Capítulo 5: Lo extraña

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Al día siguiente llega a su rutina de trabajo, pero no lo mira en la mesa esperando por ella.

Entonces al no verlo se decepciona, piensa que él solo quiere pasar tiempo con ella y no una relación seria; pero lo extraña sentado ahí en esa mesa de la esquina, extraña sus besos de la noche anterior que le recorren todo su ser.

lla lo extraña, Mientras Luis tiene una conversación con sus padres en otro restaurante.

—¡No puedes enamorarte de otra mujer!, ¿qué vas hacer con Ángela, dime hijo? —Dice su madre, y está muy exaltada.

—Lo nuestro haces meses que anda mal, ella no quería verme por más que le insistía mamá; quiere hacer una vida aparte de la mía, somos pareja debemos hacer planes juntos, no cada quien por su lado, no me amas ¡joder!

Su padre interviene, y habla con sinceridad. —Bueno hijo, siendo esta la situación y si no puedes rehacer tu vida con ella, no hay más remedio que terminar esa relación.

Su madre le intuye. —Yo solo quiero que seas feliz en tu vida, pero debes conocer bien esa mesera; además la distancia los separa, hijo.

—Si lo sé, por eso antes de irme voy a investigar cómo puedo radicarme definitivamente aquí, quiero obtener mi residencia en este país.

—¿Está seguro, hijo?

—Muy seguro. —Se levanta de prisa, al pensar en Melisa. —Discúlpenme, voy a verla, seguro ya me extraña ¡Madre mía!

Mientras ella se dispone ir hacía la calle, pero llega Luis y le toma de la mano llevándola hacía la playa —¿Siempre me vas agarrar de la mano, para hablarme señor?

—Siempre que sea necesario, sí vale.

—¿Qué quieres usted, ahora?, no conseguirá lo que se propuso anoche y no lo conseguirás. —Melisa está indiferente con él, a pesar de que solo han pasado horas de su encuentro.

—Solo conversaba con mis padres, es todo bonita. —Le acaricia el cabello ondulado en su frente, mientras la brisa marina lo mueve. —Me voy, pero antes me informare como puedo tener mi residencia aquí, te quiero.

—Solo te pido que seas sincero conmigo, si vuelves que me diga que paso con esa mujer si volviste con ella o no; porque si están juntos no voy a estar contigo, no sere tu amante.

—Te aseguro que no será así amor, no serás mi amante Melisa.

—Pues vamos a mi casa, ¿te preparo algo de comer en mi casa o almorzará aquí?

—Me gustaría probar tu comida, vamos a tu hogar ya que quiero saber donde vives vale.

Se marchan al hogar de Melisa tomados de las manos, sonriendo y muy felices por estar juntos.

Llegan a su humilde casa, sus padres lo reciben muy amablemente. —Empezaré a preparar de comer, de inmediato.

Él se queda charlando con sus padres, mientras Melisa prepara que comer.

Después de un tiempo, va a mirarla y observa como se desenvuelve en la cocina —¿Sabes mucho de cocina, vale?

—Si, por supuesto señor...

Cruza sus brazos. —Melisa, no me digas señor joder ja, ja

Tiempo después. —Vaya a la mesa, que voy a servir.

—Si quieres te ayudo, mi amor. —Le dice sonriendo.

—¡Oh Dios!, me seguirás llamando así.

—Por supuesto, ¿porque no Melisa?

—Porque no somos nada aún, señor Luis.

—¡Si ¡Somos novios, ya!

Ella prosigue a preparar la mesa, mientras él la sigue en sus movimientos de la cocina al comedor —¿Que? No solo por un beso, no creo.

—Claro que sí, así lo siento yo vale ¿Tú no?

—No lo sé, le digo que es muy pronto... Ya empecemos a comer, llamaré a mis padres.

Tiempo después de haber almorzado —¡Que rica estaba la comida me encanto, por eso trabaja en el restaurante, madre mía!

—¡Que bueno, me alegro que te guste como preparo la comida! —Le contesta Melisa, mientras sus padres están maravillados.

Él se queda hasta entrada la noche, conoce mas sobre Melisa y su entorno en el vecindario, están en frente de su hogar observando a las personas que cruzan por la calle, quienes miran curiosos. 

—Mañana iré a las oficinas correspondiente, para obtener información sobre la residencia aquí.

—Entonces, ¿está en serio usted?

—Si muy en serio, Melisa.

—No debes hacer eso por mí, sino porque así lo quieres.

—Es lo que quiero, por ti y por mí vale.

—Entonces, si está seguro me alegra señor Luis.

Se despide, y se resguardan detrás de la puerta; se abrazan y dan un suave beso a escondida de sus padres. 

—¡Te quiero, Melisa!

—¡Yo también, te quiero! —Entonces Luis se marcha.

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