Olor a Rosas y Jazmín (libro 2) Saga Desierto de Rosas
Olor a Rosas y Jazmín (libro 2) Saga Desierto de Rosas
Por: S.PamelaT.Beltrán
Prólogo de la Segunda parte

Sigo mirando la escena alejada de todos, no podía dejar de venir al entierro aunque me lo prohibieron, pero el vacío va creciendo desde hace ya tres días, tres días que Ricardo murió en mis brazos.

- ¿No crees que deberías haber estado allá? - escucho la voz de Patricio y siento como me abraza desde atrás con dulzura, doy vuelta y lo miro, al comienzo es un espejismo o es lo que pienso cuando me lanzo a sus brazos para llorar, Patricio me aprieta con fuerza a su cuerpo intentando consolarme - ¡Tranquila! - exclama acariciando mi cabeza.

- ¿Pero como...? - pregunto mirándolo nuevamente con millones de lágrimas en mis ojos.

- Me enteré que Ricardo había muerto, quise venir antes,  pero estoy muy liado con un caso en el juzgado y me fue imposible venir antes, pero estoy acá para tí, como siempre, más que siempre.

- Oh Patricio - sigo abrazada a él sollozando sin parar.

- ¿Porque no estás allá? - exclama mirando al entierro.

- No me dejaron quedarme, por el embarazo...

- !Ahhh las ridículas creencias! - exclama sin soltarme, mientras  me detiene en sus brazos siento desfallecer, Patricio me aferra más a su cuerpo para detenerme - hey, cuidado, estás muy débil.

- Es que estoy un poco indispuesta - tomo mi cabeza con una de mis manos.

- ¿Comiste algo? - pregunta mientras niego con la cabeza - ¿Dormiste algo?

- A punta de pastillas...

- Ok, es hora de irse - exclama alzándome en sus brazos - no permitiré que camines hasta el auto en tu estado, puedes desmayarte, debes comer y dormir.

Llegamos hasta un auto color negro, abre la portezuela y me deposita como si fuera un bebé en el asiento del copiloto después entra y enciende el motor.

- Vamos a comer algo.

- ¡No quiero ver a nadie, Pato! - exclamo mirando por la ventana, es como si toda mi energía hubiera desaparecido.

- Muy bien, prepararé algo en tu departamento...

- Como quieras - respondo sin mucha importancia, me siento inerte, ese vacío es el que no se va.

Patricio maneja hasta el edificio donde vivo, después me alza, me saca del auto y me lleva hasta el departamento de Ricardo, tres días que no lo pise, no quería estar dentro de esas cuatro paredes.

Cuando entramos, el departamento es más grande, más pesado, más frío, ¿como cambian las cosas cuando pierdes a alguien que amaste?

Patricio me sienta en el sillón del living.

- ¿Oh deseas ir a descansar al dormitorio?

- ¡No, al dormitorio no! - exclamo nerviosa recordando las últimas imágenes que mi mente recuerda  de esa noche que desearía borrar.

- Ok - suspira - duerme un rato - me acomoda en el sillón paternalmente y me tapa con una cobija, después lo veo caminar hasta la cocina, cierro los ojos e intento dormir aunque sé que no será fácil hacerlo.

-¿Ricardo? ¿Ricardo, por favor despierta? - lo trato de despertar pero no lo hace - ¡Ricardo no me dejes, por favor! - grito y despierto de la pesadilla, miro a mí alrededor, Patricio me abraza por atrás.

- ¿Estás bien?

- Si no tomo alguna pastilla lo único que hago es tener pesadillas de esa noche.

- No puedes tomar pastillas y lo sabes bien.

- ¿Pensé que habías cocinado algo?

- Todo está listo, pero como descansabas acomodé tu cabeza en mis piernas y vele tu sueño hasta que saltaste con esa pesadilla, vamos a comer algo.

- No tengo hambre - niego con la cabeza.

- Tendrás que comer, no dejaré que el bebé tenga hambre por tu depresión.

- Como siempre eres muy autoritario.

- Siempre lo fui ¿Verdad? - sonríe con esa sonrisa conquistadora de siempre mientras me lleva hasta la mesa.

Veo como sirve la comida en platos me pasa uno de ellos y se sienta en frente, empieza a comer pero no puedo, es como si toda mi energía se hubiera esfumado, mi cuerpo no quiere aceptar las órdenes que mi cerebro le da.

- Darla ¡Come! - Patricio me mira con el ceño fruncido.

- Es que no puedo...

- !Sí, sí puedes! - exclama sentándose a mí lado, levanta un tenedor y empieza a darme comida como si fuera un bebé.

- ¿Eres de verdad? - pregunto mientras me pasa otro tenedor, Patricio sonríe y me mira dulcemente.

- Nos conocemos desde que tenemos 13 años creo que me conoces muy bien y sabes que soy de carne y hueso.

- ¿Como te enteraste?

- Eso no importa - responde mientras me da otro tenedor.

- Gracias por estar conmigo - exclamo poniendo mi mano sobre la suya, Patricio la besa y sonríe.

- Siempre, Labios dulces - vuelve a besar  mi mano - pero no podré quedarme mucho tiempo debo volver el jueves a Búffalo, por el caso que te hablé, solo vine a consolarte, intentar que te sientas mejor y estar a tu lado.

Agradezco dedicándole una mueca de sonrísa, mi cuerpo no tiene energía para más, cuando acaba de darme toda la comida del plato, me vuelve a alzar y me acomoda en el sillón

- ¿En serio no quieres echarte en cama? es más grande que este sillón.

- Es que...- bajo la mirada y mis lágrimas empiezan a caer, él me toma de la mano- Sé que Ricardo murió en el cuarto pero es hora de afrontarlo - besa mi mano - yo estaré contigo, no estás sola, ok.

- ¡Está bien! -  exclamo dando un largo suspiro, mientras me conduce de la mano hasta el cuarto, abre la puerta, sigo dubitativa, no quiero hacerlo pero su apoyo hace que ponga un pie dentro, miro todo, el cuarto está arreglado pero el vacío es enorme, es un abismo que cada vez se hace más grande, él no me suelta la mano, es como si intentará que yo no desfallesca con esta sensación, alza las sábanas, y me ayuda a acostarme después se acomoda a mí lado.

- Muy bien, hora de dormir.

- No te irás ¿Verdad? - pregunto casi suplicante.

- ¡Claro que no! - exclama dándome un beso en la frente.

Me abraza y empieza a rascar mi cabeza, a acariciar mi cabello con sus manos hasta que intenta que concilie el sueño. Duermo unas horas, pero la pesadilla que tengo desde esa noche se asoma nuevamente y vuelvo a saltar de la cama gritando el nombre de "Ricardo"

- Hey, - Patricio me abraza acaricia mi vientre para tranquilizar a mí pequeño que está vuelto loco ahí dentro - tranquila, estoy aquí - Lo abrazo y vuelvo a llorar, esto es un desastre, no lograré pasar de este sufrimiento - duerme, todavía es de noche, esto pasará, mi amor.

No respondo, sigo llorando, el vacío que siento dentro mío es el que me deprime, el que me lastima.

Pude dormir mejor abrazada a Patricio, su protección es mágica en estos momentos, despierto, aunque no lo desee, la pesadilla me persigue y despierto asustada como todas las veces.

- ¿Estás bien? - pregunta desde atrás.

- No lo lograré...- Respondo con tristeza.

- Por supuesto que si, hermosa, por lo menos dormiste unas horas - se pone de pie y se dirige afuera - iré a preparar algo para desayunar.

Al verme sola las imágenes de los últimos momentos de la vida de Ricardo vienen a mí mente como kamikazes, es un dolor que no es físico es del alma, ¡Dios, debo irme pronto de aquí!

Escapó de ese cuarto, hasta la cocina, el dulce rostro de Patricio me ayuda a sobrellevar el momento.

- Ahora te sirvo.

- Solo quiero una taza de té, Pato.

- No, debes comer - se acerca y me besa en la frente - de eso me encargo yo, ve a sentarte.

Me siento en una silla mientras lo veo afanado con el tocino con huevos que prepara en las hornillas.

- ¿Vendrán tus amigos?

- No lo sé, no quiero ver a nadie - respondo poniéndome de pie - quizás sea mejor que los llamé para que no me molesten.

- Ok, como tú quieras - responde poniendo las cosas en los platos.

- ¿En serio te vas pasado mañana?

- Si, muy temprano debo estar en el juzgado.

- Gracias por haber venido.

- No tienes que agradecer yo...- suena el teléfono y voy a contestar.

-... Darla te fuiste de casa, estaba preocupada, apagaste tu teléfono - exclama Judy molesta.

- Disculpa Judy, volví al departamento y no tenía ganas de hablar con nadie.

- Darla, es la última vez que nos haces pasar por esto, pensamos que algo te había pasado, no pensamos que volvieras al departamento, no querías volver.

- Pero...ya vez, volví...Judy estoy bien, estén tranquilos, no quiero ver a nadie por unos días.

- Pero...

- ...Necesito estar sola, por favor.

- Está bien, pero te estaré llamando no te librarás de mi tan fácilmente.

- Ok...- respondo.

- Te hablo más tarde.

- Está bien - respondo sin ánimo - adiós Jud.

Doy vuelta y me encuentro con Patricio que está con la mesa lista para desayunar.

- ¿Comerás?

- No tengo ganas... - Patricio me sienta y empieza a darme de comer - eres muy terco.

- Tu también, por eso nos llevamos muy bien.

- ¿No crees que Dulce se molestará contigo por esto? - Patricio me mira analítico.

- Me separé de Dulce, Darla - mueve el tenedor - no es momento de hablar de esto.

- Cuéntame, hazme pensar en algo que no sea mi dolor.

- Ese sábado en mi departamento, cuando te quedaste conmigo.

- Si...

- Dulce nos descubrió...

-¿...Qué?- pregunto abriendo los ojos muy grande.

- Nos escuchó mientras hacíamos el amor detrás de la puerta, creo que había ido a limpiar pensando que yo estaba de viaje, algunas veces lo hizo y sinceramente me olvidé, cuando volví de dejarte en el aeropuerto, Dulce me esperaba tuvimos una gran discusión, te dije que ella no le importa con quién me acueste...

-...A no ser que sea yo...

-... Tú siempre fuiste la excepción - sonríe - ella sabe lo que siento por ti y al descubrir que tú y yo nos seguimos viendo pues...entenderás como fue esa discusión, nunca le oculté nada, ella sabe bastante bien mis sentimientos hacía ti y hacía ella, sabe que seguí con esa relación por mis hijos y que no estoy de acuerdo con ese embarazo, ese día le di los papeles del divorcio, tomé mis cosas y me fui de casa, hago lo mismo de siempre,  voy fines de semana, recojo a los niños los llevo de paseo, etc pero no me quedo allá, tal vez debería haberlo hecho antes pero tanto como tú, intenté salvar lo que no podía ser salvado,  por razones distintas a las tuyas.

- Dulce me debe odiar - comento bajando la cabeza con tristeza.

- Dulce es caprichosa, Darla, sí te odia lo hace por capricho, ni siquiera me ama o me amó alguna vez, tan sólo deseaba tener algo de lo que sus hermanas tenían y mira que cayó en mi, ya te dije que yo tengo mucho de culpa, metí la pata no una sino tres veces, amándote traicioné nuestro amor.

- No digas eso, Pato, te abandoné, hice algo que nunca debería haber hecho - mis lágrimas empiezan a caer.

- Hey - camina hacia mi y se pone de rodillas - no te pongas así, tu decidiste tanto como yo, así de simple, la vida está hecha de decisiones, tal vez no comprenda tus razones hasta ahora, pero sé que no fue por falta de cariño. ¿Ves porque no quería hablar del tema?

Lo abrazo mientras lloro, ahora quisiera retroceder el tiempo a mis 18 años, quisiera no haberme asustado con lo que me sucedía y haberme quedado a su lado pero hice lo contrario y ahora me duele más, es un dolor que cada vez va creciendo más y más.

- ¿Que te parece una ducha? - pregunta alzándome.

- No tengo ganas - niego todavía con mi rostro lleno de lágrimas.

- El agua te ayudará a relajarte, yo te ayudaré, prometo portarme bien.

Patricio me lleva a la ducha, me ayuda a sacarme la ropa, me da un beso después me ayuda a meterme a la ducha, me lava el cabello, el cuerpo con mucho cuidado y cariño, sé que en estos momentos lo único que le preocupa es que me sienta mejor de lo que me siento, me abraza con dulzura mientras me acaricia, pero yo no puedo con mi tristeza, me siento mal, culpable y deprimida, sigo sin fuerzas, si no fuera por Patricio, estaría tirada en el piso sin lograr moverme.

- Hora de salir...

-...Ricardo me pidió matrimonio el día que murió - no sé porque lo solté, quizás él ya lo sabía por  el solitario en mi dedo y no dijo nada pero...

- Tal vez debería haberlo hecho antes y casarse contigo antes de enfermarse de celos - exclama mientras me ayuda a salir de la ducha y me pasa una toalla.

- ¿Tal vez? - suspiro mirando el solitario de mi dedo anular.

Patricio no comenta nada más sobre lo que le dije, me ayuda a secarme y vestirme, después me lleva al cuarto me acomoda en cama y se acuesta a mí lado.

- ¿Sabes que no soy un bebé?

- Pues en estos momentos tú estado anímico no ayuda, me preocupa dejarte así - exclama acariciando mi cabeza.

- Intentaré estar bien...

- Eso espero, no puedo quedarme...

- ...Pato, volveré a Búffalo.

- ¿En serio? - pregunta con todo su rostro lleno de alegría.

- Pero...todo será distinto...la culpabilidad con Dulce y con Ricardo no me abandonan.

- ¿A qué te refieres?

- No pienses que estaremos juntos.

Patricio pone los ojos en blanco y da un largo suspiro.

- Hablemos de eso en otro momento, Darla, no pienso discutir contigo o agobiarte con esto.

- Pero...

-...No, no insistiré con eso, por el momento - se acerca me da un beso en los labios y me acomoda para que duerma.

Con lo que me contó de Dulce, la muerte de Ricardo y todo eso siento que nuestra historia tal vez deba desaparecer, en estos momentos la culpabilidad habla más fuerte.

Patricio es devoto a mí,  lo sé, esos dos días  se quedó cuidándome, mimandome, pero hace que eso agrande mi culpabilidad  y las preguntas y ¿si hubiera hecho, y si no lo hubiera hecho? Vienen a mí mente acrecentando mi sentimiento de culpa.

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