LA COTIDIANA VIDA DE FABIAN

Mi abuelo Fabián tenía una vida profesional familiar y social muy agitada, estaba involucrado en la mayoría de proyectos de obras civiles de nuestro país los cuales dirigía su ejecución, con frecuencia lo invitaban a dar conferencias no sólo en su país, sino en otros países.

Las obras de las que estaba a cargo, bien fueran estas públicas o privadas, incluyendo las de su empresa, las supervisaba personalmente con su equipo, no le gustaba delegar ese tipo de responsabilidades, sus colegas lo consideraban un excelente profesional comprometido con el buen desempeño de sus obras y lograr el éxito que se había propuesto con el proyecto, era además un visionario en la mayoría de sus obras, se percibía el olor del perfume del futuro, generalmente el común del pueblo e inclusive en su entorno profesional no lograban captar la magnitud de su visión futurista.

En algunas ocasiones los comentarios lo adversaban y no le auguraban el impacto que a la postre siempre tenía, nunca escatimaba en costos, se rodeaba siempre de lo mejor con el único objetivo de realizar obras que se catapultaran en el sentir del pueblo y que tenían necesariamente que traslucirse en progreso para su país, ese era Fabián Valverde, querido y admirado por muchos, envidiado y odiado por otros tantos, pero su legado en materia de ingeniería está ahí y permanecerá en el tiempo como seguramente ha de ser.

Gustaba de participar activamente en la vida de sus cinco hijos, los llevaba al colegio y los buscaba cuando podía y eventualmente los acompañaba en el desenvolvimiento de su vida diaria.

Era un padre súper cariñoso con todos sus hijos, preocupado porque tuvieran la mejor educación posible y por garantizarles el éxito profesional y personal, aunque tenía una convicción especial sobre la vida, no cabía ninguna duda del amor que sentía por su familia.

Se puede decir que influenció a sus cinco hijos de una manera positiva, les inculcó el amor por el trabajo y el profesionalismo, decía: uno tiene que tratar, no de ser bueno en lo que hace, sino de ser el mejor en el ámbito en el cual te desenvuelvas, lo que importa es lograr el objetivo que te propongas y sobresalir por encima de los demás, sólo debes hacerlo con fe y dedicarle a tu proyecto todo el amor y el esfuerzo que puedas, ten por seguro que vas a lograrlo, no importa cuán grande sea la dificultad y nunca te adhieras a la mediocridad en ninguna de sus diferentes presentaciones.

A su esposa María Constanza le dedicaba el tiempo que se merecía, según sus palabras la amaba de la manera y a la usanza que amaban los hombres de la época, era un amor, a mi juicio, no total, era como una especie de amor necesario y eso no era un verdadero amor, nunca entendí el amor que mi abuelo le profesó a mi abuela durante todo el tiempo que estuvieron juntos, sólo opinaré que mi abuela amó a mi abuelo más que a su propia vida hasta que él le rompió el corazón, luego siguió amándolo pero con un

amor resignado, lo que a la postre le arrancaría su propia vida.

A mi manera de ver las cosas el amor debe ser espontáneo no siempre se puede amar como consecuencia de una atadura, si el amor no es libre no es amor, llámenlo como quieran pero no “amor”.

Mi abuela merece mis respetos por la manera incondicional en la que amó a mi abuelo, mas no apruebo, ni aprobaré nunca ese tipo de relaciones en las cuales uno ama y el otro es amado sin que exista ningún tipo de reciprocidad.

No me corresponde a mi cuestionar la manera de cómo se debe amar, sólo emitiré mi opinión porque si de algo estoy consciente y clara y lo digo con mucho orgullo es que aprendí de mi abuelo a tener una identidad propia y defenderla, por ello yo soy quien soy y no soy otra persona simplemente soy yo.

Jairo era un joven estudiante de la Universidad al igual que Ernesto, como estudiaba Biología coincidieron en una materia y fue allí donde se conocieron, Jairo al igual que Ernesto era un picaflor, cambiaba de novia con frecuencia, tenía un parecido no sólo físico, sino también en su manera de ser con Ernesto, eran muy divertidos y eso agradaba a las chicas y constantemente compartían con féminas de la Universidad, ambos también eran amantes del football y jugaban en el mismo equipo juvenil.

Con frecuencia se veían juntos, se habían hecho buenos amigos a pesar de que sólo coincidieron en una sola materia, pero las facultades de Biología y Medicina estaban relativamente cerca en la casa de estudios.

Extrañamente ninguno de los dos había visitado la casa del otro aun cuando a Jairo le hubiese gustado ir, no podía ver a Elena porque perdía el control, siempre le preguntaba a Ernesto por ella y él se limitaba a decir “está bien”, ¿cuándo la traes? Le preguntaba, Ernesto que era un tanto medio celoso de sus hermanas, no contestaba nunca esa pregunta, Jairo le decía bromeando ¡no te irás a quedar con ella ja ja ja!.

A todas estas una que otra chica, a veces, le preguntaba ¿ustedes son hermanos? ellos se miraban y alguno de los dos negaba el comentario.

Esta situación se repitió en varias ocasiones y aunque ellos no le daban importancia a los comentarios, a veces, a manera de juego, decían que si para no desanimar a las chicas que lo decían con marcado entusiasmo.

En una oportunidad comenzaron a salir con frecuencia con dos hermanas y ellas insistían en que sí eran hermanos, lo negaban, pero a pesar de ello las hermanas siguieron insistiendo, pero como ya era costumbre la relación terminó por alguna razón o sin ella y no volvieron a ver a esas chicas.

Jairo al parecer se tomaba más en serio las cosas, sin embargo le restaba importancia, un día al finalizar un partido de football en el que jugaron le dijo a Ernesto ¿quieres venir conmigo y otros amigos el fin de semana a la playa? Ernesto dijo que si y el viernes ya estaban instalados frente al mar disfrutando de un rico pescado asado que Jairo había aprendido a preparar de su madre que era de la Isla San Andrés en Colombia y dominaba el arte de la comida proveniente del mar, sobre todo con ese toque tropical que ella sabía imprimirle.

El fin de semana fue de lo más divertido y en la noche sentados frente a una fogata los dos amigos empezaron a contarse parte de sus respectivas historias.

Ernesto habló de sus hermanas mientras Jairo le decía que era hijo único, cuando Ernesto comenzó a hablarle de la vida que llevaba Elena, Jairo no ocultó el hecho de deslumbrarse y creyó que se enamoró más de lo que ya estaba de mi hermosa tía, sólo la había visto una vez y ese día bastó para que no pudiera sacársela del pensamiento.

Ernesto habló sin parar de Elena, Jairo por su parte estaba embelesado y no interrumpió jamás, mientras Ernesto le contaba cómo era su hermana y sus pasiones.

Ese día pasada la medianoche luego que hablaron de ellos, bebieron, comieron y se divirtieron lo suficiente, Jairo le dijo Ernesto, háblame de tus padres, tu mamá, tu papá, quiénes y cómo son ellos. Ernesto dijo: ¡claro! mi mamá se llama Maria Fernanda, es toda una ternura, como soy su único hijo varón, mis hermanas y ella sobre todo, me tienen muy consentido, es linda mi madre, yo la adoro.

Mi papá, prosiguió, se llama Fabián, en ese momento Jairo se le quedó mirando fijamente y le dijo sin sobresaltarse, que casualidad el mío también, bueno fíjate para que tu veas dijo Ernesto, así es la vida, tal vez será que somos hermanos como dicen las chicas, tal vez dijo Jairo y no lo sabíamos, ambos jóvenes se sonrieron y Ernesto fue a buscar dos cervezas.

Cuando Ernesto regresó con unas cervezas heladas siguieron conversando y retomaron el tema, en ese momento Jairo dijo, me dijiste que tu papá se llama Fabián y su apellido preguntó, Ernesto contestó, Valverde, se llama Fabián Valverde, por un momento Jairo guardo silencio y bebió cerveza, tomó un ligero descanso, respiró profundo y le dijo a Ernesto, tal vez te estás burlando de mi comentó por qué dices eso preguntó Ernesto, un tanto desconcertado, ya que lo que menos pretendía era molestar a su amigo, enseguida Jairo le dijo me dices que tu padre se llama Fabián Valverde, ¿cierto? ¡si, claro! así se llama, pues fíjate Ernesto…Jairo se le quedó mirándolo

fijamente y dijo así se llama mi padre también, ¡¿cómo?! exclamo Ernesto.

Durante algunos minutos reinó el silencio, tan sólo se escuchaban las olas del mar, ambos chicos estaban pensativos y ninguno de los dos proseguía con el tema.

Había desconcierto, sólo sabían que el padre tenía el mismo nombre, eso no significaba nada, tal vez coincidencia o una mera casualidad.

De pronto Ernesto, que quizás era un poco más temperamental, se preguntó a sí mismo en voz alta mientras miraba hacia el mar, ¿será que tu papá y el mío es el mismo?, a lo que Jairo contestó, pues es muy fácil saberlo, a ver dijo conversando, lo vamos a saber, qué hace tu papá preguntó Jairo, es Ingeniero y ¿el tuyo también?, Jairo dijo, no me preguntes donde vive porque no vive conmigo, el mío si, dijo Ernesto, Jairo le dijo, nunca he sabido que tenga hermanos, mi mamá que es quien más habla conmigo, ya que siempre he vivido con ella, nunca me ha hablado de eso, pero lo conoces dijo Ernesto, si claro lo veo todos los martes y jueves que siempre almuerza en la casa y los demás días pues, según mi mama, vive con su mamá que esta viejita, y ¿conoces a tu abuela?, no, dijo Jairo. Ernesto comentó, mi abuela esta viejita pero mi papá no vive con ella, ¿sabes dónde trabaja? preguntó Jairo, claro que si, en el Ministerio de Obras, el mío también dijo Jairo, oye Ernesto yo conozco a su secretaria se llama Aura, ¿cómo es ella? es blanca tiene el cabello negro, debe tener cómo 25 años, es la misma Jairo, ahora estoy seguro que es él dijo Ernesto, nunca nos habló de ti, no sabía que tenía otro hermano y no creo que

nadie en mi casa lo sepa, ¿crees que tu mamá sepa algo? preguntó Ernesto a Jairo, pues realmente no lo sé, pero las amantes casi siempre saben que son amantes, además por qué no vive con nosotros y sí con tu familia, es decir, con su esposa y sus cinco hijos siempre ha vivido, con ustedes imagino, si siempre, dijo Ernesto.

Jairo en ese momento dijo: mi mamá debe saber lo que pasa pero nunca me ha comentado nada ¿y ahora que sabemos que vamos? a hacer preguntó Ernesto, Jairo dijo, yo obvio me la llevo mejor con mi mama porque él es de alguna manera un fantasma, no sé a qué hora llega ni a qué hora se va, sólo sé que a veces lo veo almorzando en la casa, sólo martes y jueves, ¿y cómo te llevas con él?, pues ni bien ni mal, es mi papá y me trata con cariño, siempre ha estado pendiente de mí y según mi mamá me ha dado todo menos el verdadero cariño que un hijo se merece de un padre, tal vez ahora entiendo las cosas con más claridad que antes, no te pongas así Jairo nosotros no tenemos la culpa, por supuesto que ustedes no, pero te pregunto Ernesto cómo te sentirías si estuvieras en mi lugar, sales un día a la playa a pasarla bien con un amigo y terminas descubriendo que es tu hermano y que eres el resultado de una relación adúltera, Ernesto enmudeció no hallaba que hacer, pero dijo, no sé si mi madre sabrá todo esto, pero no quiero ni pensar cómo va a sentirse si es que no lo sabe y se entera.

Jairo se levantó tiro la botella de cerveza y comenzó a caminar por la playa, estaba muy impactado al igual que Ernesto quien al menos en ese momento mantenía la calma.

Ernesto se fue detrás de él pero Jairo no dejó de caminar por lo que le fue difícil alcanzarlo, cuando finalmente lo logró, lo abrazo fuertemente pero las palabras no le salían, era una sensación de impotencia tremenda.

Al cabo de un rato Jairo dijo, tu o ustedes están en una situación mejor que la mía, yo soy un bastardo, tal vez tu llegarás a odiarme, al igual que tus hermanas, en ese momento pensó en Elena y el mundo se le vino al piso, era una sensación de frustración tremenda, estaba muy afectado, era como si de repente Elena se desapareció del mapa, se preguntaba ¿será que me enamoré de mi propia hermana? y se reprochaba a sí mismo, pero no era su culpa, pensaba en su mamá y le reprochaba el hecho de no haberle dicho nada con respecto a su papá, al menos en ese momento le parecía que era igual tenerlo que no tenerlo, se sentía en una gran pelea con sus seres queridos, Ernesto lo miraba con cierta compasión y eso aumentaba su cólera, no quería que su amigo quien había resultado ser su hermano sintiera ningún tipo de compasión o lástima por él, su corazón comenzó a llenarse de rencor hacia la vida.

Ernesto no dejaba de mirarlo, notaba el sufrimiento que sentía Jairo que era su hermano, pero el amor que se siente por un hermano que descubres a los 23 años no es el mismo amor que sientes por el hermano que conoces y con el que has convivido toda la vida, aun así estaba ahí tratando de consolarlo, se notaba muy contrariado y abatido.

Jairo lo miraba con indiferencia y se preguntaba, sin decirlo, por qué Ernesto estaba tan tranquilo, acaso lo

sabía y nunca se lo dijo, o tal vez pensó no era el único, pensó, soy uno de varios hijos fuera del matrimonio, le venía a su mente la imagen de su padre y sentía ira, pero lo que lo tenía peor era el hecho de pensar por qué su madre se lo había ocultado, eso para él era imperdonable, su madre lo era todo para él, su principal apoyo moral y este golpe era muy desmoralizante para Jairo.

Ya eran cerca de las tres de la madrugada y Ernesto le sugirió que se fueran a dormir, que ya habría tiempo para conversar sobre lo que acababan de descubrir, que no era un tema fácil ya que además podría, de alguna manera, marcar sus respectivas vidas, Jairo aceptó y se fue a la casa sin pronunciar palabra alguna, a la mañana siguiente cuando Ernesto se levantó Jairo no estaba.

Durante las siguientes semanas Jairo y Ernesto coincidieron algunas veces en la Universidad, pero Jairo se distanció repentinamente de Ernesto y estaba súper cambiado con él, Ernesto por su parte intentaba acercarse sin lograrlo, él consideraba que era importante conversar pero Jairo parecía tener otros pensamientos al respecto.

Ernesto no se había olvidado en ningún momento lo que descubrió aquel fin de semana, quería conversar con alguien pero la persona con la que se llevaba mejor de su familia era justamente Elena y ella se encontraba en el convento, por un momento pensó en visitarla pero no le pareció prudente y no quería angustiarla, amén de lo que ella había sufrido con el desenlace de su matrimonio al no llevarse a cabo, tal vez no era Elena la persona adecuada para escucharlo.

Realmente no sabía qué hacer, si hablar con su mamá o con su papá, decidió entonces tratar de increpar a su madre, fue así como un día que no tenía clases, luego del desayuno, se quedó con ella en la cocina y empezó a formularle algunas preguntas, estaba seguro que perdería el tiempo, lo sabía, ella hablaba muy poco, se podría decir que sólo lo necesario y Ernesto que era un joven muy inteligente sabía que sería una tarea difícil, por otra parte sabia igual que su madre prefería morir antes de delatar a su padre, fuera cual fuere la situación no lo delataría jamás, a pesar de ello y lo titánica de la misión Ernesto se propuso conversar con su madre.

No se fue con rodeos y comenzó, madre dime algo, ¿por qué mi padre se viste de esa manera todos los martes y jueves, a dónde va?

Fabián Valverde vestía muy bien, doña María Fernanda, su esposa, que no era otra sino mi abuela, se encargaba de

eso, inclusive almidonaba sus interiores y se los planchabas, usaba unos largos que casi le llegaban a la rodilla pero los martes y jueves específicamente y solo esos dos días, cerca de las once de la mañana, religiosamente, Fabián Valverde salía de su casa vestido de flux y corbata muy perfumado y con su elegante sombrero de paja toquilla, nadie sabía a dónde iba, pero Ernesto presumía que su madre lo sabía, por eso vino la pregunta.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo