Señor perfección

Capítulo 6 

—Dígale a su Alexander que no voy a ir—frunzo el ceño mientras sigo cepillando mi cabello.

La Señora Carmina me mira y después asiente con la cabeza, después sale de la habitación.

Miro el cepillo que traigo en la mano y después solo lo aviento al suelo, me siento tan pero tan usada que solo me odio a mí misma.

Mientras me siento en el sofá cercano a la ventana me pregunto ¿Qué querrá? No le basta con tenerme aquí y usarme  ahora quiere que haga lo que él diga.

Me pongo de pie y abro la puerta de la habitación oh vaya no están los guaruras, menos mal de todos modos no canto victoria ya que por algún lado deben andar.

Camino hacia afuera,  camino ahora por el lado contrario de donde está esa cabaña, así que a lo lejos veo un pequeño arroyo, camino hacia allí para luego sentarme en la orilla.

Me quedo pensando por un largo rato hasta que siento como tocan mi hombro, volteo y es un joven de aproximadamente algunos treinta años, al parecer es un empleado ya que porta con él una pala y una carretilla.

—Señorita ¿Se encuentra bien? —dice mientras deja la pala y se sienta a un lado de mí.

—Sí, sí estoy bien—digo con un poco de desconfianza.

A decir verdad siento eso porque ese tipo no ha dejado de verme las piernas.

Me siento muy incómoda por lo que enseguida me pongo de pie pero ese tipo me jala de nuevo y me hace sentar de nuevo.

—¿A dónde va señorita?—me lanza una mirada de malicia.

Me suelto de su agarre y enseguida me pongo de pie.

—Me tengo que ir—me suelto de su agarre y lo veo con una mirada evasiva.

—Insisto—se pone de pie—Podemos platicar se ve mal—me mira de arriba abajo, mientras toma mi mano.

—Dije que no—me suelto de su agarre y me doy la vuelta para intentar caminar.

Ese tipo me jala hacia atrás pero esta vez lo hace con más fuerza por lo que me tira al suelo y se pone encima de mí.

—¡Suéltame! —le grito mientras trato de ponerme de pie.

Ese tipo me ignora y ahora opta por besarme el cuello, me siento tan asqueada que solo lloro de frustración.

Mientras el besa mi cuello, me toma de las manos y me deja inmovilizada, pero lo que él no sabe que hago ejercicio por lo cual tengo mucha fuerza en las piernas así que uso esa fuerza y le pego en sus genitales por lo que él me suelta, cuando lo hace me empuja al arroyo, ruedo un poco y me pego en la cabeza con una piedra, me toco la cabeza y es sangre, trato de ponerme de pie y lo consigo, camino por el arroyo y aunque tropiezo con las piedras no dejo de caminar, veo borroso pero aún así me aferro a caminar.

Ese tipo me alcanza y me sujeta del brazo nuevamente me arroja al suelo y se pone encima de mí.

—¡Suéltame! —lo empujo.

—Vas a ser mía—me toma de los cabellos y me atrae hacia él.

—No por favor—digo mientras lloro con frustración.

—No escuchaste que la sueltes—dice Alexander detrás de ese tipo.

Solo veo como Alexander lo toma de la camisa y lo jala hacia atrás, veo borroso pero por lo poco que alcanzo a ver Alexander golpea un par de veces a ese tipo, me levanto del agua y sigo caminando.

—Bonita—menciona Alexander mientras me toma del brazo y me detiene.

Respiro agitada y con coraje por lo que enseguida hago que me suelte para caminar hacia atrás.

—¿Estás bien? —menciona mientras me ve con preocupación.

Lo veo con desagrado y solo ignoro sus palabras y sigo caminando mientras me limpio las lágrimas.

Salgo del arroyo y sigo caminando hasta que me da una punzada en el lado derecho de la cabeza, me pongo de rodillas si no lo hago de todos modos caeré al suelo.

—Bonita—me dice Alexander mientras me pone de pie.

—Déjame no me toques—lo vuelvo a empujar.

—Señorita—menciona Nana Carmina , volteo a verla y enseguida la tomo del brazo.

La señora Carmina me sostiene enseguida veo a los guaruras los cuales como de costumbre me cargan y me llevan a la habitación.

Al llegar me siento por un rato, la señora Carmina me cura la herida de la cabeza y enseguida me da una pastilla.

Pasan unos largos minutos hasta que me siento mejor, decido ir a tomar nuevamente otro baño para luego salir, en esta ocasión veo que es  Alexander quien esta esperándome.

Le hago una expresión de desagrado y solo sigo con mis pasos hacia la cama para luego recostarme.

—Me iré de viaje —dice de pronto.

Ni siquiera le respondo solo me mantengo callada hasta que él me sujeta del brazo y me pone de pie.

—Cuando te mande hablar quiero que obedezcas ¿Entiendes? —toma mi brazo.

—No tengo porque hacerlo—mis ojos están llorosos.

—Claro que tienes que hacerlo niñita grosera—me miras fijamente.

—Uy, perdón es que hablo el señor perfección, a mi no me hablas así, ya soy mayor de edad por lo cual merezco respeto, yo no soy tu sumisa así que a mí no me ordenas nada —me suelto de su agarre.

—Mañana me voy de viaje—me mira con seriedad.

—¿Y qué quieres? ¿Qué te felicite? —digo con enojo.

Él me ve sorprendido ante mi respuesta.

—Eres una grosera—aprieta sus dientes.

—¿Y tú? Cuéntame ¿Qué es lo que eres? No, no mejor yo te cuento, eres un Cabrón un maldito ¡Cabrón! Hijo de…

Alexander me toma nuevamente del brazo y me jala hacia él, me ve con enojo y después me suelta.

—No te quiero volver a escuchar hablar así ¿Entiendes?

—Yo hago lo que se me de la gana ¿Cómo ves?  Mira mira lo que hago—alzo las cejas.

Alexander solo me ve con esa seriedad que lo caracteriza.

Camino hacia el tocador y tomo todas las cosas que puedo y las arrogo en la televisión una y otra vez hasta romperla.

Descargo todo mi coraje y después volteo a ver a  Alexander el cual esta viéndome tranquilamente, quito mi cabello de mi rostro mientras lo veo con desafío, al parecer no es suficiente, camino hacia lámpara de noche y la tiro al piso después la tomo y la aviento en la ventana, miro a Alexander y él sigue tranquilo por lo cual eso me frustra más.

Camino hacia él y lo golpeo, lo golpeo en su pecho mientras lo miro con frustración y gran enojo.

 —Te odio, ¡Te odio! —le sigo pegando.

Siento como la adrenalina recorre  por  todo mi cuerpo, siento como me toman de los brazos y me hacen hacia atrás.

—Suéltenla—menciona Alexander.

Los guaruras me sueltan y salen de la habitación.

—¡Ah! —le doy una bofetada.

Alexander solo frunce los labios y después me ve fijamente.

—¿Satisfecha? —pregunta —¿Sacaste todo tu coraje? —soba su mejilla.

Él sale de la habitación mientras yo sigo respirando agitada.

Enseguida entran las chicas de servicio y se disponen a limpiar todo el desorden que deje en el suelo.

Me doy la vuelta y veo la televisión la cual deje inservible, de verdad yo hice esto, no lo puedo creer.

Dejo de ver eso y salgo de la habitación, estoy por cruzar el pasillo pero a lo lejos veo como la señora Carmina y Alexander hablan, él lleva una maleta en sus manos junto con un maletín.

Veo como le da dinero a su Nana y enseguida sale al igual que sus guardaespaldas detrás de él.

De verdad se va, vaya que novedad se la pasa de viaje en viaje por lo cual estoy segura de que Zury es quien quizá lo acompaña, eso no me extrañaría nada.

Salgo hacia el pasillo de la cabaña, no logro ir  a ese lugar ya que me trae muchos recuerdos, así que solo me quedo sentada en una de las bancas, sentir aire fresco me hace bien así que ahí me quedo por algunas largas horas, de pronto siento hambre, así que me pongo de pie y camino hacia la cocina, claro eso lo hago ya que me siento con libertad, Alexander no está así que me siento cómoda.

La Nana Carmina está cocinando,  a decir verdad ella cocina muy bien.

—¿Qué hace Nana? —pregunto mientras veo curiosa la olla de comida.

—Hago un poco de Pozole ¿Quieres probar? —saca un poco de caldo con la cuchara.

—Sí—digo sonriendo emocionada.

—Nana olvide…—dice Alexander quien de pronto me ve fijamente.

Dejo de sonreír para luego darme la vuelta y darle la espalda.

—Enseguida vuelvo—dice la señora Carmina mientras palmea mi hombro.

Otra de las chicas me da la cuchara por lo cual enseguida pruebo un poco.

Esto esta jodidamente bueno. Después de algunos minutos la señora Carmina vuelve eso quiere decir que él ya se fue.

Prosigo en la cocina con la señora Carmina y las demás chicas esto es cien veces mejor que estar encerrada en esa habitación.

La noche ha caído por lo que enseguida después de comer con las chicas he decidido sentarme en la terraza delantera, hoy no estoy viendo las estrellas desde adentro de esa habitación ahora las estoy viendo afuera de la terraza.

Sigo viendo esas estrellas hasta que la Nana se sienta a mi lado.

—Toma un poco es Café de olla—me ofrece una taza.

—Gracias—tomo la taza y bebo un poco.

—Señora ¿Habrá algo que usted no sepa cocinar bien?

La Nana Carmina me sonríe y niega con la cabeza.

Ya es tarde me he metido nuevamente a la cueva.

De pronto volteo hacia la cama,  veo unos libros y un reproductor de música.

Miro a la televisión y es otra, hasta las lámparas son otras.

—¿Te preguntaras quien trajo esto? Bueno fue Alexander, él me pidió que te trajera esto, al igual que esto—abre el closet y me lo enseña.

Veo ropa, vestidos incluso zapatos de marca.

—Pero… ¿A qué  horas hizo esto? —pregunto asombrada.

—Bueno esto lo mande a pedir a domicilio la televisión y los libros, la ropa es del diseñador de ropa de Alexander, así que no es mucho lo que yo hice.

De todas formas no lo quiero, menos si es de él ¿Qué rayos hace?

—Bueno Nana igual no lo quiero, así que puedes decirle a tu niño Alexander que no lo quiero—digo para luego tomar los libros y sacarlos hacia el pasillo y ponerlos en el suelo.

Ah rayos, me duele tanto hacer esto, los libros no merecen eso pero … en fin.

Vuelvo a la habitación y me recuesto para así dormir .

***Semanas después****

Cuatro semanas han pasado, no he sabido nada de Alexander, solo sé que sigue en ese viaje.

Hoy como hace algunas semanas también salgo hacia el comedor y desayuno con la señora Carmina, realmente lo hice,ahora hasta  desayuno, almuerzo y ceno en el comedor.

Normalmente no lo haría ni siquiera comería pero de unas semanas hasta este momento siento un hambre terrible y por más que me alimento no  es suficiente siempre quiero más y más, aunque después de  haber comido de más, aparecen esas nauseas que  odio tener. Y siempre que me prometo a mi misma ya no comer de más, cuando esas nauseas desaparecen ahí voy a cometer el mismo error de comer de más pero es que eso es algo que no puedo evitar.

Después de desayunarme cuatro huevos estrellados y dos vasos de licuado de fresa, voy a cambiarme de ropa y ponerme algo más decente, me quedo en la habitación por algunos minutos hasta que me siento bien para ir a caminar un poco.

A lo lejos veo como el portón de la entrada está abierto, por lo cual volteo hacia atrás, no hay nadie así que está puede ser mi oportunidad de escapar, camino con rapidez al portón eléctrico que enseguida está por cerrarse y aunque camine deprisa no logro alcanzarlo abierto, pero eso no me detiene, total ya estoy aquí así que.. me trepo en el portón hasta llegar arriba, estoy por cruzar para el siguiente lado pero la voz de uno de los guardaespaldas  me detiene.

—Señorita por favor baje de ahí, es peligroso—dice desde abajo.

—Déjame ir si no me aviento desde aquí—digo confundida mientras veo hacia abajo.

—Señorita por favor—me suplica.

—Por favor baja —dice la señora Carmina—De todas formas no se puede escapar aquí dentro como a fuera está rodeado de guardaespaldas  es imposible que se salga —dice nerviosa—El joven Alexander ordeno que la mantengan vigilada y que la traten bien por favor señorita.

—Señora Carmina si usted siente algún aprecio por mi déjeme ir y si su Alexander quiere tratarme bien que empiece por dejarme ir—me empiezo a sentir mareada.

—Señorita por favor claro que la estimo porque usted ha venido a cambiar nuestras vidas pero sobre todo la de Alexander por favor solo hable con él y lleguen a un arreglo pero baje de ahí.

—¡No! —cruzo la otra pierna para bajar pero…

—Señorita  ¿Va dejar a Mango? —dice de pronto la señora Carmina.

Volteo hacia ella y la veo confundida, ¿Mango? , Mango mi perrito shin tzu ¿Está aquí?, ¿Está vivo?.  ¿De verdad  lo está o es una trampa?  De pronto siento como me toman de la cintura y me jalan hacia  bajo, veo quién ha hecho tal cosa y es uno de los guaruras.

El cual cuando estamos en el piso me baja y me toma del brazo, el portón se abre por lo cual el guarura ese me lleva hacia dentro y me suelta frente a la señora Carmina.

—Señora ¿Es verdad? ¿Es  verdad que Mango está vivo? ¿Dónde está? —pregunto ansiosa.

La señora Carmina frunce el ceño y solo no me ve a los ojos.

—Señora, dígame… ¿Me mintió? Solo me dijo eso para que yo bajara ¡No lo puedo creer! —digo con decepción.

Estoy por meterme pero la señora me detiene con su voz mientras menciona mi nombre.

—Señorita , no le mentí, Mango está vivo, pero el problema es que no está aquí, no sé donde lo tiene Alexander, él solo me dijo que ese perrito está vivo pero que ese perro no era de usted si no de otra persona, me dijo que usted se lo había arrebatado a alguien y que ahora Mango estaba con su dueña—dice confundida.

—¿Qué? —digo desconcertada—La única dueña de Mango soy yo, nadie absolutamente nadie es dueña o dueño de Mango ¿De qué está hablando? —digo desesperada.

—Tranquila Bonita, yo solo sé eso, por favor respira ¿Por qué te pones así? —me mira desconcertada.

—Mango es un regalo de mi abuela Lucy, me lo dio hace algunos años y Mango es parte de mi vida ¿Cómo es que dice que es de otra persona? —sonrío con ironía.

—Hermosa, Alexander llega hoy, mira qué tal si te tranquilizas y lo hablas más tarde con él ¿Sí? —trata de calmarme.

Trato de contener mi respiración y lo logro, logro minimizar mi enojo, de todas formas  Nana  Carmina no tiene la culpa.

—Está bien Nana, lo hare por usted pero le juro que cuando llegue Alexander lo voy hacer hablar—la miro con seriedad.

—Sí niña, ven vamos adentro ya está el sol muy fuerte—me toma de los hombros y me lleva con ella hacia adentro.

Ahí espero a Alexander, estoy en esa misma ventana viendo hacia afuera, él no se me va escapar.

La noche llega y él aún no llega ¿Dónde rayos está? De repente se estaciona una camioneta la cual creo que es una Suvs color dorada, el chófer la rodea y abre la puerta trasera de ahí sale Alexander me pongo de pie y estoy por voltearme y ahí justo ahí veo como él le da la mano alguien, la cual enseguida baja ¿Zury?  Y ¿Mango? ¿De verdad es Zury? ¿Qué rayos hace con mi perro? Hago mis manos puño y me doy la vuelta camino y topo con un guarura, el cual me impide que salga.

—Lo siento señorita son ordenes—dice mientras me hace hacia atrás.

—¿Ordenes? —pregunto desconcertada.

—Sí no puede salir—me toma de los brazos y me toma de los brazos y después me tapa la boca y me saca de la habitación.

Me lleva por el pasillo y después me encierra en el mismo cuarto obscuro de al principio.

Grito lo más que puedo pero no hay nadie,  nadie me escucha.

Pasan horas hasta que alguien me abre la puerta, es el guardaespaldas, el mismo que me encerró  pero ahora él no me detiene solo me deja salir.

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