Deslumbrante

Dereck

Se me quedó viendo muy confundida, sin entender a lo que me refería. No existe mujer más despistada que ella, y yo creyendo que Gabriela era la única que no entendía de indirectas y Jane le ha ganado. Aunque esa inocencia no me la creo del todo, ha de ser como otras que se hacen las desentendidas y luego les brota de la nada las garras, los cuernos y la cola de diablas. El resto de cena fue en completo silencio. Tampoco me animé a hablar, por qué de repente estaba diciéndole todas esas palabras a ella, si según yo, no me agrada ni la forma en la que respira. Es como ese pan viejo y duro que ni con agua me baja por la garganta ¿Qué carajo hago hablándole en doble sentido? Quizá sea el cambio que ha tenido en estos últimos días, lo que ha llamado mi atención. Luce bien, muy bien. Eso no lo voy a negar.  Y eso es lo que quiero creer.

—¿No cree que han demorado en llegar los socios? — inquirió viendo la hora en su teléfono —. Ya pasan de las seis, Sr. Cooper. ¿seguro que la reunión era el día de hoy, fíjese que yo no recuerdo haber visto en la agenda una cita programada?.

—Ya ve que algunos empresarios no son serios ante los negocios importantes — me escudriñó con la mirada, más no dijo nada. Terminamos de comer y según acabamos, la llevé a su casa.

La casa de Jane queda en lo más peligroso de Chicago, Al llegar, me detuve frente a una casa de dos pisos con aspecto deteriorado. No sé cómo le hace para vivir en un lugar así. Ahora entiendo las palabras que me dijo sobre salir adelante. ¿Será esa es la razón por la cual soporta mis innecesarios trabajos con los documentos en la oficina?.

—Gracias por traerme, Sr, Cooper. Mañana me comunicaré con los socios, ¿de qué empresa? — preguntó —.  Y, dejaré la queja por falta de responsabilidad y compromiso hacia usted — enarqué una ceja. Si ella llama seguro me pilla que le he dicho mentiras sobre la cena de negocios, que según le dije en la sala de juntas.

—No se preocupe por ello, Wilson. Yo mismo llamaré a esos irresponsables — sonreí —. Permítame le acompaño hasta la puerta, no se ve nada seguro este lugar.

—No es tan peligroso a como se ve.

Quitó el cinturón de seguridad que rodeaba su cuerpo, antes de bajar del auto. La acompañé hasta la puerta de la casa, y no supe que más decir, por primera vez. Qué rayos estoy haciendo, me desconozco por completo, Ni con las mujeres con las que usualmente suelo salir, he sido así. Jane se despidió igual e incluso más incómoda de lo que estoy yo.

La noche se me hizo más larga, inclusive más, de lo que por sí ya son desde hace años atrás. A partir de mi nombramiento como presidente de la empresa que hace parte de un legado familiar, no he tenido vida propia. Me he dedicado a sacar adelante la marca Cooper; una exclusiva, elegante y sofisticada marca de ropa enfocada a todo tipo de mujer, que crearon mis padres en conjunto, y que, ha pasado a ser completamente mía. De pequeño mi mundo giró en torno a hilos, sedas, bocetos y máquinas de coser. Muchos decían que no era una carrera para un hombre como yo, pero mi pasión por crear, hacer y moldear en un vestido las curvas de una mujer, no tiene palabra alguna para describirlo. Diseñar es mi vida entera. Nunca me voy a arrepentir de haber seguido con los pasos de mis padres.

Cada que las colecciones de moda están próximas a mostrase al público, el estrés, el cansancio y todo el arduo trabajo que conlleva, me pone de mal humor. Las modelos de dicha colección ya se encuentran en el hotel donde se llevará a cabo el evento.

—Da la vuelta y retoma postura, Jenny. Estas demasiado tensa. Pareciese que se te ha olvidado modelar —  exclamé de mal humor, han sido meses de largos ensayos, como para que ahora; el día de la presentación, se les olvide como deben moverse en el escenario.

—Sí, señor — resopló, muchas no toleran que las corrija, pero me gusta la perfección.

—Cindy, asegúrate que sigan el orden adecuado. Veré como va Jane con el salón — asintió, prácticamente debo multiplicarme para estar con todos al tiempo.

Ya faltan cinco horas para que la colección de inicio, y han estado un poco retrasados los del área de las comidas. Jane estaba muy concentrada en el salón, asegurándose que las luces, las sillas, las mesas y todo en el, estuviera en perfecto estado. Me quedé viéndola desde lejos, sus piernas blancas se mueven rápidamente de un lado hacia el otro acomodando detalladamente los adornos en los centros de las mesas. Después de todo ha salido una eficaz mujer, tras ese mapache que vi la primera vez. Ahora esta familiarizada con todos los deberes de la oficina. Su mirada me trajo a la realidad y con una sonrisa de labios cerrados se acercó hasta el umbral donde me hallaba contemplándola.

—¿Cómo va todo, Wilson? — ya no hace ese gesto de fastidio cuando le digo así.

—Por aquí todo va en orden, Sr. Cooper. Los chicos del sonido y las luces están terminando de montar todos los equipos. ¿Necesita que le ayude en algo más? — preguntó.

—De hecho, necesito que se encargue de la cocina. Según lo que me han informado, la comida esta retrasada. Recuérdeme desistir de los servicios con el restaurante. Así no se puede pagar por un servicio tan caro. Una vez termine, prepárese y la espero tras la bambalina para dar comienzo al evento.

—Cuente con ello, Sr. Cooper. Iré ya mismo — hasta se me hace que esta muy animada y no entiendo la razón. Ya quisiera estar así, pero el estrés acumulado de seis meses anteriores, no me lo permite. No del todo.

Una vez ratifiqué que todo estaba listo para la apertura del salón, me dirigí con Mariela para cambiarme de traje.

—Guapo y exitoso como siempre, mi amor — dijo mi madre llegando a mi lado. Llevo dos malditos minutos esperando a Jane, y esa payasa nada que llega. Tendré que pasarle un memorando por esto. ¿Quién se está creyendo para que llegue a la hora que le dé la gana? —. Te ves de mal humor, hijo. Relájate un poco, mi amor. Pareciera que vas a matar a alguien y no a presentar una colección de moda.

Resoplé viendo la hora en el reloj de mi muñeca. Dónde carajo se ha metido ahora el mapache.

—Tengo un mapache de dos puntos buenos que me tiene de mal humor, mamá.

—¿Qué? — frunció el ceño. Ni yo mismo me había fijado que dije tales palabras —. ¿De qué mapache estás hablando? ¿Acá hay de esas cosas? — estaba a punto de contestar, cuando su voz se oyó a mi espalda.

—Lamento la demora Sr. Cooper…

Toda palabra de reclamo se esfumó de mis labios al verla. Mi corazón dio un brinco muy extraño; esa expresión de vergüenza, miedo, inocencia y… belleza, me generó un frio por todo el cuerpo. ¿Dónde ha quedado mi mapache feo? Esta no es mi secretaria, claro que no. Sus ojos me vieron con un brillo que no logré descifrar. De todas las palabras existentes en el mundo para describir la belleza de una persona u objeto, solo me llegó; deslumbrante... sí, he quedado deslumbrado ante la mujer frente a mí.

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