Capítulo 6: ¿Amigos?

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El miércoles él visita las oficina correspondiente, para saber que hacer sobre la residencia; anota y guarda todos los detalles.

Ya es jueves, él esta sentado en la mesa del restaurante con sus padres y su madre quiere conversar con Melisa.

Cuando ya ella esta libre para marcharse, entonces conversan; Luis y su padre se apartan de ellas y se marchan para que hablen. —Está comprometido con Ángela, y no quisiera que te ilusionara con él.

—Lo se y le he dejado claro que no quiero tener nada con él, pero me insiste señora Martha.

—Sé que ellos no están bien, pero él tiene que poner su vida en orden. —Dice su madre seriamente.

Entonces Melisa se avergüenza un poco, sabiendo que hay algo entre los dos. —Tranquila seguiré rechazándolo, no puede haber nada entre nosotros.

—Eso espero, porque él aún no es libre.

—Lo se no es un hombre libre, solo espero que él entienda que no quiero estar con un hombre comprometido.

La madre de Luis, admira sus respuestas. —Entonces asunto arreglado, veo que eres inteligente además de ser bonita.

Él espera que se marche su madre y que este un poco lejos, entonces va tras Melisa quien se dispone irse.

—¡No te vayas, tenemos que hablar! —Dice agitado, porque ha corrido tras ella.

Ella voltea enseguida, pues no esperaba que aún estuviera ahí —¡Ay que susto!, pensé que todo había quedado claro señor Luis, su madre conversó conmigo y me dejó claro que no debo estar con usted.

—Olvida lo que te dijo mi madre, ya te he dicho que las cosas no andan bien entre mi novia y yo.

Prosiguen caminando, hacía la calle. —Si pero mientras, no debemos tener nada.

—¿Nada?, creo que eso será imposible te quiero y tu también.

—Usted se marchara pronto, no hagas que las cosas sean mas dolorosa señor.

—Dolorosa será  para mí, sino hablamos siquiera Melisa.

—¿Y ella?, no quiero estar con usted sabiendo que tienes una novia.

—Voy a solucionar las cosas ya verás; partimos el sábado hacia España, debemos estar juntos estos últimos días que me quedan aquí. —Se detiene, y toma sus manos y las besa.

—¿Juntos?, ¿pero qué dices?, no se olvide que tiene que solucionar su vida.

—Si lo se, permíteme ser tu amigo, por lo menos en estos pocos días vale.

—Está bien, tiene razón podemos ser amigos, ya me tengo que ir señor.

—Ven en la tarde, así nos conocemos mas y siempre me dice señor vale ¿no hay confianza?

—No es falta de confianza, es que quiero llamarlo así por respeto.

—¿Vendrás?

—Si estaré aquí, pero sin besos. —Entonces Melisa se marcha.

Él se queda mordiendo sus labios al mirarla alejarse de él, y como mueve sus caderas agilmente.

Ella regresa al atardecer y él la espera en el mismo árbol en la playa, caminan de la mano en la playa y miran un hermoso ocaso del sol. —Nunca te pediría que terminaras con ella eso jamás, lo nuestro no puede ser, hasta entonces no quiero ilusionarme contigo Luis.

Él se detiene y se posa delante de ella; aún sostiene sus manos, y las besas. —Dime que no sientes lo mismo que yo, dime que no me quiere como yo a ti Melisa.

—No es eso, es que esto no puede ser Luis

—¡Joder, olvídate de ella y dime que sientes por mí, por favor!

—Eres encantador, pero ahora es imposible este amor espero entiendas de una vez; ya me voy. —Él  la besa en la mejilla, y luego en la boca. —Definitivamente, no podemos mantener una relación de amistad. 

—No, no podemos mi Melisa bonita. —La abraza fuerte; se despiden sonriendo y besando sus rostros.

Cuando él llega su madre le esperaba —¿Está seguro de lo que haces hijo?

—Si madre, muy seguro.

—Vale, tendrás tiempo para pensar bien las cosas.

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