CAPÍTULO 5

                                          *  *  *  5. YO NO MIENTO *  *  *

Salí de la habitación con rapidez, optando por desviar por la entrada trasera, la cual,  era casi una línea recta hacia la bahía donde recordaba haber visto un par de patrullas aparcadas. Si el chico era igual de meticuloso y novato como lucía, una de esas seguramente sería la suya.

Apuré el paso, planteándome los posibles lugares donde podría dejar el cuerpo sin levantar sospechas. Confiaba en el trabajo de Hazel, así que cualquier huella o transferencia iba a ser eliminada, además, le había disparado con una de mis armas de dotación, así que incluso con un prodigio en la balística, no encontraría más que un fantasma. 

Suspiré con alivio al ver que todo estaba en orden y finalmente divisé algunos autos aparcados y, en medio de ellos, una única patrulla pidiendo a gritos ser tomada prestada como cómplice de asesinato.

— Adoro los novatos— gruñí repleta de gusto al llegar a su lado y pasar mi mano por la ventana polarizada y a prueba de balas — casi puedo oler la inocencia de su dueño— me burlé, tomando la llave y acercándola a la cerradura.

No obstante, tan pronto como estuve a punto de hacerlo, el sonido de alguien aclarando la garganta a mis espaldas, me hizo detenerme en seco.

Entrecerré los ojos, recibiendo el reflejo del oficial Wayne sobre el oscuro cristal. 

— Señorita— comenzó casi con orgullo— ¿Le puedo ayudar en algo?

Suspiré con algo de ironía, engarzando las llaves al elástico interno de la falda al tiempo en que giraba para cubrir el movimiento.

— Nicholas ¿No es así?— cuestioné con una sonrisa — ¿Debo preocuparme porque me esté siguiendo?

— No lo sé ¿Debería yo preocuparme porque esté intentando abrir mi auto?

— No estoy intentando abrir su auto—insistí, pero para mi desgracia eran pocas las excusas viables — Yo estaba...

— Estaba esperándome a mí.

Esa vez la voz provino de mi espalda y su portador, había llegado al lugar encarando al oficial como si no le importase un mínimo su rango.

M****a. Esa endemoniada voz que era incapaz de confundir.

Dagger se aproximó rápidamente y deslizó su mano por mi cintura, acercándome a él con una sonrisa seductora y complacida.

— ¿Te hice esperar mucho?— soltó suavemente, provocando que un corrientazo subiera por mi estómago, apenas permitiéndome emitir un pequeño sonido que acompañó con la negación de mi cabeza — Me alegra. A pesar de que me agrada la idea de calentarte con mi cuerpo, no soy partidario de dejar que te enfries aquí afuera.

—  Hunt— exclamó Wayne enarcando su ceja — tenía entendido que comenzaste a dar clases hoy ¿ya estás manipulando chicas con tus falsos encantos?

— ¿Manipulando?— cuestioné, interrumpiendo la tensión que se había formado entre ambos y soltando una espontánea carcajada — lo lamento oficial, pero no hay manera de manipularme— miré a mi acompañante, jugando con mi lengua sobre mis dientes en un gesto divertido — si accedí a venir esta noche seguramente es porque he visto sus verdaderos encantos.

¿Acaso lo había defendido? Maldita sea que sí, pero el chico estaba encubriendo una "Desconocida" sin saber lo que ocurría. 

De alguna manera se lo debía y, aunque fuera falso, no dejaría que denigraran a nadie que estuviera conmigo. 

— Ya veo, encontraste una igual a ti— comentó Wayne con incredulidad y una actitud completamente diferente a la que le había visto unos minutos atrás. Podía palpar su rivalidad incluso a esa distancia y ni siquiera podía creer que se conocieran —y bien ¿Puedes explicar por qué tu cita estaba intentando abrir una patrulla policial? 

— Eso se debe a un malentendido— explicó Dagger dedicándome una mirada repleta de reproche y curiosidad — hace un par de noches le comenté sobre mis días en la policía y he de suponer que cuando le dije que esta noche nos divertiríamos en mi auto mezcló un poco las cosas.

— ¿Le contaste sobre tu expulsión?— indagó Wayne a propósito, dejando ver la malicia en su expresión— creí que era un tema delicado para ti, ya sabes, por ser reconocido como el prodigio que desperdició su carrera en una noche.

— Nick, yo jamás miento— soltó entre dientes Dagger, fulminándolo con la mirada mientras bajaba su mano por mi cadera y apretaba mi trasero en su dirección, provocando un pequeño jadeo en sorpresa de mi parte. Una chispa de deseo atravesó sus ojos ante el sonido— además, no tengo por qué ocultarle nada a mi chica ¿Verdad, nena?— completó al mirarme.

Entrecerré los ojos ante su pregunta. Sus músculos se habían tensionado tras el comentario del oficial y el patrón de su respiración no lograba regularse desde entonces. Realmente le había molestado que hubiese sacado el tema, pero aun con todo eso, había decidido seguir con la actuación. 

¿Qué diablos planeas Dagger Hunt?

— Completamente cierto— musité, aprovechando nuestra posición para posar una de mis manos en su pecho y bajarla seductoramente — absolutamente nada está oculto entre nosotros—, esa vez giré en dirección a Wayne, dedicándole una sonrisa repleta de evidente hipocresía —. Ahora, pequeño mirón, si no te molesta, tenemos cosas más interesantes que hacer que dar explicaciones a un novato oficial.

El chico frunció el ceño, relamiendo sus labios con incredulidad ante mi último comentario e intercalando su mirada entre ambos. 

— Que tengan una excelente noche— soltó en un tono sarcástico, enseguida dirigiéndose a mí— ah, y me aseguraré de llevar condones sabor cereza la próxima vez, tu amiga me dijo que eran tus favoritos—sentenció, girando de un solo impulso y comenzando a caminar en la dirección contraria.

La mandíbula de Dagger se tensó con cada una de sus palabras, dedicándome una mirada de reproche al tiempo en que se separó de mi. 

— ¡Nicholas!— exclamó, avanzando en su dirección hasta alcanzarlo. 

El oficial giró casi al tiempo en que Dagger deslizó su mano hasta el bolsillo de su pantalón, introduciendo ágilmente las llaves del auto dentro de él y llevándome a buscar en el elástico vacío de mi falda sin saber en qué momento las había tomado. 

— ¿Qué quieres, Hunt?— indagó el otro, recibiendo el musculoso brazo del suplente sobre su hombro en un forzado abrazo que lo acercó con mayor fuerza de la necesaria. 

—Asegúrate de no volver a decir una m****a de esas frente a ella—le amenazó en un susurro, ejerciendo cada vez más presión hasta finalmente soltarlo. Giró hacia mi, caminando con despreocupación y agregando con un ademán desinteresado de su mano—: fue un gusto volver a verte.

El oficial lo miró por un par de segundos, una expresión de dolor se extendió por su rostro al tiempo en que llevó su mano a sobar su brazo y finalmente se fue.

Apreté mis labios al verlo partir y una vez lo ubique fuera de nuestro camino solté una carcajada al aire.

— Que bueno es relacionándose con las personas, profesor— bromeé al verle cruzar sus brazos y recostarse contra la patrulla.

— ¿Condones sabor a cereza?— me recriminó a lo que me encogí de hombros.

—Un invento de ultima hora de Hazel, para tu fortuna, nada verdadero — tildé mi cabeza hacia atrás, relamiendo mis labios insinuante—definitivamente prefiero otros sabores en el sexo— tragó en seco, desviando su mirada hasta mi boca y provocando que riera suavemente repleta de soberbia —. En fin, fue un gusto actuar contigo, amigo. Gracias por tus servicios.

Sentencié y, dicho esto, tenté con irme del lugar, pero su mano se aferró a mi muñeca, tirando de mí y provocando que al girar, mi cuerpo chocara con el suyo, dejando nuestros rostros a apenas unos centímetros.

— ¿Escuchaste lo que dije hace un momento?

— ¿Condones sabor a cereza?— solté sin la menor seriedad, llevándolo a que alzara sus cejas disgustado — Oh sí, mencionaste que te corrieron de la policía ¿o fue él?— agregué, tirando de mi mano e intentando partir nuevamente — en fin, puedo olvidarlo si quieres, ahora debo irme así que...

Logré soltarme del agarre apenas lo suficiente como para alejarme un par de pasos, no obstante, esa vez su cuerpo llegó por atrás, provocando que el mío diera con el auto del frente, resultando completamente encajonada. 

— No juegues conmigo, Gennevive— susurró en mi oído, y solo bastó escucharlo mencionar mi nombre de esa forma para que la adrenalina corriera por mi sistema. 

M****a, ese descontrol por parte de mi cuerpo era la razón por la que me había ido la primera vez. Una sola palabra me desarmaba por completo y ahogaba cada centímetro de mi ser en una oleada de deseo.

— No estoy jugando— musité, apoyando las manos sobre la carrocería que comenzaba a traspasar el frío del metal sobre la tela de mi ropa. Mi cuerpo helaba al frente, pero por atrás, el calor del suyo se sentía sin necesidad de esforzarse. Tragué con dificultad al sentir su mano subir por mi pecho, hasta  mi cuello y finalmente, mi mentón, llevándome a que lo mirara obligada. Mordí mi labio, admitiendo lo obvio en su pregunta—. Bien, he de suponer que te refieres al hecho de que no dices mentiras.

Esbozó una sonrisa, ejerciendo un poco de presión que llevó toda mi atención al bulto de su creciente  erección contra mi trasero. 

— Buena chica— susurró, dejando que sus labios rozaran el lóbulo de mi oído en un delirante hormigueo— Ahora, resulta que le dije al oficial que esta noche nos divertiríamos en mi auto — pasó su lengua suavemente por la zona, provocando que ahogara un gemido que le hizo sentenciar—: No es cuestión de casualidad cuando te digo que no miento, princesa. 

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo