Capítulo 5

La cena acabó hace unos minutos, Marcelle ya está desesperada por irse, pero a su "hermosa cuñada" se le ocurrió proponer que se fuera con Hugo. Le sonríe a una mujer que se acerca a ella.

—Hey hola, Soy Catalina —dice la chica sonriendo.

—Marcelle, un gusto —dice devolviéndole la sonrisa.

—Soy la esposa de Marcos, uno de los amigos de tu novio —dice señalando al grupo de tres hombres.

—Oh que bien. ¿Tienen mucho tiempo?

—Dos años y medio de casados,  y una nena de casi dos años —dice sonriendo.

—Que bien.

—Me sorprendió que Hugo se haya metido en una relación seria jajaja era el más hijueputa de todos —dice riendo.

—Así me han dicho.

—Nos tenemos que ir —dice Hugo llegando hasta donde las chicas.

—Nos vemos Catalina —dice Marcelle sonriendo.

—Adiós Marcelle, ha sido un placer —dice despidiéndose con la mano.

Marcelle camina y Hugo la toma de la mano para encaminar la fuera del salón del hotel. Ella mira sus manos entrelazadas y luego mira di perfecto rostro.

—Esto es sólo una maldita pantalla,  porque debe de haber algún fotógrafo cerca. No te acostumbres —dice sacando el control de su finísimo auto.

—No soy de acostumbrarme rápido —dice soltando su mano.

Hugo le abre la puerta del auto y ella entra. Observa el interior y le encanta, huele a él. 

Hugo entra, enciende el auto y arranca como loco, sin importar la velocidad.

—¿Quieres bajar la velocidad? —pregunta alterada.

—No, si abría querido, lo hubiese hecho —dice dándole una sonrisa burlona.

—Eres tan imbécil.

—No te imaginas cuanto —dice acelerando el auto.

—Lo que me faltaba para arruinar mi vida... morir junto a ti.

Hugo la ignora, se detiene en un semáforo y observa por la ventanilla ignorando por completo a la hermosa mujer que tiene al lado.  Marcelle igual lo ignora, aunque de vez en cuando le da miraditas.

Finalmente llegan a la mansión,  Hugo baja de primero y Marcelle se adelanta abrir la puerta.

—Aquí no finjas, que no hay paparazzi —dice pasándole por el lado.

—Ridícula —dice cerrando la puerta  del coche.

—Gracias —dice levantando el dedo corazón.

Hugo camina detrás de ella con rabia. Marcelle entra y sube a su habitación sin mirar atrás, cierra con seguro y empieza a despojarse de todo lo que lleva encima. Se deshace del peinado y se pone un pijama cualquiera para dormir. Dominic prometió regresar al otro día a maltratarla.

Día siguiente.

—Hoy no tenemos tiempo para ejercicios, tienes que acompañar a tu novio a una reunión con unos amigos —dice Dominic regresándola a la habitación.

—Mi presencia  no es necesaria allí —dice entrando a la habitación de mala gana.

—Claro que lo es, todos llevarán a su pareja ¿o quieres que él lleve a la Anastasia esa?

—Me da igual. Hasta se lo agradecería —doce sentándose en la cama.

—Levanta tu maldito trasero de ahí, ahora mismo —dice Dominic irritado —ve a darte una ducha.

—Aaah estoy harta —bufa caminando hasta el baño.

Luego de ducharse, Dominic se encargó de ella, poniéndola como toda una reina. Hugo está irritado esperando por ella, ha querido irse solo, pero su padre lo ha mantenido en espera.

Dos semanas

después

Marcelle

He sobrevivido a dos semanas, y aunque no ha sido fácil, tampoco ha sido muy malo quizás porque tengo 10 días sin ver a Hugo y tampoco me ha hecho falta. Hanna y yo nos hemos vuelto un poco cercana es una boquilla y he hecho mis días un poco más llevaderos.

Son las 8 de la mañana y el hambre me está matando,  hasta las 10 no sirven el desayuno y no creo que aguante. Quizás si voy antes de que todos salgan podría comer lo que se me antoje, ya que la dieta que me puso Dominic me tiene de mareos en mareos.

Bajo las escaleras despacito y me encamino a la cocina. Saludo a la señora que nunca tiene buena cara y ella me ignora. Tomo pan, queso, jamón, ketchup, mayonesa y me preparo un buen sándwich. La señora me mira de pies a cabeza y tuerce el gesto. Tomo jugo de manzana y lo sirvo. Espero a que la tostadora haga lo suyo mientras observo mi celular el cual de inmediato suena con una llamada de mi mejor amiga.

—Pero qué guapo tu novio de tres meses —dice inmediatamente abro la llamada.

—¿Qué, dónde lo haz visto? —pregunto apagando la tostadora.

—¿No les el periódico o no revisas i*******m? —pregunta alarmada.

—Fueron la portada de una revista y están en todos los periodos y en i*******m ni se diga —dice riendo —Se ven bastante lindos y feliz juntos.

—Esto se está saliendo de control. No te dejes engañar por esas fotos, es una pantalla —digo caminando con mi sándwich hasta donde he dejado el jugo.

—Nadie creería que es por obligación ¿y esa chica la Anastasia es tu nueva amiga?

—No, jamás, digamos que es el polvo de Hugo, me cae pésimo.

—¿Por qué se folla al Hugo?

—No porque se cree mejor, además i tengo pisotearme.  Le he declarado la guerra y no por Hugo no, si no porque me cae mal y me divierte como se pone cuando me le enfrento —carcajeo y miedo mi delicioso sándwich.

—Te me nadas poniendo mala —dice riendo —¿Como han sido estas semanas?

—Un desastre total, y ahora debo pensar en que le diré a mis padres cuando vean mis fotos en los periódicos.  Se supone que vine a trabajar, no a recibirme con un millonario guapísimo.

—Y sexy —añade mi amiga.

—También es egocéntrico y estúpido —digo tomando de mi jugo.

—Uiii no sabía. Bueno, piensa que le dirás a tus padres y veré en qué puedo dejarte, te dejo —dice mandándome un beso largo.

—Cuídate más tarde te llamaré.

Cuelgo la llamada y me giro para recostarme de la encimera mientras termino mi robado desayuno, me sobresalto al ver a Hugo muy cerca de mi. Con ropa de gimnasio. Está sudado, con el pelo revuelto y mojado, lleva una toalla blanca sobre su hombro y me mira sin ninguna expresión.

—Entonces soy guapo, egocéntrico y estúpido —dice asintiendo mirando mi celular.

—Y metiche también, es de mala educación escuchar conversaciones agenas.

—Y es de mala educación hablar mal de otra persona.

—Me da igual.

—¿Qué comes? —pregunta mirando mi mano.

—Lo que estás viendo, espero que no vayas con el chisme —digo tomando del jugo.

—Lo que hagas con tu vida —mira a la señora de la cocina que vuelve a entrar. Me mira a mi y acerca más su rostro al mío —Me importa una m****a —dice dándose la vuelta.

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