El sueño

Javier 

“Javier Montenegro, prepárate, porque perderás a alguien importante en tu vida, prepárate, hazlo, prepárate” 

Vacaciones, algo que Vera y yo anhelamos tanto desde hace tiempo atrás, ya que entre el trabajo y la rutina del día a día no habíamos tenido tiempo de relajarnos o al menos pasar un día lejos de la ciudad, así que ahora arreglamos nuestras agendas y maletas y nos fuimos a la aventura. Vera y yo hemos estados muy ocupados, ella acaba de iniciar sus trámites para hacer un doctorado en sexualidad humana ya que su increíble tesis de maestría llamó la atención de tres universidades y ahora tiene mucho de dónde decidir, mientras yo, cada día tengo más trabajo en la oficina y eso significa más viajes al año donde prácticamente estoy lejos de Vera y regreso esporádicamente para vivir con ella una vida de pareja, por eso también el motivo de estas vacaciones, para estar con y para ella porque la extraño, porque la necesito y ella aunque no me lo dice sé que me extraña y me necesita por igual. 

Así que le pedí a mi padre su yate, compré dos boletos de avión para Ibiza, ese lugar tan especial para los dos, y nos subimos a zarpar a la nada, no sabemos a dónde iremos, tenemos un leve rumbo Mallorca, Menorca posiblemente Tenerife, pero aún no estamos seguros, lo único que sí sabemos es que queremos estar solos ella y yo y el mar. 

Sin embargo, de nuevo ese sueño recurrente que he tenido desde hace días vuelve a despertarme tan temprano que puedo ver el sol salir por el horizonte e iluminar el resto del mar. Vera yace dormida a mi lado, boca abajo, completamente desnuda, con su hermoso cabello rubio cubriendo su espalda y la ligera sábana apenas tocando su espalda baja, la veo y no puedo creer que ella se haya quedado conmigo, después de todas las dificultades que pasamos y las pruebas que nos pusieron, Vera Moretti se quedó a mi lado y soy tan pero tan feliz por lo que el mensjae del sueño me alerta un poco. 

Me levanto de la cama y me pongo directamente el traje de baño y una camisa blanca de algodón la cual la dejo abierta de el frente para después salir del camarote e ir a la cubierta donde parte del personal ya ha empezado a poner el desayuno. Sé que dije que Vera y yo queríamos estar solos, pero mi padre me propuso que consintiera a mi novia y que llevara al personal, al menos al que fuera necesario, y pues como negarme a las comodidades ¿cierto?, así que ahora están con nosotros con la única condición de que no pueden molestarnos, excepto que nosotros los llamasemos. 

Voy hacia la pequeña barra de alimientos y tomo un poco de zumo de naranja para después irme a sentar sobre una de las tumbonas de madera con cojines blancos que hay sobre la cubierta. Me pongo los lentes de sol para disfrutar un poco del clima y tomo un sorbo para refrescar mi garganta, no sé si estamos cerca de Formentera o lejos de ella, pero no me importa, mientras estamos en el mar y lejos de la gente, es todo lo que deseo por ahora. 

Me quedo disfrutando de la briza del mar, del movimiento de las olas, del hecho de que vivo una mañana tan mágica al lado de la mujer de mis sueños y de las deliciosas naranjas frescas, cuando una sombra cubre el candente sol, que poco a poco va subiendo al cielo, obligándome a subir la mirada para ver a mi Vera comiendo una tostada vestida con ese bikini blanco que se compró antes de venir para acá y un albornoz del mismo color que la protege del sol. 

―Buenos días guapo. 

―¿Estás desayunando sin mi?― Pregunto tierno y poniendo mis manos por detrás de sus glúteos la invito a sentarse a horcajadas sobre mi ―¿me das? 

Vera acerca el pan tostado a mi boca y yo lo muerdo enseguida provocando que mis dientes hagan ese sonido crunch, crunch, crunch mientras mastico y ella come por igual acompañándome. 

―Mi especialidad, pan tostado con mantequilla y mermelada de fresa. 

―Me encanta.― Respondo. 

Nos vemos frente a frente y ella me sonríe, me da otro poco cuando termino de comer ese pedazo y para terminar ella se come el resto. Mis manos comienzan a jugar con los pequeños flecos de su albornoz y ella con mi cabello. 

―Buenos días amor ¿me das un beso? 

―Te doy dos.― Respondo y beso sus labios saboreando el resto de la mermelada de fresa que aún sigue sobre sus labios. Nos separamos lentamente y ella me ve a los ojos.

―¿Qué te pasa guapo? ― Me pregunta. 

―Nada, me gusta madrugar.

―¿Madrugar? Mi amor, se supone que estamos de vacaciones, dime qué te pasa, llevas días muy raro y aunque confió al cien por ciento en ti, me empieza a dar miedo, así que mejor dime. 

―No es algo para comentar en unas vacaciones, Vera. 

―Siempre nos decimos todo Javier, no te cierres, no ahora.― Insisite. 

Suspiro ― Llevo días soñando que alguien me avisa que perderé a un ser querido, pero no sé de qué forma y como tomar eso.― Hablo y ella cambia su rostro a uno más serio ese que hace cuando está analizando las cosas. 

―Dime más. 

―Es una figura, no le veo el rostro es más su voz, me dice que me preprepare porque perderá a alguien importante en mi vida y no sé qué pensar, pero te puedo decir que tengo miedo en decirlo en voz alta porque no quiero que se haga realidad corazón. 

Vera me abraza, sus manos dejaron mi rostro y ahora me acarician la espalda. 

―No es lo que crees, amor. 

―¿No? 

Ella se separa y me ve al rostro, con esos ojos brillantes que siempre la caracterizan ― en la interpretación de los sueños que te avisen que perderás a alguien a quién quieres significa que estás muy alejado de esa persona, que debes empezar a prestar atención, a estar más cerca de tus seres queridos, disfrutar los momentos con ellos, si no es posible que te quedes solo en un futuro, pero no tiene que ser un diagnóstico tan fatalista. 

―Ese es un diagnóstico muy acertado, demasiado. 

―Sólo es lo que es Javier, no estoy inventando nada, de verdad.

―¿Es posible que Vera me esté dando terapia? 

―No.― Responde y me da un beso sobre los labios. 

―¿Me estás insinuando que he estado lejos de ti todo este tiempo y que posiblemente me dejes? ― Pregunto. 

Vera sonríe y niega con la cabeza ―¿Regresamos al miedo a dejarte? 

―No mi amor, es el miedo de aburrirte, tengo la teoría que los problemas con mi ex pareja empezaron por esto.

―¿Un sueño profético? ― Bromea.

Me río bajito y ella sonríe conmigo ―Mi amor, trato de ser serio, de explicarte. 

―Y lo que yo te digo es en serio, estás tratando de volver al mismo discurso de una persona que ya no nos interesa. Javier, sé que te has ido mucho tiempo y que posiblemente hemos tenido más sexo por videollamada que en el piso― me río― pero eso no quiere decir que estoy aburrida, tengo muchas cosas qué hacer, un doctorado en puerta, cada vez más pacientes que necesitan mi ayuda, la idea del nuevo consultorio, la remodelación del piso, ¿crees que voy a quedarme sentada lamentándome porque mi guapo novio se la pasa viajando y me ve un mes si dos meses no?

―Por eso te amo.― Contesto y la acerco más a mi cuerpo haciendo que no haya un espacio entre los dos, te amo porque a pesar de la distancia siempre estamos juntos y porque tenemos sexo por videollamada, jamás me había sentido tan excitado con el sonido de una video llamada entrante. 

Vera lanza una carcajada que parece un canto de sirena esperando en algún punto del mar para hechizarme. Ella baja las manos sobre mi pecho y lo acaricia tiernamente mientras con sus dedos escribe su nombre VERA sobre mi piel a la altura de mi corazón. 

―Javier Montenegro, un sueño como ese no debe asustarte. 

―Pero ¿qué tal si se hace realidad? Imaginame sin ti Vera, sería un caos. 

―Lo harías bien, si yo me voy no me iría preocupada, porque el Javier actual es mucho mejor que el Javier de años atrás, pero para tu buena o mala suerte, no planeo irme, al menos no este día. 

«A veces se me olvida que Vera vive un día a la vez, sin planes a futuro, sólo vive lo que tiene que vivir, y eso me encanta». 

―Tienes razón, por lo menos en este viaje es imposible que te vayas, excepto que quieras nadar mucho.― Contesto y me pongo de pie con ella entre mis brazos. 

―¡No Javier! ¿Qué haces? ―Pregunta emocionada, mientras camino por la cubierta hasta el lugar donde podemos saltar al agua. 

―Disfrutando lo momentos con la mujer que amo porque no me quiero quedar solo en un futuro.― Recito, y sin pedir permiso salto al agua junto con ella, acompañada de su melodiosa risa que me hace olvidar la terrible pesadilla que soñé y que no sé cuando dejaré de soñar. 

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