El plan "b"

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Vera 

Esto era justo lo que Javier y yo necesitábamos, alejarnos de todo, subir a un barco y navegar por todo el Mar Balearico y dejarnos llevar por el ritmo del agua. Queríamos olvidarnos del trabajo, de los deberes, del caos que tenemos en nuestro piso, ya que lo acabamos de comprar gracias a una oferta muy generosa que el arrendador nos propuso, y como nosotros vivimos muy agusto ahí decidimos que era la oportunidad de hacerlo, dando así nuestro primer gran paso en esta relación, adquirir un inmueble juntos.

Sé que para muchas personas este sería el paso más natural y que incluso podríamos vernos severamente criticados por pensarlo tanto, pero si ambos somos honestos, él y yo no teníamos planes de hacerlo, simplemente seguiríamos viviendo juntos, amándonos, sin necesidad de un papel o algo que nos dijera que éramos pareja, pero después de mucho pensarlo y de hablarlo una y otra vez, ambos decidimos que era lo correcto y así Vera Moretti y Javier Montenegro, juntaron sus ahorros y adquirieron su primer hogar, uno que ahora está cubierto por bolsas de plástico sobre los libreros, sábanas sobre  los muebles y tiene olor a cemento fresco ya que decidimos modificar algunas cosas. 

Así, tan solo Javier regresó de viaje, tomamos nuestras maletas para salir de ahí, y mientras los trabajadores y el contratista se encargan de todo, nosotros disfrutamos de estas vacaciones, que se pusieron mejor ya que hemos reservado un hotel en Mallorca, uno todo incluído, donde prácticamente estamos disfrutando del delicioso menú, un poco exótico para mi gusto, de la deliciosa piscina privada que nos quita el calor y la amplia habitación que parece sacada de una película de Zares. No sé si lo estemos haciendo bien, si ambos deberíamos estar platicando de cosas más serias en lugar de disfrutar el placer por el placer, pero confieso que mientras veo a mi flamante novio, desde la tumbona de la piscina, acercándose a la orilla, con ese bien formado torso descubierto completamente mojada y ese sexy porte que me enloquece, no me arrepiento de nada, absolutamente de nada. 

―Vera, corazón, ven a comer un poco de la fruta.― Me pide, mientras acerca ese tipo de charola flotante donde nos han puesto la comida. 

Me levanto dejando mi pareo amarillo canario a un lado, me amarro el cabello para no mojarlo y camino hacia la orilla de la piscina para sentarme con los pies dentro del agua. Javier toma un gajo de naranja y me lo da en la boca, el increíble y delicioso jugo de la naranja endulza mi paladar. 

―Hmmm, delicioso.― Expreso. 

―No tan rico como tú ¿por qué no vienes a mis brazos amor? ― Me pide y tomándome de la cintura me baja para meter mi cuerpo dentro del agua. 

―¡Ay! Está fría― Me quejo entre risas mientras él me carga muy pegado a su cuerpo. Cuando por fin pongo los pies sobre el suelo de la piscina, él me besa sobre los labios. 

―¿Cómo te la estás pasando hoy hermosa? ¿Eres feliz? ― Pregunta en tono de ternura. 

Sonrío―claro que soy feliz y me la estoy pasando de maravilla mi amor, jamás habíamos salido de vacaciones y esto es algo nuevo para mí. 

―Para ambos, aunque no lo creas nunca llevé a una novia a viajar de esta forma, pero tú , fuiste la ganadora―confiesa. Sus manos inquietas recorren desde mi espalda hasta mi trasero y con toda las intenciones del mundo lo aprieta―¿es normal que siempre te desee tanto? 

―No lo sé, tal vez necesites un poco de terapia por eso. 

―¿Me la darás ahora? ― Pregunta y mete las manos dentro de la parte baja de mi bikini para sentir mi piel. 

―Dijiste que comeríamos. 

―Es lo que haremos.― Murmura. 

Puedo sentir sus manos acariciándome, como me insista a que me pegue más a su cuerpo para quedar pegado al suyo y de pronto sus piernas comienzan a moverse como si estuviera bailando una suave melodía que sé sólo se encuentra en su cabeza. 

―¿Qué toca tu mente? ― Pregunto como siempre lo hago. 

―My romance, de Gene Ammons―contesta―sé que no es música de concierto pero en este momento, teniéndote así, pegada a mí, en este lugar que parece un edén, no puedo pensar en nada más sexy que jazz, Vera y yo. 

―Jazz, Vera y yo.― Repito.

Javier sube las manos y me abraza por completo, mi cabeza inmediatamente se va a su pecho y mientras seguimos moviéndonos al ritmo de la música él me empieza a cantar bajito al oído. 

[My romance doesn't have to have a moon in the sky

My romance doesn't need a blue lagoon standing by

No month of may, no twinkling stars

No hide away, no softly guitars

My romance doesn't need a castle rising in Spain

Nor a dance to a constantly surprising refrain

Wide awake I can make my most fantastic dreams come true

My romance doesn't need a thing but you]

―Jamás me habías cantado.― Murmuro. 

―¿No te gusta como canto? ― Pregunta. 

―Me encanta, deberías de hacerlo más seguido, mi amor. 

―Haré lo que desees, siempre lo que desees.― Contesta. 

Sé que trabajo con la salud mental y que puedo leer y meterme en la cabeza de muchos de mis pacientes, pero admito que cuando se trata de Javier aún me cuesta trabajo, a veces quisiera hacerlo para saber qué melodía está tocando y no tener que pedirle después que la toque en el tocadiscos de la casa o en la radio del auto mientras regresamos de algún lugar, me encantaría poder escuchar lo mismo que él escucha en los momentos cuando estamos juntos. 

Javier se separa y sin previo aviso, toma mi rostro a la altura de mi mejilla  y me da un beso que enseguida corta mi respiración y enciende todo mi ser. Sus labios se mueven de una forma increíble, como si quisiera comerlos desesperadamente, como si los necesitara para sobrevivir este soleado día. 

Después, nos alejamos, me da esa sonrisa de infarto mientras mis piernas tiemblan un poco, no puedo creer que después de tantos besos siga provocando en mí ese torbellino que es una mezcla de amor y deseo a la vez. 

―¿Qué fue eso? ― Pregunto en tono de enamoramiento total. 

―Un beso a mi novia, uno que le debía hace mucho ―responde y luego toma un poco de fruta y vuelve a darme otro pedazo sobre la boca―para serte sincero, en este viaje quiero recompensarte por todas mis ausencias. 

―Pues lo estás logrando.― Añado y él sonríe. 

Javier vuelve a tomar otro pedazo de fruta, esta vez un mango, y lo pasa sobre mis labios primero, luego le da una mordida él y lo que sobra vuelve a ponerlo en mi boca para que yo lo coma. No sé lo que está pasando, no sé si la fruta es afrodisíaca, pero no puedo evitar no sentir que mi cuerpo lo desea. 

―¿Qué te pasa hoy? ― vuelvo a decirle mientras me toma del trasero y me carga para que acomode mis piernas rodeando su cintura. 

―No lo sé, de pronto te hiciste increíblemente atractiva hoy, como si tuvieras una especie de aroma que me vuelve loco, Vera. 

Javier comienza a caminar hacia las escaleras de azulejo para salir de la piscina y lo hace conmigo en brazos. Con mucho cuidado, camina hacia el ventanal de nuestra habitación y me pone sobre la cama para después posarse encima de mi― disfrutemos el momento por el momento, el placer por el placer, somos jóvenes, llenos de vida, eres sumamente atractiva y estamos enamorados ¿pones algún otro “pero” para que te haga el amor? ― Me pregunta y yo sonrío. 

―Entonces ¿no te importa lo que dicen de nosotros? 

―¿De qué? 

―Ya sabes, lo que insinuó tu madre la otra vez que hablaste con ella: empieza con “B” 

―¿Bebidas? ¿Besos? ¿Baile? ― Bromea y yo me río. Él acaricia mi rostro y me besa desabrochando sigilosamente el nudo de la parte de abajo de mi bikini. 

Inmediatamente mis manos van a su mojado traje de baño y comienza a bajarlo hasta que éste, pesado por el agua, cae sobre el suelo―¿ya me vas a decir que “B”? ― insiste y al sentir el roce de su intimidad con la mía siento que olvido el mundo. 

―Ya no lo recuerdo, creo que ya no recordaré nada a partir de este momento― le confieso. 

―Entonces voy a asegurarme.― Contesta y subiendo a la cama, completamente desnudo y con esa mirada de fuego en sus ojos, mi cuerpo ansioso espera por todas las sensaciones que sé, empezaré a sentir.

Javier entra en mí, lo hace esta vez lento, tierno, queriendo sentir cada parte de mi cuerpo. Yo gimo bajito en su oído mientras siento el peso de su cuerpo sobre mí. Es la segunda vez en este día que él me hace el amor, que ambos estamos sobre esta cama sin tender, sintiendo nuestras mojadas pieles mientras besa mi boca como si fuera la última vez en el mundo. 

No sé si “My romance” de Gene  Ammons siga en su mente, pero si es así ¡es la mejor canción del universo! Ya que ha hecho que mi guapo novio se inspire de una manera diferente a todas las demás. 

―Javier― gimo su nombre en lugar de murmurar como siempre ― no tienes idea cuánto te amo― confieso― si tu quieres, si tu lo deseas, pasaría el resto de mis días amándote. 

―Eso es lo que quiero, mi amor.― Responde. 

―Así que no me importaría que en algún momento, pasara la palabra con “B”. 

El levanta la vista y sin dejar de moverse dentro de mí me pregunta―¿Qué significa la “B”? 

―Lo que venga primero, lo que queramos después, “B” para nosotros significa planes. 

―El plan “b”, me agrada.― Murmura. 

Nuestros cuerpo se siguen moviendo como uno, mis manos no dejan de acariciar su espalda, de recorrerla sintiendo cada músculo tan bien trabajado. Su aliento en mi cuello mientras mi garganta gime, provoca que juntos culminemos al mismo tiempo. Mi piel se eriza por completo y mi cuerpo enseguida se relaja por completo, sintiendo el calor dentro de mi. Javier, desfallece de placer, y luego con mucha ternura me da un beso sobre la frente, sobre mi nariz y luego mis labios. 

―Tú eres mi único plan, Vera Moretti, “a”, “b” o “c”, eres lo único que quiero para mi vida, pero me agrada la idea que el “b” sea el indicado ¿te parece si lo ponemos en marcha? 

Sonrío ―¿ No importa si tenemos ideas diferentes de “plan b”?

―Sólo dime, en ese plan, ¿seguimos juntos? ¿amándonos? ―asiento con la cabeza ―entonces, no importa, mientras siga siendo así. 

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