Capítulo 3: La hija de Juan 1960

Juan todavía sentía un rencor en contra su mujer, al parecer el diablo se le había entrado en su cabeza por la noticia. Victoria, su señora, se dio cuenta de que ese odió se inició el primer día cuando supo que estaba embarazada.

Su marido trabajaba para la compañía minera, donde los sueldos privados estaban más altos que los ingenieros, abogados y hasta el alcalde que en los sesenta era una profesión de servicio a la comunidad.

Todo comenzó cuando la madre de Sofía se cansó del maltrato de su marido y, decidió alejarse de él. Trato muchas veces de ayudarlo, pero sus esfuerzos no la condujeron a salvar su matrimonio en esos momentos.

—Escúchame. Déjame hablar y, escucha por favor. —Una vez más hablo su señora. 

—Soy tu esposa, no me trates así. Tienes que respetarme y, protegerme. Estoy aquí para que los dos podamos construir algo de nuestras vidas. Con esa actitud tuya, nunca lo lograremos. Míranos, cada vez que te enfureces de lo mismo nos distanciamos más. —Dijo Victoria en la cocina, cuando Juan se sentaba para comer, sin embargo, no podía desconectarse del trabajo. Eso causo un descontento en ella y, mucho más cuando él regañaba en voz alta las cosas que no quería escuchar. Todas esas palabras de veneno que escupía de su boca llegaban al corazón de Victoria y, que, de alguna forma, día a día se cansaba por su actitud soberbia del él.

—Pero, estos huevones, que me tienen cansado, cada día es lo mismo, anda para haya, para acá... huevones de m****a... estoy cansado de los abusos. La paga es buena, no obstante, el trabajo tiene mucho que decir y, para que decir el gobierno de Alessandri, que está considerando en nacionalizar el cobre. Todos estos políticos están hablando de lo mismo, me tienen chatos. —Repitió Juan, después de colocar un trozo de pan en su boca, cuando cruzaba sus piernas en esa pequeña mesa donde le servía la comida al final del día. Ahí, ahí mismo, todavía ella podía escucharlo con la boca llena.

—Tranquilo oso. Todo estará bien. — Ella trataba de calmarlo y distraerlo con sus palabras. Hacerlo reír por algunos segundos, para ver si él podía desconectarse.

Sabía que no le gustaba ese trabajo duro, pero Victoria estaba determinada a encontrar una solución. Quería ayudarlo a abandonar esos pensamientos perniciosos que lo consumían por completo en su cabeza. Con su encanto y el amor que ella sentía por él le daba algunas señales para decirle que tenían que pasar un momento juntos. En muchas de las ocasiones funcionaba. Se calmaba y lo que tenía en su cabeza que lo estaba mutilando desaparecía.

Pese a que Victoria trato de hacer que él se olvidara por algunos momentos de todo. Ese día fue diferente a otros. Era demasiado testarudo para admitir su equivocación.

—No ahora, mi cabeza está demasiada ocupada. —Expresó Juan de forma abrupta, cuando ella solo trataba de consolarlo y, ayudarlo a olvidar su miseria, pero también recordarle que estaba en la casa.

A pesar del esfuerzo, sus palabras no fueron suficiente para que se calmara y, continúo hablando de los problemas del trabajo. Su señora no pudo hacer nada más. Él estaba poseído por sus propias palabras sobre la injusticia, que aparecieron como un huracán y, sin darse cuenta comenzó a herir a Victoria.

Esa noche, Victoria se cansó de escucharlo y, se fue a su recámara para descansar. Lo dejo a solas en la cocina, para que reflexionara de lo que estaba pasando delante de sus ojos. Esperaba que se diera cuenta o recapacitara al otro día, pero no tenía ningún optimismo esa noche de que él iba a cambiar.

Más tarde, ella volvió a la cocina y dijo: —Esta noche vas a dormir solo, no te quiero ver en mi cuarto. —De inmediato Victoria coloco una almohada y un cubre de cama gruesa en la mesa, para que durmiera en la sala de estar.

—Buenas noches. —Ella volvió a expresarse y, partió a su cuarto dejándolo a solas. Detrás se escuchó un portazo que provino de la recámara de ella.

Esa noche, Victoria lloraba en silencio, debajo de sus sabanas no podía controlar esa tristeza, pero el cansancio de la noche la derroto cayendo sus ojos como plomo hasta cerrarlos.

Al otro día Juan había salido temprano a trabajar y, durante el día ella trataba de entender lo que había pasado la noche anterior. En algunos momentos pensó que era su culpa, pero en otros trataba de discernir que estaba pasando entre los dos. La mañana se había acortado, pero en la tarde se dio cuenta de que estaba cansada de los problemas que estaba viviendo. Se le pasó por la cabeza que debería de dejarlo, salir del lugar para darle un escarmiento y, para que entendiera que esas palabras que había escupido la noche anterior le llegaron muy adentro.

Victoria no dejaba de creer que irse por algunos días podría darle un escarmiento a su marido, sin embargo, desistió de esa estúpida idea. Así que por semanas trato de olvidarse de todo, no obstante, el dolor de ver a su marido de esa forma cada día la afectaba, pensó que la última opción para que él cambiara era dejarlo.

Tenía la esperanza de que algún día él podría cambiar su conducta, pero no pudo remover esas palabras despectivas de él. La situación seguía empeorando, no h**o caso, su optimismo deploro y, con el tiempo, después de tratar de persuadir a Juan, tuvo que darle a conocer que no era necesario seguir hablando de esa manera.

Juan creó como un tipo de barrera entre los dos, impenetrable a las palabras que Victoria le decía cada vez que trataba de ayudarlo y, darle a conocer lo equivocado que estaba. Ella hizo todo el esfuerzo para poder cambiar su matrimonio, pero no h**o caso. Todas esas iniciativas que tomo para salvarlo de ese dolor que estaba viviendo, no pudo detener su caída.

Él tenía demasiado desprecio y odio en su trabajo, en contra las políticas internas que lo tenían chato, el gobierno que estaba considerando en nacionalizar el cobre. Y para que decir, los salarios que comenzaban a bajar cada año, porque el gobierno pensaba que eran muy altos. Pero lo que le provoco más cólera fue que si el gobierno de Alessandri o el próximo nacionalizaba el cobre, el surgimiento de los contratistas era eminente. Esto quiere decir que las empresas privadas se encargarían en contratar a trabajadores mineros. Separando de la empresa el Cobre. Resultado por el cual los beneficios que la compañía tiene no iban a hacer los mismos. Esto fue la gota que rebalsó el baso.

Después de dos semanas batallando con su marido sobre su condición, ella no pudo más.

—Me voy, me cansaste, eres un mezquino, tú solo piensas en ti, que paso conmigo, con los planes que creamos, y las cosas que queremos hacer juntos, todas esas promesas que hicimos los dos antes que nos casáramos por la iglesia. Eres un hueón que no tiene voluntad de cambiar. —Dijo en voz alta en la cocina, cuando Juan trataba de comer.

—De que me estás hablando, esos son los problemas que en este momento estoy lidiando. Que te puedo decir, tengo una frustración grande con toda esta gente, no hay nada malo en eso. Tengo el derecho de manifestar lo que me place, lo mismo que tú. En realidad, lo que está pasando le está pasando a todos los trabajadores —Dijo Juan, poniendo la cuchara en la mesa, y tratando de defender su posición.

—Si, pero no tienes que traerlos a la casa. Cada día, cada minuto, cada hora, no te despegas ningún segundo de lo que está pasando. Por lo que veo sigues en el mismo túnel de hace dos semanas y todavía no te sueltas de eso. —Dijo ella, y volvió a decir. —La casa es un templo, donde deberíamos de disfrutar de la familia y no de otros problemas que están afectando a nuestro matrimonio. Me aburrí, me voy mañana por la mañana, hueón, eres un estúpido, mezquino que no tiene conciencia de lo que está pasando, estás demasiado cerrado para entender lo que esta enfrente de ti.

Juan estaba convencido de que su señora no se iba a ir de la casa, ya que la había escuchado manifestarse antes de esa forma, por eso él no se preocupó.

Al otro día por la mañana, Victoria no estaba en su recámara, pero Juan no se inquietó en ese momento así que partió a su trabajo sin dejar que eso lo alarmara. Por la tarde, se dio cuenta de que los platos de la noche anterior no se habían lavado cosa que odiaba Victoria dejarlos sucios. De inmediato fue a su recámara, y la cama estaba también sin hacer. Esto lo preocupo, y en ese momento no pudo pensar claro que hacer, le tomo minutos para entender que ella no iba a parecer, y sentado en la cocina, en el mismo lugar donde su señora le servía su cena, Juan esperaba. Ya eran casi las nueve de la noche, y no pudo entender que estaba pasando, sin demora se sirvió algo para comer y más tarde partió a su recámara

Victoria Arias se había ido a la casa de su madre Beth, cosa que Juan sospechaba donde podría estar.

Ya habían culminado más de una semana sin ver a su marido, hasta que descubrió que estaba embarazada. Su madre sostuvo una larga conversación con su hija, que estaba cuestionando todas esas dudas que habían surgido en la cabeza después de que su hija se fuera de su casa.

Por segunda vez, su madre no dejo de insistirle lo equivocada que estaba. Reacia a no escuchar a su madre el siguiente debate entre ella y su hija tomo parte.

—Pero madre, no puedo volver a ese lugar, su vida cambio, al parecer no quiere cambiar o mirar que esta al frente de él. —Dijo su hija en el comedor cuando las dos se sentaban en la mesa cada tarde para tomar un té.

—Hija, cuándo conversarte con él insististe en dejarle saber que puede renunciar en cualquier momento de su trabajo. —Expresó Beth, considerando otra posibilidad para que salvara su matrimonio.

—Con esta economía, donde va a encontrar otro trabajo, la situación es difícil, y lo que la empresa le ofrece es más alto de lo que ganan los políticos. Además, él no tiene otras capacidades para trabajar en otro rubro. —Manifestó Victoria, justificando que la situación económica en Chile estaba demasiado mala y que Juan no iba a encontrar otro trabajo mejor que en el Teniente.

—Tienes toda la razón hija, pero si él no está contento y tú tampoco, que es lo que esperas para que los dos trabajen por el mismo objetivo que es la felicidad. Recuerda, que el matrimonio se basa en dos personas y, si tú te fuiste, eso quiere decir que nunca h**o amor. ¿Es eso lo que me estás manifestando? —Pregunto Beth, limitada a las palabras que podría decir para no herir a su hija.

—No, al contrario, lo amo, sin embargo, están testarudo que no escucha a nadie. Lo puedo entender, pero esa actitud negativa lo está consumiendo, y es por eso por lo que la gente no quiere estar cerca de él. Siempre está hablando de lo mismo, y la gente se cansa. En otras palabras, está causando una ruptura entre nuestros amigos. —Declaró su hija, cuando se levantaba de la mesa, y tratando de ir a la sala de estar para seguir conversando su madre le pido que tenga paciencia.

—Olvídate del trabajo, piensa porque él está procesando eso, quizás son otros factores que no están relacionados contigo, y lo motivan a actuar de esa forma. Una vez más, no creo que sea el trabajo, a mí me parece que está descontento de la vida. Si él te ama hija, él estará ahí por ti, pero también tú tienes que estar ahí, cuando él está cayendo. No puedes dejar de pelear por eso, nadie dijo que el matrimonio iba a hacer fácil. Hay dos personas en tu casa, tú y él, cada uno piensa y actúa diferente, pero una de las cosas que los une es el amor. Si existe, entonces no hay nada que preocuparse y no hay nada que temer. —Hablo Beth. Ella había perdido su marido en un accidente, eran inseparables, su hija estaba muy chica cuando eso pasó, así que no tenía muy claro lo que ocurrió. Por eso su madre le contaba como era él, para que no olvidara lo bueno y caballero que fue.

—Madre, odio cuando tienes razón.

Ella se quedó callada por algunos segundos, y sin darse cuenta de lo equivocada que estaba decidió volver a la casa para hablar con su marido. Aunque, pasaron semanas para que se diera cuenta de que había metido la pata, cosa que la puso en una posición de desespero y preocupación. Pensó, que su matrimonio iba a acabar, pero Juan ya había ido en más de una ocasión a verla a la casa de Beth. Ella no se había enterado porque su madre no dijo nada. En realidad, Beth quería que su hija recapacitara y, volviera a su hogar por su voluntad, razón principal que la mantuvo en silencio.

Su hija se dio cuenta de que no podía seguir ambulado en la casa de su madre, así que Victoria no lo consideró más y, decidió volver.

Esa tarde se fue a su hogar pensando en llegar antes que Juan volviera del trabajo. Pero ese día su marido había salido temprano y, como a las dos de la tarde Juan llega a su casa. Tenía un dolor de cabeza y algunas sensaciones extrañas en la garganta. Supuso que podría ser un tipo de infección, resfrío o algo que le estaba afectando la vía respiratoria, después todo, pasar muchas horas en la mina, debajo de la tierra se imaginó que esa era la razón.

En la casa, no espero más y, se fue directo a su recámara para descansar. 

Victoria había cumplió quince días desde la última vez que piso su casa. Esa tarde, no escucho a nadie, al parecer el lugar estaba vacío. Fue su primera impresión, creyendo que Juan no estaba en la casa. Sin demora desde la sala de estar se dirigió a la cocina, no espero ningún segundo y dejo en la mesa del comedor su cartera para comenzar a lavar los platos y, a limpiar el resto del lugar.

Minutos más tarde, se dio cuenta de la hora que era y, comenzó a preocuparse, ya que su marido debería de haber llegado. Se preguntó donde estaba, pero siguió su labor hasta que Juan despertó.

De inmediato se fue a la cocina y, cada paso que tomaba reflexionaba esa tarde en resolver su matrimonio. No quería que la situación empeorara más, estaba determinado a recuperar el tiempo perdido con ella. Por eso decidió en escucharla y, no decir nada que causara otro reproche que justificara su partida otra vez.

—Hola, Victoria. —Expresó Juan.

—Yo pesaba que no estabas en la casa. —Hablo su señora.

—Tuve que salir temprano, no me sentía muy bien. —Contestó Juan, cuando tosía un poco. —El otro día te fui a ver a la casa de tu madre, quería saber si estabas bien.

—Mi madre no me contó, bueno, al principio no me dijo que habías ido, pero más tarde me enteré, eso quise decir —respondió Victoria cuando terminaba de lavar todos los platos, y comenzaba a secarse las manos con un paño de cocina que estaba a un costado de la mesa, para darle toda la atención y saber que tenía que decir.

—Lo siento, no quise que esta situación llegara a estas alturas, es muy difícil para mí sobrellevar todos estos problemas. —Dijo Juan, cuando se inclinaba en la puerta de la cocina, tocándose la barba, que no se había afeitado desde la última vez que vio a su señora.

—Sí, entiendo, pero también son mis problemas. —Dijo Victoria, cuando se reclinaba en la parte del frente de la cocina con su cuerpo. —Te quiero decir que te amo y también decirte... —Ella quedó en silencio por algunos segundos, miro hacia abajo del suelo y retorno su mirada a sus ojos.

—¿Qué es? —Pregunto impaciente Juan.

—Estoy embarazada.

—¡Embarazada! —Juan quedo en silencio, no sabía que decir y, su reacción no fue muy rápida. Victoria comenzó a alarmarse, ya que no podía predecir si esto iba a causar problemas. Lo vio en un estado de shock. Su expresión de preocupación en su cara era evidente, al darse cuenta de que Juan había quedado paralizado, ella esperó que él reaccionara y respondiera que estaba feliz por la noticia. Nada ocurrió y, Victoria volvió a preguntarle.

—¿Estás bien? No has manifestado nada, por favor di algo, cualquiera cosa, —ella insistió porque no decía nada. A pesar de la situación en que los dos estaban, ella sabía que Juan podría tomarle tiempo en entender esta abrupta noticia. Lo conocía muy bien, su forma de procesar en su cabeza situaciones difíciles no era fácil para él. Solo se enfocaba en un objetivo. Sentía que era más importante que solucionar más de uno a la vez. Pero Victoria lo admiraba cuando ejecutaba sus decisiones, que eran asertivas.

—Sí, sí, estoy helado, no sabía que estabas embarazada. ¿Cuántas semanas? —Pregunto Juan, aturdido por la noticia.

—Casi dos semanas, creo. No estoy muy segura. Tú deberías de saber la última vez que tratamos. —Expresó Victoria.

—¿Es mío? —Pregunto Juan, que se le había salido de su boca, pensando que ella lo había engañado cuando estaba afuera de la casa.

Victoria había quedado con la boca abierta al escuchar esas palabras, hiriendo sus sentimos mucho más.

—De que me estás hablando, eres un hueón, piensas que estuve con otro hombre cuando estuvimos separados, estúpido, como puedes creer eso de mí. —Volvió a expresarse Victoria enojada por la tontería que le dijo. Estaba tan enojada que quería salir del lugar y, dejarlo para siempre.

—Disculpa, estoy confundido, me tomaste de sorpresa, no sé qué decir. Siento un poco de felicidad, pero con lo que está pasando en el trabajo y en la situación que estamos viviendo en chile, no puedo dejar de relacionar esos sentimientos con nuestra relación —Dijo con un sentido de disculpa y molestia a la vez. Sin embargo, todavía tenía dudas de que algo más había pasado durante esas semanas, al parecer tenía un sentimiento de inseguridad sobre su señora. Sin embargo, no entendía por qué estaban en su cabeza, cada momento cuando ella no era cariñosa con él.

Juan volvió a disculparse, y le expresó que la amaba, que quería estar con ella. Sin demora, la tomo de la mano y puso la otra en su cintura para besarla. Ella se resistió, todavía estaba enojada, pero sus sentimientos la hicieron cambiar. No fue fácil, hasta que ella cedió y él la beso.

Ese atardecer la relación entre los que se había recuperado. Juan creyó que su matrimonió estaba a salvo, pero en la cabeza de él refutaba la idea de que era su hijo o hija. No sabía por qué estaba dudando de ella y, trato de manejar la situación al no contarle a Victoria sus sentimientos. Eran emociones que nunca había tenido antes. Veía a ella con otro hombre, en la cama y en diferentes lugares. Eran imagines del demonio que estaban atacando su alma. No sabía cómo manejar esa situación, así que se quedó en silencio esperando que algún día pudiera resolver su estado mental.

Con el tiempo, pensó que ese reproche iba a desaparecer, tratando muchas veces de quitarse de la cabeza esos sentimientos negativos que tenía en contra su señora. Pero esas imágenes que lo perturbaban no podían desaparecer. Aunque, reconocía que las imágenes y voces que cada día escuchaba eran por su estado mental.

Estaba seguro de que no era su intuición que lo estaba alertando sobre ese sentimiento de engaño por parte de su mujer. Si no más bien algunas memorias de sus padres martillaron en su cabeza un pasado desagradable. Tuvieron una relación muy difícil, Juan vio a su propia madre tratando de suicidarse dos veces y, su padre que, en dos ocasiones la salvo. Julio, el padre de Juan sabía que su señora lo había engañado, pero siempre estuvo firme hasta que ella salió de la casa y nunca más volvió. Juan había recordado esos momentos desagradables exactamente cuando su señora volvió a la casa y, esto lo aterro. Por eso se quedó en silencio.

Esta pesadilla causó en muchas de las ocasiones ignorar el amor de Victoria, rechazándola cada vez que ella trataba de acercarse a él y, llegar al punto de pensar que su matrimonio estaba acabando una vez más.

Sin embargo, con los años, la vida se había complicado, después de que la pequeña naciera, los sentimientos de reproche en contra su señora bajó, pero siempre estuvieron presentes en su cabeza con menos intensidad.

También, Juan había construido una idea incorrecta entre los problemas que tenía en el trabajo y lo que ocurría en su casa. Era una mezcla que no iba por un buen camino, y él sabía lo peligroso de seguir en la misma vía.

Cuando Victoria trataba de que él se acercara más a Sofía, su marido buscaba cualquier pretexto para no jugar con ella. Con el tiempo supuso que esa postura desaparecería y, por eso no se preocupó por la actitud estúpida que tenía en contra de la pequeña. Pero todavía sentía que las cosas no estaban del todo bien, él todavía la reprochaba y, Victoria pudo aludir la idea de que nunca iba a cambiar. En ocasiones podía sentir que la estaba afectando, hasta que un día, todas esas emociones cambiaron, cuando el doctor Riquelme le daba la noticia que estaba una vez más embarazada. Por su puesto, esta premisa cambio la cara de hueón que tenía su marido y, creyó que su matrimonio iba a mejorar.

Los cuatro primeros meses, todo iba bien, pero Juan todavía tenía una actitud negativa en contra Sofía. Victoria no pudo hacer nada al respecto, estaba bastante ocupada con el embarazo y, Juan que solo iba a trabajar por largar horas para, agrandar su salario los dos comenzaban a darle menos importancia a Sofía. Al principio no fue una mala intención, pero las cosas comenzaban a complicarse, cuando Victoria se acercaba más a su parto.

Al principio Sofía no tomo mucha importancia, creyó que todavía era parte de la familia, pero, con el tiempo comenzó a notar una distancia entre los dos, después que las gemelas nacieran.

En muchas de las ocasiones, Sofía lloraba en su cuarto a solas por lo que estaba pasando, se culpaba por su contextura tosca que tenía, al ver que las dos hermanas eran más delicadas que ella. Cuando se dio cuenta y, consumida por ese odio, un día tomo la decisión de parar ese fuego. Así que espanto todo ese miedo que guardo por muchos años, hasta que un día se dio cuenta de lo diferente que era. Desde ese día no pudo parar de pensar que dirección tomar en su vida y, fue en ese momento de dolor cuando el sol brillo. 

Ahora, Sofía no temía a nada y a nadie, estaba a salvo, en el camino correcto, era como el fuego, amante de la justicia y del amor. Antes no pudo admitir que existían, ya que solo veía la muerte. Hasta que se dio cuanta como el amor ardía en el mundo, en cada instante y en cualquier lugar.

Por casi catorce años, se dio cuenta de que el odio de Juan no la iba a deprimir más y, puso esos sentimientos muy debajo de todas las cosas pequeñas de su vida. Esta decisión la ayudo a continuar a vivir de la forma que ella quería. Por otro lado, su madre que estaba más ocupada con sus dos hijas, dejo de culparla para poder vivir tranquila. Por eso tuvo que colocarla en un rincón de su corazón muy pequeño, reconociendo que Victoria le había dado la vida.

Creo que Sofía era más afortunada que algunos de nosotros, a pesar de la mala relación con su padre y, la poca comunicación con su madre todavía tenía esa sonrisa en la cara. La razón era clara, otras personas del barrio se preocupaban por ella, era como su segunda familia.

Pero no todos eran amables, también estaba expuesta al repudio de otra gente, ya que no representaba a la mujer actual de chile. Esto los molestaba, y más a los hombres cuando trataban de burlarse muchas veces de su contextura física. No obstante, nadie se atrevía a desafiarla en los juegos con el resto de los otros jóvenes cada fin de semana.

A pesar de saber que ella no estaba libre de ese prejuicio, Sofía podía vivir con ese odio injustificado, pero cuando me enteré de que ella fue atacada por un hombre adulto, yo no pude entender como la sociedad tenía estas personas en el mundo.

El vecino de su casa la llamó para que lo ayudara a limpiar algunas cosas del garaje, que estaba dispuesto a pagarle una suma razonable. Ella no lo pensó, y con el objetivo de ganar algunos escudos se fue a su casa, cuando Victoria preparaba a sus hijas para irse a la cama, y cuando Juan, por otro lado, ya estaba en el segundo sueño salió sin decirle a nadie adonde iba.

Sofía saltó la muralla de su casa, y en el cuarto donde el vecino la esperaba, de inmediato comenzó a darle algunas instrucciones para que lo ayudara. Cuando todo parecía estar normal, en el transcurso cuando movían algunas cajas, lo sintió desde atrás, acariciando sus hombros, y más tarde trato de sacarle los pantalones. Sofía salto, causando una reacción de reproche, le dijo que parara, le grito muchas veces, pero no le hizo caso. Andrés le manifestó, que tenía que llevar a cabo su misión, y agrego que iba a hacer uno de los días más especiales. Casi en sima de ella, Sofía reaccionó sin pensarlo y lo pateo en sus bolas, como lo había visto en una de las series de televisión, y con ese cuerpo fuerte salió de esa situación de atraco.

Sin demora le fue a contar a su madre lo que había pasado, pero ella no le creyó, le aclaró que debería de no mentir o inventar toda esa historia con el pretexto de llamar la atención. De inmediato le ordeno que se fuera a la cama, que estaba cansada, que las mellizas estaban durmiendo y, que necesitaba un descanso también.

Lo mismo pensó su padre, que había escuchado a su señora desde el cuarto, y que tenía menos intención de discutir con su hija sobre sus berrinches. Refuto que el vecino de al lado pudiera realizar esa tontería. Incluso, al otro día, cuando estaba regando el pasto, vio a Andrés salir esa mañana y le contó lo que su hija dijo. De inmediato, los dos comenzaron a reírse y sin nada más que investigar su padre concluyo que todo fue una invención de ella. Juan decidió en castigarla por una semana. Nadie podía visitar a Sofía. Hasta sus amigos reclamaban de vez en cuando, que tenían que pasar un tiempo en el patio con ella, cuando su padre no estaba.

Nosotros nos habíamos enterado de lo que le había pasado, y yo le creí, ya que no fue la única vez que había escuchado a atacar a otras chicas en el barrio. Cuando le conté a los otros sobre lo que había pasado comenzamos a hablar lo nervuda que fue ella para salir de esa situación. Queríamos vengarnos también y ayudar a Sofía a que Andrés no la molestara más, pero algunos de nosotros no estábamos seguros de ello. Pensamos en envenenarlo o pagarle alguien para secuestrarlo y más tarde darle una lección.

Fueron ideas que tuvimos en nuestras cabezas, para frenar a ese profanador. Pero éramos muy jóvenes, yo y el resto desistimos en hacerle daño. La vida era muy corta y difícil, cosa que ninguno de nosotros estaba dispuesto a caer en la cárcel. Aunque, alguien del grupo lo delato, por lo menos eso es lo que yo escuche, y semanas más tarde la vecina de al lado comentó que el señor Andrés había sido detenido. Ella agregó que lo arrestaron cerca de la Medialuna, donde el festival del rodeo toma lugar cada mes de septiembre. Otra versión fue que lo fueron a buscarlo a su casa, que era muy probable que hubiera pasado también, ya que existía una operación llamada Colombo, que tenía como función de acecinar y desaparecer a hombres y mujeres que estaban en contra del régimen de Pinochet.

Semanas más tarde, Ana y Miguel fueron a mi casa para contarme que el Mercurio había publicado una lista parcial de sesenta maristas asesinados, y en entre ellos estaba el nombre de Andrés. En el comedor de mi casa Ana leía el periódico donde explicaba que los mismos maristas habían acabado con la vida de él. Esto fue muy extraño para nosotros escuchar, que entre ellos estaban aniquilándose. Pero casi en el medio de la nota de prensa Ana leyó que era una invención, que la Operación Colombo fue la antesala de la Operación Cóndor. Todos teníamos una idea mínima de ello hasta que mi madre nos vio.

—¿Qué están leyendo? —Dijo mi madre, cuando entraba al comedor. Ana le paso el periódico y todos nos quedamos callados hasta que ella terminara de leer.

—Creo que arrestaron a un vecino. —Dije yo, cuando mi madre todavía seguía leyendo.

—¿Qué es la Operación Cóndor? —Pregunto Miguel.

—Ustedes no deberían de saber eso. —Contesto y continué leyendo.

—Me gustaría saber, tarde o temprano nos enteraremos. —Volvió a hablar Miguel.

—Esa operación fue creada para eliminar a la oposición de Pinochet. También fue fundada para aniquilar a gente, pero afuera de este país. Quiero decir otros países vecinos. —Contesto mi madre y volvió a agregar. Mirando a cada uno de nosotros a los ojos, pero muy sería. —Me voy a quedar con el periódico y ustedes deberían de ir a disfrutar el día.

Tomo una pausa y volvió a hablar mi madre con la intención de sacarnos de su casa. —¡Ustedes no deberían de ir a jugar, salir y entretenerse! — Leer este periódico no es bueno para ustedes.

En la salida, nos fuimos comentando sobre la operación, y lo que mi madre había manifestado, sin embargo, cada uno de nosotros tenía más curiosidad en saber con profundidad de esa operación, hasta que Antonio llego y, los cuatro comenzamos a hablar al frente de mi casa.

Cuando el tema se agotó, y no teníamos más que decir, sugerí en jugar a las escondidas. De inmediato me fui a buscar a Sofía e invitar algunas chicas y otros de la cuadra para aumentar el grupo. Minutos más tarde, casi en el atardecer, el juego entre dos equipos tomaba energía.

El primero grupo inicio su conteo, yo y Sofía nos habíamos ido a unos matorrales. El lugar carecía de luz, para distinguir si estamos ahí, era un lugar perfecto. Al final, el otro grupo había ganado después de enterarnos de que más del 50 % de nuestros compañeros habían sido descubiertos. A pesar de que Sofía y yo no nos habían pillado, esa noche fue muy entretenida, en especial cuando ella me besaba por lo feliz que se sentía. Creo que esta felicidad era por lo que estaba viviendo. Cosa que ocurría mucho cuando estaba contenta en verme. 

—Sofía, mañana estaré realizando competencia de volantines. No sé si estarás ocupada. Me gustaría saber si quieres estar conmigo. —Le pregunté a Sofía cuando nos encaminábamos a mi casa después de haber perdido el juego.

—Si, si claro, pásame a buscar y estaré lista. —Contesto ella sin retraso.

Al otro día por la mañana, observamos como la gente comenzaba a sacar sus volantines, y toda esa instrumentación, para iniciar una de las mejores competencias del mes de septiembre. Yo amaba ese periodo de tiempo, que coincidía con la independencia de chile. Los parques de la ciudad de Rancagua se ocupaban de gente, llenos de volantines, y los locales comerciales ambulantes. Fondas de todo estilo, que vendían sus empanadas chilenas, el Cola de mono, y otras meriendas tradiciones que uno podía encontrar en casi todas partes. Todos estaban ahí, disfrutando en medio de los militares que, sin cambiar sus caras de altivez celebrábamos el momento más histórico de la nación, la gente y el resto de mis amigos nos olvidamos de todo.

Era sábado, y Sofía había llegado un poco temprano a mi hogar.

Salimos al patio de mi casa y ahí cuando miraba el cielo lleno de volantines, como las estrellas que uno podía ver por la noche, uno de ellos cayó en el techo. Sin demora, Sofía y yo pusimos una escalera para subirnos y, tratar de recuperarlo.

—¿Sofía estás bien? Por favor corta el hilo del volantín, —manifesté cuando lo agarraba desde su cola para jalarlo hacia mí, pero estaba estancado en el techo.

—No puedo, tiene hilo curado, —grito Sofía. El hilo curado estaba cubierto con una fibra de vidrio picado y pegado con cola fría. Es muy común utilizarlo para realizar este tipo de competencias con otros Volantines.

—Usa esto para corta el hilo, —dije sin demora, siempre cargaba una cuchilla de bolsillo. Cuando se la tiré desde el otro lado la escuché reclamar.

—Oh no, coño… —La navaja había caído en el costado del canal. Sin demora ella comenzó a moverse para alcanzarla.

—No, no Sofía, es muy peligro, no te muevas. —Le grité desde el otro lado varias veces, pero ella no hizo caso.

—Utilizaré la escalera, para alcanzarla, —dijo Sofía cuando trataba de deslizarse desde el techo, pero a casi algunas pisadas para bajar, se dio cuenta de que alguien había movido la escalera al otro extremo de la casa. Fue en ese momento, cuando ella resbaló hasta la orilla.

—Sofía, estás bien, está bien, —grité, y volví a repuntar una y otra vez. Al parecer desde el lugar donde estaba todavía se sostenía en la esquina del techo, solo podía ver parte de su cabeza desde ese lugar, en realidad no quería moverme, estaba resbaloso. Trate de sentarme un poco para observar con más claridad donde estaba. Al parecer en la esquina del canal su calzón se había estancado... era como si estuviera colgando.

Yo me puse a reír, y una vez más le pregunté —¿Estás bien?

—Creo que estoy atrapada. No puedo salir… —Volvió a hablar Sofía, cuando trataba de balancearse para que aflojara su calzón que estaba pegado a su trasero.

—Trata más fuerte —Le grité.

—Estoy tratando, —respondió ella, y en ese momento mi madre se dio cuenta de que estaba pasando y de inmediato puso la escalera enfrente de ella, para que pudiera pisar los primeros peldaños y salir de esa situación engorrosa.

Ese día se convirtió en una experiencia increíble, y sin parar de reinos me dijo que no tenía razón alguna de contarle a los otros que había pasado aquí. Pero yo no podía parar de recordar esa imagen de ella colgada en el aire. Memoria que quedo en un rincón muy especial de mi vida.

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