Parte 7.

—Alfonso, ¿qué quieres de mí? —le pregunté. 

—Mira vengo a darte la sorpresa que te dije, mira esto. —dijo Alfonso, sacando una pistola. 

—¿Para qué es esa pistola?—pregunté con miedo. 

—Sólo tienes que aceptar algo y yo no te haré daño. —dijo Alfonso. 

—¿Aceptar qué? —le pregunto a Alfonso. 

—Acuéstate conmigo esta noche y no te haré nada. —me dijo. 

—¿Esta noche dices? —pregunté 

—Así es. —respondió Alfonso. 

—Necesito ir al sanitario, ¿te puedo responder en cuanto salga? 

—¿Y como se yo que no avisarás a nadie? —preguntó Alfonso. 

—Entonces dejaré mi celular contigo, para que veas que no tengo intención de decir nada. —respondi. 

—Okey, dámelo. —dice Alfonso. 

—Aquí tienes. —le dije en cuanto lo saqué de mi cartera. 

—Ahora ve, y quiero tú respuesta apenas llegues. —me dijo. 

—La tendrás. —respondí y caminé al baño que pude encontrar rápidamente, por suerte. 

Después de que salí del sanitario, llegué donde estaba Alfonso, él estaba hablando por llamada, con mi celular. 

Y obviamente me molestó, ¿Quién es él para responder las llamadas de mi celular, si fuera un familiar o amigo mío fuese otra cosa, pero él un hombre que casi no conozco y del cual hoy conocí una parte muy perversa y oscura; 

—¿Por qué tiene que contestar mis llamadas? —le pregunté molesta.

—Mirá, a ti no te interesa el porqué contesté, ahora deja a Verónica en paz. —cortó la llamada. 

—¿Me puedes dar mi celular por favor? —le pregunté a Alfonso. 

—"Sí". —me dio mi celular y en su cara mostraba que estaba molesto. 

—¿Dime quién llamó? —le pregunté. 

—¡Ay! revisa tú y verás quién llamó. —respondió Alfonso. 

—¿Y por qué contestaste mi celular? —volví a preguntarle nuevamente.

—¡Porque yo quise!, ahora dime, ¿pensaste en lo que te dije? —me respondió Alfonso. 

—Sí, y bueno está bien, me acuesto contigo. —le dije accediendo sólo por miedo a que me hiciera daño. 

—¿Qué estas diciendo Vero? —preguntó Keiner con preocupación y tristeza. 

—¡Tú no te metas o te mato!. —exclamó Alfonso.

—Por favor, Keiner, vete sí. —le dije. 

—¿Pero cómo quieres que me vaya, con lo que acabo de oír? —dijo preocupado. 

—"Tú no has escuchado nada okey."—exclamó Alfonso

—Solo vete, no te preocupes por mí. —le dije a Keiner.

—Esta bien, me iré y no diré nada.

—Más te vale. —respondió Alfonso.

Después de que Keiner se fue, Alfonso se giró hacia mi, mirándome fijamente.

—Alfonso, quedamos así entonces, en cuanto termine la fiesta, vos irás a mi casa.

—Sí, así quedamos. —respondió y sonrió, su sonrisa provocaba en mí,  algo de miedo.

Minutos después, me fue a seguir la fiesta como si nada hubiera pasado. Aunque por dentro me estaba muriendo del miedo.

Por un momento me quedé buscando con la mirada a Keiner pero no logré verlo por ningún lado. 

Observé a Alfonso, él me miraba sin perderme de vista, quería irme de la fiesta pero con ese hombre vigilándome, ¿como podría? 

—Verónica, ¿deseas comer algo? —me preguntó el señor Manuel.

—Sí, claro, "gracias." 

—Pasa a la mesa dónde está lo de comer y beber, puedes comer lo que desees, las bebidas son naturales. 

—Esta bien; pero antes aprovecho para preguntarte, ¿sí sabes que se hizo Keiner? —le pregunto al señor  Manuel. 

—No hace mucho que se fue para su casa, dijo que no podía quedarse más, no me dijo el porqué, pero bueno, solo se retiró. Yo le dije antes de que se fuera que se llevara algunos bocadillos y lo hizo. Por cierto en su cara se notaba preocupación. 

—Con razón que no lo vi por ningún lado, yo también debo irme pero quería contarte algo. —le digo al señor Manuel. 

—Cuéntame, ¿que sucede? —respondió el señor Manuel, pero en eso le entra una llamada. —disculpa, debo de responder, es Keiner. 

—¿"Keiner"? —exclame sorprendida, ya que justamente llamó cuando hablábamos de él, y me daba curiosidad saber,¿el porqué llamó a él señor Manuel?, ¿será que le dirá lo que me paso con Alfonso?

—¿Que hablabas tanto con él señor Manuel? —preguntó Alfonso. 

—Me estaba preguntando si quería comer algo de lo que esta en la mesa y yo le dije que estaba bien, también me contó que su esposa está muy feliz por la fiesta, y que ha probado todos los bocadillos, los cuales les ha encantado. —le respondi, sin decirle toda la verdad, ya que a él en primer lugar no le interesaba lo que yo hablara con los demás y en segundo lugar, porque me daba miedo que si decía la verdad se enojara y me hiciera daño. 

—¿Me estás diciendo toda la verdad Verónica? —dijo Alfonso. 

—Señor Alfonso, ocupo hablar con usted, ¿puedes venir por favor? —preguntó el señor Manuel. 

—Claro ya voy. 

Alfonso se fue hablar con el señor Manuel, yo la verdad estaba con mucha intriga, ¿quería saber que habló Keiner con el señor Manuel?, y ¿que le dirá el señor Manuel a Alfonso?

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