LA PRINCESA DE LAS BRUJAS segunda parte

Los bosques pictos no habían sido escrutados desde que Midgard existía. Eran insondables tierras indómitas aún habitadas por duendes, hadas, unicornios y otros seres mágicos, así como uno que otro monstruo.

 En medio de estas recónditas inmensidades, Lupercus escapó de los fomorianos. Tras poner al menos tres millas entre la ahora destruida Fortaleza del Oso y su persona, cayó exhausto al suelo.

 Boqueaba casi muerto por el cansancio y el dolor de sus heridas. Tenía hambre y sed, pero era incapaz de proporcionarse alimento. Pasó toda la noche agonizante, atormentado por pesadillas de ansia y dolor, con Colmillo velando su agonía.

 A la mañana siguiente despertó en un lecho de hojas frescas, con el perfume de flores recién cortadas muy cerca de él. Cálidos rayos solares le calentaban el rostro. Sus heridas habían sido curada

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