Capítulo 3

Las lágrimas no dejaban de caer, no sé cuántas horas habían pasado pero seguía en el área de lavado de cirugía, aún sucia, aun sintiéndome muy mal, pues es la primera persona que muere en mis manos, que muere mientras yo intento salvar su vida y eso es algo que no me deja respirar. Mi pager no para de sonar pero las lágrimas y el nudo de garganta no me deja moverme, sé lo que tengo, estoy en un estado de shock, suele sucederle a todos los que perdemos a un paciente. 

Escucho que abren la puerta pero sigo sin poder moverme, tocan mi cara y la suben hasta dar con los ojos azules de Kevin, su mirada es de angustia pura pero sigo sin reaccionar él me habla pero no puedo responderle nada, solo puedo sollozar como una pequeña bebé pues duele mucho, duele mucho perder a una persona, duele mucho salir y decirle a sus familiares que han perdido a una esposa, madre, abuela, tía, hija.

—Vamo Neni, debes pararte ya —niego—, cariño han pasado seis horas desde que viniste a refugiarte aquí —abro los ojos de par en par—, Joshua está terriblemente preocupado y Dorian ya sabe que algo pasa. 

Me levanto y Kevin me acompaña mientras me termina de quitar la ropa de cirugía dejándome en mis scrubs azul marino, caminamos lentamente hasta la sala de espera donde diviso a la rubia chillona con más personas, asumiré que la familia del chef, mi pequeño de diez años corre a donde estoy y se me abalanza encima, lo atrapo en mis brazos y lo abrazo con todas mis fuerzas metiendo mi cara en su pequeño cuello, su cabello castaño claro me cae en la cara y siento verdadera paz, escucho a Kevin y Joshua conversando, darle la cara a Joshua me da vergüenza. 

Dorian se baja y cuando vamos a caminar, alguien toma mi brazo y me voltea de forma abrupta, la cara de Dorian se transforma en una seria y dura, tal cual como la de su padre, cuando me volteo veo a la rubia mirándome con reproche, arqueo mi ceja sin entender qué cojones quiere. 

—¿Qué clase de médico incompetente eres tú? —mi cara de confusión la hace irritar más— tengo horas sin saber de mi novio y tú eres su estúpida médico.

Una señora bien conservada se acerca a ella y le reclama en voz baja haciendo que la rubia voltee sus ojos y se regrese de donde vino, Kevin ya está a mi lado y la señora se voltea a verme sonriendo de manera tierna.

—Lamento el comportamiento de Rebeca, aún no sé por qué mi hijo sigue con esa víbora—Dorian se ríe y yo me mantengo seria. 

—El estado de salud de su hijo—interviene Kevin— ya se le dió al señor que está por allá—ella se voltea y se ríe—, es una falta de respeto que una persona se acerque a insultar al equipo médico, teniendo en cuenta que la Dra. Cruz no es el médico del Sr. Hartz.

—Lo lamento, ella no dejó hablar a mi esposo quejándose de la “niña”— hizo la mueca con sus manos—, que atendió a Ethan. 

—No sé preocupe señora, si me disculpa he tenido un día difícil. 

—¿Cuándo le dan de alta?

—En dos días.

Llego hasta Joshua y este me abraza sin decir nada, besa mi frente con cariño y me obliga a caminar, salimos del hospital y veo a Joshua, él me da a entender que nos iremos en su carro así que camino mientras Dorian no me suelta la mano, de hecho la toma mucho más fuerte para que no tenga oportunidad de escapar. Para mí mala suerte, gracias a todo lo que Martha Gibson me hizo padecer en el embarazo, desarrolle ansiedad y depresión severa, intenté quitarme la vida repetidas veces estando embarazada, estuve internada en un centro de rehabilitación y para el tiempo que di a luz a Dorian, su carita me hizo iluminar un nuevo camino lleno de esperanza, su llanto me hizo dar cuenta que la vida valía la pena vivirla si lo tenía a él en ella, eso no quita que ahora tengo ataques de pánico o ansiedad, que quedó en shock en situaciones traumáticas para mí y es por eso que mi hijo me sujeta con miedo de que pueda escapar, pues en otras ocasiones he desaparecido por días.

—No me iré a ningún lado —le aseguro antes de subirlo al carro—, prometimos por la garrita que ya no huiría ¿no es así? 

Él asiente y me da un beso gigante en la frente mientras termina de subirse a la parte trasera de la camioneta de Joshua mientras se arregla yo cierro la puerta y me subo al puesto de copiloto, Joshua sigue sin decir nada, pero sé por su cara y actitud que solo está esperando el momento que estemos solos para hablar conmigo, tal vez no vaya a echarme la bronca pero me regañara de eso estoy segura. 

Llegamos al penthouse de Joshua y Dorian se abre paso de nosotros encerrándose en su habitación, seguramente irá a jugar online, me quedo en la puerta quitándome los zapatos, la verdad es que ni siquiera me quité el uniforme de trabajo, por lo que camino hasta el cuarto, Joshua va a hablar pero agito mi mano dándole a entender que ahorita no quiero hacerlo. 

Camino directamente hasta el baño y él me sigue, es más terco que una mula y no se cansará hasta que me saque las palabras con cuchara pues eso le pidió el psiquiatra hace diez años cuando me dieron de alta, abro el agua de la bañera y me quito la camisa del uniforme y me volteo a verlo, se ha sentado en la poceta y tiene sus brazos cruzados, ya no sé ni para que me mato en sentirme avergonzada si ya le da totalmente igual verme desnuda, por lo que termino de quitarme la ropa quedando desnuda y metiendome en el agua, sus ojos siguen en los míos, lo bueno de Joshua es eso, a pesar de que admite que soy el tipo de chica que se follaría a mi ya no me ve de esa manera, por lo cual mi cuerpo no le interesa ni despierta nada en él, pues lo ha visto desnudo tantas veces que ya “perdió el encanto”.

—¿Quieres hablar? 

Mi cabeza está hacia atrás apoyada en el borde de la bañera, me levanto y me volteo apoyando ahora mis brazos mientras miro sus ojos azules, no hay molestia hay genuino miedo y preocupación en su mirada, por lo que respiro profundo, intento calmar mi corazón. 

—No, pero sé que no desistirás hasta que lo haga —me encojo de hombros.—, es la primera vez que pierdo un paciente, es la primera vez que siento lo que es luchar por horas para salvarle la vida a alguien y que no sea suficiente. 

Las lágrimas caen por mis mejillas y Joshua se acerca, se quita sus zapatos y entra con su ropa ejecutiva a la bañera colocandose detrás de mí, me obliga a apoyarme en su torso y dejo escapar esas lágrimas que aún necesitaba botar, él se dedica a acariciarme el cabello mientras sollozo, Dorian aparece en la puerta del baño y suspira, se acerca a darme un beso y se va. 

Joshua termina aseandome pues las lágrimas jamás se detuvieron y me dejaron en shock de nuevo, veo todo en cámara lenta, como él se quita la ropa para poder secarme y vestirme, como se va en boxers hasta su habitación luego de acostarme en mi cama, veo como llega Dorian y se acurruca a mi lado, lo escucho decirme «dormiré contigo hoy mami para que no tengas pesadillas» pero no puedo responderle, las lágrimas siguen cayendo mientras él se acurruca conmigo. 

Dorian tiene la costumbre de leerme pues desde bebé lo acostumbre a leerle libros antes de dormir, por lo que toma mi libro favorito y comienza a recitar con una voz pausada y suave las palabras escritas por Antoine de Saint-Exupéry en El principito, permitiendo que deje de llorar y le preste atención mientras lee capítulo tras capítulo del libro mientras me lleva a ese viaje sin fin del sueño, mi cuerpo va perdiendo la fuerza y veo como Dorian sonríe al conseguir que lentamente con su melodiosa voz logra calmarme y me hiciera quedar dormida sin ningún dolor porque lo tengo a él a mi lado.

Se que todo estará bien por que tengo a Dorian a mi lado, las personas durante estos diez años nos han criticado de manera severa sobre tener una hijo tan joven, nadie piensa que Dorian salvó mi vida y que él no siente ese peso en sus hombros porque lo liberé de él, es mi hijo y agradezco que lo sea pues como él no hay nadie más, mi niño es muy especial, de eso no habrá duda alguna, jamás.

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