Enamorada de un amnésico (libro 2)
Enamorada de un amnésico (libro 2)
Por: Justa Margarita
1. La foto

Sean bienvenidos a la segunda entrega de la saga #Hermanos Harris. Si no han leído la primera, se los recomiendo. Gracias por estar aquí, espero les guste.

     #Hermanos Harris

Libro I: Enamorada de un misógino. (Daniel Harris)

Libro II: Enamorada de un amnésico. (Daniel Harris)

LIbro III: Llámame acosadora. (Jessica Harris)

Libro IV: Me enamoré del hermano equivocado. (Nicolás Harris)

Daniel la estaba acariciando el brazo mientras iba depositando besos tiernos a cada paso, era agradable, la hacía sentirse bien. Pero de pronto una mano oscura lo alejó de sus brazos, ya no podía verlo, era todo oscuro y daba miedo, gritó su nombre desesperada, pero no contestaba y ya no podía verlo. De pronto se despertó pronunciando su nombre y regresando a la realidad, Daniel no estaba. Habían pasado cuatro largos meses y no habían vuelto a saber nada de él. Encogió las piernas todavía en la cama y comenzó a llorar, en eso consistía últimamente su vida desde que lo había perdido, nada tenía sentido.

Habían pasado cuatro meses y nadie había vuelto a saber de Daniel, no habían podido localizarlo y no llevaba su móvil con él. Nicolás y Sídney estaban devastados. El psicólogo contratado por Joanna los primeros meses intentó convencerles diciendo que él se había marchado por su cuenta, que tal vez lo del matrimonio había tenido algo que ver considerando su condición psicológica, había tenido que pasar de odiar a las mujeres a amar a una de ellas, por no mencionar la presencia inesperada de su madre haciéndolo revivir todo lo que había tenido que pasar después de su partida. Quizás los demás se lo creyeran y probablemente por algún momento Sídney se lo había llegado a plantear, pero sabía que había algo más, algo que nadie sabía. Ella misma estaba presente cuando lo alejaron de su presencia y era claro que no quería separarse de ella, no tenía ningún problema, estaba muy feliz con ella, lo habían secuestrado, aunque intentaran convencerla de que no era así dado el estado en que se encontraba cuando sucedió todo.

Eduardo había hecho lo que había podido, y la madre había luchado lo que había considerado suficiente para ella y en unas semanas había regresado de donde solo ella sabía que venía. Parecía que podía superarlo, así como si nada, pero ella y Nico no lo conseguían, simplemente no podían.

Desde que la separaron de Daniel, Nicolás se había quedado a vivir con Sídney en la casa de su hermano, necesitaban estar los dos para enfrentarlo juntos, eso habría querido Daniel, además necesitaba asegurarse de que ella estaba bien por si regresaba su hermano, estaba convencido de que en algún momento regresaría, aunque el pasar de los días no ayudara demasiado.

Habían comenzado las clases en la universidad, tal vez eso les ayudara a mantenerse un poco distraídos. Era el último año para Sídney mientras para Nicolás era el primero, se había matriculado y asistiría a la misma universidad que ella, así la tendría todavía más cerca, necesitaba estar siempre con ella porque le recordaba a su hermano, lo mucho que la quería y todo lo bueno y divertido que habían vivido juntos. De igual manera él también la recordaba a Daniel y eso les daba suficientes esperanzas de que volverían a estar con él.

Sídney se levantó débilmente de la cama y se metió en la ducha a darse un baño. Cuando terminó, se secó y regresó al cuarto a ponerse algo que vestir. Abrió el vestidor y allí estaban colgadas las ropas de Daniel como siempre. Desde su partida se había instalado en su cuarto, de todas formas, es lo que habría pasado después de su matrimonio. Estar en él le daba esperanzas de que todo iba a volver a la normalidad.

Se puso lo primero que encontró, cogió su mochila y bajó al salón, luego a la cocina. Nicolás estaba ya listo como siempre y estaba preparando el desayuno. Ella colgó la mochila en la silla mientras se sentaba a la mesa con Nicolás.

Desayunaron juntos, aunque en silencio, últimamente no tenían mucho de qué charlar, a veces Nicolás se detenía a observarla y aunque ella le sorprendiera haciéndolo no apartaba la vista. De vez en cuando ella le sonreía fugazmente y otras veces simplemente resoplaba.

—¿Lista?

—Sí.

Recogieron sus mochilas y salieron de la casa para subirse al auto que conducía Nicolás.

Una vez en la universidad se despedían antes de separarse e irse cada uno a su clase. Las clases pasaban volando y cuando se distraía pensando en qué podría estar haciendo Daniel se perdía las explicaciones del profesor. Sintió que vibraba su celular en la mochila, lo sacó para ver que se trataba de Olivia, su amiga. No podía contestarla en la sala, así que no lo hizo. La verdad es que desde el incidente contestaba a casi todas las llamadas por si alguien sabía lago de Daniel, pero cada vez que la llamaban era para preguntarla cómo estaba y se estaba hartando de contestar aquello que los demás esperaban escuchar, ella no estaba bien y eso no iba a cambiar por la cantidad de veces que se lo preguntaran y desde ese momento ya no contestaba tanto a las llamadas.

En su dedo llevaba todavía el anillo de compromiso y el del matrimonio, no se lo quitaba para nada, era a lo que podía aferrarse, estaba casada con él y les quedaba por vivir su matrimonio, sabía que eso iba a pasar porque tenía que pasar, no quería imaginarse por lo que estaría pasando él durante todo ese tiempo porque le desgarraba el alma, sobre todo al recordar la manera en que lo llevaron, otra lágrima abrió camino por su mejilla y lo secó con sus manos. Otra llamada de Olivia, parecía insistente.

Acabaron las clases, ella recogió las cosas y salió al patio a esperar a Nicolás. De pronto vio a Roxana y sus compañeras, cuando ésta la vio se despidió de sus compañeras y se acercó a ella.

—Hola. — le saludó. —supongo que estarás esperando a Nicolás. — Sídney no pronunció palabra, pero su mirada contestaba a su pregunta. Roxana suspiró y forzó una sonrisa. — Al final lo conseguiste, conseguiste que se quedara contigo.

A Sídney le reventaba hablar de esas cosas, hasta ahora no había visto una chica más bipolar que esta. Desde el incidente de Daniel, Nicolás se había distanciado de su novia y no le había dado explicaciones, no quería que supiera lo que le había sucedido a su hermano.

—¿Por qué mejor no hablas con él y aclaráis vuestras diferencias? 

—Estaría bien, pero como siempre está contigo no hay momento en que pueda verlo.

—Oye, si él no habla contigo ¿no crees que sea por alguna razón?

—¿Y cuál es esa razón? Hace meses que no me dirige la palabra, ni siquiera me contesta las llamadas, pero contigo no existe ese problema porque ahora sois cuñados supongo y vais a todas partes.

—Tienes derecho de pensar lo que quieras, pero por favor, a mí déjame en paz.

Le dio la espalda y de pronto apareció Nicolás. Observó a Roxana y ésta se quedó expectante, esperando que le hablara y le dijera algo.

—Nico. —suspiró. Pero él volvió la mirada a Sídney.

—¿Todo bien? — preguntó él.

—Sí, ¿nos vamos ya?

—Sí.

Se acercaron los dos al estacionamiento y se subieron al auto. Nicolás puso el coche en marcha y comenzó a conducir.

—Lo siento. —dijo él.

—La entiendo, la dejaste sin ninguna explicación. Tendrá sus dudas. ¿Qué piensas hacer?

—No lo entendería, cortaré con ella y quizás así deje de molestarte. —Sídney se volvió a mirarlo.

—¿Esta es tu gran solución?

—Lo más importante para mí en este momento es encontrar a mi hermano y saber que tú estás bien, todo lo demás me da igual. No quiero que unos meros sentimientos me hagan desviarme de mi objetivo y conformarme, eso no pasará.

A Sídney le conmovió escucharle pensar de esa manera, desde que lo conocía esta era la primera vez que lo veía tan decidido y serio. Le acarició el brazo.

—Gracias.

—Él volverá a nosotros. — la miró. —eso te lo prometo. — regresó la mirada a la carretera.

En unos minutos estaba aparcando el auto frente a una hamburguesería. No tenían tiempo de cocinar en casa.

—Venga, comamos algo.

Se bajaron del coche y entraron en el establecimiento, cada uno pidió hamburguesa y un refresco. Volvió a sonar el móvil. Lo sacó de la bolsa y lo colgó.

—¿Quién es?

—Mi amiga, Olivia.

—¿Y sabes qué quiere? — trajeron sus pedidos.

—Seguro que lo mismo de siempre, saber cómo estoy —sonrió tristemente al observar su palto de hamburguesa.

—¿Qué? —Nicolás se había dado cuenta.

—A tu hermano no le gusta ese tipo de comida ¿recuerdas?

Nicolás miró su plato y sonrió melancólicamente al recordar la cara de su hermano cada vez que lo encontraba en su cocina preparando cosas que para él no eran saludables. Cogió su refresco y aspiró de él con la pajita que llevaba. Casi todo les recordaba a él. Resultaba muy duro imaginarse una vida sin él, tenía que regresar.

Cuando acabaron, Nicolás pagó la cuenta y regresaron al auto. Era ya tarde cuando llegaron en la casa, Nicolás se dejó caer en el sofá, colocó las manos detrás de su cabeza y cerró los ojos. Sídney en cambio dejó su móvil sobre la mesa y subió a darse una ducha y cambiarse de ropa.

Cuando regresó, Nicolás le recordó que había tenido otras tres llamadas perdidas. Ya era suficiente, tenía que hablar con ella si quería que dejara de insistir, se recogió el pelo todavía húmedo en una cola y revisó su móvil, aparte de las llamadas perdidas, Olivia le había dejado un mensaje de voz. Lo puso en marcha y escucharon lo que ella tenía que decir.

     "Hola querida, ¿dónde te metes? Desde esta mañana no hago más que intentar localizarte, más te vale estar bien y recibir este mensaje porque tengo algo muy importante que contarte. Esta mañana en la facultad llegó un nuevo profesor y no me gustaría ilusionarte, pero creo que es tu esposo, ¡es Daniel! ¡Es clavadito a él! Y sabes que no te estaría diciendo esto si no estuviera muy segura de lo que te digo. De paso te envió una foto que le tomé mientras impartía. Por favor llámame cuando recibas este mensaje, creo que aquí está pasando algo más gordo. Te quiero mucho."

Sídney y Nicolás se quedaron totalmente de piedra al escuchar aquel mensaje, al escuchar mencionar el nombre de Daniel él se había incorporado al instante para escuchar atentamente el resto del mensaje. El corazón de Sídney latió a una velocidad inimaginable, estaban hablando del amor de su vida justo cuando estaba fabricando esperanzas de que él volvería con ellos. Reprodujo otras dos veces el mensaje y se llevó la mano a la boca, parecía todo irreal, parecía que estuviera soñando.

—La foto —se acercó Nico a ella. —dijo que te enviaría la foto.

Y así era, había enviado una, la abrieron y era Daniel, ¡era él! No podían desconocerlo, hasta tenía la cicatriz sobre la ceja derecha. Se le inundaron los ojos de lágrimas y se dejó caer en el sofá. Nicolás le cogió el móvil y marcó de vuelta a Olivia.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo