Capítulo 1. Años después…

—Tienes que acomodar bien a las modelos, esto no es un programa de chisme caliente, ¡Y ya deja de cuchichear! —exclamó impaciente un hombre alto, de cuerpo fornido y con una cámara profesional a su ayudante, este comenzó a disparar el flash, moviendo de un lado a otro, para obtener varias fotos para la publicidad del comercial.

     Jaqueline apareció detrás de él.

     — ¿Qué andas de mal humor? —el hombre sin girar y detenerse con la cámara, sonrió, la melodiosa voz de Jaqueline, le agradaba escuchar por las mañanas.

     —No, es solo que mi tiempo corre y es preciado y él no me está ayudando—se quejó de su asistente, terminó de tomar las fotos, cuando este se giró hacia la mujer que estaba observando como trabajaba. Se impresionó la elegancia que portaba.

     Jaqueline lucía ese conjunto de dos piezas ejecutivo: falda lápiz color gris oscura, blusa blanca, sus zapatillas de tacón alto, le hacían ver, extremadamente sensual, tenía buenos chamorros, curvas y esos ojos claros, resaltaban con su piel pálida y el cabello negro.

     —Como siempre, señorita King, luce profesional cada mañana que la veo...—ella se sonrojó por el cumplido, aunque siempre lo hacía cada mañana que pasaba por ahí, no estaba acostumbrada a recibir cumplidos por su belleza y sus curvas pronunciadas, no era la típica mujer delgada, rubia, sonrisa perfecta y con un pecho con medidas promedio, ella tenía más del promedio, aun a pesar, del bullyng que recibía de pequeña por parte de Jazleen, su prima.

     —Muchas gracias, James. Que tengas buen día. —Jaqueline se dirigió a su oficina que se encontraba a lado de presidencia, era la mano derecha de Damián Ward, el propietario de D&W Entertainment, dónde se hacen anuncios y comerciales publicitarios. Llegó al último piso, cruzó los escritorios de las secretarias, notó que la puerta de Damián estaba abierta, pensó que pudo haber llegado antes que ella, ya que no alcanzó a desayunar con el resto de la familia, decidió ir primero a su oficina y dejar corriendo el sistema para revisar las ventas diarias y otros temas pendientes.

     Colocó su bolso en el pechero de la oficina, dejó su chaqueta a juego y salió directamente a presidencia. Tocó la puerta entreabierta, pero parecía que no habían escuchado, ya que se escuchó una conversación muy acalorada, se iba a retirar para darles privacidad, cuando escuchó su nombre, se detuvo y efectivamente, se hablaba de ella.

     —Creo que le das demasiado poder a ella, Jaqueline no es completamente de la familia, es hija de tu medio hermano, ¿Cómo le das más a ella que a tu propia hija?

     — ¡No empieces! ¡Siempre es el tema de todos los días! Jaqueline es el ejemplo que nuestra hija debe de tomar, Jaqueline es lo que debería de hacer Jaz, no solo estar sentada esperando que el dinero caiga cada mes, ¿Cómo es que puedes permitir que sea tan materialista?

     —Jaqueline es la culpable de que Jaz sea así. —Damián abrió sus ojos un poco más al escuchar esas palabras.

     —No te metas con Jaqueline, ella me ha demostrado que merece ese puesto, ¿Sabes que empezó de limpieza? ¡Ahora es la vicepresidenta! He sido testigo de su arduo trabajo, perseverancia, ella misma nunca quiso que se enterara nadie de que somos familia.

     —Jazleen y yo solamente somos tu familia.

     —No llegaremos a nada, así que, si es todo a lo que has venido, puedes regresar a casa, o a dónde te vas y te gasta el dinero cuando te pones de esta manera. —Damián le dio la espalda, el dolor de cabeza había aparecido.

     —Tienes que tener claro que Jaqueline no es nada mío, ni de Jazleen, así que...

     —Es mi sobrina y punto.

     —Pues Jaqueline ya tiene suficiente edad para independizarse, podrá mantenerse ella sola ahora que tiene el puesto que le corresponde a nuestra hija.

     —Jaqueline siempre ha sido independiente, ella aporta a la luz, al agua, ella compra su propia comida, ¡Por Dios santo! Así ha sido desde que ha llegado a nuestra casa, mi hermano le dejó dinero, así que no vengas con tonterías y deja a Jaqueline en paz.

     — ¡No la quiero en mi casa! ¡Solo anda provocando a nuestra hija! Siempre la pone de mal humor.

     — ¿Sabes algo? —dijo irritado Damián. —Hablaré con Jaqueline, creo que sería mejor que tenga su propio piso...—Jodie, la esposa de Damián sonrió triunfante.

     —Me parece perf… —Jodie fue interrumpida por su esposo.

     —Así deja ese ambiente tóxico, no es bueno para la salud. —Jodie alzó sus cejas con ira.

     — ¿Tóxico? ¡Es un...! —Damián la enfrentó.

     — ¿Soy un qué? ¿Te ayudo? —preguntó irónico levantando su barbilla desafiante hacia la mujer frente al escritorio. — ¿Soy un...hombre que mantiene hasta el más mínimo capricho de su esposa? ¿Soy un hombre que te ha soportado por más de veinticinco años? o ¿Soy el hombre que se está hartando de todas las cosas con las que sales solo por cagar su día? Soy el hombre que le estas colmando la paciencia y está a punto de ver a su mejor abogado para pedirte el divorcio. —ella se sonrojó del coraje.

     —Ya entendí. —Jodie se giró hacia la puerta dispuesta a irse, cuando la abrió, apareció Jaqueline.

     —Hola, Jodie, buenos días. —Jaqueline saludó como si no hubiese escuchado nada. Jodie la esquivó y no contestó el saludo. Como todos los días pasaba. Jaqueline lo había superado hace años. 

     —Hija, cierra la puerta, por favor. —pidió Damián amablemente. Lo hizo Jaqueline y esperó a que él hablara. —Toma lugar...—le señaló la silla frente a su gran escritorio elegante.

     — ¿Ha pasado algo? —preguntó Jaqueline a Damián al verlo masajearse bruscamente el rostro.

     —Estoy harto de ella. —confesó Damián.

     —Se nota, pero no hagas corajes, el doctor pidió que nada de eso porque puede afectar tu corazón.

     —Lo sé. —le sonrió Damián.

     — ¿Y bien? ¿De qué quieres hablar? —preguntó regresando la sonrisa, Jaqueline.

     —Tienes que dejar el ambiente tóxico de la casa.

     — ¿Tóxico? —preguntó Jaqueline, intentando no sonreír.

     Damián lo hizo.

     —Lo sé, no encuentro otra palabra, creo que lo de Chernóbil, no se le parece nada. —soltaron las risas, ya relajados, comenzaron a hablar.

     —No te preocupes, ya había pensado en mudarme, así que tranquilo. 

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