Capítulo 5

— No se vayan a sentir mal, mocosos — una capucha cayó sobre su rostro — Esto siempre lo hacemos en el atardecer para darle más emoción a su llegada durante la noche.

— Hay que llevarlos a la fraternidad para sus calurosas bienvenidas — chilló cuando su brazo fue agarrado con mucha fuerza — Cada año es mejor que el anterior, siempre hay carne fresca.

— Estos chicos son la única carne fresca que necesitamos.

Las voces de esos chicos que se disponían a llevarlos a sabrá Dios donde, era lo que más le asustaba. Tropezaba con sus propios pies, cada cierto tiempo debía de ser levantando del suelo por su torpeza de querer seguir el pasos de esos chicos, pero eso parecía ser imposible.

Las voces de esos sujetos parecían estar carentes de compasión por ellos. Las capuchas de sus rostros fueron alejadas y estaban en una enorme casa. Los rostros de sus captores se mantenían ocultos por las máscaras de animales. No había un solo de ellos que no estuviese con un tatuaje en su cuerpo, eso le pareció repulsivo.

Sus manos se mantenían entrelazadas, lo que les facilitó a esos sujetos el amarrarlas con fuerza para que no se movieran e iniciar con eso que querían hacerle.

— Pero sí parecen unos bebés — uno se agachó, para pasar sus dedos por el cabello del chico que estaba delante de él — No se preocupen, sólo les dolerá por unos días.

— Eso no me reconforta — respondió el chico, de manera soez — Ustedes no pueden hacernos esto.

— Créeme que si lo haremos y tú serás el primero por respondón — le dio unas palmadas en la mejilla — Me encantan de esta manera, porque son los que más gritan.

— No te atrevas a tocarme, hijo de puta — le escupió en la mascarilla — Los demandaré por esto.

— ¿A quién vas a demandar? — Preguntó, lleno de burla — Ustedes son los chicos nuevos que simplemente están en éste lugar para complacernos en nuestros caprichos por una noche y créeme que tú serás el primero que pida piedad.

Las capuchas fueron colocadas en sus lugares nuevamente y luego fueron llevados a otro sitio que era aún más oscuro que el anterior. Fueron lanzados como animales y agua helada cayó sobre ellos a través de varias mangueras.

Isaac se encogió en un rincón de la pared más cercana, sin moverse mientras el agua caía encima de todos ellos. Parecía estar hecha simplemente para hacerles daño por lo helada que estaba. El no poder ver nada y que esos chicos se estuvieran riendo de lo que estaban haciéndoles le hacía dudar en si fue una buena idea el salir de su casa para conocer el mundo.

Después de unos largos minutos, fueron colocados de pie y sus prendas fueron rotas y lo único que los cubría era su ropa interior y sólo eso.

— Éste tiene marcas de amor — Isaac se encogió en su lugar al sentirse expuesto y tocado demás por uno de ellos — Deben de ver esto. Creo que debemos de usar al que ya está usado.

— ¿Qué? — Preguntó Isaac, con un hilo de voz — ¿Qué es lo que acabas de decir?

— Que te usaremos para algo más que unas simples cosas — puso una de sus manos en el trasero del menor — ¡Hasta buen trasero tiene!

— ¡Suéltame! — Chilló, dándole una patada en una de sus piernas — ¡No hagas eso!

Una patada en su abdomen le hizo regresar al piso de rodillas, agarrándose el área golpeada antes de que su rostro fuera golpeado y seguido de su, desmayarse.

La capucha en el rostro del chico fue quitada antes de que alguien se acercara para hacer de las suyas. Fue levantado y llevado a otro sitio. Todo el lugar quedó el silencio al ver esa escena, ya que nunca había pasado algo igual antes en la fraternidad... siempre terminaban por desmayarse en la última prueba.

Después de salir de sus trances, todo siguió normal. Todos los chicos estuvieron haciendo todas sus pruebas como si nada. Menos uno de ellos que se había marchado a su dormitorio en el campus, dejándolos con los nuevos.

Lo dejó sobre la enorme cama, y apartó el cabello de su rostro.

Cuando el menor despertó, se encontraba desorientado a más no poder. Ese lugar no se parecía en nada al lugar en el cual había estado cuando llegó. Su rostro estaba hinchado por las marcas que le había hecho ese sujeto con su patada y su abdomen ni se diga.

— Si me hubiese quedado en Egipto no estarías obeso — giró su cabeza hacia donde estaba la voz — Estás asqueroso.

— ¿Owen?

— ¿Esperabas a alguien más? — Preguntó, soez, y sin moverse de su silla — Mi padre se encargó durante meses el que no pisara su casa y mira en donde estás ahora — el menor se mantenía en silencio — En mi cama.

— Yo...

— Siempre has sido una presa muy fácil de agarrar — rió — Seis meses, seis putos meses en los que llevo tratando de buscar la manera de tenerte en mis manos y tú llegas como si nada a mi vida.

— No es lo que estás pensando... lo juro — el dolor en su cuerpo no le permitía moverse mucho — Nunca quise venir aquí para encontrarme contigo...

— No me interesa en lo más mínimo lo que tengas que decirme — se puso de pie, dejándose ver más maduro que antes — Mi hermoso muñeco — dejó la máscara en la mesita de noche — El destino nos volvió a unir.

— Owen...

— Shh, ¿Te dije que podías hablarme? — puso sus manos en el cuello del chico — Hasta tu cuello está lleno de grasa, y es asqueroso.

— Suéltame — puso sus manos sobre las muñecas de Owen — No puedo respirar.

— Era nuestro secreto — no lo soltó — Eras mío, yo podría viajar todos los fines de semana a verte y en las vacaciones por igual — el menor comenzó a llorar — Incluso, compré una casa para ambos, en donde nadie nos vería cuando tuviéramos intimidad, pero fuiste de chismoso con mi padre y él no quiso que fuera a ninguna fiesta por tu culpa — dijo, lleno de rabia — Prefirió a la servidumbre antes que a su hijo y eso es algo imperdonable.

— Por favor — tosió — Me estás lastimando.

 — Debí de dejar que esos chicos te violaran y yo simplemente miraría todo desde una silla, como todo un puto rey — aflojó su agarre — Pero soy egoísta, y no comparto lo que es mío con nadie.

— No seré tuyo — quiso sonar valiente — Debes de superar lo que pasó... apenas era un niño cuando me quitaste lo único bueno que tenía en mí.

— Por favor — puso sus manos en su cadera — No tenías opción, era estar conmigo o estar con alguno de los trabajadores de mi padre — tenía razón en eso — Y que tus padres te repudiaran más de lo que ya lo están de ti, porque tengo que decirte que, mirándote ahora, lo único que me das es asco. Estás obeso, tienes gorditos y ni hablar de tu rostro.

— Me estás mintiendo... soy una persona diferente a la que alguna vez conociste, eso sin duda — se bajó de la cama, volviendo a caer — No has cambiado.

— Lo hice — ladeó la cabeza — He estado con muchos chicos, y todos ellos se rompen al final — fingió tristeza — Tu siempre especial para mí.

— Déjame en paz — gateó hasta la puerta.

— ¿A dónde crees que vas? — lo agarró por el cabello — Que no se olvide que eres un becado y que eres una presa fácil — Lo llevó de regreso hacia la cama.

— Me estás lastimando...

— Me estás lastimando — imitó su voz — Deja de decir estupideces que esto no es nada de lo que te espera por hacerme quedar mal ante mi familia y que tú fueras el niño favorito de mis padres.

— Por favor... Owen te lo pido — sollozó — Olvida todo lo que pasamos... eso es cosa del pasado — sus mejillas comenzaron a llenarse de lágrimas — Han pasado meses desde que eso sucedió... dijiste que habías estado con muchos chicos...

— Pero nadie es igual a ti — dijo, con pesar — Verte junto con esos chicos sólo me hizo pensar en una cosa. En que debías de volver a ser mío — pasó sus dedos por el abdomen del menor y luego enterró sus uñas — Esto se irá con el paso del tiempo y yo me encargaré — el menor iba a quejarse, pero Owen continúo hablando — Pero no será hoy — se alejó — Ponte esta camisa, pero antes date un baño con agua caliente.

— ¿Y si no quiero?

— No me toques los cojones — le tiró las prendas — El baño está ahí.

— ¿Por qué no tienes a nadie más compartiendo el lugar? — Abrazó la prenda — Si no quieres responder no lo hagas.

— No soy becado como tú — lo llevó hacia el baño — En cuatro años termino la universidad y no deseo compartir la habitación con nadie.

— ¿Entonces qué hago aquí?

— Sólo métete a bañar.

El menor entró a la ducha, cerrando la puerta de cristal que estaba ahí. Owen entró y se sentó en el piso, junto a la puerta y no parecía querer salir mientras estuviera ahí. Se quitó el bóxer húmedo y lo dejó a un lado. El agua caliente lo recibió gustoso.

— ¿Por qué?

— ¿Qué?

— ¿Por qué nunca me has querido como yo te quiero?

— No puedo quererte más de lo que deseas — confesó — Me quitaste todo lo que tenía en la vida y ahora pretendes hacerme eso otra vez.

— Soy una persona que siempre consigue lo que quiere — se encogió de hombros — Y tú eres todo lo que quiero en mi vida. Desde que te vi la primera vez me pareciste el chico más hermoso de toda mi vida.

— Siempre dices eso porque piensas que caeré en tus manos otra vez y eso no es así — negó con la cabeza — Seamos sinceros — lo miró — Lo único que te interesa es sentir el control en las personas.

— Y el control lo tendré nuevamente en ti — se puso de pie — Eso te lo aseguro.

— ¿Cómo estás tan seguro?

— Mañana a esta misma hora estarás en mi puerta, llamándome — ladeó la cabeza — Recuerda esto que te diré. Soy muy egoísta y siempre consigo lo que quiero — cerró la puerta.

Isaac mordió su labio. Era increíble como Owen se podía convertir en alguien tal despreciable en cuestión de segundos. Pensó que nunca se lo encontraría en ese lugar por lo grande que era y ahora estaban en el mismo sitio.

No tenía la más remota idea de cómo era ese Owen, pero parecía ser el mismo frio y calculador de antes. Se seco con una toalla limpia salió del cuarto de baño con la camisa que el mayor le había dado al igual que un bóxer limpio.

— Ya te puedes ir a tu dormitorio — dijo, sin mirarlo — Ya para esta hora debieron de haber terminado con la iniciación.

— ¿Pasaste por esto cuando comenzaste?

— No soy becado, no te confundas — siguió sin mirarlo — Vete y recuerda lo que hablamos.

— Bien. De toda formas no vendré a este lugar para que quieras matarme — cerró la puerta con fuerza.

Caminó mirando hacia todos lados para ver el desastre que habían dejado por el césped y que las pobres personas debían de limpiar en unas horas por culpa de esos chicos.

— Hey — Naiel salió del baño, dejando su ropa sucia en el cesto de b****a — ¿Cómo estás?

— ¿Por qué no me dijiste que debíamos de pasar por esa m****a de la fraternidad — se dejó caer en la cama — Me duele todo?

— Y eso que no estuviste ahí para presenciar cómo le abrían el culo al chico que estaba haciéndose el listillo — se secó el cabello — ¿Y esas marcas en tu cuerpo? ¿Era de ti que estaban hablando?

— Algo así… yo era el chico que ellos querían primero y luego no quise y terminé por desmayarme delante de todos — bufó — De seguro ahora debo de ser el hazmerreír de todos…

— No, la verdad es que yo pensaba que estabas siendo torturado por esos chicos y que por esa razón no estabas ahí cuando nos dejaron en la entrada — se acostó en su cama — ¿En dónde estabas?

— Siendo torturado por mi pasado — apoyó su mano en su mejilla — Mi vida antes era una completa locura y ahora lo es aún más que estoy aquí.

— Y lo que falta, lo peor ya pasó que fue la iniciación — sacudió la cabeza — Ahora vienen las clases, los profesores mal paridos entre otras cosas.

— Hablas con mucha experiencia en el asunto.

— Pasé por la secundaria — apagó las luces — ¿Qué vas a estudiar?

— Administración de empresas, ¿Y tú?

— Economía — dijo, lleno de orgullo — Estaremos juntos en muchas materias, te lo aseguro.

— Eso espero — suspiró — Porque necesito un respiro de la m****a de vida que estoy llevando.

Al día siguiente, Isaac caminaba a la par con Naiel a sus clases, las cuales eran muchas las que compartían. Todo el lugar estaba lleno de chicos y chicas, tanto híbridos como humanos buscando sus clases.

A lo lejos vio a Owen con un grupo de chicos hablando entre ellos, lo que supuso que sería de lo que hicieron anoche. Sacudió la cabeza, no había razón alguna para estar en busca de aceptación de ese ser vivo.

Lo único que agradecía era que Owen estaba sumamente avanzado en sus clases y lo vería. El salón se fue llenando, hasta que todos entraron. Se sentó en la parte de arriba con Naiel y sacó sus útiles de su mochila. Ni siquiera había tenido tiempo de sacar todo lo necesario de sus maletas la noche anterior por lo que iba aprovechar que estaría algo desocupado en la noche.

El profesor no se veía tan malo como se veía, parecía ser alguien se sabía lo que estaba impartiéndole a sus estudiantes.

Naiel se durmió en un punto de su tercer clase juntos que creyó que se había muerto por toda la baba que estaba dejando salir. La economía del país estaba en sus manos, fue lo pensó.

— Tengo hambre, gatito — Naiel pellizcó el trasero del menor — Tienes un trasero enorme. ¿Es real?

— Muy real — golpeó su mano — Deja de hacer eso, van a creer que somos novios.

— Siempre van a creer de todo sobre nosotros — bufó — Ven, te llevaré a la mejor cafetería del campus.

— ¿La mejor?

— Es que casi no va nadie a ese lugar y te mostraré porque — lo tomó del brazo y lo llevó arrastras fuera del campus.

Pasaron a muchas personas para llegar al dichoso lugar que parecía ser enormemente caro por como las personas estaban vestidas. Se sentaron en una de las mesas que estaban al subir unos escalones y de ahí veían todo del lugar.

— En éste lugar vienen muchas personas con dinero — le pasó el menú — No es nada del otro mundo, te lo aseguro — le guiñó un ojo — Es sólo que todo lo de aquí es sabroso.

— ¿Sabes que no tengo dinero, cierto?

— Lo sé — subió y bajó las cejas — Somos becados, éste sitio nos debe de dejar todo de gratis.

— ¿Estás seguro de eso?

— Muy seguro — asintió — Por esa razón tenemos las credenciales de estudiantes, para que todos sepan lo que somos — dijo, lleno de obviedad — Ahora pide lo que quieras que la universidad lo paga.

— Está bien — el aire se sintió pesado cuando un grupo de estudiantes entró — No puede ser cierto, ¿Ahora me seguirá hasta el baño?

— ¿De qué estás hablando?

— Nada, sólo cosas sin sentido — le sonrió, sin mostrarle los dientes — Pediré dos tostadas y una batida de fresas — llamó al mesero y le dijo lo que quería — ¿Qué vas a pedir tú?

— Dos tostadas y una batida de lechosa, por favor.

— Bien, en unos minutos se las traigo — se marchó.

— ¿Conoces a esos chicos que están ahí?

— Sólo a uno — su voz se apagó — Trabajo en la casa de sus padres. No me esperaba encontrármelo aquí y que mi pasado regresara para jugarme una mala pasada.

— ¿Te hizo daño?

— No quiero hablar de eso — el mesero llegó — Eso fue muy rápido.

— Por esa razón somos los mejores.

— Espero que sean loe mejores en muchas cosas, mi amor — dijo Naiel, mirando el trasero del mesero — Lo siento, pero mi feromonas me está jugando una mala pasada y…

— Tu celo está por llegar — terminó por él — Nunca he tenido un celo en toda mi vida.

— ¿Qué no has tenido un celo siendo un omega? — preguntó, asombrado, y llevándose la tostada a la boca — Debió de llegar cuando tenías quince.

— Era bulímico, por esa razón no me llegaba — saboreó la tostada — Esto sabe delicioso, creo que me casaré con quien hizo este manjar.

— Te lo dije — rió — ¿A qué hora es tu próxima clase?

— Tengo una sola y es en una hora — siguió comiendo — Mañana sigo con las demás.

— ¿Cuántas materias tomaste?

— Ocho — bebió de su batida — Iba a tomar más, pero la cosas no siempre salen como planeamos.

 — Eres una máquina de hacer tareas — chocó el puño — También tomé las mismas que tú y por lo que vi, sólo estamos dos días juntos en clases.

— Mi clases son de lunes a miércoles, por lo que los otros días los uso para descansar… — su teléfono vibró en su bolsillo — Espera un momento, es mi mamá — frunció el ceño — ¿Sucedió algo, mamá?

— Tu padre fue encontrado golpeado y está en el hospital.

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