu salud mental y física, ¿No crees?

—Lo he pensado, pero bueno, no quiero amargar tu mañana con mis problemas.

—No lo harás, quiero saber todo lo que pases, si es necesario sacarte de ahí, lo haré, créeme. —dijo segura de sí misma y se lo remarcó a Damián.

—Lo sé, hija—fue el turno de Jaqueline para soltar un largo suspiro. —Te dejo, iré a jugar golf con Smith.

—Bien, que pases buen día. —y terminó la llamada. Jaqueline se quedó mirando su móvil, por unos momentos más, Mónica alcanzó la caja que dejó Jaqueline al entrar, cuando se dispuso a desempacarla, notó algo en ella, miró el móvil en sus manos.

— ¿Estás bien?—Jaqueline levantó la mirada hacia la mujer y le sonrió mientras dejó el móvil en la barra, de regreso.

—Sí, —Jaqueline se bajó del banquillo, —Iré a darme un baño... ¿Te gustó tu habitación? —Mónica asintió.

—Mucha luz, es perfecta.

Después de desempacar todas las cajas restantes, el departamento lucía distinto, habían llegado varios artículos que había pedido Jaqueline en línea, una lámpara de araña de cristal, cuadros de uno de sus pintores favoritos, Leonardo Da Vinci, un escritorio para una de las habitaciones que eligió como despacho, la nueva sala de cuero color beige, la alfombra mullida que hacía juego con los objetos del lugar, incluyendo el nuevo papel tapiz.

—Haré la cena—dijo Mónica caminando hacia la cocina, pero Jaqueline la detuvo.

— ¿Y si vamos a cenar? estuve investigando, hay un restaurante de comida italiana. —Mónica asintió.

—Lo que tú quieras...—se alistaron y entraron al elevador para bajar al estacionamiento privado, las puertas se abrieron y Jaqueline escuchó su nombre cuando empezaron a caminar hacia el auto, ella se giró y vio a Kerem.

— ¿Kerem?—Kerem con una gran sonrisa en sus labios y sorprendido por ver a Jaqueline.

—El mismo. ¿Qué haces por aquí?—preguntó Kerem dejando un beso en su mejilla, luego saludando a Mónica.

—Vivo aquí, aquí compré el departamento...—Kerem se sorprendió. —por cierto... ¿Y tú que haces aquí? No me digas que en el mismo edificio vive tu enamorada...—Kerem sonrió y negó.

—No, no, no. Vengo a ver a mi hermano, bueno, tengo que irme, odia que sea impuntual.

—Bien, nos vemos el lunes—se despidieron, Jaqueline manejó hasta aquel restaurante que el GPS le indicó.

Bajaron y encontraron una mesa en la terraza, ordenaron y comieron de lo más delicioso, pasaron al postre, entre pláticas, Jaqueline alcanzó a ver al hombre del elevador, el tipo de traje elegante, hablaba con una hermosa mujer rubia, con sonrisa perfecta, por un momento Jaqueline, pensó que podría haber ido más...arreglada.

— ¿Pasa algo? —Mónica sacó de sus pensamientos a Jaqueline, ella regresó la mirada y negó.

—Estoy llena. —Jaqueline no terminó su postre, los ojos de ella tenían curiosidad por la pareja de hace unos momentos, cuando levantó la mirada hacia aquel hombre, se quedó congelada por un momento, Burak la miró, quizás por más tiempo de lo que quería, la belleza de aquella mujer, lo había cautivado, sus ojos, su piel, sus labios, su olor, la forma de poner los ojos en blanco, se sintió...atraído extrañamente, era la primera mujer que parecía no llamar su atención, la acompañante de Burak, hablaba de algo sin percatarse que él no estaba prestando atención. Jaqueline desvió la mirada, miró a Mónica, quién ya había terminado, el mesero se acercó a ellas y dejó la tarjeta para pagar la cuenta, cuando regresó el mesero, Jaqueline y Mónica se marcharon.

Burak no dejó de ver a Jaqueline, hasta que desapareció de su vista, había notado que tenía un trasero grande en aquellos pantalones de vestir, era voluptuosa, su cabello castaño y largo, el color de sus ojos claros...sus pensamientos fueron interrumpidos por la mujer a su lado.

— ¿Burak? —Burak miró a la mujer a su lado. —Pareciera que estás distraído—Burak negó.

—No, no, te escucho. Hablabas acerca del diseño de la cocina.

—Oh, si el diseño, quieres una cocina grande, podemos crear una cocina con las indicaciones que nos has pedido, he visto unos diseños...—y la mujer siguió hablando, pero Burak tenía en mente aquella mujer.

"¿Por qué no sales de mi cabeza?"

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