Capítulo 3

Marcelle se pone un vestido floreado hasta abajo de las rodillas y recoge su pelo luego de la larga ducha que tomó.  La noche de anoche fue intensa  e incómoda. No sabe que le espera para hoy, quizás la señora la oriente o simplemente la deje en su habitación.

Ya arregló la cama y abrió las cortinas para que la claridad entrase en su hermosa y enorme habitación. 

Los cristales están empañados por el frío. Marcelle se queda viendo parte del jardín y la alberca que se ve fría pero tentadora. 

La puerta de su habitación se abre dejando ver a un Hugo recién duchado, con traje bien planchado y entallado a su cuerpo.

—¿A qué hora te largas? —pregunta acercándose a grandes zancadas. 

—¿A dónde? —pregunta Marcelle haciéndose la desentendida.

—No me veas la cara de estúpido, muerta de hambre —dice tomándola del brazo.

—En primero lugar a mi me hablas en buen tono, en segundo no me toques y en tercero soy tu novia y no me iré a ningún lado —dice cruzando sus brazos sobre su pecho.

—¿Novia? Jajaja mírate niña, mírame.  Está más que claro que algún drama le hiciste a mi madre para estar aquí, está más que claro que no eres más que una cazafortunas —dice mirándola fijamente. 

—Di y piensa lo que quieras —se da la vuelta para volver a mirar por la ventana.

—No te quiero cerca de mi y espero que te largues pronto, o yo mismo te haré la vida imposible para te largues —escupe con rabia.

—Adelante —dice Marcelle mirándolo por encima de sus hombros.

Hugo se va dando un portazo y Marcelle deja escapar unas lágrimas por la impotencia y la rabia. No sabe al gran reto que se está enfrentando. Pero todo sea por su familia.

—Buenos días querida —entra Carmen muy sonriente.

—Hola —dice amargada.

—Ya es hora de desayunar, y en unos minutos llegará tu tutor —dice halándola del brazo.

—¿Tutor? —pregunta dudosa.

—Si querida, te hacen falta unos cuantos modales, te va a orientar para que aprendas a vestir y así sucesivamente  —dice encaminándola a la puerta.

Marcelle rueda los ojos y suspira con pesar. La señora la mira y vuelve su vista al frente. Llegan al comedor y ya todos están ahí para desayunar.

—Quedaste viva —susurra Hanna a Marcelle cuando ella toma asiento.

—Anja —solo dice.

Hugo la mira con rencor y empieza a servirse sin escuchar lo que su madre le dice. La señora suspira cansada y empieza a servirse al igual que el señor Humberto. 

Marcelle toma la jarra de jugo, se sirve y cuando la va a poner en la mesa, se le voltea todo el líquido sobre la mesa. Hugo da un golpe en la mesa haciendo que todos se sobresalten.

—¿Qué desastre fue el que trajeron aquí? —pregunta entrelazando sus manos y mirando a su madre.

—Respeta Hugo —dice el padre ya enojado.

—El desastre que será tu esposa —dice Marcelle levantándose de la mesa —Con permiso —se va a su habitación y se encierra con llaves.

Los demás se quedan en la mesa, Hanna se sirve sin darle importancia a la situación. Hugo empieza a comer sin mirar a sus padres. Como que nada ha pasado.

Media hora después llega el tutor de Marcelle, ya Hanna se ha ido a la universidad y Hugo a trabajar. El spor Humberto se fue a su despacho para leer algún libro, preferiblemente uno de romance escrito por su esposa.

—¿Dónde está la chica? —pregunta Dominic mirando a todos lados.

—No tarda en bajar —dice Carmen tomando la taza de té que tiene en frente.

—Espero que no sea complicado tratar con esa chica —dice mirándose las uñas.

—Hola —dice Marcelle entrando al estudio.

—Ya empezamos mal —dice Dominic apretando sus sienes —Mala postura, muy mala manera de saludar, mal vestuario. Serás un reto muy grande —dice poniéndose de pies.

—Pues que mal —dice Marcelle encogiéndose de hombros.

Dominic suspira con pesar y se acerca a ella, toma su barbilla y mira sus facciones de cerca.

—No eres fea, solo tienes que bajar unos cuantos kilos —dice mirando su cuerpo.

Marcelle tuerce los ojos y Carmen sonríe. 

—Los dejo, debo resolver unos asuntos —dice Carmen saliendo del estudio. 

—Veré que puedo hacer con esto —contesta Dominic mirando a la señora y luego a la chica con algo de desprecio.

Hace a Marcelle girar, la mira de todos los ángulos, de pies a cabeza. Quita la coleta que sostiene su pelo y se lo suelta.

—Wow, tienes un pelo increíble, unas mechitas no le vendría nada mal, necesitas limpiarte las cejas, esas uñas necesitan un poco de gel, no se si sabes pero aquí hay un gimnasio privado en la parte de arriba, así que no hay excusas para esos kilos demás —dice dándole unas palmadas en el hombro.

—¿Por qué tengo que cambiar tanto mi imagen?, estoy harta y aún no empiezo —dice caminando hasta sentarse en un sofá. 

—Porque la futura esposa de un magnate y dueño de varias empresa, que está bajo el lente, no puede andar como pordiosera —se mira las uñas y luego mira a la chica levantando las cejas —Mírale el lado positivo.

—A ver, ¿cuál? —pregunta la chica cruzándose de brazos.

—No tendrás que operarte el culo, ni las tetas, ni la cara, son migajas las que necesitas en tu cambio —dice haciéndole señal para que se levante.

—Wow me gusta el lado positivo —dice con sarcasmo.

—Hoy hay una cena, y espero que por lo menos tengas un poco más de modales. Nada de virar los ojos, de hacer malas caras, debes sonreír siempre y demostrar que eres la señora de Anston, siempre tener actitud y no ser muy tú,  porque lo arruinarías todo...

—Cómo me estás arruinando el día —dice entredientes.

—Empecemos y cállate —dice Dominic acercándose a ella —Lo primero es la postura, debes tener el cuerpo firme, bien derechita,  no tienes mal cuerpo, solo que no lo sabes usar.  Tienes buenas facciones, tu pelo es tu mayor atractivo pero tú eres un desastre, así que vamos y coge actitud, usa lo tuyo —dice dándole una  nalgada.

—Siento que me estás preparando para prostituirme —dice Marcelle con las manos en la cintura y su cuerpo bien estirado.

—No seas dramática y concéntrate —hace una pausa y se posa frente a ella —Se qué estás aquí por una deuda, la señora Carmen no es tan mala como quizás la veas, es una señora que cree en el amor y esas cursilerías,  según ella vió en ti esa aura y esa chispa que haría caer a su hijo a tus pies, yo igual veo alguito, pero te diré un secreto —hace una pausa y se acerca más a ella. Le da un golpe en la muñeca para dejar caer una de sus manos que estaban en la cintura —.Quizás Hugo te esté tratando pésimo, pero no es así. Tiene miedo de enamorarse, de tener la responsabilidad de una familia, es un gilipollas si, que le encanta más follar que alimentarse, pero te digo que tiene un corazón enorme, algo más también, pero si, tiene buen corazón, puede llegar amar con intensidad, solo debes saber sobrellevarlo y entenderlo, no darte por vencida y verás como cada uno caerá a los pies del otro...

—Creo que andas mal interpretando las cosas, esto es solo un trato de 3 meses, por si no lo sabías. Además, no creo que llegue a enamorarme de ese tipo —suspira —. Por favor, tengan claro en su cabeza que desde que pase ese plazo de tiempo, me largo a mi antigua vida, solo estoy aquí porque a la señora se le ocurrió querer darle una lección al cabezota de su hijo —dice aún firme, ya cansada de la postura.

—Jajaja ya verás como caerás y él también. 

—No creo que suceda —dice riendo con nerviosismo.

—Hagamos un trato —se aleja un poco de ella —Si no se enamoran en esos 3 meses, te regalaré un auto y si se enamoran, yo me encargaré de todo el arreglo de la boda y de vuestra imagen —dice sonriendo de lado.

—Trato hecho —se encoge de hombros, restándole importancia.

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