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Capítulo 3

Mía lo ayudó a ponerse de pie, no pudo evitar mirar su cuerpo, los instintos naturales de una loba, sobre todo delante de un lobo Alfa no son fáciles de controlar.

 – ¿te gusta lo que ves? –  él le preguntó, ella acto seguido dejo de ayudarlo y él trastabilló mientras se ponía de pie.

 – ya veo que te sientes bien, así que no necesitas mi ayuda. Te voy a traer ropa. Vas a tener que aprender a no convertirte en cualquier sitio.

 – no tengo intenciones de convertirme nunca más – le aclaró él

 – prometiste que me ayudarías.

 – prometí ayudar a mi hermano. Nunca dije que te ayudaría a ti. 

 – ¿no irás a retractarte ahora?

 – te dije que yo tengo palabra chica lobo

 – Mía – le dijo ella

 – ¿qué?

 – mi nombre es Mía

 – para mí eres chica lobo. ¿Me vas a dar ropa o prefieres mirarme toda la noche?

 – aunque es entretenido mirarte, prefiero que te vistas. –  le dijo ella dolida por sus palabras – mañana en la tarde viajamos a pueblo luna. –  él no respondió, se quedó parado como estaba esperando que ella regresará.

 – aquí tienes – le entregó ella una bolsa con ropa de hombre 

 – ya veo que estás bien preparada

 – cuando te quite el colgante, supuse que esto podía suceder.

Ella seguía mirando sin pudor sus partes íntimas y eso a él lo estaba excitando

 – si sigues mirando mi pene de ese modo se me va a gastar. –  le dijo el jocoso

 – no veo que te moleste demasiado – él sonrió y comenzó a ponerse la ropa. Solamente se puso unos bóxer y un pantalón de chándal. –  hablemos de lo que importa. ¿A qué hora podríamos partir?

 – después de media tarde, tengo que dejar en orden la empresa. También necesito que mi querido hermano venga aquí a suplirme. Nadie lo va a atacar, solo es hacerse pasar por mí.

 – pienso que no va a haber ningún problema con eso. –  dijo Mía después de pensarlo – si quieres puedes quedarte. –  le dijo

 – no tenía intenciones de irme. Si te das cuenta me pongo cómodo. –  se señaló el torso desnudo. A ella le pareció una provocación y no pensaba dejarlo pasar. Se pegó a él y lo aventó con fuerza a uno de los asientos – tranquila loba. No voy a escaparme – se sentó a horcajadas sobre él. Puso sus manos en el torso desnudo y movió su trasero sobre su creciente erección. Él comenzó a sentir el olor a hembra, sus instintos estaban muy despiertos por su reciente cambio. El vestido de ella se había subido a sus caderas y él por primera vez colocó sus manos en el cuerpo de ella. –  detente loba

 –  no creo que quieras que me detenga lobo Alfa

 –  yo no soy un lobo Alfa, no soy un lobo y punto –  dijo el molesto

 –  puede que no te guste, pero es lo que eres –  la quitó de encima de él y se levantó

 –  yo de cualquier forma no voy a tener sexo con la pareja de mi hermano.

 –  no soy pareja ni de tu hermano, ni de nadie –  le aclaró mientras se arreglaba la ropa.

Él se detuvo porque le molestó la insistencia de ella con lo de ser lobo Alfa, pero también porque Lara vino a su cabeza. –  puedes dormir aquí. Te traeré mantas.

La dejó irse y se sentó en el asiento más cercano, apoyo las manos en sus rodillas y la cabeza en ellas. Aún le dolía el cuerpo de la conversión y ahora también sus testículos. Ella salió de la habitación en la que había entrado con mantas y almohadas en las manos, las deposito sobre el primer mueble que vio y se retiró sin decir nada. Él se acostó, podía escuchar todo lo que hacía ella en la habitación, la sintió también preparar el baño y entrar en la tina. En el estado de excitación en que se encontraba era difícil no ir a ese baño. Se quedó quieto, aprovechando sus instintos para seguir sus movimientos. Se relajó, incluso la sintió cantar, de pronto se quedó en silencio y el movimiento en el agua cambió. Su canto cambió a gemidos, él volvió a excitarse y no pudo controlar más sus deseos. Entro al baño, vio lo que estaba escuchando, ella estaba en la bañera, con las piernas colgando por fuera y sus manos se perdían bajo el agua. Su cabeza recostada en el borde y sus ojos cerrados.

 – ¿lo estás haciendo a propósito verdad? –  le preguntó él, estaba recargado en el marco de la puerta. Ella lo había sentido llegar así que no se sorprendió cuando lo escucho hablar.

 – no sé a qué te refieres. Solo estoy disfrutando de mi cuerpo – respondió ella sin dejar de hacer lo que hacía.

 – loba, lo que haces no está bien. Uno no provoca a un hombre.

 – yo no quiero un hombre Luter, yo soy una loba Alfa. Luna de una manada, Un hombre no es capaz de satisfacer mis deseos. –  ella levantó la cabeza y abrió los ojos, su pelo color fuego estaba mojado y contrastaba con su piel pálida y sus ojos estaban de un color dorado que Luter no había visto antes.

 – ¿qué es lo que estás buscando Mía?

 –  así que sabes que mi nombre es Mía.

 –  prefiero decirte loba, pero eso no me hace imbécil –  ella se seguía tocando durante la conversación y Luter seguía sus movimientos al pie de la letra.

 –  ya lo sé lobo, de estúpido no tienes un pelo.

 –  deja de hacer lo que haces Mía –  ella en vez de hacer lo que le pidió regreso su cabeza al borde, y cerro sus ojos. Intensificó sus movimientos y sus gemidos. Él no pudo más y la saco del agua en brazos. La depositó en el suelo frente a él y la beso.

 –  no quiero un hombre, Luter –  le especificó Mía

 –  déjame mostrarte y después me dices

La colocó de espaldas a él, le separó el pelo del cuello y la beso en ese lugar, la inclinó sobre el lavado y la penetro, ella estaba más mojada de lo que llevaba rato haciendo, se quedó un momento quieto y luego tomo un ritmo lento pero constante.

 –  por esto es que no quiero un hombre, me da gracia lo que haces –  dijo ella retándolo, él la volteó, la subió en la encimera y regreso a su interior. Esta vez su ritmo era salvaje, ella comenzó a gemir con fuerzas.

 – ¿ahora que me dices loba?

 – mejoraste un poco – él sonrió, la recostó en la pared que tenía detrás y subió las piernas de ella a sus hombros. Subió más el ritmo y los gemidos de ella se convirtieron en gritos.

 – controla el volumen loba, nos van a llamar a la policía – a ella no le gustó su comentario, utilizo su fuerza para voltearlo a él contra la encimera en la que antes la tenía subida a ella. Se subió en su cuerpo y utilizo el impulso para introducir el pene de él en su interior. Tomo el control de la situación. Lo monto de una forma totalmente salvaje hasta que logro tener su orgasmo, él aprovechó que el cuerpo de ella convulsionada de placer y la apoyó contra la pared para terminar de saciarse. Salió de su interior y tiró su semen en las piernas de ella.

 – ¿esto era necesario? –  preguntó ella refiriéndose al semen en sus piernas

 – la verdad es que no, pero si entretenido. Ven aquí – tiró de ella y entraron juntos a la bañera

 – ahora viene la parte romántica? –  le preguntó ella 

 – para nada loba, solo creo que, si ambos necesitamos un baño, y estamos aquí. ¿Por qué perder tiempo?

Se bañaron, él fue a dormir al sofá, por pedido de ella. De este modo quería hacerle ver que había sido solo sexo. Ella se acostó en su cama, al día siguiente él se levantó temprano llamó un taxi, para cuando Mía se despertó, ya no estaba por ninguna parte. Había ido a cambiarse y a dejar algunos asuntos de vital importancia resueltos. Pero ella no tenía modo de saberlo. Se vistió y fue a la empresa a buscarlo. Sus venas ardían de rabia para cuando llegó.

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