Capítulo 4

Alex —Perú

Hace unos días Armando se puso en contacto conmigo; cosa extraña, pues dijo que solo lo haría cuando estuviese en peligro. Pero no se escuchaba como un desesperado agente descubierto; sino como un hombre preocupado por el futuro de su mujer.

—Quiero que me prometas que llegado el momento cuidaras de Arlene.

—¡Espera! ¿Estás comprometido? —Me resulto extraño que en su trabajo tan arriesgado decidiera darse un tiempo para el amor, cuando había renunciado a ese sentimiento.

—Ella es especial y está en peligro. Te enviaré algunas direcciones y contactos en Colombia. Por ahora estamos en Brasil, pero no por mucho. Memoriza o codifica los datos, tienes que deshacerte de todo.

—¿Estás enviándome una misión acaso? No estoy de vacaciones, sabes que…

—No te preocupes por el jefe, hablaré con él.

— ¿En qué líos te metiste ahora?

—En los peores mi amigo, los del corazón.

—¿Quién es ella? —digo mirando su fotografía en mi celular.

—Es la hija de Dionisio. Una mujer prohibida por el que perderé la cabeza, y no el sentido figurado. —Deja escapar un suspiro —Haré los arreglos necesarios para que sus mismos hombres, te lleven con ella.

—¿Cómo se supone que pase eso?

—La entrené para escapar, estoy seguro de que encontrará la manera de estar lejos el tiempo suficiente para que tú la encuentres.

—Hablas como si esta chiquilla fuera la mujer maravilla.

—No la juzgues sin conocer, es una mini máquina de guerra. Que no te engañe su delicadeza y mirada inocente. Está capacitada para matar a sangre fría, tanto o más que tú —Se escucha muy convencido, no voy a dudarlo, es el mejor maestro en armas y lucha libre que conozco. —He tratado de mantenerme cerca del territorio de Tiberio, si ellos la encuentran estará protegida pero no a salvo. Ya sabes cuál es la rivalidad de esos dos. ¿Puedo confiar en ti?

—Sabes que cuenta conmigo siempre. Te debo una y supongo que, con esta misión suicida, estaremos a mano. Solo hazme un favor amigo, mantente con vida.

—Eso será imposible, si no te estuviera llamando.

—Estás preocupándome.

—No hay tiempo para más, amigo. Haré las llamadas correspondientes y te dejaré esa gran responsabilidad.

—¡Armando! … Corta la llamada.

Tras esa pequeña charla, me desvelo analizando la información enviada, hago unas llamadas, reúno al equipo y me preparo para enfrentar el problema presente. Todo tiene que ser preciso, hasta la llamada de mi jefe confirmando el nuevo operativo unos días después.

—Estarás a cargo de la protección de Arlene Jackson. Armando, acaba de renunciar al caso.

—Lo traerá de vuelta, señor.

—Es imposible llegar a tiempo, por su ubicación. Y desde hace meses ha dejado que sus sentimientos tomen el control del operativo. El objetivo principal era atrapar a Dionisio usando a la chica, no enamorarse y tratar de mantenerla a salvo con ese demente acorralándolo ¿En qué pensaba cuando desafío mis órdenes y se perdió de mi radar? —Termina gritando

—¿Lo dejará morir?

—Será un sacrificio que valdrá la pena, si ella logra escapar de su padre. —corta la llamada.

¡Maldito idiota! ¡Cómo se le ocurre meterme en estos líos!

Ya no hay nada que hacer, solo confiar en que sus enseñanzas, rindan frutos. Me digo mirando una vez más las fotografías que me envió con ella. Una damisela de delgada figura, de esas rubias delicadas que no podrían matar a una mosca, es bien sabido que Arlene es más de una de esas engreídas millonarias de la capital, que no regalan ni el saludo, lo que me lleva a pensar en, como es que logró conquistarlo.

Unos días después ya estoy disfrutando de mi nueva vida como peleador callejero, en un mundo cruel y despiadado, donde muchos jóvenes pierden la vida en el ring cada noche, por la gloria y el dinero. Y más que nada para impresionar a los hombres como Dionisio, que les ofrecen la vida soñada por integrarse a sus filas.

Solo los mejores de los mejores, cada tres días se codean con ofertas insuperables, en una gran lucha a muerte en la arena. Antes de que me confirmaran la muerte de Armando, logro ver entre los asistentes a ese malnacido sentado en la zona VIP con dos mujeres hermosas a su lado.

Fue la rabia misma y el dolor de la perdida lo que me llevan a volverme un salvaje asesino ante sus ojos. ¡Más que impresionado! Pude verlo sonreír con satisfacción mientras mis manos temblaban por las ganas reprimidas de salir de la arena y asesinarlo.

Camino fuera de la arena sin apartarle la mirada y a diferencia de los otros apostadores él se mantuvo risueño, fumando y bebiendo, siguiéndome con la mirada. Y no fue inesperado que antes de ingresar al camerino uno de sus hombres me detuviese.

“Mi jefe quiero verlo”

¡El juego a iniciado!

El mismo “Dios de la heroína” se hace presente para persuadirme y contar con mis servicios. Ha investigado mi vida falsa y supuestamente aprieta mi herida para doblegarme. Una hoja de vida muy bien preparada por mi equipo, no deja dudas de mi desesperación por conseguir dinero. Mi madre adoptiva, Cayetana, necesita un trasplante de riñón lo antes posible, pero sigue en lista de espera desde hace varios meses cuando su condición empeoró. Más mi terquedad por mantenerme al margen de la ley no me ha impedido involucrarme en peleas ilegales donde he ganado lo suficiente para su tratamiento.

Podría decir que todo va conforme al plan, no soy de presumir, pero soy un gran actor y estas ganas de golpearlo, en serio están ayudando.

—Todo está en tus manos, Alex—Camina a mi alrededor como una fiera hambrienta acorralando a su presa — ¿Quieres verla morir? ¡Claro que no! ¿Por qué dejar que sufra más de lo que ya lo hace? Debes ser buen hijo y velar por el bienestar de tu pobre madre moribunda.

— ¿Qué quiere de mí? —Aprieto los puños y no disimulo la ira mostrada en mi rostro. No la estoy fingiendo, en verdad la estoy sintiendo.

Eso le gusta al desgraciado, sonríe con satisfacción mientras fuma y cree que me tiene en sus manos.

—Te he estado observando y eres el candidato perfecto para el puesto que busco. —Me echa el humo de su puro en la cara.

—Sabe, no soy esa clase de hombres que se vende por dinero…

—Chsss—dice llevando un dedo a sus labios silensiandome—No estás en la posición de negociar. ¿Creíste que el dinero que ganas en este lugar es limpio? Pues, déjame decirte que tu madre morirá mientras te pudres tras las rejas. Sabes que tengo los medios para lograrlo, si fuera tú, aceptaría. No tienes más opciones. —Termina susurrando a mi oído.

— ¿Qué debo hacer?

—¡Esa actitud me agrada! Ves que no es difícil seguir mis reglas—Me sonríe mirándome de frente, palmeando mi hombro — ¡Ahora ya nos entendemos!

— ¿Qué aré con exactitud? —insisto.

— Solo viajaremos a Colombia donde te prepararás en manejo de armas y puliremos ese estilo tuyo de pelear. ¿Para qué? Pues, te diré que hace unos días perdí a mi hija en Brasil. —Lleva el puro a su boca y parece disfrutarlo por unos segundos. —En una semana la llevarán a Colombia, espero que para esa fecha estés más que listo para rescatarla. En cuanto lo hagas, tu madre será operada.

—¡No! —levanto la voz—, quiero garantías de que cumplirá con lo que promete. Antes de viajar quiero ver que está en la lista para ser operada esta semana. Si no, no hay trato, hay muchos candidatos afuera de donde elegir, ¿No cree?

Lo miro desafiante y muy confiado ¡Joder! Tengo mucho que perder, pero sé que mi buena actuación y la gran recomendación que ha dado el dueño del lugar servirá para que él siga interesado en contar conmigo. Sino estaré muerto. El desgraciado me mira serio unos segundos y luego se carcajea.

—Tienes agallas al amenazarme, muchachito. Y ahora más que nunca confirmas mi elección. —Vuelve a sonreír lanzándome el humor en la cara —Te propondré algo mucho mejor.

Levantando la mano hace que el sujeto que se presentó como su abogado, se acerque. Lo mira dándole indicaciones sobre que se encargue de que mi madre sea operada es misma tarde. ¡Joder! Así que logra abarcar una buena parte del sector salud, solo está acumulando más pruebas en sus contra.

El abogado hace una llamada, unos segundos después de escuchar a su intercomunicador, corta con un “Entendido” se acerca a Dionisio y tras hablar en secreto por unos minutos, lanza su advertencia final.

—Como ya escuchaste, tu madre será operada de inmediato y después de la operación, estará bajo el cuidado de una enfermera personal, capacitada en el ámbito salud y para matar de mil maneras sin dejar rastro alguno. Así que si fallas; ella muere. —me sostiene la mirada.

—No le fallaré.

—¡Perfecto! Prepárate, mandaré por ti mañana a las cinco.

¡No pues! Más claro ni el agua.

Después de ir a mi casa falsa, a la hora exacta, una limusina negra se estaciona en frente para trasladarme al aeropuerto internacional Jorge Chávez, donde un vuelo privado muy bien resguardado nos llevará a Colombia. Ahí recibo de manos de Dionisio un sobre amarillo con la información necesaria de su hija, y mis identificaciones falsas, así como algunas tarjetas de crecido con saldo ilimitado que puedo usar a mi libre gusto. Pero sé que esto tiene su truco detrás,no caeré tan fácilmente.

Unas horas después ya estoy pisando tierras colombianas y con el mismo silencio y la más alta seguridad, Dionisio me lleva a un lujoso hotel; San Felipe Plaza en Getsemaní.

Me deja al cuidado de mis futuros maestros de armas, dos sujetos con rostro intimidante, altos, corpulentos y armados que tienen la orden de terminar con mi vida si me salgo de su protocolo.

—Disfruta de la estadía, imagina que son vacaciones. —Dice antes de irse.

¡Seguro que serán las mejores vacaciones de mi vida! Me digo caminando hacia la ventana para abrirla. Salgo al balcón para observar la hermosa ciudad de noche y pensar por unos segundos en el grande safio que me espera. Ahora estoy solo, con solo una llamada reservada a mi jefe en la agencia y algunos contactos que solo podre buscar cuando sea necesario, no antes.

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