El diario del demente
El diario del demente
Por: Jack Dreamer
Capítulo 1

Muchas aventuras han sido vividas por quien hoy te habla, muchas de ellas han sido un juego, muchas de ellas desde luego me hicieron volar, muchas  de ellas me marcaron, al final ellas son las que llevan al otro lado del inicio, no te las conté pues no sabía que algo tan ordinario como la escritura podía sosegar las tempestades habidas en mi vida, mucho menos que serías el sendero a la cordura perdida, en fin, quiero comenzar por el pasado, no por el presente pues honestamente aun ando algo estancado acerca de la decisión que planeo tomar, quiero que sepas que lo que te voy a contar es la verdad, espero tú me creas, no lo hizo nadie, para serte franco dudo que lo hagan y de todas maneras no me quita el sueño que no me crean. Hoy la vida humana vale tanto como la de una mosca volando sobre estiércol, esa es una de las tantas razones por las que se ve todo lo que hoy en día se presencia, desde la indiferencia hasta la envidia. Quiero empezar diciendo que nunca he escrito un diario y este no es uno, pero te llamaré diario para sentirme cómodo, he oído como se sienten los jóvenes de mi edad cuando escriben en lo que llaman diario, es como hablar con un confidente empastado, en fin.

Mi nombre es Dante Esteban Ali Tarantino Hayden, sí lo sé, muchos me han dicho:

 “Que eufónico nombre” “Que nombre tan elegante”. Honestamente yo no creo que tenga algo de elegante, aunque admito que me gusta mi nombre ya que Dante es un gran escritor y Ali es un nombre elegante y a mí parecer bello, como sea, ese no es el tema, querido diario ¿te puedo confesar algo? Mi nombre me asustaba y a muchos más también les asustaba ¿sabes por qué? Porque al juntar las iniciales, hallarás una palabra, la misma que muchos temen, la misma que muchos desean, la misma a la que muchos le ocultan su miedo y a la que ciertas personas confían su paz, esa palabra es Death, no la traduzco pues todo el mundo ya sabe que significa, el sinfín de películas norteamericanas nos lo dejó  más que claro, ese fue el primer peldaño a una vida llena de peripecias que el mundo no supo comprender, nadie supo ver lo que pasaba a mi alrededor ni yo me di el tiempo suficiente para agradecer a quienes me quisieron ayudar. Dicen que la familia, el amor y tus metas son lo más importante en la vida del hombre, sin embargo, en mi caso lo principal era sobrevivir, saber reír para esconder mi quebranto, saber cerrar los puños para enfrentar el desencanto de la frustración, saber seguir pese a los vendavales que esta sociedad llena de caníbales me propinaba sin explicación previa.

Mi familia era bella, mi infancia fue aceptable. Recuerdo algunas tardes de domingo jugando en los parques con niños de mi edad, los partidos de balón pie que acaban con místico beso materno para mitigar el dolor de una victoria, el baile de la hojarasca al ritmo de la última brisa de estío y el atardecer tiñendo el cielo de un bello color arrebol con partes doradas, todo un espectáculo para la vista. Algunos campamentos en la playa donde la fogata moría irónicamente a la hora muerta y despertábamos por el destello de la alborada. Recuerdo las cenas en casa, el orden de los platos en la mesa circular, mi padre frente a mi madre y yo en el medio, tenía el sueño de un hermanito y mi familia también.

De repente la noticia llegó una tarde de otoño, cuando mi madre sintió unos mareos y con mi padre fueron al hospital, luego de muchas horas regresaron y mi madre con una sonrisa tierna y los ojos lleno de ilusión miraban a mi padre con amor y felicidad y mi padre observaba a mi madre con un gesto de orgullo para luego mirarme con unos ojos que decían sin palabras “hijo, lo logramos”, mi madre empezó a dar saltitos de niña emocionada con los puños cerrados y me dijo:

—Hijo, tenemos una noticia que darte— ni bien terminó esta frase en sus ojos se formaron ríos cristalinos que dejaban un camino de felicidad desbordada que moría en la luna de su sonrisa, me parecía tan tierna verla con esos ademanes de niña orgullosa, como una escolar mostrándole a su madre su vasito con un tallo con hojitas producto del germinar del frijolito que previamente fue.

Yo en mi curiosidad solo le respondí:

—Dime ¿Qué pasó? —para cuando me di cuenta, su euforia me había contagiado y yo estaba sonriendo con ella.

— “Tendrás un hermanito” —contestó mi madre y se dibujó un gesto de alivio en el rostro de mi dichosa madre que sentía el peso de la calma luego de contarme la buena nueva.

La felicidad llegó a la casa Tarantino Haydén con el presagio de un nuevo integrante, los cambios empezaron y realmente fueron bastante rudos. Para empezar, la mudanza a una casa más grande con un cuarto más, el ver a mis padres pintando el cuarto de dos colores, la mitad rosa por si era niña y la azul por si era varón, la verdad es que me dio algo de celos, aunque a mí también me alegraba. Todo pintaba muy bien para nuestra familia. Pero como todo lo que representa alegría en la vida se va como una pluma delante de un suspiro, se venían tardes de luto para los Tarantino Haydén. Una mañana donde el alba se asomaba con intención de iluminar todo el día y todo parecía tranquilo, con una atmosfera tan alegre que se vivía el día sin ganas de que la noche llegara. El rutinario desayuno, mi padre se disponía a tomar su religioso té con su infaltable pan con mantequilla antes que yo llegar a la cocina, parecía que se levantaba antes solo para que lo halle comiendo o al menos eso pienso yo y todo se vestía como un día más del montón, de pronto le pregunté:

—Papá ¿Cómo se llamará mi hermanito? —Y justo cuando mi papá me iba a responder se escuchó un grito desesperado que provenía del cuarto de mi madre

— “¡JULIO! ¡JULIO, VEN RÁPIDO POR FAVOR!” —

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo