Capítulo 5.

Ya estamos de camino a la dichosa casa de seguridad.

Después de alistarme y hablar con los demás agentes que vienen detrás de nosotros por seguridad, solo puedo enfocarme en conducir hasta llegar a dicha casa de máxima seguridad. No sin antes encontrar algún almacén abierto para comprar algunas cosas que ella posiblemente pueda necesitar. No sabemos cuántos días estaremos encerrados.

Tiene la cabeza recostada en el ventanal de la puerta del coche, observando el paisaje. Necesita descansar y comer algo. Debe de estar muy hambrienta.

—¿Estás bien? —pregunto.

—Sí. Solo estoy cansada. —responde sin verme.

Agente Connor, dos camionetas sospechosas nos siguen. —avisan por la radio y cuando observo por el retrovisor, evidentemente es así. Cuando saben que los hemos descubierto, abren fuego. Por suerte, tanto este jeep como las otras patrullas, están blindadas y no dejan que las balas perforen el material.

Los agentes abren fuego contra ellos y logran inmovilizarlos para dejarnos el camino libre.

Otra furgoneta no identificada se acerca a usted, señor. —me avisa otro de ellos por la radio. Han tenido que detenerse para arrestar a los de la primera camioneta. Por lo que, aparentemente, estamos solos en esta. Ya he vivido persecuciones como esta una y otra vez. Así que será fácil deshacerme de ellos y cumplir nuestro destino de llegar a ese almacén y esa casa de máxima seguridad.

Los dejo acercarse y los miro fijamente mientras nos disparan. En cuanto tengo la distancia exacta calculada, suelto el acelerador, freno de golpe, bajo un poco el cristal de la ventana y disparo directamente al tanque de gasolina de dicha furgoneta provocando una fuerte explosión.

Acelero hasta salir del fuego.

Observo las llamas que queman a las personas que intentaron asesinarnos por el retrovisor con una sonrisa orgullosa. Esto le pasa a todo aquel que intenta obstaculizar mis misiones. Puedo sentir la rápida respiración de Melanie al lado de mí.

La miro.

Puedo apreciar la adrenalina que emana su cuerpo con el movimiento de su agitada respiración y la forma en que aprieta el sillón del vehículo. Sus ojos me encuentran y tras unos segundos, sin decirle una palabra, logro que se calme. Tendrás que permanecer a mi lado si quieres sobrevivir, preciosa. Le digo en mi subconsciente.

Aparta la mirada.

— ¿Quiénes eran? —rompe la tensión.

— Peones de Frank. ¿Ahora entiendes por qué estamos haciendo todo esto contigo? —mantengo mi vista a la carretera y cambio de ruta como lo rige el protocolo.

—Es que no tiene sentido. ¿Por qué tienen tanto interés en mí ahora? Se acostaba con mi madre, no conmigo. Aunque me hizo lo que me hizo, no es razón suficiente para tratar de atraparme, matarme o quién sabe qué.

—Eso es lo único que tampoco entendemos y hasta que no averigüemos de qué se trata exactamente, no irás a ninguna parte sola.

3:40 de la mañana.

Cuando finalmente encuentro un almacén abierto (poco seguro pero la única opción hasta el momento) detengo el vehículo para ser rápido con mi compra. Aseguro el arma en mi espalda y tiento la cartera en mi bolsillo.

—Iré a comprar algunas cosas. Espérame aquí. —le ordeno antes de salir y caminar hasta entrar al supermercado.

—Bienvenido. —me dice la cajera. Asiento con la cabeza como respuesta, tomo un carrito de compras y voy directamente a la fila de comida y utensilios personales de chicas. No sé qué compraré específicamente, solo tomo las cosas que se me hacen necesarias cuando las veo. Como: toallas íntimas para ella por si acaso, jabones, shampoo, ropa interior decente, algo de ropa (sin medírsela, no tenemos tiempo para esto) y muchas cosas fáciles y saludables de comer.

El sonido de las campanillas de la puerta que provoca cuando alguien entra, hace que levante la mirada hacia la entrada. ¿Qué cojones? ¿Qué hace ella aquí? ¿Acaso no le dije claramente que se quedara en el vehículo? Le pregunta algo a la cajera y le indica el baño. Sí, como no. A mí no me podrás engañar, Melanie. Dejo el carrito en una esquina y voy hasta el baño detrás de ella.

Me apoyo en el umbral de la puerta con los brazos cruzados cuando veo que verdaderamente está sentada en el váter, sin ganas de escapar.

— ¡Dios!, ¿qué haces? —respira profundo para calmarse después del susto que le di. Se sube los pantalones.

—Te dije que te quedaras en el auto.

— Tenía que venir al baño. No soy un robot. Tengo necesidades. ¿O preferías que me orinara en tu auto? —me quedo callado mientras pongo una disimulada cara de asco. —¡Tranquilo! No pretendo escapar. Ni siquiera tengo a dónde ir. ¿Ahora puedes darme algo de privacidad, por favor? —me pide.

Resoplo.  

—No tardes. — trataré de ser más confiado con ella. Si es lo suficientemente lista, lo pensará dos veces antes de alejarse de mí. Vuelvo con mi carrito para seguir entrando cosas.

—¿Por qué compras tantas cosas? —me pregunta cuando me alcanza y ve todo lo que llevo.

—No sabemos cuánto nos quedaremos. Cuando estemos dentro no podremos salir sin una orden.

—¿Y cómo es una casa de seguridad? —curiosea.

—Pues una casa…normal, solo que con muchas cámaras y monitoreada por todo el departamento.

—¿Eso quiere decir que podrán verme mientras me ducho?

—No. No hay cámaras ni en las habitaciones ni en los baños. Solo en las zonas externas. Ya que se supone que nos están protegiendo a nosotros, no a otras personas de nosotros. —aclaro, esperando que sí pueda entenderlo. No me gusta dar muchas explicaciones.

—¿Y estaremos…completamente solos? — me detengo.

—¿Qué? ¿Me tienes miedo?

—No. ¿Por qué debería tenerte miedo? — solo la observo de mala manera y opto por no responderle. No tiene caso seguir perdiendo el tiempo con esto.

Cuando llegamos a caja, un grupo de libretas llama su atención. Toma una en sus manos y sonríe estúpidamente solo por ver las estampillas que tiene por fuera.

—¿La quieres? —la sonrisa se le borra en cuanto escucha mi voz.

—No. No es necesario. Solo…me gustó. —la deja en su lugar.

—Ok. —la tomo de todos modos y la agrego con lo demás que la cajera escanea en el mostrador.

Una vez que pago, salimos.

Cuando pienso que viene detrás de mí, no es así. En vez de eso, solo lee algunos carteles enormes que están pegados a las paredes por fuera del almacén.

—¿Quieres venir? No podemos perder tiempo. —me ignora. —¿Eres retrasada o qué? — me acerco. Estoy perdiendo la paciencia. En cualquier momento, más peones de Frank pueden alcanzarnos.

—¿Quieres dejarme en paz al menos unos segundos? — me alza la voz.

—¿Quieres que esos imbéciles nos alcancen de nuevo? No podemos detenernos por mucho tiempo, jodería toda la operación.

 —Solo déjame leer esto, puede que me sirva después. —vuelve a mirar los carteles. Pierdo la paciencia, la tomo de la mano y la obligo a caminar junto a mí hasta entrar en la jeep.

—¡Oye! —por más que intente zafarse, no puede. Cierro la puerta de su asiento bruscamente y antes de que pueda salir, activo el seguro con el control remoto.

Me subo.

—Escucha…no se me conoce exactamente por tener mucha paciencia y he tenido demasiado contigo hasta ahora. Así que…si no quieres que te deje tirada en uno de estos montes, no me hagas enojar. —acerco mi cara demasiado a la suya. No responde. Sé que la pongo muy nerviosa y aunque es algo que no suelo desaprovechar, no permitiré que esto sea más fuerte que yo. Inconscientemente ya estoy mirando perdidamente sus labios.

—¿Crees que puedas ayudarme? —intento concentrarme. Solo asiente con la cabeza.

Minutos más tarde, llegamos.

Está muy retirada. No hay más casas, ni lugares públicos en esta zona. Está totalmente despejada. Tiene enormes muros delante por obvias razones. Hay cámaras por todos lados y armas automáticas que disparan al detectar personal no autorizado. Al entrar, hay un completo desorden. Sábanas, botellas vacías y otras cosas tiradas por doquier.

—Creo que estaremos muy ocupados estos días. — pensé que lo tendrían todo organizado. Claramente no es así. Tendremos mucho que organizar. No es tan grande pero sí muy segura. No tiene más de tres ventanas y solo dos puertas (la entrada y la salida de emergencia). Hay dos camas, (una mejor que otra) y me quedaré en la más pequeña para que ella pueda dormir mejor.

Nos instalamos y empezamos a ordenar. Quito todas las cajas y las guardo en una habitación pequeña donde se supone que es para esto. Cuando me acerco a Melanie, noto que tiene un juguete sexual en sus manos e intenta esconderlo.

— ¿Quieres usarlos? — me burlo de la situación.

—No son míos, los encontré aquí. Y no usaría algo que probablemente ha pasado por manos y otras zonas de muchas personas. — los arroja en una bolsa de b****a.

—Tranquila. Lo sé. — le ayudo a recoger. —Si quieres, come algo, date un baño y descansa. Tú no estás acostumbrada a trasnocharte.

—¿Y tú?

—Tengo que vigilar.

—¿Pero no dormirás?

—Unas horas, sí. Pero no puedo bajar demasiado la guardia en ningún momento. —se sienta en el sofá. La casa no está tan mal después de todo. Solo un poco de desorden que en unos minutos ya no estará. Debió de haber sido usada por otros policías, de lo contrario no entendería cómo pudieron entrar aquí.

— ¿Por qué me escogiste a mí aquella noche? Había muchas mujeres que estaban dispuestas a más contigo y aunque no estaba trabajando para eso, querías que fuera yo… ¿por qué? — entra el tema repentinamente.

—No quería acostarme contigo. Era parte de mi trabajo. Eras un objetivo antes de verte en ese lugar. En cuanto tu casa se quemó, con ayuda de las cámaras pudimos identificarlas a tu madre y a ti, y se nos asignó el caso implicado con el popular Frank. — respondo mientras muevo más cajas.

—Parece que ustedes conocen a Frank mejor que nosotras. Sabía que no era buena cosa, pero jamás pensé que sería un mafioso tan cruel y conocido. Iba como cualquier persona casi todas las noches a casa hasta que… me arruinó la vida.

—Desde hace dos años hemos estado en cubierta para dar con él. Casi muero en una de esas misiones, ¿y sabes dónde estaba? En mi vecindario. Ni siquiera pude darme cuenta. Ni siquiera pude salvar a la niña que violó y después mató. Es un enfermo. — confieso. Recordarme de esto, me enfurece más de lo normal. Dejo caer una de las cajas del coraje.

—Ahora entiendo. Pero si de algo te sirve, no eres un superhéroe para salvar a todos en esta ciudad de enfermos como él. Hiciste lo que pudiste, no te culpes. Aún lo sigues haciendo, por mí.

—Sí pude hacer más, pero tenía miedo. De todos modos, no es algo que voy a seguir hablando contigo.

—Entonces, ¿por eso me querías esa noche? ¿Para asegurar tu misión?

— ¿Por qué suenas decepcionada? ¿Querrías que hubiera sido algo más? Porque hasta ahora, tengo entendido que saliste corriendo. Solo volviste porque lo necesitabas.

—No sabía que estabas en esa habitación y no entiendo por qué te comportas así conmigo.

—Y lo mejor será que no intentes entenderme. — me acerco. —No soy alguien que puedas arreglar, ¿sabes por qué? Porque necesitas arreglarte a ti misma primero. Has pasado por cosas trágicas. Mejor lucha contra eso. — no me importa si sueno duro o no, pero prefiero aclarar las cosas antes de que sea peor.

—Vete al infierno. — me sorprende que sea capaz de decirme esto. No la conozco mucho pero puedo darme cuenta de que decir groserías no la hace sentir cómoda.

—Ya estamos en él. — es lo único que respondo y sigo acomodando cosas.

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