Capítulo 2

Adara.

—Ninguno jefe, además usted sabe que yo estoy en cuerpo y alma a ¡STAGE DOOR! —Exclamo sarcásticamente.

No resisto que dos hombres crean que he sido derrota, porque es todo al contrario. “Mujer astuta vale por dos”, sin esperar otra recomendación o una exigencia, me dispongo a salir dejando a Carolina que se encargue temporalmente de la caja, cierro mis ojos, inhalo y exhalo todas las malas vibras, abro mis ojos de golpe acompañado con una sonrisa de... ¡Me vale madres lo que digas! Rodeo la barra y de reojo canalizo donde se encuentra mi bombero ardiente, aunque no estoy muy contenta que digamos, mis lindos ojos ubican como GPS al ardiente Ryan Connor.

—Nos volvemos a ver Señorita Adara —con una sonrisa picará me observa y habla. ¡Mierda! Su sonrisa se ve tan caliente y excitante. Creo que me he empapado mmmm…

—Estoy aquí para tomar su orden Señor Connor —musito. 

No resisto ver a este hombre, no sé por qué me excita demasiado. ¿Por qué será? Sí que soy estúpida, él me excita porque es un hombre atractivo y caliente… Siento que mi corazón se acelera a mil por horas

—Mi orden es que usted tome asiento y que me acompañe a tomar un rico y caliente café —¿Qué? Será que he escuchado bien o me he quedado completamente loca por el efecto adverso que ha dejado dentro de mí. Él tiene toda la culpa, quien lo manda que sea tan guapo y atractivo, en la vida no se puede tener todo, pero sin embargo él lo tiene todo.

—Lo siento Señor Connor, pero esto no me es permitido en mis horas laborales —musito. Sus labios se convierten en una fina línea.

¡Por Dios! Este hombre me ha hipnotizado, tengo que recuperar mi autocontrol y pensar con la cabeza y no con el deseo.

—No quiero que te sientas incómoda, por eso te propondré que salgamos un día, para conocernos más —masculló con voz ronca—. No lo tomes por una mala interpretación, solo quiero que me conozcas y así conocer a la chica que cayó de rodillas hace media hora —un gesto risueño se dibuja en su boca.

—Le agradezco mucho su gran amabilidad y la sinceridad de burlarse —frunce el ceño, al ver que no me afecta, pero es obvio que tengo ganas de cachetearlo por ofenderme.

Antes que empezara a decir la primera vocal suena su móvil, al ver quien es la persona que está detrás de esa llamada, su cara cambia radicalmente. ¿Quién podría ser? ¿Será su esposa? ¿Será alguien importante? ¿Será que tiene novia? La intriga de saber se apoderan de mi cabeza, tengo mil preguntas que hacerle. 

Observo detenidamente su conversación y sin necesidad de ser psicóloga veo que tiene un problema o lo puedo notar por su tono de voz, antes de que él note que estoy ingrida observándolo, giro mi vista a otro lado, aunque en mi interior me reprenden diciéndome que siga idolatrando cada diafragma del cuerpo de mi Dios griego, reprimió un suspiro porque no quiero que él sepa que yo estoy como una mantequilla derretida por él. Mi pregunta es, ¿existen personas que se enamoran a primera vista? O ¿Será deseo y no amor?

—Señorita Quinn… Señorita Quinn —escuchó un murmullo cerca y tan cerca que hasta siento su respirar recorriendo mi cuello, cierro mis ojos y me estremezco al sentir su penetrante aroma.

—Lo escucho Ryan —¿Qué estúpida soy? Como se me ocurre decir “lo escucho Rayan”. Sé que soy un poco melodramática, pero esto me sobrepasa.

—Le dejo mi tarjeta, quiero que nos tomemos un café o algo más frío para calentar el momento —siento que se aleja y deja una Adara perpleja, creerá que soy una ¡puta! ¿Creerá que soy una facilona? ¡Mierda! Eso es lo que he estado insinuando, claro que el noto la gran baba que derramaba, pero quien lo manda que sea un mmmm… ¡Papi rico!

Empiezo a reaccionar hasta que el abandono la cafetería, veo a los lados como una loca desquiciada, hasta notar que él dejó una tarjeta con cien euros.  ¿Por qué lo hizo? Pero si no consumió nada, tomo ambas cosas y las guardo en mi bolsa del mandil. Que ni crea que dejaré que me humille por cien euros. Creerá que por ser rico puede humillar a cualquier persona a su paso, ¡pues no! Se equivoca.

Doy media vuelta y con miles demonios desatados, mis pasos hacen presencia a todo aquel que esté dentro de la cafetería, llego a pocos metros para retomar mi puesto de trabajo, pero Óscar me detiene, levanto mi mano derecha y con mi dedo índice le señalo y con mi rostro le ruego que no diga nada, Óscar se hace a un lado y me deja pasar. Antes de tomar la caja registradora le agradezco a Carolina por el tiempo que me cubrió.

(...)

Ocho horas después de mi día lleno de sorpresas y de maldiciones porque me muestran la mercancía, pero no me permiten probarla. Es obvio que hablo del hombre  de esta mañana.

Uufff… Que cansancio, hoy si estuvo muy movida la cafetería, gracias a Dios que vivo a cinco minutos de mi trabajo porque si no estuviera sufriendo de dolor muscular, me siento estresada, abrumada y cansada. Antes de salir le dejé el inventario a la que tomará el turno de noche; con las cuentas de las ventas soy muy tequiosa, ya que me gusta dar buenos resultados y no me gusta andar en enredos, como dicen ¡cuentas claras, conservan amistades! Entiendo y comprendo perfectamente a mis colegas que quedan en el turno de noche porque yo sé y siento lo que es desvelarse, pero puedo jurar que uno se acostumbra conforme al tiempo. Yo estoy iniciando mi turno de día y en quince días retomo el turno de noche.

Salgo con de la cafetería y me dispongo a salir, pero esta vez con un poco de pereza en mis pasos, porque ya no llevo tanta prisa como la tenía temprano. De un momento a otro se me viene la imagen de Kiara. Oh… Olvide que ella tenía que estar hoy en la cafetería por la tal renuncia, de tanto trabajo me olvide completamente de mi amiga, sinceramente no tengo que esperar mucho y me apresuro porque la curiosidad me carcome. Me abrazo a mi misma porque últimamente ha estado haciendo mucho frío de lo habitual, lo malo no es el frío, lo malo es que no tengo quien me acurruque y quien me caliente.

Me detengo en la entrada del apartamento y saco la llave para abrir la puerta, será comprensible tener esa misma sensación de estar sometida siempre en la misma rutina, del apartamento al trabajo y del trabajo al  apartamento. Abro la puerta y pasó, en la entrada de la puerta hay una mesita y ahí dejo mi bolso, mi chaqueta la cuelgo.

—Kiara… Kiara… —cierro la puerta y empiezo a llamar a Kiara porque estoy viendo que la habitación está iluminada.

Mi corazón comienza acelerarse porque no recibo respuesta de nadie, levanto mi pecho y caminó a pasos firmes aunque el temor se apodere de mí, con mi mano derecha empujó la puerta para ver si está cerrada o abierta, con nerviosismo la empujo y se abre por completo, mis ojos se iluminan y se lagrimean al ver…

Se me hace un nudo en la garganta, sin permiso alguno se sale una lágrima, me reúso a llorar, reprimo todo el dolor que siento. Veo a Kiara que está en la cama pero desnuda, ¡por Dios! Está en cuatro patas, en la posición del perrito y un hombre todo escultural, lleno de tatuajes impregnados en su piel, la está cogiendo y cada vez sus embestidas son más placenteras porque Kiara no para de decir. Oooh… Sí, oh, ¡dame más duro! 

Ellos notan mi presencia porque se detiene ¡RYAN! ¡MIERDA! ¿Qué hace Ryan Connor? Eres estúpida Adara, es más que obvio que están cogiendo y tú no eres la que le están dando placer.

Me siento humillada, ultrajada y devastada ¿Pero por qué me siento así? No soporto más y doy media vuelta, salgo de la entrada de la habitación y lo primero que veo para meter mi estúpida cara es el baño que está en la entrada de la puerta principal, en un dos por tres ya estoy dentro, cierro la puerta y me recuesto en ella dejándome caer lentamente. ¿Adónde voy? ¿Salgo corriendo o me quedo? Estoy furiosa, las lágrimas me recorren por las mejillas y nuevamente me las limpio con rabia.

Solo quiero perderme en algún lado que no sea este y pensar porque me siento así. Será que estoy enojada porque Kiara metió a un desconocido al apartamento o que el desconocido sea alguien que me movió mis extremidades. ¿Cómo he podido ser tan estúpida? Es más que obvio que ellos se conocen.

—Adara… Adara… Por favor abre la puerta, necesito explicarte —exclama con desespero. 

La verdad que en estos momentos lo único que no quiero es hablar, durante los años que hemos vivido juntas jamás se te pasó por la mente meter a un hombre en nuestro apartamento.

—Voy a darme una ducha porque he quedado con Óscar —susurro. 

No quiero que ella sepa que me duele lo que acaba de pasar, me reincorporo y rápidamente empiezo a quitarme la ropa, no quiero que me vea con los ojos hinchados. Me daré una ducha calentita y luego pensaré que es lo que voy a hacer, ya que he dicho una mentira, aunque sé que ella no me creerá porque no soy de las personas que sale y menos con Óscar.

—No te creo y quiero que me abras la puerta en este instante Adara —está muy cabreada, pero en este momento me importa una m****a lo que diga.

—Si no me crees es tu problema Kiara —explote aunque me reprimí un poco, no quiero que ella sepa que me duele lo que acaba de pasar.

(...)

 Veinte minutos después salgo de la bañera, me cubro con una toalla y camino hacia la puerta, creo que los lujuriantes acaban de salir porque no escucho el mínimo ruido, le doy gracias a Dios y al universo que hay un tercer baño, sinceramente no sé qué hubiese hecho, ahora tengo que pensar que are, ya que he dicho que saldré con Óscar.

Giró la manija de la puerta y abro con cautela, de improviso y sin darme cuenta me toman de la mano y me empujan hacia el baño. Nuevamente en el baño siendo cautiva de Ryan.

Él se asegura de poner el seguro en la puerta y yo he quedado perpleja, mi cuerpo no responde. Se acerca más a mí y con una mano toma mi brazo y con la otra cubre mi boca. Mis ojos lo ven anonadada sin comprender qué es lo que está pasando, en el fondo de mi interior me grita y me dice que reaccione. Empiezo a forcejear, pero mi intento es fallido, aunque lo único que funcionó para él es que se me cayera la maldita toalla. ¡Se me cayó la toalla! Mis mejillas empiezan a tornarse rojas y mi orgullo está por los suelos.

—¡Wau! Que bellísima eres Adara… Eres toda una mujer hecha y bien derecha, lo siento, pero no puedo evitar ilustrarme con tremendo cuerpo —mis ojos se abren como plato y mi vergüenza se hace presente. 

Él no lo piensa más y me empuja contra la pared, quita su mano de mi boca, pero antes que grite o diga algo sus labios se apoderan de los míos. Gimo, lo que le permite aprovechar la ocasión en meter su lengua y recorrerme la boca con experta habilidad. Jamás en la vida me había besado así. Mi lengua invaden nuevos horizontes, uniendo una con la otra, rozando y danzando el baile de la pasión, provocando miles de sensaciones de placer.  Antes que me dé cuenta, sujeta las dos muñecas levantándola por encima de mi cabeza provocando la inmovilidad de mi cuerpo.

¡Santa madre! Siento su gran erección  contra mi vientre. ¡Dios mío! Rayan me desea… El provocador de incendios, me desea… Y mi cuerpo lo desea a él también.

Cierro mis ojos y me dejo llevar, sintiendo miles de sensaciones que se apoderan por cada parte de mi cuerpo, oh… ¡Dios mío! Nos despegamos con el fin que sus labios se apoderaron de mi seno derecho. Aaahhh… Me he perdido en las lagunas del placer. Su lengua juega con mi pezón, girando circularmente. ¡Por Dios! ¿Por qué este hombre es perfecto? Me estremezco toda, sintiendo una electricidad recorrer por todo mi cuerpo, puedo estar segura de que mi cara es todo un poema… Sin prevenirlo y evitarlo introduce su dedo índice en mi clítoris, oooh… No pude evitar y gemí tan fuerte sin importar las consecuencias. ¡Maldito hombre! Lo mueve circularmente hasta hacerme estremecer de placer, abro mis ojos al no sentir los movimientos.

Mis ojos se conectan con sus ojos y puedo ver que su mirar está oscuro  acompañado de mucha lujuria.

—Eres… Tan… Dulce… Mmm… —Murmura.

Mis ojos se iluminan al ver como introduce su dedo en su boca, cierra sus ojos y veo placer en su rostro.

—Esto es un grave error —susurro. El muy descarado me sonríe.

—Sssh… Disfruta el momento y que lo demás te valga madres —es imposible negarme, pero un sonido de un móvil nos interrumpe y nos saca de nuestra esfera del placer. Ryan toma el móvil y solo basta con una mirada para saber qué es lo que pasa.

 —Tienes que salir, no quiero que Kiara me vea contigo y tampoco quiero ser plato de segunda mesa —lo último lo recalco, sinceramente no permitiría que me follara sabiendo que se estaba follando a mi amiga en la habitación.

—Escucha muy bien lo que te diré Adara —vocifera—. Desde este momento eres mía y de nadie más. ¡No quiero verte con nadie más que no sea yo!—me amenaza—. Si no te ha quedado claro entonces tendré que recurrir por las malas—exclama y con toda seguridad y autoridad. ¿Qué? Y con garrote ¿Quién se cree para hablarme así?

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