Capítulo 5

ARLENE

En manos de Ramiro Gaviria o “Tiberio” como se le conoce en la zona, en estos días he llegado a conocer mucho de mi padre; el famoso Dios de la heroína. Ahora sé perfectamente de donde ha salido cada centavo de la fortuna que amasado y lo que pretende hacer conmigo y pues, en cualquiera de los dos bandos estoy perdida. Lo que aún no sé es quien es mi madre y es un tema que no me quita el sueño, en estos momentos lo que me interesa es buscar la mejor manera de escapar.

Estos días me han servido para estudiar y analizar el panorama, he sido buena niña, he dicho solo lo que quiere escuchar y después de ver todas las posibilidades para lograr un buen escape; al fin puedo decir que tengo una pequeña probabilidad con un mínimo margen de error. Ya estoy lista para irme de este maldito infierno.

Según Tiberio, parece que mi famoso padre tiene gente infiltrada en sus filas, por eso corrió el rumor de que llegaría en una semana a Colombia, cuando ya estoy pisando sus tierras ¿De qué le sirve eso? Bueno, quiere ganar tiempo para negociar un intercambio. Estoy segura de que no quiere matarme, sino que ya lo hubiese hecho, me ha dejado el teléfono celular luego de darle una rápida revisión, estoy segura de que ya le coloco algún rastreador satelital, me ha dado acceso internet y por alguna extraña razón se ha interesado en mostrarme todo su territorio. Pero lo que no sabe es que ya conozco de sobra este lugar gracias a Armando y lo que necesito es ese pequeño parpadeo para desaparecer. Sé exactamente a donde debo ir.

¡Dios mío! Lo que dijera mi amado maestro como lecciones de supervivencia me parecía un juego, hasta que tuve que vivirlas. Experimentar el dolor que describía no se le compara en nada, podría decir que pase con honores la primera prueba.

¡Maldita sea! ¿Por qué tuviste que enamorarme? ¿Por qué pintarme el cielo cuando lo único que me esperaba contigo era el infierno?

—¿Disfrutas la vista?— expresa, Tiberio sacándome de mis más profundos pensamientos, no sé qué más haya dicho de sus tierras porque no le he prestado atención.

—Seguramente Bogotá será más hermosa. —sonrío, sin despegar mis ojos de la ventana.

—Ya estamos en Bogotá, querida.

La alerta de escape se activa, fue como si el miedo se detuviera, mi pulso cardiaco aumentara y todos mis sentidos se agudizaran para encontrar esa ruta de escape. El que me subestimara me da una gran ventaja; espero el momento preciso.

En el cambio del semáforo bajo del auto y corro sin mirar atrás como si estuviese en una maratón esquivando a los vehículos, los escucho gritarme, son varios los que me persiguen. Logro cruzar la doble vía y entro a uno de los coches que se detiene frente a mí. No sé si fue por mi desesperación o mi manera de gritarle, pero aquel hombre me abre la puerta y acelera al escuchar los disparos.

—¡Mierda! —grita el hombre mirando aterrado, hacia atrás.

Nadie dijo que sería sencillo engañar al dueño de casi medio país. Antes de estar más lejos lanzo mi teléfono por la ventana.

— ¿Quién eres y porque te persiguen? —Insiste el amable caballero, muy asustado.

—Si no quieres morir, será mejor que aceleres y los pierdas de tu camino. —Respondo agitada— Supongo que sabes lo que se hace en estos casos. ¿Has visto alguna peli de mafiosos?

— ¿Qué?

—Por tu cara de espanto supongo que ignoras de lo que hablo. Solo piérdete en alguna parte donde pueda bajar sin ser vista por cámaras de vigilancia. ¿Sabes al menos como evitarlas?

—No quiero morir. Tengo familia…

—Si haces lo que te pido vivirás, te lo aseguro.

— ¿Quién eres, como sabes de…?

—Soy agente encubierto y en estos momentos necesito un teléfono con GPS —Tomo su celular.

—¡Espera! No puedes llevártelo, tengo datos importantes, cuentas bancarias y todas esas cosas… ya sabes, fotos videos…

—Tengo que llegar a Cartagena —lo interrumpo— pero antes debo hacer una parada en Bolívar, villa Jacky.

—No soy tu chofer niña, sabes…

—Ya estas involucrado en mi vida —elevo la voz, volviéndolo a callar— gracias por ser tan buen samaritano, pero ahora necesito transporte.

—Es un lugar peligroso ¿En verdad quieres que te lleves ahí?

—Aunque lo dude, puedo llegar a ser una desalmada asesina, esos lugares son como un parque de diversiones.

—Mi hija es como de tu edad y escucharte hablar así, me asusta.

—Estoy segura que eres un buen padre, prometo que nada malo va  a pasarte a ti o a tu familia y ten por seguro que este favor te lo recompensaré y te pagaré en efectivo por este favor.

Al llegar al lugar, buscaos un cajero automático, ingrese sola y retiro unos cuantos dólares de la cuenta bancaria a la que tenía acceso y pague por sus servicios y el susto vivido, aunque creo que estaba más preocupado por los daños que sufrió su vehículo, más que por el teléfono perdido.

Antes de despedirse Juan Esteban, mi buen samaritano, me facilita un mapa con las rutas de los vehículos hasta mi destino. Si este contacto me facilita transporte, mañana estaré en Rincón del mar donde Armando dijo que tendría un refugio esperándonos.

¡Ay, Dios mío! Aún sigo pensando que voy a encontrarlo con vida. ¿Por qué tuviste que llegar para complicar mi existencia?, ¡Te extraño tanto maldito idiota!, ¿¡Qué es lo que debo hacer mientras mi padre o Tiberio me encuentran antes de llegar!? Tengo tanto miedo, no soy tan fuerte como te lo hice creer, siempre he sido la frágil niña de ojos verdes a la que todos se las arreglaban para solucionarle los problemas y ahora, casi no me reconozco, he hecho tantas cosas que jama creí poder hacer, todo por ti, por tus enseñanzas y por obligarme a dejar los vestidos de lujos y cambiarlos por unos jean azules que llevo puestos desde hace algunos meses. Me cambiaste la vida, transformaste mi mundo ¡Sí! Lo convertiste en una maldita pesadilla…más, no puedo odiarte.

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