Capítulo LXI

«Esta podredumbre que se siente en el ambiente es digna de temer», es lo primero que pienso cuando nos detenemos en el camino que conduce a la parte trasera de la ciudadela, donde los muros son más bajos.

Breogán parece sentir el hedor también, porque hace una mueca.

—Algo está mal, de manera que…

Se ve interrumpido por un graznido que parece más bien un chillido.

Munin aterriza en mi hombro y vuelve a graznar con fuerza. Mueve su cabeza hasta que roza la punta de su pico con mi nariz. La pequeña pupila se dilata cuando se posa en mis ojos. Grazna de nuevo. Mi mirada se dispara hacia Breogán, que entiende al instante qué ocurre. Entendemos con más ahínco por qué hay este purulento aroma al fijar la vista en lo alto de los muros. Trago una buena cantidad de saliva y me pongo rígida. Los largos cabellos de las cabezas oscilan con el viento. Las mand&

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