CAPITULO 6

Patricia se levantó a tempranas horas de la mañana. Ayudo a su abuela con el desayuno antes de salir hacia la casa de la familia Rocco. Hoy sería un día muy importante para Anthony las pruebas serían tomadas hoy. Aunque la familia Rocco no era una familia ejemplar y un modelo perfecto de armonía deseaba que el niño fuese hijo de su jefe al menos tendría un techo donde dormir y a ella para cuidarlo.

—¿Llevas prisa? —Micaela preguntó al verla tan apurada

—Un poco abuela ¿puedo ayudarte en algo?

—No cariño, solo preguntaba —Micaela estaba insegura con respecto al trabajo, temía que pasara lo inevitable y era el motivo por el cual preguntaba sin llegar a ser tan obvia.

—Desayuna abuela, volveré por la noche —besó la frente de Micaela antes de salir con prisas.

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—¿Es necesario todo esto? —Patricia llevaba al niño de la mano. Apenas habían bajado del auto para ingresar a la clínica dónde se llevaría a cabo las pruebas para saber si Anthony era hijo de Antonio o no.

—Quiero estar seguro Patricia, no quiero que el día de mañana alguien aparezca reclamando derechos sobre él y lo aparte de mí —Patricia entendía su punto pero…

—¿Qué sucederá si el niño no es suyo? —el niño no tenía a nadie más en la vida su madre se había desentendido totalmente de él y se había marchado si ver atrás.

—No estoy listo para ser padre Patricia, pero cualquiera que sea el resultado me haré cargo de él, necesitare de toda su ayuda. La casa de mis padres no es el mejor lugar para criar a un niño —los recuerdos de su niñez llegaron sin querer. Su madre castigando a su hermano por culpas que no era suyas y de nada servía que intercediera por él porque el castigo era mucho mayor.

—¿Por su madre? —Patricia sabía que era arriesgado tratar de averiguar todo pero necesitaba saber dónde pisar por su bien y el de Anthony

—Es mi madre, pero eso no la convierte en una buena mujer —dijo serio separándose de ellos para solicitar información

—¿Dolerá? —preguntó el niño con voz llorosa

—No cariño me asegurare de eso —prometió habían muchos métodos para llevar a cabo la prueba que necesitaba Antonio. El niño asintió menos temeroso.

Una hora después estaban en el auto, los resultados demorarían en llegar al menos tres semanas.

—Quiero comer helado —el niño sonrió. Patricia espero a que su jefe aceptara o se negará

—¿Vainilla? —preguntó era su favorito

—¡Chocolate! —grito emocionado

—Vamos por esos helados —sonrió y Patricia se fijó por primera vez que su sonrisa era verdadera.

—¡Sí! ¡Sí!

—Calma cariño —Patricia tranquilizo al niño

—Por cierto nadie me dio un regalo de cumpleaños —se quejó para tener seis años era un niño peligroso pensó Patricia.

—Vamos por ese regalo entonces —Antonio condujo hasta el centro comercial. Iba a disfrutar del día que tenía por delante. Después de la discusión con su madre había reflexionado su conducta con respecto al niño. El que no estuviera listo o preparado para ser padre no le eximía de la responsabilidad que tenía con él. Era posible que en su vida hubiera buscado la manera de liberarse de su madre haciendo exactamente todo lo contrario a sus deseos, Anthony no estaba planificado pero existía y tenía la sospecha que los exámenes era mero trámite porque el niño tenía la sonrisa de Danilo.

Una sonrisa que no permitiría que nadie le robara como había hecho su madre con su hermano.

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—Dafne podría por favor —se recostó sobre su silla, giró para ver por el ventanal. Había sido un estúpido por aceptar a una mujer como Lucrecia en su vida. La tipa estaba completamente loca. Lo retaba abiertamente lo que quería decir que no había creído una sola palabra sobre su supuesta relación con Dafne. Lanzó la invitación al desfile del próximo fin de semana

—Señor —estaba distraído tanto que no se había dado cuenta en el momento que su secretaría había entrado.

—Siéntese por favor —estaba loco ¿pero qué opción tenía? Sin contar que estar cerca de Dafne lo ponía nervioso, había llegado a creer incluso que la torpeza de su secretaria era contagiosa porque él actuaba de manera torpe cuando estaba cerca.

Dafne espero a que su jefe se decidiera hablar. Acomodo los lentes sobre el puente de su nariz con un dedo, tobo bajo la atenta mirada de Danilo.

¿Qué tenía ella que lo ponía tonto? ¿Por qué su corazón parecía palpitar con prisa cada que ella se acercaba? Negó eran preguntas a las que no quería respuesta por ahora.

—¿Tiene algo que hacer el sábado por la noche? —preguntó directo.

Dafne pestaño sin comprender ¿Por qué lo preguntaba? ¿Qué haría el sábado? A parte de alimentar a su gato y leer novelas románticas hasta el amanecer no tenía nada en su agenda.

—Nada señor —respondió después de un largo silencio

—¿Podría acompañarme?

—¿Acompañarlo? —preguntó sorprendida

Danilo respiró profundo. Dafne era torpe no idiota y si no le decía las cosas claras no iba a conseguir su ayuda.

—Dafne yo necesito que me haga un favor y de verdad yo le viviré agradecido toda mi vida —pestaño de nuevo antes de preguntar

—¿Qué necesita?

—Que se haga pasar por mi novia —Dafne abrió los ojos asustada. Sus labios se abrieron y cerraron sin poder emitir palabra alguna ¿había escuchado bien?

—¿Qué?

—Lo siento Dafne yo… le he dicho a Lucrecia que estamos en una relación —si no estuviera sentada estaba segura que se habría desmayado

—¿Por qué haría tal cosa? —pregunto removiéndose incomoda en su lugar. La idea de Danilo siendo su novio le recordaba a la última novela que había leído, pero esto no era una novela era su vida y era real.

—No voy a volver con ella y sé que estoy siendo egoísta porque la he involucrado sin siquiera preguntarle primero pero yo realmente no sé qué hacer…

Dafne no puedo evitar que su imaginación volara fuera de la realidad. Ella siendo la novia de Danilo Rocco, tener un romance con su jefe. Suspiró

—Dafne —Danilo había esperado por una negativa en su lugar su secretaria parecía perdida en sus pensamientos

—¡Dafne! — llamó de nuevo para traerla de regreso

—Lo siento señor yo… yo no tengo nada que ponerme

—No hay problema por eso —sonrió

Dafne fue consiente que había aceptado acompañarlo sin decirle sí…

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Anthony disfruto de un delicioso helado y de pizza cortesía de su padre…

—¿Puedo ir a los juegos? —preguntó mientras señalaba los juegos infantiles dentro del centro comercial.

Patricia y Antonio se miraran entre si antes de dejarlo marchar con la vista puesta todo el tiempo sobre él.

—Gracia Patricia, lleva apenas unos días con el niño y la confianza que existe entre ustedes es muy importante —Patricia no se esperaba esto.

—Desde luego podría decir que es parte de mi trabajo, pero le estaría mintiendo Anthony es un niño muy receptivo tengo la impresión que estuvo sólo la mayor parte del tiempo o en casa de su vecina donde al parecer su madre solía dejarlo

—Lo veo y no puedo creerlo tiene seis años y somos dos desconocidos —Antonio observo al niño. Algo dentro de su pecho dolió.

—Es algo que tiene solución señor Rocco ¿Correrá el fin de semana? —Antonio no comprendió el cambio repentino del tema

—Si

—Anthony disfrutaría verlo correr —Antonio aparto la vista del niño para verla, su sonrisa de repente le hizo sentir un hueco en el estómago. Sus manos estaban cerca sobre el barandal, tuvo el impulso de acariciar esa mano color del chocolate. Negó algo no iba bien en todo esto. Se apartó disimuladamente.

—Me parece una buena idea Patricia —no la miró se sintió de repente incomodo

—Otra cosa más, ¿el niño no tiene más ropa de la que llevaba consigo cuando llego?

—¿Qué?

—Necesita comprarle ropa señor Rocco —Antonio maldijo su descuido.

—Pues vamos a por ello

—¡Anthony! —llamó para ver al pequeño correr en su dirección

—Sí

—Vamos de compras —Antonio no miro a Patricia, trato de ignorarla deliberadamente.

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—Tienes que hacer algo Santiago, estoy cansada de todo lo dejes pasar —Margarita estaba acosando a su marido de nuevo

—Basta Margarita te he soportado todos estos años por el que dirán y por tu maldita amenaza de lastimar a Danilo. Deja a mis hijos en paz o te prometo que nada me impedirá conseguir el divorcio —Santiago se puso de pie

—Estás loco, jamás firmaría el divorcio, jamás serás libre de mí. Nuestras empresas terminarían divididas si llegara a ocurrir, no seré el hazmerreír de nadie por tu culpa —Estaba colérica por la respuesta de su marido

—Deja a mis hijos en paz. Te lo advierto —salió de la biblioteca maldiciendo la hora en que había aceptado casarse con Margarita.

—Señora

—¿Qué es lo que quieres?

—La señorita Mariana llego —la chica del servicio informó con cierto temor

—Hazla pasar —respiró profundo antes de que su visita entrará y la viera perder los estribos, Mariana Reyes era la mujer perfecta para su hijo sobre todo para tapar el desliz de Antonio, el niño bien podría hacerse pasar por hijo de los dos…

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