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- ¡¿QUIÉN ES USTED?!, ¡NO ME HAGA ¡DAÑO!, POR FAVOR!.

El niño comenzo a gritar y a patalear tratando de soltarse de Camilo.

Camilo al ver que el niño estaba muy asustado y nervioso, lo primero que hizo fue hablarle tranquilamente.

- No te preocupes, ya estas a salvo, los hombres que te estaban haciendo daño ya se fueron, tranquilo, no te hare nada.

Camilo lo miro de manera muy tranquila y su voz era muy suave y delicada.

Con solo escuchar su voz, el niño se tranquilizó, ya no tenía tanto miedo como al principio, pero aun desconfiaba.

Así que delicadamente le dijo a Camilo.

- ¿Señor?, ¿me podría decir su nombre?.

Camilo le sonrio y le dijo.

- Mi nombre es Camilo Costa, es un placer conocerte.

- Igu....igualmente señor, es un placer.

Dijo el niño.

- Ahora es tu turno de presentarte.

A pesar de que estaba todo golpeado y muy malherido, disimula muy bien el dolor para no preocupar al pobre niño que estaba asustado y nervioso.

- Mi nombre es Celio Greco, es un placer.

- Mucho gusto Celio.

Mientras hablaban, las sirenas de las patrullas ya estaban demasiado cerca.

En un instante, varias patrullas bloquearon ambos lados del callejón, dejando ninguna posibilidad para escapar.

Varios oficiales de policías bajaron de las patrullas y con armas en mano, fueron a donde estaba Camilo junto con Celio.

- ¡ALEJESE DEL NIÑO!, ¡PÓNGASE BOCA ABAJO EN EL SUELO Y PONGA SUS MANOS ATRAS EN LA ESPALDA!, ¡AHORA!!!!!!!.

Un oficial que parecía ser el jefe le grito eso a Camilo.

Camilo todo tembloroso y muriéndose de miedo, hizo lo que le dijo el oficial.

Lo esposaron sin siquiera darle algun tipo de explicación.

El trataba de hablar, pero el jefe de policía no quería escuchar sus explicaciones.

Celio tambien trato de detenerlo y explicarle lo sucedido, pero tampoco hizo caso a lo que Celio decia.

Era una escena de miedo para Camilo y Celio.

En eso un auto muy elegante se estaciono enfrente de la patrulla de policía.

De el bajo un señor vestido con un traje muy caro de color negro, miro el callejon buscando algo, su mirada se fijo en Celio y de un momento para otro, Celio y el señor, ambos salieron corriendo y se abrazaron de una manera muy emotiva.

El señor y Celio comenzaron a llorar y el señor dijo.

- Que alegría ver que estas bien hijo, estaba muy asustado hijo mío.

- Ya estoy bien papá, yo también estaba muy asustado cuando esos hombres me agarraron y me trajeron a este callejon.

- No te preocupes hijo, ya estas a salvo, tu padre esta aquí para salvarte.

El padre de Celio se puso de pie y se acerco a donde tenían a Camilo.

- ¡Así que tu eres uno de los desgraciados que trataron de secuestrar a mi preciado hijo!, ¿sabes quien soy yo?, ¡yo soy Ernesto Greco!, ¡el hombre mas rico del mundo!, ¡me voy a encargar de que caiga sobre ti todo el peso de la ley!, ¡llevenselo!.

Los oficiales subieron a la fuerza al pobre de Camilo y se lo llevaron del lugar de inmediato.

Ernesto le dijo a su hijo.

- Celio, vamonos a la casa de inmediato.

Celio obedeciendo a su padre subió a su auto y ambos se fueron a la mansion que habían comprado recientemente en la ciudad de Padua.

Camilo paso todo el camino a la estación de policía repleto de miedo.

Cuando llegaron a la estación, los policias lo bajaron de la patrulla y lo llevaron a una celda.

Ya en la celda, Camilo estuvo toda la noche pensando ¿el por qué su vida era tan asquerosa?, ¿por qué le pasaban estas cosas?, ¿qué mal habria hecho para recibir tantos golpes de la vida?.

Una infinidad de preguntas y dudas cayeron en su mente toda la noche.

Lo unico que quería en ese instante, era morir.

Ernesto y su hijo ya estaban sentados en el comedor de su mansión, preparándose para cenar.

Mientras esperaban a que trajeran la comida, Celio le dijo a su padre.

- Papá, ese señor que estaba en el callejón...

- No te preocupes hijo, el ya no volvera hacerte daño nunca mas.

Ernesto interrumpió a su hijo cuando estaba hablando.

- ¡No es eso papá!, ¡ese hombre fue el que me salvó de los hombres que trataban de secuestrarme!.

Ernesto se quedo atónito a lo que dijo su hijo.

- ¡¿Estas seguro que el fue el que te salvo?!.

Pregunto desesperadamente Ernesto.

- ¡Si!, fue el, el que me salvo, ¿no viste que estaba muy lastimado?, fue porque me defendió de esos matones.

Ernesto se quedo en shock por lo que le había contado su hijo.

Se levanto de la mesa sin siquiera esperar a que sirvieran la comida y estaba por salir.

- ¿A dónde vas padre?.

- ¡Hacer lo correcto!.

Ernesto salio de la mansion y se subio a su auto y se puso en marcha a la estación de policia.

Pasaron varios minutos, hasta que al fin llego a la estación de policia, se demoro bastante tiempo, ya que la estación estaba muy lejos.

Cuando Ernesto llego, busco de inmediato al jefe de policias, Flavio Villa.

El cual estaba en su oficina revisando unos papeles sobre el caso de Camilo.

Ernesto le pregunto a uno de los oficiales.

- Disculpe, ¿donde puedo encontrar al jefe Flavio?.

- Sigame por favor.

Ernesto siguio al oficial hasta una oficina y espero, despues de unos segundos, le dieron paso a Ernesto para que entre a la oficina del jefe Flavio.

- ¿En que le puedo ayudar?, señor Greco.

- Vengo hablar sobre el hombre que atraparon esta noche.

- Ahh, viene a declarar en contra del tipo que atrapamos, ¿cierto?.

- No, no es eso, vengo a pedir que lo dejen en libertad.

- ¡Que!!!!.

Flavio se quedo atónito ante el acto de Ernesto, no sabía porque queria dejar libre al hombre que trato de secuestrar a su hijo.

- ¿Por qué quiere la liberación de ese vagabundo?.

- Porque fue el, el que salvo a mi hijo de los verdaderos responsables del secuestro, así que en vez de andar perdiendo el tiempo con un hombre inocente, mejor aprovechen ese tiempo en atrapar a los verdaderos responsables.

El jefe Flavio estaba en shock ante las declaraciones del señor Greco.

- ¡¿Esta seguro de lo que esta diciendo?!.

Pregunto apresuradamente Flavio.

- Si, mi hijo me confirmó todo lo que le estoy diciendo ahora, fue gracias a que ese vagabundo que interferio a los secuestradores que no pudieron llevarse a mi hijo.

El jefe Flavio no podía creer todo lo que decia el señor Greco.

Pero no tenía pruebas en contra de ese hombre, ya que su historial esta limpió.

Tampoco podía no hacer valer las palabras del señor Greco.

Así que dijo.

- No se preocupe señor Greco, yo me encargaré de arreglar todos los papeles para su liberación, le prometo que mañana en la mañana, el hombre estará libre.

Esas palabras hicieron que Ernesto se sintiera mas tranquilo y ya no tuviera tanta culpa por lo sucedido.

Ya un poco mas tranquilo, salió de la estación de policia y regreso tranquilamente a su mansión.

A la mañana siguiente, Camilo estaba ya aceptando su destino, el cual era pasar toda su vida en esta asquerosa carcel por culpa de ayudar a un niño en problemas.

En eso entra un oficial y va directo a la celda donde se encontraba Camilo y le dijo.

- ¡Camilo!.

- ¿Si?.

Respondió Camilo.

El oficial abrió la celda y dijo.

- Ya te puedes ir, eres libre.

Camilo penso que se estaban burlando de el y dijo.

- Por favor, no se burle de mi.

- No es ninguna burla, ya eres libre, puedes irte.

Camilo estaba desconcertado con lo que estaba pasando.

El estaba seguro que iba a pasar toda su vida en la carcel, pero en un momento a otro, le dicen que ya esta libre y que puede irse, eso le parecía muy extraño.

Pero ya no quiso estar mas tiempo en esa celda y salió de la carcel acompañado del oficial, el cual le dijo.

- Afuera le esperan unos autos para recogerlo.

Camilo asintio y salio de la estación de policia, y si era verdad que habian unos autos estacionados esperando afuera de la estación.

Unos hombres salieron del auto y se dirigieron hacia Camilo y le dijeron.

- Señor, el señor Greco lo quiere ver, acompañame por favor.

Camilo asintio y entro a uno de los autos que estaban estacionado.

Todos los autos se dirigieron a la mansión Greco.

Camilo se sorprendió al ver una mansión tan grande y lujosa, el pensaba que estaba metido en un problema muy grande.

Pero todo era muy diferente, la caravana de autos se estaciono en la entrada de la mansión y todos bajaron junto con Camilo.

Los hombres que estaban en los autos se taparon la nariz al estar al lado del Camilo.

Ya que apestaba asquerosamente.

En eso la puerta principal de la mansión se abrió y de dentro salio.

Ernesto Greco y su hijo, Celio Greco.

Celio al ver a su amigo el vagabundo, se lanzó apresuradamente a abrazarlo sin importarle su apariencia o como olía.

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