Flashback #3

<<—Eres de las pocas mujeres que poseen una belleza natural. —Comentó Andrés, mientras miraba las fotografías que me había hecho, con fascinación—. Estoy seguro de que si te dedicaras a ello, serías de las modelos mejor pagadas. —Fruncí ligeramente el ceño, tomándome unos segundos para analizar la afirmación de mi jefe, aunque no tardé en desechar rápidamente aquella posibilidad: que él viera una belleza inigualable en mí, no significaba que los demás que formaban parte del mundo de la moda fueran a opinar igual.

Además, a mí me gustaba la tranquilidad, salir a la calle sin tener que preocuparme de que un paparazzi estuviera acechándome, y viajar por placer, no por necesidad: quería mantener mi vida estable, no que se convirtiera en una especie de espectáculo del que todo el mundo opinaría.

—Gracias, pero creo que prefiero seguir pasando inadvertida por el momento. —Dije finalmente, esbozando una tímida sonrisa—. La muchedumbre junto con cientos de cámaras fotográficas encaradas hacia mí no es algo que me atraiga; además —agregué, cuando sus increíbles ojos negros se encontraron con los míos—, mi jefe me ha pagado mucho dinero por adelantado por hacer mi trabajo; no creo que, le hiciera gracia que lo abandonara para embarcarme en una aventura llena de maquillaje, estrambóticos vestidos y pelo encartonado por usar tanta laca... —Aquella observación logró robarle una tierna sonrisa.

Dejó la cámara con cuidado sobre la mesa auxiliar y acabó de acercarse hacia mí.

—Podría intentar de convencerle para que dejara que fueras solo mía. —Musitó en un murmullo, mientras rodeaba mi cintura con sus manos, haciendo que mi corazón empezara a latir con fuerza dentro de mi pecho—. Además, no tienes nada que temer: yo cuidaré de ti. —Su rostro al mío, y me besó, con ternura, aunque no pude evitar apartarme unos centímetros de él, haciendo que arrugara la frente, confuso.

—No quiero ser una conquista más a la que puedas añadir a tu lista de mujeres con las que te has acostado. —Dije con un hilo de voz, pues aunque yo era consciente de que con el paso de los días la atracción que había entre ambos era más que evidente, no podía evitar pensar que tal vez no quisiéramos lo mismo, pues hasta la fecha, desconocía que aquel hombre que se encontraba enfrente de mí, fulminándome con la mirada, hubiera tenido ni una sola relación formal.

—Mentiría si no te dijera que me sorprende que tengas tan mal concepto de mí, a pesar de conocerme desde hace apenas un par de semanas. —Era evidente que se sentía molesto por mis últimas palabras, y dado a su razonamiento, no le culpé; sin embargo, también era cierto que había acudido en más de una ocasión a su estudio, y había escuchado ciertos comentarios de aquellas víboras que tenía por modelos, que habían logrado que estuviera en alerta.

—Tan solo me baso en lo que escucho de bocas ajenas. —Le dije, encogiéndome de hombros para quitarle importancia, aunque lo cierto es que me sentía mal por haberle acusado de ser de una manera incorrecta sin tener realmente pruebas de ello—. Tal vez esté en lo cierto, o quizás me equivoque: el tiempo lo dirá. —Andrés se apartó de mí, frunciendo el ceño, y se alejó unos pasos, dándome la espalda.

Estaba convencida de que estaba planteándose cambiar de opinión respecto a mis servicios, y que me pediría que me largara.

Dejó escapar un profundo suspiro, al tiempo que sacudía ligeramente la cabeza a modo de desaprobación, para luego pasarse una mano por el pelo, antes de volverse de nuevo hacia mí, todavía con el ceño fruncido.

—Entonces, tu temor es que logre conquistarte, te meta en mi cama, y te abandone cuando supuestamente me canse de ti. —Comentó entonces, volviendo  a clavar su mirada en mí.

Me tomé unos segundos antes de responder.

Dicho de aquél modo, daba a entender que yo le consideraba un tipo sin escrúpulos, y tampoco había querido dar a entender aquello.

—No quiero que ninguno de los dos sufra, eso es todo. —Me limité a responder, y por la manera en como entrecerró los ojos, me di cuenta de que, de un modo u otro, había confirmado sus palabras.

—Está bien. —Murmuró, más para sí, que para mí, mientras volvía ligeramente la cabeza hacia un lado para perder la mirada en un punto inexistente—. La cuestión es, que tú me gustas, no voy a negarlo. —Agregó, asintiendo brevemente con la cabeza, mientras parecía ir pensando qué decirme para convencerme—. Y no soy un tipo que se rinda fácilmente, supongo que eso también lo has escuchado. —Inquirió, dedicándome una severa mirada que logró hacer que mis mejillas se ruborizaran—. Te propongo algo: pasaremos este fin de semana en uno de los apartamentos de Blue Windows House, y tendrás total control sobre mi teléfono móvil y ordenador; si recibo cualquier llamada o correo que puedan confirmar tu temor, nos limitaremos a mantener únicamente una estrecha relación laboral; pero —prosiguió, alzando el dedo índice para remarcar lo que iba a decir a continuación—, si en estos dos días todo transcurre con normalidad, te quitarás esa estúpida idea que tienes de mí de la cabeza, y me darás una oportunidad. —Tuve que hacer un esfuerzo por reprimir una tímida sonrisa ante su manera de lograr tener una relación sentimental conmigo, pues resultaba incluso tierno.

—Creía que en esta época del año, resultaba prácticamente imposible conseguir un apartamento ahí. —Comenté, cruzándome de brazos, decidida a no ponerle las cosas tan fáciles: me gustaba su desesperación por conseguir que yo accediera a salir con él.

—Esa es una de las ventajas de ser propietario de uno de los apartamientos, que puedes ir cuando te apetezca. —Abrí los ojos como platos, perpleja, lo que hizo que él no hiciera nada por disimular la sonrisa de satisfacción que se dibujó en sus labios—. Así es, nena —agregó entonces, asintiendo con la cabeza—: Ese es uno de los lujos que puedes disfrutar, si accedes a salir conmigo; ¿qué me dices? —Yo simplemente me limité a bajar ligeramente el rostro, dejando que mis labios esbozaron una tímida sonrisa.>>

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