CAPÍTULO 4

Ángela bostezó mirando el mensaje en la pantalla que le había dejado Adalia, suplicándole que debía estar preparada para irla a buscar, abrió el chat y le envió otro mensaje diciéndole que la esperara en la esquina, Ángela suspiro levantándose de la cama y miró hacia el camarote, Carlín la más pequeña estaba envueltas entre sus sábanas en un sueño profundo en cambio Darleni seguía metida en su celular, tal vez chateando con ese novio que tanto le desagradaba a Ángela, se levantó de la cama y busco entre las gavetas que ponerse.

—¿Vas a salir Ángela? 

—Sí, esa mujer me está suplicando que lo haga, no quiero ir, pero ya sabes como es Adalia. 

—¿La loquita? ¿La que siempre está con señores ricos en playas? 

—Sí esa misma, bueno ya tú sabe; me dijo que me viene a buscar en un rato —Ángela se vistió con un vestido negro que le llegaba hasta los muslos, era suelto; se colocó una plataforma negra y soltó su cabello rizado oscuro. 

—Te ves muy bonita. 

—Gracias, oye no voy a durar tanto, pero si no soy yo que les hablo no le abras la puerta a nadie ni siquiera a tu madre, bueno al menos que sea para una emergencia de que su marido otra vez le está dando golpe, tú sabe; pues bien, entonces me llamas si pasa algo—Arregló un poco su vestido—. Pero si es por sinvergüenza no le abras para que no vuelva a llevarse dinero del puerquito. Ya sabes, ¡Darleni me estás escuchando! No le abras a... 

—Nadie, ya sé Ángela. Solo a ti y si es por emergencia a mami. 

—Bien, voy a salir porque no quiero que llegue hasta aquí se va a poner a gritar y todos sabrán que saldré y eso es lo que no quiero que pase —Ángela tomo la cartera y llego hasta la puerta—. Ya sabes Darleni. 

—Si Ángela ya sé, vete a tu fiesta diviértete —Ángela se quedó en la puerta mirando la oscuridad—. Bueno, pero si no quieres ir no vayas no es obligatorio. 

—Si lo sé, pero me va a venir a buscar y eso es lo que yo no quiero. Nos vemos, cierra la puerta —Salió de la casa—. ¿Cerraste bien? 

—Sí 

—Revisa bien si esta cerrada. 

—Ángela vete antes que llegue esa mujer, ya la cerré bien. 

—Bien, me llamas cualquier cosa —La chica empezó a caminar, no podía dejar su celular por si la llamaban, pero también tenía temor de que la atacarán y se lo quitaran, así que lo sacó de la cartera y se los puso entre los senos, poco se le notaba, al ella ser muy delgada tenía poco seno y tener el celular allí no hacía gran diferencia. Vio a la pelinegra entrar al callejón le dio señales de que ya iba y esta se detuvo en la esquina mientras fumaba un cigarrillo. 

—Hola, loca, tengo frío —Saludó Ángela al llegar hasta la chica. 

—Que frío ni que nada Ángela, camina nos vamos con un amigo —Ángela y Adalia se fueron saliendo del callejón primero en el camino se encontraron con aquel hombre que siempre le tira piropos a Ángela y claro, esta no fue la opción le había dicho que hasta Los Ángeles pecaron por tanta belleza, refiriéndose esta vez a ambas mujeres.

 —Oh Dios, aún no puedo dejar de reír —Comento Adalia intentando no caerse. 

—No le hagas caso él siempre es así de payaso. 

—Hace su trabajo muy bien.

—Si —Ambas chicas llegaron hasta la casa de un hombre, este al parecer las estaba esperando; se montaron en un carro y se fueron rumbo aquella discoteca, Ángela se estaba riendo de los chistes que tiraba el hombre mientras conducía, pero algo le decía que vuelva a su casa; tal vez pasaría algo que su ser se lo estaba diciendo esperaba que tuviera que ver con sus hermanas ni siquiera con su madre porque a pesar de todo la ama. 

Llegaron a la discoteca y entraron, efectivamente como había dicho su amiga estaba repleta de hombres y mujeres de todas las edades. El paso era difícil debes en cuando tenía que chocarse con personas chispas de bebidas alcohólicas mojaron, llegaron a una mesa y se sentaron, empezaron a beber cerveza la típica que vende el país. Como a eso de las once de la noche Adalia había tomado la decisión de pedirle a los chicos que cambiaran la bebida de cerveza a un alcohol más fuerte.

—Adalia una liga de ese alcohol y cerveza no es buena, además me estoy sintiendo borracha ya me quiero ir, recuerda que hoy es jueves tenemos que trabajar mañana y ya sabes mis hermanas. 

—No mijita tú no te vas, disfruta la vida solo es una sola, a tus hermanas la cuida la virgencita.

—Lo siento no creo en la virgen —Adalia soltó una carcajada, Ángela solía ser muy sincera cuando estaba ebria. Los chicos trajeron más alcohol y le brindaron a ambas mujeres, a estas alturas Ángela no sabía quiénes eran esos chicos, pero aun así no dudo en tomar el vaso que le estaba pasando.

A esos de las una de la mañana Ángela estaba muy borracha, pero aún no perdía el juicio eso era una virtud que había heredado de su madre, se levantó para ir al baño y se fue dando toques por las paredes. No encontró el baño así que tuvo que salir del establecimiento, estaba muy oscuro miró la hora en su celular, la una y media de la madrugada volvió a guardar el celular buscando una esquina para agacharse a orinar hasta que encontró una. 

—¿Te vas tan temprano? —Un hombre desconocido se acercó a ella hablándole, Ángela levantó la cabeza sin poder ver bien el rostro—. Soy luis estoy con ustedes desde hace rato.

 ¡—Ah! Luis no te recuerdo, pero está bien —Ángela se tambaleaba intento caminar hasta salir de su presencia, pero el hombre la detuvo—. ¿Qué haces? Suéltame, suéltame —El chico la agarró por la cintura y empezó a besarla. 

—Vamos a tener sexo —Susurró besando su cuello y acariciando sus senos. 

—No quiero tener sexo contigo, ya suéltame —Ángela lo abofeteó y este se enojó devolviendo el golpe, la agarro por los cabellos y la tiró al suelo con ímpetus, subió su vestido y trataba de quitarle las pantaletas—. Suéltame, ayuda, ayuda, ayuda —Ángela intento zafarse, pero claro; estaba muy ebria y este era un hombre nunca podría con sus fuerzas.

El hombre le quitó las pantaletas y se desabrochó el pantalón abriendo su cremallera, le metió un puñetazo en el vientre cuando ella lo mordió con la poca fuerza que tenía, el chico penetró con brusquedad embistiendo una y otra vez hasta lograr terminar dentro de ella, la dejó tirada en el suelo y hecho la huida. Ángela intentó levantarse, pero se cayó, sus lágrimas salían como ríos, pero sin sonido, le dolía mucho la garganta se levantó con la poca fuerza que le quedaba y fue entre tambaleos hasta el grupo. 

—¡Ángela! ¿Qué te pasó? Dime! —Adalia la agarró seco sus lágrimas y la sentó en la silla.

—Me violó —Susurró entre llantos.

—¿Quién? ¡Dime! ¿Quién lo hizo? 

—Dijo que pertenecía al grupo —Sorbió por la nariz y trago saliva para calmar el dolor en ella—. Dijo que... 

—Los únicos que andan con nosotras son ellos tres Ángela y no se han parado de aquí. 

—Se llama Luis.

 —¿Quién te mando a irte sola por ahí afuera? —Protesto uno de los hombres.

—¿Y eso que tiene que ver José? Búsquenlo. 

—Ayy Adalia, todos aquí están ebrios, suele pasar cosas así no le den tantas vueltas. 

—¡La violó! Eso no es suficiente.

—¿Era virgen? —Cuestionó el otro después de dar un sorbo a la bebida. 

—¿Qué tiene que ver eso? Si un hombre me viola no pasa nada porque no soy virgen. Son unos idiotas. Ven Ángela —Adalia intentó agarrar a Ángela, pero esta se encontraba débil así que con el mayor esfuerzo la levantó tambaleando entre las personas. 

—Adalia déjame ayudarte —Grito uno de los chicos, los cuatro salieron de la discoteca y se montaron en el carro. 

—Se desmayó —Dijo el que la había cargado. 

—Dios mío, está sangrando llevémosla a un hospital —Adalia saco una pequeña chaqueta y se la coloco a Ángela.

 —Nos comenzarán hacer preguntas Adalia, llevémosla a su casa. Está muy ebria probablemente se desmayó por eso. 

—¡No vez que está sangrando José! 

—Ella tiene razón, oye yo la llevo; ustedes dos quédense aquí —Dijo el que la había cargado el otro afirmó con la cabeza y se bajó del vehículo junto que José. Adalia se abrochó el cinturón y se colocó a la chica encima de ella. Tardaron máximo diez minutos en llegar a emergencias, el chico la llevó cargada hasta una sala y unas enfermeras le dieron señal de que pasarán. Una doctora hizo algunas preguntas y al cabo de varios minutos Ángela despertó con un suero, eran aproximadamente las dos y treinta de la mañana, Ángela se preguntó como estaban sus hermanas. La doctora le hizo algunas preguntas y la mando hacerse algunos análisis recolectar pruebas para hacer oficialmente una denuncia por abuso sexual. Apenas Ángela podía hablar, pero su Amiga Adalia estuvo con ella hasta que el oficial de policía dejó de hacerles preguntas. 

Adalia dejó a Ángela en la puerta de su casa, la chica termina llamar a su hermana y hacerle saber que había pasado algo así que tomó un poco más de valor respiró profundo y tocó la puerta, una Darleni soñoliento abrió la puerta, Ángela le regaló una sonrisa.

 —Buenos días, dormilona.

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