Capítulo 4

Adara.

Quedando el apartamento asolado me dejo caer en el sofá cama estilo nórdico, color rojo vino, me acurruco con el suave y esponjoso cojín, exhaló todo el aire que tenía contenido, me pierdo en las lagunas del remordimiento y del arrepentimiento, cierro mis ojos con fuerzas y la imagen de esos ojos verdes se hacen presente. Es inevitable pensar en él, es inevitable que mi corazón sienta miles de sensaciones, poco a poco siento que mi mundo da vueltas y vueltas, no puedo permitir que un hombre prohibido se apodere de mi corazón, creo que estoy a tiempo de poner en stop algo que nunca ha existido. Mi vida no puede girar en torno a él y menos sufrir por un amor que no es mío.

Abro mis ojos de golpe y me levanto con la única razón de llamar a Óscar, no permitiré tener este sentimiento de soledad porque mi única amiga decidió realizar su vida con el patán número uno. Ryan puede ser el dios griego que toda mujer puede desear y poseer, pero eso no le da el derecho de lastimar los corazones de los demás, el deber de él es respetar el noviazgo que tiene con mi amiga y yo debí ponerle un alto desde el primer momento.

 Camino en la dirección donde dejé mi bolso, empiezo a caminar de un lado a otro como una loca desesperada, no recuerdo donde dejé el maldito bolso. Me detengo en seco y empiezo a recordar que lo he dejado en la mesita que está en la entrada de la puerta principal, corro con desespero y... ¡Bingo! Lo he encontrado, tomo mi móvil y le marco a Óscar…

—Aló —susurro.

—Necesito verte y es de mucha urgencia —musito.

—Te has drogado, no ves la hora que es —exclamó. Agrando mis ojos y bajo el móvil y veo la pantalla ¡Las once de la noche!

—Pero si no es tan tarde y lo único que te estoy pidiendo es verte, pero creo que me he equivocado de persona —chillo.

—¡No! Nooo… Ahora me dices o mejor espérame qué llegaré en unos diez minutos —exclamó furioso. Hasta me ha reventado el tímpano.

—Pero no me grites, ¡tarado! —me exalté. Pero el muy tarado ya había colgado.

(...)

En efecto, diez minutos después estaban tocando el timbre, me levanto del sofá y voy descalza abrir la puerta. Abro la puerta y sin poder resistirme más lo abrazo, él me arrulla en sus brazos y yo gustosamente me desahogo en su hombro, sin querer empiezo a llorar como una magdalena, sinceramente la culpabilidad me está matando. Luego de estar minutos en brazos de Óscar y sentir sus cálidos brazos, poco a poco desciende el llanto. Me separo de él e hipando, e hipando intento decir una palabra.

—Podemos pasar, no nos podemos quedar aquí porque cogerás un resfriado —susurro. Asiento y ambos entramos al apartamento, Óscar cierra la puerta y me señala el sofá cama donde antes estaba postrada.

—Gracias por venir —musito.

—Te conozco bien Adara, me puedes decir lo que estás sintiendo, está claro que algo te está pasando.

—Kiara se ha ido —Óscar abre los ojos y luego enarca una ceja.

—Quiero la verdad, no huyas de mi Adara —me señala a modo de sentencia.

—Me he quedado sola, Óscar —siento mucha vergüenza y sinceramente no sé por dónde comenzar.

—Qué es lo que te tiene así. Visiblemente destrozada —susurro. Levantó su brazo y llevó su mano hacia mi mejilla.

—Delirio y pecado —frunce el ceño sin comprender lo que le acabo de decir.

—Odio decir esto, pero es momento que me digas que es lo que está pasando, la angustia y la curiosidad me van a matar de un solo golpe.

—Me desharé, por dentro me desharé de todo el remordimiento que siento —se quebrantó mi voz.

—Estoy aquí para ayudarte y ser tú paños de lágrima.

—Recuerda al hombre guapo, alto y sexi, él que te pidió que lo atendiera personalmente —niega y me enfurece—. Él es más y menos que el novio de Kiara y lo peor es que me he liado con él—Óscar se paraliza y comprendo su reacción.

Mis lágrimas vuelven a descender, él toma mi mejilla y se me abalanza con mis labios, me quedo petrificada sin entender qué es lo que está pasando, cierro mis ojos y me permito seguir el beso.

Es un beso apasionado lleno de dulzura, pero es algo que no me llena, apasionadamente muerde la comisura de mis labios, me detengo y lo empujó. Él me observa y puedo notar sus ojos oscurecerse y ver ese brillo en sus ojos, su respirar se acelera cada vez más, como si fuera corrido un maratón.

—No te claves por una persona que no vale la pena, él es prohibido y tú no tienes oportunidad con él y mucho menos yo la tendré con Kiara —paso mi mano por mis labios, los siento hinchados, pero no me quejo porque no estuvo mal que digamos.

—Pero eso sería por despecho —musito.

—El tiempo dirá si es despecho o es algo más —arrugo mi cara sin comprender lo que acaba de decir.

—Quédate conmigo, no quiero quedarme sola —susurro. Me abalanzo a sus brazos y me acomodo a sus voluptuosos pectorales... ¡Wau! Óscar tiene lo suyo y eso que no lo he visto desnudo, lástima que Kiara no lo ve más que un amigo. Siento pesado mis ojos y lentamente los cierro.

(...)

Me despierto de golpe, desorientada. ¿Me he quedado dormida? Parpadeo al mirar hacia el lado izquierdo de la cama, observó un torso desnudo y prácticamente sensual. Aturdida, parpadeo varias veces y luego me froto los ojos para comprobar que no sea una ilusión. ¡Mi jefe está en mi cama! Meneo la cabeza y el cuerpo sexi sigue junto a mí. ¿Qué ha pasado? Óscar es como me lo imagine, es un hombre sexi, con un cuerpazo de mil dioses ¿Qué hora es? Miro el despertador y veo que son las ocho de la mañana. Lentamente salgo de la cama y decido buscar algo para el desayuno. Bendita costumbre de andar descalza, me regaño mentalmente y busco las pantuflas, salgo silenciosamente de la habitación.

Estoy en la cocina y lo primero que busco es un sartén para preparar unos huevos tibios acompañado con unas tostadas y una taza de café. Tengo que apresurarme porque en unas horas entraré a trabajar y no quiero llegar nuevamente tarde, aunque mi jefe está conmigo.

—Buenos días —siento unos brazos entrelazar mi cintura.

—Somos amigos, Óscar —musito. No quiero que se confunda porque es claro que no quiero ser utilizada y tampoco ser la del despecho.

—Nadie dice lo contrario —con su voz ronca cerca de mi oído provocó que me erizara. El muy condenado me deja un suave y húmedo beso en la parte sensible de mi cuello.

Cuando iba a objetar tocan el timbre de la puerta y Óscar se ofrece seguir preparando el desayuno, no renegué porque no iba a permitir que él abriera la puerta sin camisa. Camino a zancadas porque tocan insistentemente y si no me apresuro seguramente me quemen el timbre.

—¡Ryan! —susurré. No puede ser ¿Qué hace aquí?

—Puedo pasar —con su voz sexi me habla, se ve tan perfecto a diferencia a mi aspecto de estropajo.

—No puedes pasar porque aquí no está Kiara, y si me disculpa tengo que hacer cosas importantes que estar perdiendo mi tiempo contigo —exclamé furiosa. Doy media vuelta, pero Ryan me sostiene del brazo y me impide alejarme de él.

—Todo está bien Adara —¡Boom! Óscar tenía que hacer acto de presencia y su torso desnudo no ayuda en mucho porque Ryan estruja su mano con mi brazo, reprimiendo un gemido de dolor para evitar un conflicto entre estos Dioses del Olimpo.

Siento mucha atención a mi alrededor y lo único que quiero es desaparecer, agrando mis ojos y con una sola mirada le suplico a Óscar que me ayude.

—Te saliste con la tuya Adara, pero no sabes con quién te acabas de meter, si yo te he dicho que eres mía es porque eres mía, no quiero que andes por ahí como una cualquiera, lo que es mío es únicamente mío, y si no quieres que tu maldita aventura le pase algo es mejor que te alejes de él —me amenaza.

Palidezco ante su amenaza, no creo que lo deba decir en serio, mi corazón me dice que él lo ha dicho por la furia que siente por dentro, pero mi conciencia me dice que todas sus amenazas pueden ser ciertas, porque un hombre celoso y posesivo es capaz de todo. Lo que no comprendo por qué sea puesto así.

—EL Señor Connor solo pasaba, es como una visita relámpago o mejor dicho vino asegurarse que me encontrara bien porque se lo ha pedido Kiara —exclame. Me separé como un relámpago y ahora estoy cerca de Óscar, veo la mirada penetrante de Ryan y estoy segura de que está que se revienta del coraje y eso me causa risa.

—No se preocupe por mi novia, dígale a Kiara que su novio Óscar está para protegerla y cuidarla —murmura. 

Óscar me apega a su cuerpo y entrelaza sus brazos a mis caderas, mientras que mi vista no se despegan de esos ojos matadores. Si Ryan no se va pronto lo más seguro es que explote.

—Me da mucho gusto saber eso, me despido de ambos y les deseo un buen día —habló con frialdad y sequedad en su tono de voz. Ryan da media vuelta y solo veo la silueta de él alejarse del apartamento.

—Esto es más serio de lo que esperaba —Óscar se ha quedado con la boca abierta.

Exhalo todo el aire que tenía contenido. Me cuesta procesar lo que acaba de ocurrir, Óscar esta a mi lado aferrándose a mi cuerpo, puedo sentir su respiración cerca de mi oído, pero lo que me inquieta y me estremece es Ryan ¿Por qué vino? No entiendo lo que está pasando, él tiene que entender que tiene novia y yo soy una desconocida para él. Me muerdo el labio reprimiendo un gemido de dolor, mi corazón se estruja al recordar la penetradora y aterradora mirada de Ryan.

—Qué no te intimide Adara —susurra.

No es miedo Óscar, es que no comprendo nada de lo que paso. ¿Qué es lo que él quiere de mí?

—Vamos a desayunar y olvidemos este momento incómodo. ¡Novio de mentiras! —recalco, acompañada de una risita. 

De improvisto, Óscar me hace girar para que ambos estemos frente a frente.

—No quiero ser tu novio de mentiras —susurra. Veo cómo se oscurecen esos ojos y esa mirada se penetra más a la mía, provocando estremecerme.

—Qué es lo que quiere ser —jadeo, se me recorto la voz.

—Eres una mujer preciosa… Adara —murmura con admiración, y yo onrió con nerviosismo.

Se abalanza a mis labios y yo sin pensarlo le sigo el ritmo excitante, sus labios me han hipnotizado y ambas lenguas deciden bailar el son de la pasión. 

Óscar me tomó de la cintura y me jala hacia dentro del apartamento, sin dejar el contacto lujurioso él se encarga de cerrar la puerta y ambos caímos al suelo. ¡Por Dios! Ni a la habitación pudimos llegar. ¿Qué es lo que me está pasando? Será que me hace falta tener un poquito de acción y por eso me he obsesionado con el novio de mi amiga.

Caigo al suelo y Óscar está encima de mí, lentamente nos despegamos dejando un sabor placentero en nuestros labios. Veo sus ojos brillantes con un toque de malicia ¡Wuo! Están alucinante y sexi, me deja sin aliento.

—Mmmm… Jamás me imaginé lo exquisita que eres —desliza sus dedos de ambas manos por la parte interior de mis piernas, despacio, dibujando pequeños círculos. Sin apartar los ojos de mí.

Su mirada penetra directamente en la profundidad y oscura de mi ser. Me retuerzo sobre la alfombra y gimo sin control. Sus dedos continúan su lento avance suave por mis rodillas hasta pasar la parte posterior de ella. Quiero juntar mis piernas instintivamente, pero mi intento fue fallido.

Levanta la blusa de mi pijama, se inclina sobre mí y me besa, chupa mi vientre con delicadeza, mientras sus manos se introducen como un delincuente dentro del pantalón de mi pijama, lentamente aparta mi braga calada color carmesí, mientras sus manos llegan a la torturadora y tentadora parte de mi vagina.

—Oh… Por favor, Óscar —suplico.

—Puedo notar a ciencia cierta que usted es implacable en sus ataques amorosos sobre mí —¿Amoroso?

—Ah… —gimo. Sin ningún problema una mano se deshace de mi pijama junto con la pequeña y sexi, bragas.

—Estás demasiado húmeda señorita Adara —murmura sobre la línea que recorre de mi vientre hacia el camino de los placeres. Su boca llega a mi sexo, todo mi cuerpo se arquea. ¡Oh, por Dios!

Inicia un ataque lento y sensual, su lengua gira y gira mientras sus dedos se mueven en mi interior.

Es intenso, muy intenso, porque no puedo cerrar mis piernas, ni moverme. Me estremezco e intento absorber todas las sensaciones que provocan en mi ser.

—Oh… Óscar —grito.

—Lo sé —susurra el muy engreído. Vuelve a mover nuevamente su lengua y yo exploto sin reprimir ningún gemido.

—Ah… —grito, me siento perdida en el abismo de la lujuria.

Ante su último giro de su lengua, caigo en los brazos del orgasmo.

Perdida en la dicha del orgasmo no me percato cuando él desabrocha el botón de su pantalón de mezclilla y bajando con agilidad y desespero la cremallera. Cierro mis ojos y con ambas manos froto y manoseo mis senos.

—Ooohhh… ¡Qué rico! —él gime y empieza a coger al ritmo extremo, se mueve…

 Aaah... Se mueve… Despiadado… Adelante, atrás, llenándome... ¡Qué delicia! Me hace feliz estar indefensa, feliz rindiéndome ante sus caricias. Me pierdo a en los placeres y lo único que quiero es que me coja duro y más duro, no quiero que pare jamás.

—Más… Quiero más —grito y exijo. Cada vez aumenta la velocidad incrementando nuestras respiraciones. Él me embiste sin piedad y me gusta que sea un hombre rudo y ardiente.

Me dejo ir gozando de lo que él me hace, descubriendo esa dulce… Dulce rendición, y vuelvo a acordarme gritando fuerte su nombre. Y es ahí que él se queda quieto y vierte en mí todo su corazón y toda su alma.

—Adara… —grita y se derrumba a mi lado. Me he quedado sin aliento, él me arrulla en sus brazos y yo muy complacida me acomodo a su cuerpo.

Quien diría que el Gran feje sería un León feroz en la cama. ¡No! Me equivoque, es bueno donde él me lo quiera hacer, me siento complacida y satisfecha, todo mi ser esta que arde de la exquisitez y de la adrenalina de la lujuria.

(...)

Las cinco de la tarde y todavía estoy muy atareada con el trabajo, al parecer hoy se llamaron todos y la cafetería está que explota de clientes. Hoy no he podido dar ni un solo respiro, lo bueno es que solo dos horas me quedan para irme a descansar. A veces veo de reojo a Óscar y la verdad no me atrevo a mirarle por lo que sucedió hoy en la mañana en mi apartamento, sé que no soy una niña, pero también tengo dignidad y orgullo.

No puedo estar con Óscar porque no sé si él ya dejó de querer a mi amiga Kiara. No negaré que Óscar es un buen partido, es soltero, trabajador y guapo. Se me hará imposible tener una amistad de amigos después de un revolcón rápido pero placentero. A veces mi subconsciente me reclama y me dice que hubiese sido perfecto desde el instante en el que él me dio el primer beso.

La verdad que no quiero complicarme la vida pensando en amores que no son para mí, no quiero ser un experimento de quien lástima más rápido un corazón puro y pendejo como el mío. Me gusta ser una mujer independiente y sobre todo vivir sola, no quiero que nadie me controle porque no soy propiedad de nadie. Siento que vibra mi móvil y de un momento a otro me saca de mis pensamientos. Empiezo a ver a mi alrededor para evitar que el jefe me vea con el móvil en la mano.

¿Kiara? Kiara me está llamando, ¿le habrá pasado algo?

—Aló —musito. Tomó la llamada y espero que sea de suma importancia porque si mi jefe me ve, mataré a Kiara con mis propias manos y me pagara todas las que me debe.

—Perdón… Pero necesito de tu ayuda —susurro.

—Dime… —exclame.

—Quiero que pases la noche conmigo. No quiero un no por favor —suplica.

¿Qué pretende? ¡Esta loca!

—Ni se te ocurra Kiara, tú decidiste irte y ahora atente a las consecuencias de tus actos —exclame.

—Él ha perdido el control, no me quiere ver y solo es destruir todo a su paso. Jamás lo había visto así —con un hilo en su voz, luego empezó a llorar.

—Te puso una mano encima, ¡la verdad!... —siseo entre dientes.

Solo de imaginarme que él, le puso las manos encima a Kiara, me enfurezco y empiezo a perder la cordura.

—Nooo… Él jamás me pegaría, tengo miedo que él se haga daño y quiero que tú me ayudes a controlarlo o averiguar qué es lo que está pasando —suplica entre llanto.

¿Qué tengo que ver yo? Me desespero y no sé qué hacer. Miles de preguntas invaden mi mente, una parte de mí tiene curiosidad y la otra me dice que no vaya.

—Me las pagarás y con intereses Kiara —le advierto, me di por vencida y al fin y al cabo cedí.

—Un chofer pasará por ti y no te preocupes por la ropa para mañana —exclama con emoción y las el llanto desapareció.

—Adiós y hasta pronto —exclamé. Fui precisa y concisa.

Terminó la llama y continuo con mi trabajo, creo que hoy fue un día de muchas emociones. Me enfoco en el trabajo y dejó a un lado todo pensamiento perturbador.

(...)

Lista… Gracias a Dios pasó rápido el tiempo y ahora a prepararme para lo que viene. Salgo de la cafetería y busco a la persona que Kiara dijo que vendría por mí. No soy de las personas que les gusta esperar y si no viene en cinco minutos juro que me voy.

Froto ambas manos para calentarme un poquito, ni el abrigo me protege del intenso frío que está haciendo, creo que por eso la cafetería se ha llenado.

—Espera Adara. —escucho un grito y como es mi nombre el que se expande por la acera, volteo a ver y es más ni menos que Óscar. Me quedo paralizada y no sé que voy a hacer por qué todo el turno lo estuve evitando.

—Dime —susurro.

—Me esperabas o esperas a alguien —stop.

No te creas tan importante guapo, tampoco te tengo que dar explicaciones.

—Kiara me ha pedido que vaya a verle —musito. Él enarca una ceja y rápidamente su cara está que echa humo.

—Sabes lo grave y peligroso que es —exclama contra sus dientes, se acerca y me tomó del brazo y me jala hacia su pecho. 

Oh… No, esto se llama celos.

—Mañana podemos hablar Óscar —musito. 

Estoy controlando mi ira y no quiero que una amistad se vaya al caño por unos malditos celos.

—Para mí no existe el mañana —se inclina hacia mí y de una vez se apodera de mis labios.

—Buenas noches, señorita —detrás de mí escucho una voz y ambos no separamos. Veo que es el chico del que siempre está a las sombras de Ryan.

—Es mi amiga y tú sabes bien que no le puedo decir que no, si quieres una charla conmigo espérame mañana —me inclino y le doy un beso fugaz en sus labios. Doy media vuelta y sigo al chico con traje.

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