Pláticas en la cocina

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Javier 

Vera y yo regresamos de nuestras merecidas vacaciones un mes después, un poco más renovados y con pláticas que sabíamos teníamos que abordar ya con los pies en la tierra y no en un lugar paradisíaco, porque está comprobado que los planes o las cuestiones importantes se salen de control cuando nos sentimos en la gloria, pero al regresar a la “realidad” ahí es donde se sabe si es una buena o mala idea. Sin embargo, para nuestra mala suerte, la rutina y el trabajo volvió a envolvernos de inmediato y tan solo pisamos nuestro renovado piso, supimos que las vacaciones se habían terminado por completo, sobre todo cuando me enviaron mi nueva agenda pque me mantendrá ocuparo hasta finales del año donde prácticamente contaba con dos semanas completas para estar a lado de mi novia. 

De pronto, se me vino a la mente Bea mientras revisaba cada lugar al que tenía que viajar. Tal vez a ella no me importaba dejarla, justificaba que era mi trabajo y que tenía que hacerlo por nuestro bienestar, pero ahora que estoy con Vera me duele profundamente saber que después del mes que pasamos juntos y solos ya no podrá ser así y que dentro de dos días volveré a irme. 

A ella parece no importarle, incluso después revisar la ampliación del piso y de sugerirme que al lado del ventanal pusiéramos una planta de sol para que se sintiera más orgánico el lugar, tomó su agenda y revisó todos los pendientes que tenía, para después sugerirme si pedíamos algo de cenar porque no se le antojaba cocinar, le dije que sí y en seguida pidió comida china y luego se concentró en leer sus e-mails en el ordenador portátil, mientras yo comprobaba en el mío que los vuelos y los lugares coincidieran. 

Sin embargo, aún así se me hizo raro que no reaccionara o que de plano no me reclamara nada como muchas veces lo hicieron otras parejas, no sé si Vera en realidad tenía un gran respeto por mi trabajo o le es imposible expresar el enojo, o la tristeza o algo que la haga sentir mal. Es más, hasta ahora he visto a Vera sonreír y reír pero jamás llorar o enojarse ¿será que no le gusta expresar pensamientos negativos? No es que lo desee, pero que tal si ella los está guardando hasta el final para después explotar y hacer de esto un caos. 

«Relájate Javier, recuerda que Vera no es Bea y con lo directa que es ya te hubiese dicho algo». 

—¿Amor? — Interrumpe Vera mis pensamientos mientras cenamos sobre  la barra de la cocina. 

—Dime. 

—¿Que si quieres más arroz?

—No, no… come tú, si gustas—respondo tratando de volver a tomar el hilo de la conversación, pero me es imposible, hay demasiadas ideas en mi mente que no sé cómo voy a sacar. 

Vera se sirve lo último del arroz y luego jala mi agenda hacia ella para verla— ¡Guau! Si que tienes que viajar a muchos lugares, lo que me gusta es que la mayoría son dentro del continente así que los cambios de horario no serán tan radicales como cuando viajas a América Latina. 

—¿No estás molesta de que me vaya? — Pregunto interrumpiendo y ella alza la mirada para verme directo a los ojos. 

—¿Molesta? ¿En qué forma? 

—Bueno, acabamos de regresar de vacaciones, maravillosas, tenía planeado quedarme unos días contigo y de pronto me doy cuenta que mi agenda está cada vez más llena y que prácticamente tendré dos semanas para verte en diciembre y lo que dices es… ¿quieres más arroz? — termino mi discurso y de la forma en que lo acabo de decir ahora me doy cuenta de que el enojado soy yo y no ella. 

—Bueno ¿quieres que me enoje? 

—Quiero que expreses lo que sientes, que me digas, no sé, que estás triste, que estás enojada—hablo moviendo los brazos, manoteando de un lado para el otro— que me extrañas tanto como yo Vera, a veces parece que no prestas atención a estos detalles o que en realidad la vida sin mi o conmigo te da igual.

Vera deja la agenda a un lado y luego suspira— no me da igual Javier— habla en tono tranquilo—si me diera igual no habría gastado mis ahorros de toda la vida en remodelar un piso para compartirlo contigo, nos hubiésemos quedado como novios de vernos en un restaurante y luego cada quién para su casa ¿no te has puesto a pensar eso? o ¿necesitas algo más? 

Cierro los ojos y me llevo las manos al rostro, ella tiene razón, no es necesario que me diga que me ama cuando prácticamente lo demuestra todos los días. 

—Vera.

—Llevas noches sin dormir Javier, tienes pesadillas y te levantas a las cuatro de la mañana a hacer ejercicio y de ahí no paras, entiendo que te preocupes por ese de que “perderás a alguien amado” pero desde  mi perspectiva le estás dando más importancia que a otras cosas, por ejemplo, hace días atrás en el hotel hablamos del “plan b” y ni siquiera me contestaste nada después de que terminamos de hacer el amor, sé que el sexo es indispensable y juro que nosotros lo hacemos bien, pero eso que te dije soy yo abriéndome hacía ti, diciéndote que me haces feliz y que después de mucho tiempo…pienso en planes —guarda silencio — y lo único que hiciste el resto del viaje fue no hablar sobre ello y encerrarte en ti mismo. 

—Porque pensé que no era el momento. 

—Y ¿cuál es el momento Javier? ¿entre las escalas de un vuelo a otro? ¿en la estación del tren? ¿en las dos semanas de vacaciones que tenemos en diciembre? ¡Ah no! Lo olvidaba, las usamos para ir con nuestras familias.— Habla bajito. 

Vera termina de comer el arroz y luego se pone de pie para llevar los platos al fregadero y comenzar a lavarlos para después meterlos a la lavavajillas. Me quedo en silencio observando la acción y ahora no comprendo el porqué comencé esta discusión sin sentido justo a nada de volverme a ir. 

— Vera. 

—No te digo nada del trabajo porque respeto tu espacio, siempre lo he hecho, así como tú respetas mis planes y mis sueños. Yo también tengo muchas cosas que hacer a diario, pero jamás falló en alguna videollamada o cita que tengamos por más corta que sea, despejé mi agenda para estar contigo, me olvidé de todo pero, aún cuando estás aquí, estás ausente tu mente está en otro lado y ahí Javier, no importa lo que haga… no puedo alcanzarte. 

—Vera, yo… — Trato de justificarme, pero es verdad, estoy con la mujer de mis sueños y mis pensamientos se han ido por otro lado, y ahora de nuevo me vuelvo a ir. 

—Te amo Javier, te amo con toda mi alma, pero no quiero ser la pareja de una persona que está ausente cuando está conmigo, ya lo fui una vez y no estoy dispuesta a repetir ese patrón. 

—No, no..— Contesto y esta vez me levanto para ir con ella y pegar mi cuerpo al de ella acorralandola contra el lavatrastes — soy tuyo, lo siento pero… me obsesiono con pequeñas cosas y… no quiero que te sientas así. 

—Sé que no expreso mucho mis sentimientos y que tal vez me cuesta, pero aún no entiendo cómo te sigues preguntando después de un año si te amo, claro que lo hago y si ves a tu alrededor este lugar es nuestro espacio donde ambos convivimos… me importas más de lo que crees, eres la persona con la que paso mis días y claro que me duelen tus ausencias pero ¿qué puedo hacer? ¿Pedirte a que renuncies a lo que amas? Es como si tu me dijeras que debo hacer lo mismo. 

—Jamás, Vera, jamás…pero ahora que lo pienso, tal vez necesitemos un sueño en común, porque creo que ambos tenemos los nuestros aparte. 

—Ya tenemos uno en común...— y voltea a ver el piso. 

—¿El plan A? 

—Así es… el plan A, que se dio natural sin que nosotros lo forzáramos, el plan B se debe de dar igual, pero creo que debemos definirlo. 

—Y lo definiremos— hablo emocionado de que esto no se convirtió en una pelea campal de platos rotos y gritos. Tomo mi agenda que está sobre la barra y la acerco, la leo rápidamente por unos momentos y luego decidido la veo a los ojos — dentro de un mes tengo que ir a Córdoba ¿te parece si me alcanzas allá? Justo cae en viernes, podemos estar el finde y  hablar del plan B ¿si? 

Vera me da un beso sobre los labios — Está bien… me encantaría acompañarte. 

—Te prometo que no me iré hasta que lo definamos y estemos los dos de acuerdo—le respondo, acaricio su mejilla — te prometo que ya no le dará más mente a lo del sueño, que lo tomaré así por lo que es. 

Ella me besa sobre los labios — no me perderás, no pienses que lo harás, estoy tan enamorada de ti que no me iré, ni siquiera me pasa por la mente y sí, te extraño con locura, como no tienes idea y cuando sé que estás viajando de regreso a la casa, no duermo, no como, hasta que tocas esa puerta y me tomas entre tus brazos. 

—Me encanta tomarte entre mis brazos— la cargo para sentarla sobre la encimera— y besarte mucho… porque te amo Vera Moretti, te amo con el alma. 

—Yo te amo más, jamás lo dudes Javier Montengro, además dime donde me podría encontrar a un hombre como tú, guapo — me besa — cariñoso — vuelve a hacerlo — sexy, inteligente y con una cultura tan grande como la tuya. 

Abro su blusa para descubrir su hermoso sosten y ella se muerde el labio— pensé que dirías que te hace el amor como nadie. 

—Pensé que estaba implícito. 

—Me gusta que me lo digas. 

Ella sonríe y sigilosamente se acerca a mi oído — ¿qué esperas en llevarme a la habitación? necesito tenerte antes de dejarte ir de nuevo. 

—Suena como un plan.— Contesto y sin más la cargo entre mis brazos para desaparecer en nuestro pequeño mundo, una vez más. 

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